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LAS ENSEÑANZAS
DE JESUS
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FILADELFIA
GRIFFITH AXD ROWLAND PRESS
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in 2014
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SAN MATEO
CAriTULO I.
IBRO de la generación de Jesu Cristo, hijo de David,
I i hijo de Abraham.
*\ 2 Abraham engendró á Isaac ; ó Isaac engendró
á Jacob ; y Jacob engendró á Judas, y á sus hermanos ;
3 Y Judas engendró de Taniar á Faxes y á Zara ; y
Fares engendró á Esrom ; y Esrom engendró á Aram ;
4 Y Aram engendró á Aminadab ; y Aminadab engen-
dró á Naason ; y Naason engendró á Salmón ;
5 Y Salmón engendró de Raab á Booz ; y Booz engen-
dró de Rut á Obed ; y Obed engendró á Jessé ;
6 Y Jessé engendró al rey David ; y el rey David
engendró á Salomón de la que fué mujer de Urías ;
7 Y Salomón engendró á Roboam ; y Roboam engen-
dró á Abia ; y Abia engendró á Asa ;
8 Y Asa engendró á Josafat ; y Josafat engendró á
Joram ; y Joram engendró á Ozías ;
9 Y Ozías engendró á Joatam ; y Joatam engendró á
Acaz ; y Acaz engendró á Exequias ;
10 Y Ezequías engendró á Manases ; y Manases en-
gendró á Anión ; y Amon engendró á Josías ;
11 Y Josías engendró [á Joacim ; y Joacim engendró]
á Jeconías, y á sus hermanos, en la transmigración de
Babilonia ;
12 Y después de la transmigración de Babilonia, Je-
conías engendró á Salatiei ; y Salatiel engendró á Zoro-
babel ;
13 Y Zorobabel engendró á Abiud : y Abiud engendró
á Eliacim ; y Eliacim engendró á Azor :
14 Y Azor engendró á Sadoc ; y Sadoc engendró á
Akim ; y Akim engendró á Eliud ;
3
4
SAN MATEO
15 Y Eliud engendró á Eleazar ; y Eleazar engendró
á Matan ; y Matan engendró á Jacob ;
16 Y Jacob engendró á José marido de María, de la
cual nació Jesús, el cual es llamado el Cristo.
17 De manera que todas las generaciones desde Abra-
ham hasta David, son catorce generaciones ; y desde
David hasta la transmigración de Babilonia, catorce
generaciones ; y desde la transmigración de Babilonia
hasta Cristo, catorce generaciones.
18 Y el nacimiento de Jeau Cristo fué así : Que estando
María su madre desposada con José, ántes que hubiesen
estado juntos, se halló haber concebido del Espíritu
Santo.
19 Y José su marido, como era justo, y no quisiese
exponerla á la infamia, quiso dejarla secretamente.
20 Y pensando él en esto, he aquí, que el ángel del
Señor le aparece en sueños, diciendo : José, hijo de
David, no temas de recibir á María tu mujer ; porque lo
que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
21 Y parirá un hijo, y llamarás su nombre Jesús :
porque él salvará á su pueblo de sus pecados.
22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que
había hablado el Señor por el profeta, que dijo :
23 He aquí, una virgen concebirá, y parirá un hijo, y
llamarán su nombre Emmanuel, que interpretado quiere
decir : Dios con nosotros.
24 Y despertado José del sueño, hizo como el ángel
del Señor le había mandado, y recibió á su mujer.
25 Y no la conoció hasta que parió á su Hijo primo-
génito ; y llamó su nombre Jesús.
CAPITULO II.
Y COMO fué nacido Jesús en Belén de Judea en dias
del rey Heródes, he aquí, que Magos vinieron del
oriente á Jernsalem,
2 Diciendo : ¿Dónde está el rey de los Judíos, que ha
nacido ? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y
venimos á adorarle.
3 Y oyendo esto el rey Heródes se turbó, y toda Jeru-
salem con él.
4 Y convocados todos los príncipes de los sacerdotes,
SAN MATEO
5
y los escribas del pueblo, les preguntó donde había de
nacer el Cristo.
5 Y ellos le dijeron : En Belén de Judea ; porque así
está escrito por el profeta :
6 Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres muy pequeña
entre los principes de Judá ; porque de tí saldrá el Cau-
dillo, que apacentará á mi pueblo Israel.
7 Entonces Heródes, llamados los Magos en secreto,
entendió de ellos diligentemente el tiempo del apareci-
miento de la estrella.
8 Y enviándoles á Belén, dijo : Andád allá, y pregun-
tad con diligencia por el niño ; y después que le hallareis,
hacédmelo saber, para que yo venga y le adore.
9 Y ellos, habiendo oido al rey, se fueron ; y he aquí,
que la estrella, que habian visto en el oriente, iba de-
lante de ellos, hasta que llegando, se puso sobre donde
estaba el niño.
10 Y vista la estrella, se regocijaron mucho de gran
gozo.
11 Y entrando en la casa, hallaron al niño con su
madre María, y postrándose, le adoraron, y abriendo sus
tesoros, le ofrecieron dones, oro, é incienso, y mirra.
12 Y siendo avisados por revelación en sueños, que no
volviesen á Heródes, se volvieron á su tierra por otro
camino.
13 Y partidos ellos, he aquí, el ángel del Señor aparece
en sueños á José, diciendo : Levántate, y toma al niño,
y á su madre, y huye á Egipto, y estáte allá, hasta
que yo te lo diga ; porque ha de acontecer que Heródes
buscará al niño para matarle.
14 Y levantándose él, tomó ai niño y á su madre de
noche, y se fué á Egipto ;
15 Y estuvo allá hasta la muerte de Heródes, para
que se cumpliese lo que habia hablado el Señor por el
profeta, que dijo : De Egipto llamé á mi Hijo.
16 Heródes entonces, como se vió burlado de los
Magos, se enojó mucho ; y envió, y mató todos los niños
que habia en Belén, y en todos sus términos, de edad de
dos años abajo, conforme al tiempo que habia entendido
de los Mapos.
17 Entonces se cumplió lo que fué dicho por el pro-
feta Jeremías, que dijo :
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SAN MATEO
18 Voz fué oida en llama, lamentación, y lloro, y
gemido grande : Raquel que llora sus hijos, y no quiso
ser consolada, porque perecieron.
19 Mas muerto Heródes, be aquí, el ángel del Señor
aparece en sueños á José en Egipto,
20 Diciendo : Levántate, y toma al niño, y á su
madre, y véte á tierra de Israel ; que muertos son los
que procuraban la muerte del niño.
21 Entonces él se levantó, y tomó al niño, y á su
madre, y vínose á tierra de Israel.
22 Y oyendo que Arquelao reinaba en Judea por
Heródes su padre, tuvo temor de ir allá ; mas amonestado
por revelación en sueños, se fué á las partes de Galilea.
23 Y vino, y habitó en la ciudad que se llama Naza-
ret ; para que se cumpliese lo que fué dicho por los pro-
fetas, que habia de ser llamado Nazareno.
CAPITULO III.
Y EN aquellos dias vino Juan el Bautista, predicando
en el desierto de Judea,
2 Y diciendo : Arrepentios ; que el reino de los
cielos se acerca.
3 Porque este es aquel del cual fué dicho por el pro-
feta Isaías, que dijo : Voz del que clama en el desierto :
Aparejád el camino del Señor : enderezád sus veredas.
4 Y tenia Juan su vestido de pelos de camellos, y una
cinta de cuero al rededor de sus lomos ; y su comida era
langostas, y miel montés.
5 Entonces salia á él Jerusalem, y toda Judea, y toda
la provincia de al derredor del Jordán,
6 Y eran bautizados por él en el Jordán, confesando
sus pecados.
7 Y viendo él muchos de los Fariseos y de los Sadu-
ceos. que venían á su bautismo, les decia : Generación
de víboras, ¿ quién os ha enseñado á huir de la ira que
vendrá ?
8 Hacéd pues frutos dignos de arrepentimiento.
9 Y no penséis en deciros : A Abraham tenemos por
padre ; porque yo os digo, que puede Dios despertar
hijos á Abraham aun de estas piedras.
10 Ahora, ya también la hacha está puesta á la raiz
SAN MATEO
7
de los árboles ; y todo árbol que no hace buen fruto, es
cortado, y echado en el fuego.
11 Yo á la verdad os bautizo en agua para arrepenti-
miento ; mas el que viene en pos de mí, más poderoso
es que yo ; los zapatos del cual yo no soy digno de llevar ;
él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
12 Su aventador está en su mano, y aventará su era,
y allegará su trigo en el alfolí, y quemará la paja en
fuego que nunca se apagará.
13 Entonces Jesús vino de Galilea á Juan al Jordán,
para ser bautizado por él.
14 Mas Juan le resistía mucho, diciendo : Yo he me-
nester de ser bautizado por tí, ¿y tú vienes á mí ?
15 Empero respondiendo Jesús le dijo : Deja ahora ;
porque así nos conviene cumplir toda justicia. En-
tonces le dejó.
1(3 Y Jesús después que fué bautizado, subió luego del
agua, y, he aquí, los cielos le fueron abiertos, y vió al
Espíritu de Dios que descendia como paloma, y venia
sobre él ;
17 Y, he aquí, una voz de los cielos que decia : Este
es mi hijo amado, en el cual tengo contentamiento.
CAPITULO IV.
ENTONCES Jesús fué llevado por el Espíritu al de-
sierto, para ser tentado del diablo.
2 Y habiendo ayunado cuarenta dias y cuarenta
noches, después tuvo hambre.
3 Y llegándose á él el tentador, dijo : Si eres Hijo de
Dios, di que estas piedras se hagan pan.
4 Mas él respondiendo, dijo : Escrito está : No con
solo el pan vivirá el hombre ; mas con toda palabra que
sale por la boca de Dios.
5 Entonces el diablo le pasa á la santa ciudad ; y le
puso sobre las almenas del templo,
6 Y le dijo : Si eres Hijo de Dios, échate de aqui abajo :
que escrito está : Que á sus ángeles te encomendará ; y
te alzarán en sus manos, para que nunca hieras tu pié
en piedra.
7 Jesús le dijo : También está escrito : No tentarás al
Señor tu Dios.
8
SAN MATEO
8 Otra vez le pasa el diablo á un monte muy alto, y
le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria,
9 Y le dice : Todo esto te daré, si postrado me ado-
rares.
10 Entonces Jesús le dice : Véte, Satanás; que escrito
está : Al Señor tu Dios adorarás, y á él solo servirás.
11 El diablo entonces le dejó : y, he aquí, los ángeles
llegaron, y le servían.
12 Mas oyendo Jesús que Juan estaba preso, se volvió
á Galilea ;
13 Y dejando á Nazaret, vino, y habitó en Capernaum,
ciuiiad marítima, en los confínes de Zabulón v de
Neftalím ;
14 Para que se cumpliese lo que fué dicho por el
profeta Isaías, que dijo :
15 La tierra de Zabulón, y la tierra de Neftalím,
camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea
de los Gentiles,
16 Pueblo asentado en tinieblas, vió gran luz, y á los
asentados en región y sombra de muerte, luz les
esclareció.
17 Desde entonces comenzó Jesús á predicar, y á
decir : Arrepentios ; que el reino de los cielos se ha
acercado.
18 Y andando Jesús junto á la mar de Galilea vió a
dos hermanos, Simón, que es llamado Pedro, y Andrea
su hermano, que echaban la red en la mar ; porque
eran pescadores.
19 Y díceles : Venid en pos de mí, y haceros he
pescadores de hombres.
20 Ellos entonces, dejando luego las redes, le siguieron.
21 Y pasando de allí, vió otros dos hermanos, San-
tiago, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la nave
con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes ; y los
llamó.
22 Y ellos luego, dejando la nave, y á su padre, le
siguieron.
23 Y rodeó Jesús á toda Galilea enseñando en las
sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y
sanando toda enfermedad, y toda dolencia en el pueblo.
24 Y corría su fuña por toda la Siria ; y traían á él
todos los que tenían mal, los tomados de diversas enfer-
SAN MATEO
9
medadcs y tormentos, y los endemoniados, y lunáticos,
y paralíticos ; y los sanaba.
25 Y le seguian grandes multitudes de pueblo de
Galilea, y de Decápolis, y de Jerusalem, y de Judea, y de
la otra parte del Jordán.
CAPITULO V.
TT VIENDO Jesús las multitudes, subió á un monte ; y
Y sentándose él, se llegaron á él sus discípulos.
2 Y abriendo él su boca, les enseñaba, diciendo :
3 Bienaventurados los pobres en espíritu ; porque de
ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los tristes ; porque ellos recibirán
consolación.
5 Bienaventurados los mansos ; porque ellos recibirán
la tierra por heredad.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia ; porque ellos serán hartos.
7 Bienaventurados los misericordiosos ; porque ellos
alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los de limpio corazón ; porque ellos
verán á Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores ; porque ellos
serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por
causa de la justicia; porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados sois, cuando os maldijeren, y os
persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa,
mintiendo.
12 Regocijáos y alegráos ; porque vuestro galardón es
grande en los cielos ; que así persiguieron á los profetas
que fueron ántes de vosotros.
13 Vosotros sois la sal de la tierra ; y si la sal perdiere
su sabor, ¿con qué será salada? no vale más para nada ;
sino que sea echada fuera, y sea hallada de los hombres.
14 Vosotros sois la luz del mundo. La ciudad asentada
sobre el monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende la luz, y se pone debajo de un almud,
sino en el candelero, y alumbra á todos los que están en
casa.
16 Así pues alumbre vuestra luz delante de los hom-
10
SAN MATEO
bres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen
á vuestro Padre que está en los cielos.
17 No penséis que he venido para invalidar la ley, ó
los profetas : no he venido para invalidar/os, sino para
cumplirlos.
18 Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el
cielo y la tierra, ni una jota, ni un tilde perecerá de la
ley, sin que todas las cosas sean cumplidas.
19 De manera «me cualquiera que quebrantare uno
de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare á
los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de
los cielos ; mas cualquiera que los hiciere, y enseñare,
este será llamado grande en el reino de los cielos.
20 Porque yo os digo, que si vuestra justicia no fuere
mayor que la de los escribas y de los Fariseos, no en-
traréis en el reino de los cielos.
21 Oísteis (pie fué dicho á los antiguos : No matarás ;
mas cualquiera que matare, estará expuesto á juicio.
22 Yo pues os digo, que cualquiera que se enojare sin
razón con su hermano, estará expuesto á juicio ; y cual-
quiera que dijere á su hermano : Raca, estará expuesto
al concilio ; y cualquiera que á su hermano dijere : In-
sensato, estará expuesto al fuego del infierno.
23 Por tanto si trajeres tu presente al altar, y allí te
acordares, que tu hermano tiene algo contra tí,
24 Deja allí tu presente delante del altar, y vé : vuelve
primero en amistad con tu hermano, y entonces vé, y
ofrece tu presente.
25 Ponte de acuerdo con tu adversario presto, entre
tanto que estás con él en el camino ; porque no acon-
tezca que el adversario te entregue al juez, y el juez te
entregue al ministro ; y seas echado en prisión.
26 De cierto te digo, que no saldrás de allí, hasta que
pagues el postrer cornado.
27 Oísteis que fué dicho á los antiguos : No cometerás
adulterio :
28 Yo pues os digo, que cualquiera que mira á una
mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
29 Por tanto si tu ojo derecho te fuere ocasión de
caer, sácale, y échale de tí ; que mejor te es, que se
pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo
sea echado al infierno.
SAN MATEO
11
30 Y si tu mano derecha te fuere ocasión de caer,
córtala, y échala de tí : que mejor te es, que se pierda
uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea
echado al infierno.
31 También fué dicho : Cualquiera que despidiere á
su mujer, déle carta de divorcio :
32 Mas yo os digo, que el que despidiere á su muger,
á no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere ;
y el que se casare con la despedida, comete adulterio.
33 También oisteis que fué dicho á los antiguos : No
te perjurarás ; mas cumplirás al Señor tus juramentos.
34 Yo pues os digo : No juréis en ninguna juanera ;
ni por el cielo, porque es el trono de Dios ;
35 Ni por la tierra, porque es el estrado de sus piés ;
ni por Jerusalem, porque es la ciudad del gran Rey.
36 Ni por tu cabeza jurarás; porque no puedes hacer
un cabello blanco ó negro.
37 Mas sea vuestro hablar, Sí, sí : No, no ; porque lo
que es más de esto, de mal procede.
38 Oisteis que fué dicho á los antiguos : Ojo por ojo ;
y diente por diente :
39 Mas yo os digo : que no resistáis al mal : ántes á
cualquiera que te hiriere en tu mejilla derecha, vuélvele
también la otra.
40 Y al que quisiere ponerte á pleito, y tomarte tu
ropa, déjale también la capa.
41 Y á cualquiera que te forzare á ir una milla, vé con
él dos.
42 Al que te pidiere, dale ; y al que quisiere tomar
de tí prestado, no le rehuses.
43 Oisteis que fué dicho : Amarás á tu prójimo ; y
aborrecerás á tu enemigo.
44 Yo pues os digo : Amád á vuestros enemigos :
bendecid á los que os maldicen : haced bien á los que
os aborrecen, y orád por los que os calumnian y os
persiguen ;
45 Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en
los cielos : que hace que su sol salga sobre malos y
buenos ; y llueve sobre justos é injustos.
46 Porque si amareis á los que os aman, ¿ qué galardón
tendréis ? ¿No hacen también lo mismo los publícanos ?
47 Y si saludareis á vuestros hermanos solamente,
12
SAN MATEO
¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los
publícanos ?
48 Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre
que está en los cielos es perfecto.
CAPITULO VI.
MIRAD que no hagáis vuestra limosna delante de los
hombres, para que seáis mirados de ellos : de otra
manera no tenéis galardón de vuestro Padre que
está en los cielos.
2 Pues cuando haces limosna, no hagas tocar trompeta
delante de tí, como hacen los hipócritas en las sinagogas,
y en las plazas, para ser estimados de los hombres : de
cierto os digo que ya tienen su galardón.
3 Mas cuando tú haces limosna, no sepa tu izquierda
lo que hace tu derecha.
4 Que sea tu limosna en secreto ; y tu Padre, que ve
en lo secreto, él te recompensará en lo público.
5 Y cuando orares, no seas como los hipócritas ; por-
que ellos aman el orar en las sinagogas, y en las esquinas
de las calles en pié ; para que sean vistos. De cierto
que ya tienen su galardón.
6 Mas tú, cuando orares, entra en tu cámara, y per-
rada tu puerta, ora á tu Padre que está en lo escondido ;
y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará en
lo público.
7 Y orando, no habléis inútilmente, como los pa-
ganos, que piensan que por su parlería serán oidos.
8 No os bagáis pues semejantes á ellos ; porque vues-
tro Padre sabe de que cosas tenéis necesidad, ántes que
vosotros le pidáis.
9 Vosotros, pues, oraréis así : Padre nuestro, que estás
en los cielos : sea santificado tu nombre.
10 Venga tu reino : sea hecha tu voluntad, como en
el cielo, así también en la tierra.
11 Dános hoy nuestro pan cotidiano.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también no-
sotros perdonamos á nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos de mal ;
porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos
los siglos. Amen.
SAN MATEO
13
14 Porque si perdonareis á los hombres sus ofensas, os
perdonará también á vosotros vuestro Padre celestial.
15 Mas si no perdonareis á los hombres sus ofensas,
tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
16 Y cuando ayunáis, no seáis como los hipócritas,
austeros : que demudan sus rostros para parecer á los
hombres que ayunan. De cierto os digo, que ya tienen
su galardón.
17 Mas tú, cuando ayunas, unge tu cabeza, y lava tu
rostro,
18 Para no parecer á los hombres que ayunas, sino á
tu Padre que está en lo escondido ; y tu Padre que ve
en lo escondido, te recompensará en lo público.
19 No hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y
el orin corrompe, y donde ladrones minan, y Imi tan ;
20 Mas hacéos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni
orin corrompe, y donde ladrones no minan, ni hurtan.
21 Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará
vuestro corazón.
22 La luz del cuerpo es el ojo : así que si tu ojo fuere
sincero, todo tu cuerpo será luminoso.
23 Mas si tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo será tene-
broso. Así que si la luz que en tí hay, son tinieblas,
¿ cuántas serán las mismas tinieblas?
24 Ninguno puede servir á dos señores ; porque ó
aborrecerá al uno, y amará al otro ; ó se llegará al uno,
y menospreciará al otro. No podéis servir á Dios, y á
las riquezas.
25 Por tanto os digo : No os congojéis por vuestra
vida, qué habéis de comer, ó qué habéis de beber ; ni
por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿ La vida no
es más que el alimento, y el cuerpo que el vestido?
26 Mirád á las aves del cielo, que no siembran, ni
siegan, ni allegan en alfolíes ; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?
27 ¿ Mas quién de vosotros, por mucho que se congoje,
podrá añadir á su estatura un codo?
28 Y por el vestido, ¿ por qué os congojáis ? Aprendéd
de los lirios del campo, como crecen : no trabajan, ni
hilan :
20 Mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria
fué vestido así como uno de ellos.
14
SAN MATEO
30 Y si la yerba del campo, que hoy es, y mañana es
echada en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho
más á vosotros, hombres de poca le ?
31 No os congojéis, pues, diciendo : ¿ Qué comeremos,
ó qué beberemos, ó con qué nos cubriremos?
32 (Porque los Gentiles buscan todas estas cosas ;)
porque vuestro Padre celestial sabe que de todas estas
cosas tenéis necesidad.
33 Mas buscad primeramente el reino de Dios, y su
justicia ; y todas estas cosas os serán añadidas.
3-4 Así que, no os congojéis por lo de mañana ; que el
mañana traerá su congoja : basta al dia su aflicción.
CAPITULO VIL
NO juzguéis ; porque también no seáis juzgados.
2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juz-
gados ; y con la medida que medís, con ella os vol-
verán á medir.
3 Y ¿ por qué miras la arista que está en el ojo de tu
hermano ; y no echas de ver la viga que está en tu ojo?
4 O ¿ cómo dirás á tu hermano : Deja, echaré de tu
ojo la arista ; y, he aquí, una viga en tu ojo?
5 ¡ Hipócrita ! echa primero la viga de tu ojo ; y
entonces verás claramente para echar la arista del ojo
de tu hermano.
6 No deis lo santo á los perros; ni echéis vuestras
perlas delante de los puercos ; porque no las íehuellen
con sus piés, y vuelvan, y os despedacen.
7 Pedid, y se os dará : buscád, y hallaréis : llamad, y
se os abrirá.
8 Porque cualquiera que pide, recibe ; y el que busca,
halla ; y al que llama, se le abrirá.
9 ¿ Qué hombre hay de vosotros, á quien si su hijo
pidiere pan, le dará una piedra?
10 ¿O si le pidiere un pez, le dará una serpiente?
11 Pues, si vosotros, siendo malos, salléis dar buenas
dádivas á vuestros hijos, vuestro Padre que está en los
cielos, ¿ cuánto más dará buenas cosas á los (pie le piden ?
12 Así que, todas las cosas que querríais (pie los hom-
bres hiciesen con vosotros, así también hacéd vosotros
con ellos ; porque esta es la ley, y los profetas.
SAN MATEO
15
13 Entrad por la puerta estrecha ; porque ancha es la
puerta, y espacioso el camino que lleva á perdición ; y
los que van por él, son muchos.
14 Porque la puerta es estrecha, y angosto el camino
que lleva á la vida ; y pocos son los que lo hallan.
15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen á voso-
tros con vestidos de ovejas ; mas interiormente son lobos
robadores.
16 Por sus frutos los conoceréis. ¿ Cógense uvas de
los espinos, ó higos de las cambroneras?
17 De esta manera, todo buen árbol lleva buenos
frutos ; mas el árbol carcomido lleva malos frutos.
1S Xe puede el buen árbol llevar malos frutos ; ni el
árbol carcomido llevar buenos frutos.
19 Todo árbol que no lleva buen fruto, córtase, y
échase en el fuego.
20 Así que por sus frutos los conoceréis.
21 No cualquiera que me dice : Señor. Señor, entrará
en el reino de los cielos ; mas el que hiciere la voluntad
de mi Padre que está en los cielos.
22 Muchos me dirán en aquel dia : Señor, Señor,
¿ no profetizámos en tu nombre, y en tu nombre
echamos demonios, y en tu nombre hicimos muchas
grandezas ?
23 Y entonces les confesaré : Nunca os concocí : apar-
taos de mí, obradores de maldad.
24 Pues, cualquiera que me oye estas palabras, y las
hace, compararle he al varón prudente que edificó su
casa sobre roca :
25 Y descendió lluvia, y vinieron rios, y soplaron
vientos, y combatieron aquella casa, y no cayó ; porque
estaba fundada sobre roca.
26 Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las
hace, compararle he al varón insensato, que edificó su
casa sobre arena :
27 Y descendió lluvia, y vinieron rios, y soplaron
vientos, é hicieron ímpetu en aquella casa, y cayó ; y
fué su ruina grande.
28 Y fué que como Jesús acabó estas palabras, las
gentes se espantaban de su doctrina :
29 Porque los enseñaba como quien tiene autoridad,
y no como los escribas.
16
SAN MATEO
CAPITULO VIII.
T7" COMO descendió Jesús del monte, seguíanle grandes
1 multitudes.
2 Y, he aquí, un leproso vino, y le adoró, di-
ciendo : Señor, si quisieres, puedes limpiarme.
3 Y extendiendo Jesús su mano, le tocó, diciendo :
Quiero : sé limpio. Y luego su lepra fué limpiada.
4 Entonces Jesús le dijo : Mira, no lo digas á nadie ;
mas vé, muéstrate al sacerdote, y ofrece el presente que
mandó Moisés, para que les conste.
5 Y entrando Jesús en Capernaum, vino á él un cen-
turión, rogándole,
6 Y diciendo : Señor, mi criado está echado en casa
paralítico, gravemente atormentado.
7 Y Jesús le dijo : Yo vendré, y le sanaré.
8 Y respondió el centurión, y dijo : Señor, no soy
digno que entres debajo de mi techumbre ; mas sola-
mente di con la palabra, y mi criado sanará.
9 Porque también yo soy hombre debajo de potestad ;
y tengo debajo de mi ¡atestad soldados ; y digo á este :
Vé, y va ; y al otro : Ven, y viene ; y á mi siervo : Haz
esto, y lo hace.
10 Y oyéndo/o Jesús, se maravilló ; y dijo á los que le
seguian : De cierto os digo, que ni aun en Israel he
hallado tanta fé.
11 Y yo os digo, que vendrán muchos del oriente, y
del occidente, y se asentarán con Abraham, é Isaac, y
Jacob, en el reino de los cielos ;
12 Mas los hijos del reino serán echados en las tinieblas
de afuera : allí será el llanto, y el crujir de clientes.
13 Entonces Jesús dijo al centurión : Vé, y como
creíste,, así sea hecho contigo. Y su criado fué sano en
el mismo momento.
14 Y vino Jesús á casa de Pedro, y vió á su suegra
echada en la cama, y con fiebre.
15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó ; y ella se
levantó, y les servia.
16 Y como fué ya tarde, trajeron á él muchos ende-
moniados, y echó de ellos los demonios con su palabra, y
sanó todos los enfermos ;
17 Para que se cumpliese lo que fué dicho por el
SAN MATEO
17
profeta Isaías, que dijo : El tomó nuestras enfermedades,
y llevó nuestras dolencias.
18 Y viendo Jesús grandes multitudes al rededor de
sí, mandó que se fuesen á la otra parte del lago.
19 Y llegóse un escriba, y díjole : Maestro, seguirte be
donde quiera que fueres.
20 Y Jesús le dijo : Las zorras tienen cavernas, y las
aves del cielo nidos ; mas el Hijo del hombre no tiene
donde recostar su cabeza.
21 Y otro de sus discípulos le dijo : Señor, dáme
licencia que vaya primero, y entierre á mi padre.
22 Y Jesús le dijo : Sigúeme, y deja que los muertos
entierren á sus muertos.
23 Y entrando él en una nave, sus discípulos le
siguieron.
24 Y, be aquí, fué hecho en la mar un gran movimi-
ento, de manera que la nave se cubría de las ondas ; y él
dormia.
25 Y llegándose sus discípulos le despertaron, dici-
endo : Señor, sálvanos, perecemos.
26 Y él les dice : ¿ Por qué teméis, hombres de poca
fé? Entonces levantado reprendió á los vientos y á la
mar ; y fué grande bonanza.
27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué
hombre es este, que aun los vientos y la mar le
obedecen ?
28 Y como él llegó á otra parte en el territorio de los
Gergesenos ; le vinieron al encuentro dos endemoniados
que salian de los sepulcros, fieros en gran manera, así
que nadie podia pasar por aquel camino.
29 Y, he aquí, clamaron, diciendo: ¿Qué tenemos
contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido ya acá á
molestarnos ántes de tiempo?
30 Y estaba léjos de ellos un hato de muchos puercos
paciendo.
31 Y los demonios le rogaron, diciendo : Si nos echas,
permítenos que vayamos en aquel bato de puercos.
32 Y él les dijo : Id. Y ellos salidos, se fueron al hato
de los puercos ; y, he aquí, todo el hato de los puercos
se precipitó de un despeñadero en la mar ; y murieron
en las aguas.
33 Y los porqueros huyeron, y viniendo á la ciudad,
B
18
SAN MATEO
contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los
endemoniados.
34 Y, he aquí, toda la ciudad salió á encontrar á
Jesús ; y cuando le vieron, le rogaban que se fuese de sus
términos.
nNTONCES entrando en una nave, pasó á la otra
P i parte, y vino á su ciudad.
2 Y, he aquí, le trajeron un paralítico echado en
una cama ; y viendo Jesús la fé de ellos, dijo al para-
lítico : Confia, hijo ; tus pecados te son perdonados.
3 Y, he aquí, algunos de los escribas decían dentro de
sí : Este blastema.
4 Y viendo Jesús sus pensamientos, dijo : ¿ Por qué
pensáis mal en vuestros corazones?
5 ¿Cuáles más fácil, decir: Los pecados te son per-
donados; ó decir : Levántate, y anda?
6 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene
potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice entonces
al paralítico :) Levántate, toma tu cama, y vete á tu
casa.
7 Entónces él se levantó, y se fué á su casa.
8 Y las gentes viéndo/o, se maravillaron, y glorificaron
á Dios, que hubiese dado tal potestad á hombres.
9 Y pasando Jesús de allí, vió á un hombre, que estaba
sentado al banco de los tributos, el cual se llamaba Mateo,
y dícele : Sigúeme. Y se levantó, y le siguió.
10 Y aconteció que estando él sentado á comer en la
casa, he aquí, que muchos publícanos y pecadores, que
habían venido, se sentaron juntamente á la mesa con
Jesús y sus discípulos.
11 Y viendo esto los Fariseos, dijeron á sus discípulos :
¿ Por qué come vuestro Maestro con los publícanos y
pecadores ?
12 Y oyéndofo Jesús, les dijo : Los que están sanos, no
tienen necesidad de médico ; sino los enfermos.
13 Andád, ántes aprendéd que cosa es : Misericordia
quiero, y no sacrificio : Porque no he venido á llamar los
justos, sino los pecadores á arrepentimiento.
14 Entónces los discípulos de Juan vienen á él, dici-
CAPITULO IX.
SAN MATEO
19
endo : ¿ Por qué nosotros y los Fariseos ayunamos muchas
veces, y tus discípulos no ayunan ?
15 Y les dijo Jesús : ¿ Pueden los que están de bodas
tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Mas
vendrán días, cuando el esposo será quitado de ellos, y
entonces ayunarán.
1(3 Nadie echa remiendo de paño nuevo en vestido
viejo ; porque el tal remiendo tira del vestido, y se hace
peor rotura.
17 Ni echan vino nuevo en cueros viejos ; de otra
manera los cueros se rompen, y el vino se derrama, y se
pierden los cueros ; mas echan el vino nuevo en cueros
nuevos ; y lo uno y lo otro se conserva juntamente.
18 Hablando él estas cosas á ellos, he aquí, cierto
principal vino, y le adoró, diciendo : Mi hija es muerta
poco ha ; mas ven, y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
19 Y se levantó Jesús, y le siguió, y sus discípulos.
20 Y, he aquí, una mujer enferma de flujo de sangre
doce años había, llegándose por detras, tocó la fimbria
de su vestido ;
21 Porque decia entre sí : Si tocare solamente su
vestido, seré sana.
22 Mas Jesús volviéndose, y mirándola, dijo : Confia,
hija, tu fé te ha sanado. Y la mujer fué sana desde
aquella hora.
23 Y venido Jesús á casa del principal, viendo los
tañedores de flautas, y el gentío que hacia bullicio,
24 Díceles : Apártaos, que la joven no es muerta ;
sino que duerme. Y se burlaban de él.
25 Y como la gente fué echada fuera, entró, y la tomó
de la mano ; y la joven se levantó.
26 Y salió esta fama por toda aquella tierra.
27 Y pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos
dando voces, y diciendo : Ten misericordia de nosotros,
Hijo de David.
28 Y venido á casa, vinieron á él los ciegos ; y Jesús
les dice : ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dicen:
Si, Señor.
29 Entonces tocó los ojos de ellos, diciendo : Con-
forme á vuestra fé os sea hecho.
30 Y los ojos de ellos fueron abiertos ; y Jesús les en-
cargó rigurosamente, diciendo : Mirad, que nadie lo sepa.
2(i
SAN MATEO
31 Mas ellos salidos, divulgaron su fama por toda
aquella tierra.
32 Y saliendo ellos, he aquí, le trajeron un hombre
mudo, endemoniado.
33 Y echado fuera el demonio, el mudo habló. Y las
gentes se maravillaron, diciendo : Nunca ha sido vista
cosa semejante en Israel.
34 Mas los Fariseos decian : Por el príncipe de los
demonios echa fuera los demonios.
35 Y rodeaba Jesús por todas las ciudades y aldeas,
enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el
evangelio del reino, y sanando toda enfermedad, y toda
dolencia en el pueblo.
36 Y viendo las multitudes, tuvo misericordia de
ellas ; que eran derramados y esparcidos, como ovejas
que no tienen pastor.
37 Entonces dice á sus discípulos : A la verdad la
mies es mucha ; mas los obreros, pocos.
38 Rogad pues al Señor de la mies, que envié obreros
á su mies.
CAPITULO X.
ENTONCES llamando á sus doce discípulos, les dió
potestad contra los espíritus inmundos, para que los
echasen fuera, y sanasen toda enfermedad, y toda
dolencia.
2 Y los nombres de los doce Apóstoles son estos : El
primero, Simón, que es llamado Pedro, y Andrés, su her-
mano : Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano :
3 Felipe, y Bartolomé : Tomas, y Mateo el publicano :
Santiago, lujo de Alfeo, y Lebeo, que tenia el sobre-
nombre de Tadeo :
4 Simón de Cana, y Júdas Iscariote, que también le
entregó.
5 Estos doce envió Jesús, á los cuales dió manda-
miento, diciendo : Por el camino de los Gentiles no iréis,
y en ciudad de Saman taños no entréis :
6 Mas id antes á las ovejas perdidas de la casa de
Israel.
7 Y yendo, predicád, diciendo : El reino de los cielos
ha llegado.
SAN MATEO
21
8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muer-
tos, echad tuna demonios : de gracia recibisteis, dad de
gracia.
9 No proveáis oro, ni plata, ni dinero en vuestras
bolsas,
10 Ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir,
ni zapatos, ni bordón ; porque el obrero digno es de su
alimento.
11 Mas en cualquiera ciudad ó aldea, donde entraréis,
buscád con diligencia quien sea en ella digno, y morad
allí hasta que salgáis.
12 Y entrando en la casa, saludadla.
13 Y si la casa fuere digna, que vuestra paz venga
sobre ella ; mas sino fuere digna, que vuestra paz vuelva
sobre vosotros.
14 Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras
palabras, salid de aquella casa ó ciudad, y sacudid el
polvo de vuestros pies.
15 De cierto os digo : Que el castigo será más tolerable
á la tierra de Sodoma, y de Gomorra en el dia del juicio,
que á aquella ciudad.
16 He aquí, yo os envió, como á ovejas en medio de
lobos : sed pues prudentes como serpientes, y sencillos
como palomas.
17 Y guardáos de los hombres ; porque os entregarán
á los concilios, y en sus sinagogas os azotarán.
18 Y aun ante gobernadores, y reyes seréis llevados
por causa de mí, para testimonio contra ellos, y los
Gentiles.
19 Mas cuando os entregaren, no os congojéis como,
ó qué habéis de hablar ; porque en aquella hora os será
dado que habléis.
20 Porque no sois vosotros los que habláis, sino el
Espíritu de vuestro Padre, que habla en vosotros.
21 El hermano entregará al hermano á la muerte, y
el padre al hijo ; y los hijos se levantarán contra los
padres, y los harán morir.
22 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi
nombre ; mas el que lo soportare hasta el fin, este será
salvo.
23 "Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid á
la otra ; porque de cierto os digo, que no acabaréis de
22
SAN MATEO
andar todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo
del hombre.
24 El discípulo no es más que su Maestro, ni el siervo
más que su Señor.
25 Bástele al discípulo ser como su Maestro, y al
siervo como su Señor : si al mismo padre de familias
llamaron Belzubú, ¿ cuánto más á los de su casa?
26 Así que no los temáis ; porque nada hay encubierto,
que no haya de ser manifestado ; y nada oculto que no
haya de saberse.
27 Lo que os digo en tinieblas, decídfo en luz ; y lo
que oís al oido, predicádto desde los tejados.
28 Y no tengáis miedo de los que matan el cuerpo,
mas al alma no pueden matar : temed ántes á aquel que
puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
29 ¿ No se venden dos pajarillos por una blanca ? Y
uno de ellos no caerá á tierra sin vuestro Padre.
30 Y vuestros cabellos también, todos están contados.
31 No temáis pues : más valéis vosotros que muchos
pajarillos.
32 Pues cualquiera que me confesare delante de los
hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre,
que está en los cielos.
33 Y cualquiera que me negare delante de los hom-
bres, le negaré yo también delante de mi Padre, que está
en los cielos.
34 No penséis que he venido para meter paz en la
tierra : no he venido para meter paz, sino espada.
35 Porque he venido para poner en disensión al hom-
bre contra su padre, y á la hija contra su madre, y á la
nuera contra su suegra.
36 Y los enemigos del hombre serán los de su casa.
37 El que ama á padre ó á madre más que á mí, no
es digno de mí ; y el que ama á hijo ó á hija más que á
mí, no es digno de mí.
38 Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no
es digno de mí.
39 El que hallare su vida, la perderá ; y el que per-
diere su vida por causa de mí, la hallará.
40 El que os recibe á vosotros, á mí recibe ; y el que
á mí recibe, recibe al que me envió.
41 El que recibe á un profeta en nombre de profeta,
SAN MATEO
23
galardón de profeta recibirá ; y el que recibe á un justo
en nombre de justo, galardón de justo recibirá.
4:2 Y cualquiera que diere á uno de estos pequeñitos
un jarro de agua fría solamente, en nombre de discípulo,
de cierto os digo, que no perderá su galardón.
CAPITULO XI.
ACONTECIO, que acabando Jesús de dar manda-
mientos á sus doce discípulos, se fué de allí á en-
señar y á predicar en las ciudades de ellos.
2 Y oyendo Juan en la prisión los hechos de Cristo,
envióle dos de sus discípulos,
3 Diciendo : ¿ Eres tú aquel que habia de venir, ó
esperaremos á otro ?
4 Y respondiendo Jesús, les dijo : Id, hacéd saber á
Juan las cosas que ois y veis.
5 Los ciegos ven, y los cojos andan : los leprosos son
limpiados, y los sordos oyen : los muertos son resucitados,
y á los pobres es anunciado el evangelio.
6 Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado
en mí.
7 É idos ellos, comenzó Jesús á decir de Juan á las
multitudes : ¿ Qué salisteis á ver al desierto? ¿ una caña
que es meneada del viento?
8 O ¿ qué salisteis á ver? ¿ un hombre vestido de ropas
delicadas? He aquí, los que traen ropas delicadas, en
las casas de los reyes están.
9 O ¿ qué salisteis á ver ? ¿ profeta ? Ciertamente os
digo, y más que profeta.
10 Porque este es de quien está escrito : He aquí, yo
envió mi mensagero delante de tu faz, que aparejará tu
camino delante de tí.
11 De cierto os digo, que no se levantó entre los que
nacen de mujeres otro mayor que Juan el Bautista : mas
el que es muy pequeño en el reino de los cielos, mayól-
es que él.
12 Y desde los dias de Juan el Bautista hasta ahora al
reino de los cielos se hace fuerza ; y los valientes lo
arrabatan.
13 Porque todos los profetas, y la ley, hasta Juan
profetizaron.
24
SAN MATEO
14 Y si queréis recibir/o, éi es aquel Elias que habia
de venir.
15 El que tiene oidos para oir, oiga.
16 Mas ¿á quién compararé esta generación? Es
semejante á los muchachos que se sientan en las plazas,
y dan voces á sus compañeros,
17 Y dicen : Os tañímos flauta, y no bailasteis : os
endechamos, y no lamentasteis.
18 Porque vino Juan que ni comia ni bebia, y dicen :
Demonio tiene.
19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen :
He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo
de publícanos y de pecadores. Mas la sabiduría es jus-
tificada de sus hijos.
20 Entonces comenzó á zeherir á las ciudades en-las
cuales habían sido hechas muy muchas de sus maravillas,
porque no se habían arrepentido, diciendo :
21 ¡ Ay de tí, Corazin ! ¡ Ay de tí, Betsaida ! porque
si en Tiro y en Sidon se hubieran hecho las maravillas
que han sido hechas en vosotras, ya mucho ha que se
hubieran arrepentido en saco y en ceniza.
22 Por tanto yo os digo, que á Tiro y á Sidon será
más tolerable el castigo en el dia del juicio, que á
vosotras.
23 Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo,
hasta los infiernos serás abajada ; porque si en Sodoma
se hubiesen hecho las maravillas que han sido hechas en
tí, hubieran permanecido hasta el dia de hoy.
24 Por tanto yo os digo, que á la tierra de Sodoma será
más tolerable el castigo en el dia del juicio, que á tí.
25 En aquel tiempo respondiendo Jesús, dijo : Gracias
te doy, Padre, Señor del cielo" y de la tierra, porque
escondiste estas cosas á los sabios y entendidos, y las has
revelado á los niños.
26 Así, Padre, pues que así agradó á tus ojos.
27 Todas las cosas me son entregadas por mi Padre ;
y nadie conoció al Hijo, sino el Padre : ni al Padre
conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo le
quisiere revelar.
28 Venid á mí, todos los que estáis trabajados, y
cargados, que yo os haré descansar.
29 Llevád mi yugo sobre vosotros, y aprendéd de mí,
SAN MATEO
25
que soy manso y humilde de corazón ; y hallaréis descanso
para vuestras almas.
30 Porque mi yugo es suave, y ligera mi carga.
CAPITULO XII.
EX aquel tiempo iba Jesús por entre los panes en
sábado ; y sus discípulos tenían hambre, y comen-
zaron á coger espigas, y á comer.
2 Y viéndoto los Fariseos, le dijeron : He aquí, tus
discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.
3 Y él les dijo : ¿ Xo habéis leido, qué hizo David,
teniendo hambre él, y los que estaban con él ?
4 ¿ Cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes
de la proposición, que no le era lícito comer de ellos, ni
á los que estaban con él, sino á solos los sacerdotes ?
5 O ¿ no habéis leido en la ley, que los sábados en el
templo los sacerdotes profanan el sábado, y son sin culpa?
ü Pues yo os digo, que uno mayor que el templo está
aquí.
7 Mas si supieseis qué es : Misericordia quiero, y no
sacrificio, no condenaríais á los inocentes.
8 Porque Señor es aun del sábado el Hijo del hombre.
9 Y partiéndose de allí, vino á la sinagoga de ellos.
10 Y, he aquí, había allí uno que tenia una mano
seca ; ye le preguntaron, diciendo : ¿ Es lícito curar en
sábado? por acusarle.
11 Y él les dijo : ¿ Qué hombre habrá de vosotros, que
tenga una oveja, y si cayere esta en una fosa en sábado,
no le eche mano, y la levante ?
12 ¿ Pues cuánto más vale un hombre que una oveja ?
Así que lícito es en los sábados hacer bien.
13 Entonces dijo á aquel hombre : Extiende tu mano.
Y él la extendió, y le fué restituida sana como la otra.
14 Y salidos los Fariseos consultaron contra él para
destruirle.
15 Mas sabiéndo/o Jesús, se apartó de allí ; y le
siguieron grandes multitudes, y sanaba á todos.
16 Y él les mandó rigurosamente, que no le descu-
briesen ;
17 Para que se cumpliese lo que estaba dicho por el
profeta Isaías, que dijo ¡
26
SAN MATEO
18 He aquí mi siervo, al cual he escogido ; mi amado,
en el cual se agrada mi alma : pondré mi Espíritu sobre
él, y á los Gentiles anunciará juicio.
19 No contenderá, ni voceará ; ni nadie oirá en las
calles su voz :
20 La caña cascada no quebrará ; y el pábilo que
humea no apagará, hasta que saque á victoria el juicio ;
21 Y en su nombre esperarán los Gentiles.
22 Entonces fué traído á él un endemoniado, ciego y
mudo ; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo
hablaba y veia.
23 Y todo el pueblo estaba fuera de sí, y decia : ¿ Es
este aquel Hijo de David ?
24 Mas los Fariseos, oyéndo/o, decían : Este no echa
fuera los demonios, sino por Belzebú, príncipe de ¡os
demonios.
25 Y Jesús, como sabia los pensamientos de ellos, les
dijo : Todo reino dividido contra sí mismo es desolado ;
y toda ciudad ó casa, dividida contra sí misma, no per-
manecerá.
26 Y si Satanás echa fuera á Satanás, contra sí mismo
está dividido : ¿cómo, pues, permanecerá su reino?
27 Y si yo por Belzebú echo fuera los demonios,
¿ vuestros hijos, por quién los echan ? Por tanto ellos
serán vuestros jueces.
28 Y si por el Espíritu de Dios yo echo fuera los demo-
nios, ciertamente ha llegado á vosotros el reino de Dios.
29 Porque ¿ cómo puede alguno entrar en la casa del
valiente, y saquear sus alhajas, si primero no prendiere
al valiente? y entonces saqueará su casa.
30 El que no es conmigo, contra mí es ; y el que con-
migo no coge, derrama.
31 Por tanto os digo : Todo pecado y blasfemia será
perdonado á los hombres ; mas la blasfemia del Espíritu
no será perdonada á los hombres.
32 Y cualquiera que hablare contra el Hijo del hom-
bre, le será perdonado ; mas cualquiera que hablare con-
tra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este
siglo, ni en el venidero.
33 O hacéd el árbol bueno, y su freto bueno ; ó hacéd
el árbol carcomido, y su fruto podrido ; porque por su
fruto es conocido el árbol.
SAN MATEO
27
34 ; O generación de víboras ! ¿ cómo podéis hablar
bien, siendo malos? porque de la abundancia del corazón
habla la boca.
35 El buen hombre del buen tesoro del corazón saca
buenas cosas ; y el mal hombre del mal tesoro saca malas
cosas.
3G Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hab-
laren los hombres, de ella darán cuenta en el dia del
juicio.
37 Porque por tus palabras serás justificado, y por
tus palabras serás condenado.
3S Entonces respondieron unos de los escribas y de los
Fariseos, diciendo : Maestro, deseamos ver de tí señal.
39 Y él respondió, y les dijo : La generación mala y
adulterina demanda señal ; mas señal no le será dada,
sino la señal de Joñas el profeta.
40 Porque como estuvo Joñas en el vientre de la ba-
llena tres dias y tres noches, así estará el Hijo del hombre
en el corazón de la tierra tres dias y tres noches.
41 Los de Nínive se levantarán en juicio con esta gen-
eración, y la condenarán ; porque ellos se arrepintieron
á la predicación de Joñas ; y, he acquí, uno mayor que
Joñas en este lugar.
42 La reina del austro se levantará en juicio con esta
generación, y la condenará ; porque vino de los fines de
la tierra para oir la sabiduría de Salomón ; y, he aquí,
uno mayor que Salomón en este lugar.
43 Cuando el espíritu inmundo ha salido del hom-
bre, anda por lugares secos, buscando reposo ; y no
hallándole,
44 Entonces dice : Me volveré á mi casa, de donde
salí. Y cuando viene, la halla desocupada, barrida, y
adornada.
45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus
peores que él, y entrados moran allí ; y son peores las
postrimerías del tal hombre, que sus primerias. Así
también acontecerá á esta generación mala.
46 Y estando él aun hablando al pueblo, he aquí, su
madre y sus hermanos estaban fuera, que le querían
hablar.
47 Y le dijo uno : He aquí, tu madre y tus hermanos
están fuera, que te quieren hablar.
28
SAN MATEO
48 Y respondiendo él al que le decia esto, dijo : ¿ Quién
es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
49 Y extendiendo su mano hácia sus discípulos, dijo :
He aquí mi madre, y mis hermanos.
50 Porque todo aquel que hiciere la voluntad de mi
Padre, que está en los cielos, ese es me hermano, y
hermana, y madre.
CAPITULO XIII.
Y AQUEL dia, saliendo Jesús de casa, se sentó junto
á la mar.
2 Y se allegaron á él grandes multitudes ; y en-
trándose él en una nave, se sentó, y toda la multitud
estaba en la ribera.
3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo :
He aquí, el que sembraba salió á sembrar.
4 Y sembrando, parte de la simiente cayó junto al
camino, y vinieron las aves, y la comieron.
5 Y parte cayó en pedregales, donde no tenia mucha
tierra ; y nació luego, porque no tenia tierra profunda :
6 Mas en saliendo el sol, se quemó, y se secó, porque
no tenia raiz.
7 Y parte cayó entre espinas, y las espinas crecieron,
y la ahogaron.
8 Y parte cayó en buena tierra, y dió fruto ; uno de á
ciento, y otro de á sesenta, y otro de á treinta.
9 Quien tiene oidos para oir, oiga.
10 Entonces llegándose los discípulos, le dijeron :
¿ Por qué les hablas por parábolas ?
11 Y él respondiendo, les dijo : Porque á vosotros es
concedido saber los misterios del reino de los cielos, mas
á ellos no es concedido.
12 Porque á cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá
más ; mas al que no tiene, aun lo que tiene le será
quitado.
13 Por eso les hablo por parábolas ; porque viendo no
ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
14 De manera que se cumple en ellos la profecía de
Isaías, que dice : De oido oiréis, y no entenderéis ; y
viendo veréis, y no percibiréis.
15 Porque el corazón de este pueblo está engrosado, y
SAN MATEO
29
de los oidos oyen pesadamente, y de sus ojos guiñan ;
para que no vean de los ojos, y oigan de los oidos, y del
corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane.
1(5 Mas bienaventurados vuestros ojos, poique ven ; y
vuestros oidos, porque oyen.
17 Porque de cierto os digo, que muchos profetas y
justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron ;
y oir lo que vosotros ois, y no lo oyeron.
18 Oid pues vosotros la parábola del que siembra.
19 Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no en-
tendiendo/», viene el Malo, y arrebata lo que fué sem-
brado en su corazón. Este es el que fué sembrado junto
al camino.
20 Y el que fué sembrado en pedregales, este es el que
oye la palabra, y luego la recibe con gozo.
21 Mas no tiene raiz en sí, antes es temporal ; porque
venida la aflicción ó la persecución por la palabra, luego
se ofende.
22 Y el que fué sombrado en espinas, este es el que oye
la palabra ; mas la congoja de este siglo y el engaño de las
riquezas ahogan la palabra, y viene á quedar sin fruto.
23 Mas el que fué sembrado en buena tierra, este es
el que oye y entiende la palabra, el que también da el
fruto ; y lleva uno á ciento, y otro á sesenta, y otro á
treinta.
24 Otra parábola les propuso, diciendo : El reino de
los cielos es semejante á un hombre que siembra buena
simiente en su campo.
25 Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y
sembró zizaña entre el trigo, y se fué.
26 Y como la yerba solió, é hizo fruto, entonces la
zizaña pareció también.
27 Y llegándose los siervos del padre de familias, le
dijeron : Señor, ¿ no sembraste buena simiente en tu
campo ? ¿ Pues de donde tiene zizaña ?
28 Y él les dijo : Algún enemigo ha hecho esto. Y
los siervos le dijeron : ¿ Pues quieres que vayamos, y la
cojamos ?
29 Y él dijo : No ; porque cogiendo la zizaña, no arran-
quéis también con ella el trigo.
30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la
siega ; y al tiempo de la siega yo diré á los segadores :
30
SAN MATEO
Cogéd primero la zizaña, y atadla en manojos para
quemarla ; m;is el trigo allegádlo en mi alfolí.
31 Otra parábola les propuso, diciendo : El reino de
los cielos es semejante al grano de mostaza, que tomán-
dolo alguno lo sembró en su campo :
32 El cual á la verdad es el más pequeño de todas las
simientes ; mas cuando ha crecido, es el mayor de todas
las hortalizas ; y se hace árbol, que vienen las aves del
cielo, y hacen nidos en sus ramas.
33 Otra parábola les dijo : El reino de los cielos seme-
jante ála levadura, que tomándola una mujer, la esconde
en tres medidas de harina, hasta que todo se leude.
34 Todo esto habló Jesús por parábolas á la multitud ;
y nada les habló sin parábolas ;
35 Para que se cumpliese lo que fué dicho por el
profeta, que dijo : Abriré en parábolas mi boca : rebosaré
cosas escondidas desde la fundación del mundo.
36 Entonces, enviadas las multitudes, Jesús se vino á
casa ; y llegándose á él sus discípulos, le dijeron : De-
cláranos la parábola de la zizaña del campo.
37 Y respondiendo él, les dijo : El que siembra la
buena simiente es el Hijo del hombre.
38 El campo es el mundo ; la buena simiente son los
hijos del reino ; y la zizaña son los hijos del Malo ;
39 El enemigo que la sembró, es el diablo ; la siega es
el fin del mundo ; y los segadores son los ángeles.
40 De manera que como es cogida la zizaña, y que-
mada á fuego, así será en el fin de este siglo.
41 Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán
de su reino todos los estorbos, y los que hacen iniquidad ;
42 Y los echarán en el horno de fuego : allí será el
lloro, y el crugir de dientes.
43 Entonces los justos resplandecerán, como el sol, en
el reino de su Padre. El que tiene oidos para oir, oiga.
44 También el reino de los c iclos es semejante al tesoro
escondido en un campo, el cual hallado, el hombre lo
encubre ; y de gozo de él, va, y vende todo lo que tiene,
y compra aquel campo.
45 Asimismo el reino de los cielos es semejante á un
hombre tratante, que busca buenas perlas :
46 Que hallando una preciosa perla, fué, y vendió todo
lo que tenia, y la compró.
SAN MATEO
31
47 También el reino de los cielos es semejante á una
red, que echada en la mar, coge de todas suertes :
48 La cual siendo llena, la sacaron á la orilla ; y senta-
dos cogieron lo bueno en vasijas, y lo malo echaron fuera.
49 Asi será en el fin del siglo : saldrán los ángeles, y
apartarán á los malos de entre los justos,
50 Y los echarán en el horno del fuego : allí será el
lloro, y el crugir de dientes.
51 Díceles Jesús : ¿ Habéis entendido todas estas cosas?
Ellos responden : Si, Señor.
52 Y él les dijo : Por eso todo escriba docto en el reino
de los cielos es semejante á un padre de familia, que saca
de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
53 Y aconteció que acabando Jesús estas parábolas,
pasó de allí.
54 Y venido á su tierra, les enseñó en la sinagoga de
ellos, de tal manera que ellos estaban fuera de sí, y
decían : ¿ De dónde tiene este esta sabiduría, y estas
maravillas ?
55 ¿ No es este el hijo del carpintero ? ¿ No se llama su
madre María ; y sus hermanos, Santiago, y Joses, y
Simón, y Judas?
56 ¿Y no están todas sus hermanas con nosotros?
¿ De dónde pues tiene este todo esto?
57 Y se escandalizaban en él ; mas Jesús les dijo : No
hay profeta sin honra, sino en su tierra, y en su casa.
58 Y no hizo allí muchas maravillas, á causa de la
incredulidad de ellos.
CAPITULO XIV.
EN aquel tiempo Heródes el Tetrarca oyó la fama de
Jesús ;
2 Y dijo á sus criados : Este es Juan el Bautista ;
él ha resucitado de entre los muertos, y por eso virtudes
obran en él.
3 Porque Heródes habia prendido á Juan, y le había
aprisionado, y puesto en la cárcel, por causa de Herodías,
mujer de Felipe su hermano.
4 Porque Juan le decia : No te es lícito tenerla.
5 Y quería matarle, mas tenia miedo de la multitud ;
porque le tenían como á profeta.
32
SAN MATEO
6 Y celebrándose el dia del nacimiento de Heródes, la
hija de Herodías danzó en medio, y agradó á Heródes.
7 Y prometió con juramento de darle todo lo que
pidiese.
8 Y ella, instruida primero de su madre, dijo : Dáme
aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
9 Entónces el rey se entristeció : mas por el jura-
mento, y por los que estaban juntamente á la mesa,
mandó que se fe diese.
10 Y enviando, degolló á Juan en la cárcel.
11 Y fué traida su cabeza en un plato, y dada á la
moza ; y ella la presentó á su madre.
12 Entonces sus discípulos llegaron, y tomaron el
cuerpo, y le enterraron ; y fueron, y dieron las nuevas á
Jesús.
13 Y oyéndote- Jesús, se retiró de allí en una nave á
un lugar desierto apartado ; y cuando el pueblo lo oyó,
le siguió á pié de las ciudades.
14 Y saliendo Jesús, vió una gran multitud ; y tuvo
misericordia de ellos, y sanó los que de ellos babia
enfermos.
15 Y cuando fué la tarde del dia, se llegaron á él sus
discípulos, diciendo : El lugar es desierto, y el tiempo es
ya pasado : envía las multitudes, que se vayan por las
aldeas, y compren para sí de comer.
16 Y Jesús les dijo : No tienen necesidad de irse :
dádles vosotros de comer.
17 Y ellos dijeron : No tenemos aquí sino cinco panes
y dos peces.
18 Y él les dijo : Traédmelos acá.
19 Y mandando á las multitudes recostarse sobre l?i
yerba, y tomando los cinco panes y los dos peces, alzande
los ojos al cielo, bendijo ; y rompiéndolos panes, los dic"
á los discípulos, y los discípulos á las multitudes.
20 Y comieron todos, y se hartaron ; y alzaron lo qut
sobró, los pedazos, doce esportones llenos.
21 Y los que comieron fueron varones como cinco mil
sin las mujeres y muchachos.
22 Y luego Jesús bizo á sus discípulos entrar en 1?
nave, é ir delante de él á la otra parte del lago, entn
tanto que él despedía las multitudes.
23 Y despedidas las multitudes, subió en un mont<
SAN MATtiO
33
apartado á orar. Y como fué la tarde del dia, estaba
allí BOlo.
24 Y ya la nave estaba en medio de la mar, atormen-
tada de las ondas ; porque el viento era contrario.
2.5 Mas á la cuarta vela de la noche Jesús fué á ellos
andando sobre la mar.
26 Y los discípulos, viéndole andar sobre la mar, se
turbaron, diciendo : Fantasma es ; y dieron voces de
miedo.
27 Mas luego Jesús les habló, diciendo : Aseguraos :
yo soy, no tengáis miedo.
28 Entonces le respondió Pedro, y dijo : Señor, si tú
eres, manda que yo venga á tí sobre las aguas.
29 Y él dijo : Ven. Y descendiendo Pedro de la nave,
anduvo sobre las aguas para venir á Jesús.
30 Mas viendo el viento fuerte, tuvo miedo ; y comen-
zándose á hundir, dió voces, diciendo : Señor, sálvame.
31 Y luego Jesús extendiendo la mano, trabó de él, y
le dice : Hombre de poca fé, ¿ por qué dudaste ?
32 Y como ellos entraron en la nave, el viento reposó.
33 Entonces los que estaban en la nave, vinieron, y
le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres tú el Hijo
de Dios.
34 Y llegando á la otra parte, vinieron á la tierra de
Genesaret.
35 Y como le conocieron los varones de aquel lugar,
enviaron por toda aquella tierra al derredor, y trajeron
á él todos los enfermos.
36 Y le rogaban que solamente tocasen el borde de su
manto ; y todos los que lo tocaron, fueron salvos.
XTÜXCES llegaron á Jesús ciertos escribas y Fariseos
p , de Jerusalem, diciendo :
2 ¿ Por qué tus discípulos traspasan la tradición
de los ancianos? porque no lavan sus manos cuando
comen pan.
3 Y él respondiendo, les dijo : ¿ Por qué también voso-
tros traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra
tradición ?
4 Porque Dios mandó, diciendo : Honra á tu padre y
CAPITULO XV.
c
34
SAN MATEO
A tu madre ; y : El que maldijere á padre 6 á madre,
muera de muerte.
5 Mas vosotros decís : Cualquiera que dijere á su padre
6 á su madre : Toda ofrenda mia á tí aprovechará ;
6 Y no honrare á su padre ó á su madre, será libre.
Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por
vuestra tradición.
7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, di-
ciendo :
8 Este pueblo con su boca se acerca á mí, y con sus
labios me honra ; mas su corazón lejos está de mí.
9 Mas en vano me honran enseñando como doctrinas,
mandamientos de hombres.
10 Y llamando á sí á la multitud, les dijo : Oid, y
entended.
11 No lo que entra en la boca contamina al hombre ;
mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.
12 Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron :
¿ Sabes que los Fariseos oyendo esta palabra se ofen-
dieron ?
13 Mas respondiendo él, dijo : Toda planta que no
plantó mi Padre celestial será desarraigada.
14 Dejádlos : guias son ciegos de ciegos ; y si el ciego
guiare al ciego, ámbos caerán en el hoyo.
15 Y respondiendo Pedro, le dijo : Decláranos esta
parábola.
16 Y Jesús dijo : ¿ Aun también vosotros sois sin en-
tendimiento ?
17 ¿ No entendéis aun, que todo lo que entra en la
boca, va al vientre, y es echado en la necesaria ?
18 Mas lo que sale de la boca, del mismo corazón sale,
y esto contamina al hombre.
19 Porque del corazón salen los malos pensamientos,
muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testi-
monios, blasfemias.
20 Estas cosas son las que contaminan al hombre ;
que comer con las manos por lavar no contamina al
hombre.
21 Y saliendo Jesús de allí, se fué á las partes de Tiro
y de Sidon.
22 Y, he aquí, una mujer Cananea, que había salido
de aquellos términos, clamaba, diciéndole : Señor, Hijo
SAN MATEO
35
de David, ten misericordia de mí : mi hija es malamente
atormentada del demonio.
28 Mas él no le respondió palabra. Entonces llegán-
dose sus discípulos, le rogaron, diciendo : Envíala, que
da voces tras nosotros.
. 24 Y él respondiendo, dijo : No soy enviado sino á las
ovejas perdidas de la casa de Israel.
25 Entonces ella vino, y le adoró, diciendo : Señor,
socórreme.
26 Y respondiendo él, dijo : No es bien tomar el lian
de los hijos, y echar /o á los perrillos.
27 Y ella dijo : Así es Señor ; pero los perros comen
de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
28 Entonces respondiendo Jesús, dijo : ¡ 0 mujer !
grande es tu fé : sea hecho contigo como quieres. Y fué
sana su hija desde aquella hora.
29 Y partido Jesús de allí, vino junto al mar de
Galilea ; y subiendo en un monte, se sentó allí.
30 Y llegaron á él grandes multitudes, que tenian
consigo cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos
enfermos, y los echaron á los piés de Jesús, y los sanó :
31 De tal manera, que las multitudes se maravillaron,
viendo hablar los mudos, los mancos sanos, andar los
cojos, ver los ciegos ; y glorificaron al Dios de Israel.
32 Y Jesús llamando á sus discípulos, dijo : Tengo
misericordia de la multitud, que ya hace tres dias que
perseveran conmigo, y no tienen que comer ; y enviarlos
ayunos no quiero ; porque no desmayen en el camino.
33 Entonces sus discípulos le dicen : ¿ Dónde tenemos
nosotros tantos panes en el desierto, que hartemos tan
gran multitud ?
34 Y Jesús les dice : ¿ Cuántos panes tenéis ? Y ellos
dijeron : Siete, y unos pocos pececillos.
35 Y mandó á las multitudes que se recostasen en
tierra.
36 Y tomando los siete panes y los peces, dando
gracias, los rompió, y dió á sus discípulos, y los discí-
pulos á la multitud.
37 Y comieron todos, y se hartaron ; y alzaron lo que
sobró de los pedazos, siete espuertas llenas.
38 Y eran los que habían comido cuatro mil varones,
sin las mujeres y los niños.
36
SAN MATEO
30 Entonces despedidas las multitudes, subió en una
nave, y vino á los términos de Magdala.
CAPITULO XVI.
Y LLEGÁNDOSE los Fariseos y los Sadueeos, ten-
tando, le pedían que les mostrase señal del cielo.
2 Mas él respondiendo, les dijo : Cuando es la
tarde del dia, decís : Buen tiempo hará; porque el cielo
tiene arreboles.
3 Y á la mañana : Hoy habrá tempestad ; porque
tiene arreboles el cielo triste. Hipócritas, que sabéis
hacer diferencia en la faz del cielo ; ¿ y en las señales de
los tiempos no podéis ?
4 La generación mala y adulterina demanda señal ;
mas señal no le será dada, sino le señal de Joñas el pro-
feta. Y dejándoles se fué.
5 Y venidos sus discípulos á la otra parte del lago, se
habían olvidado de tomar pan.
6 Y Jesús les dijo : Mirád, y guardáos de la levadura
de los Fariseos, y de los Sadueeos.
7 Y ellos pensaban dentro de sí, diciendo : Esto es
porque no tomamos pan.
8 Y entendiéndolo Jesús, les dijo : ¿Qué pensáis dentro
de vosotros, hombres de poca fé, que no tomasteis pan?
9 ¿ No entendéis aun, ni os acordáis de los cinco
panes entre cinco mil varones, y cuántos esportones
tomasteis '?
10 ¿ Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas
espuertas tomasteis ?
11 ¿ Cómo ? ¿ No entendéis que no por el pan os dije,
que os guardaseis de la levadura de los Fariseos, y de los
12 Entonces entendieron que no les habia dicho que
se guardasen de levadura de pan, sino de la doctrina de
los Fariseos, y de los Sadueeos.
13 Y viniendo Jesús á las partes de Cesárea de Filipo,
preguntó á sus discípulos, diciendo : ¿ Quién dicen los
hombres que es el Hijo del hombre?
14 Y ellos dijeron : Unos : Juan el Bautista ; y otros :
Elias ; y otros : Jeremías, ó alguno de los profetas.
15 Díeeies él : ¿ Y vosotros, quién decís que soy?
SAN .MATEO
37
16 Y respondiendo Simón Pedro, dijo : Tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios viviente.
17 Entonces respondiendo Jesús, le dijo : Bienaven-
turado eres, Simón, hijo de Joñas ; porque no te lo
reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los
cielos.
18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro ; y sobre
esta roca edificaré mi iglesia ; y las puertas del infierno
no prevalecerán contra ella.
19 Y á tí daré las llaves del reino de los cielos ; que
todo lo que ligares en la tierra, será ligado en los cielos ;
y todo lo que desatares en la tierra, será desatado en los
cielos.
20 Entonces mandó á sus discípulos que á nadie
dijesen que él era Jesús el Cristo.
21 Desde aquel tiempo comenzó Jesús á declarar á sus
discípulos, que convenia ir él á Jerusalem, y padecer
muchas cosas de los ancianos, y de los príncipes de los
sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al
tercero dia.
22 Y Pedro, tomándole aparte, comenzó á reprenderle,
diciendo : Señor, ten compasión de ti : en ninguna
manera esto te acontezca.
23 Entonces él volviéndose, dijo á Pedro : Quítate
de delante de mí, Satanás: escándalo me eres; porque
no entiendes lo que es de Dios, sino lo que es de los
hombres.
24 Entonces Jesús dijo á sus discípulos : Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome
su cruz, y sígame.
25 Poique cualquiera que quisiere salvar su vida, la
perderá ; y cualquiera que perdiere su vida por causa de
mí, la hallará.
26 Porque. ¿ de qué aprovecha al hombre, si grangeare
todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O, qué recom-
pensa dará el hombre por su alma ?
27 Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de
su Padre con sus ángeles ; y entonces pagará á cada uno
conforme á sus obras.
28 De cierto os digo, que hay algunos de los que están
aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto
al Hijo del hombre viniendo en su reino.
3*
SAN MATEO
CAPITULO XVII.
Y DESPUES de seis dias Jesús toma á Pedro, y á San-
tiago, y á Juan su hermano, y los saca aparte á un
monte alto.
2 Y se transfiguró delante de ellos ; y resplandeció su
rostro como el sol ; y sus vestidos brillantes como la luz.
3 Y, he aquí, les aparecieron Moisés y Elias, hablando
con él.
4 Y respondiendo Pedro, dijo á Jesús : Señor, bien es
que nos quedemos aquí : si quieres, hagamos aquí tres ca-
banas ; para tí una, y para Moisés otra, y para Elias otra.
5 Estando aun hablando él, he aquí, una nube de luz
que los cubrió ; y, he aquí, una voz de la nube, que dijo :
Este es mi Hijo amado, en el cual tomo contentamiento :
a él oid.
6 Y oyendo esto los discípulos, cayeron sobre sus
rostros, y temieron en gran manera.
7 Entonces Jesús llegando, les tocó, y dijo : Levantaos,
y no temáis.
8 Y alzando ellos sus ojos, á nadie vieron, sino á solo
Jesús.
9 Y como descendieron del monte, les mandó Jesús,
diciendo : No digáis á nadie la visión, hasta que el Hijo
del hombre resucite de los muertos.
10 Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo :
¿ Por qué pues dicen los escribas, que es menester que
Elias venga primero?
11 Y respondiendo Jesús, les dijo : A la verdad Elias
vendrá primero, y restituirá todas las cosas.
12 Mas os digo, que ya vino Elias, y no le conocieron :
antes hicieron en él todo lo que quisieron. Así también
el Hijo del hombre padecerá de ellos.
13 Los discípulos entonces entendieron que les hablaba
de Juan el Bautista.
14 Y como ellos llegaron á la multitud, vino á él un
hombre hincándosele de rodillas,
15 Y diciendo : Señor, ten misericordia de mi hijo,
que es lunático, y padece malamente ; porque muchas
veces cae en el fuego, y muchas en el agua.
16 Y le he presentado á tus discípulos, y no le han
podido sanar.
SAX MATEO
39
17 Y respondiendo Jesús, dijo : ¡ 0 generación infiel
y perversa ! ¿ hasta cuándo tengo de estar con vosotros ?
¿ hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmele acá.
18 Y reprendió Jesús al demonio, y salió dé él ; y el
mozo fué sano desde aquella hora.
19 Entonces llegándose los discípulos á Jesús aparte,
dijeron : ¿ Por qué nosotros no le pudimos echar fuera ?
20 Y Jesús les dijo : Por vuestra infidelidad ; porque
de cierto os digo, que si tuviereis fé como un grano de
mostaza, diréis á este monto : Pásate de aquí allá, y se
pasará ; y nada os será imposihle.
21 Mas este género de demonios no sale sino por ora-
ción y ayuno.
22 Y estando ellos en Galilea, les dijo Jesús : El Hijo
del hombre será entregado en manos de hombres ;
23 Y le matarán ; mas al tercero dia resucitará. Y
ellos se entristecieron en gran manera.
24 Y como llegaron á Capernaum, vinieron á Pedro
los que cobraban las dos dracmas, y dijeron : ¿ Yuestro
maestro no paga las dos dracmas?
25 Y él dice : Si. Y entrado él en casa, Jesús le habló
antes, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? ¿Los reyes
de la tierra, de quién cobran los tributos, ó el censo?
¿ de sus hijos, ó de los extraños?
26 Pedro le dice : De los extraños. Dícele entonces
Jesús : Luego francos son los hijos.
27 Mas poique no los ofendamos, vé á la mar, y echa
el anzuelo, y el primer pez que viniere, tómale, y abierta
su boca hallarás un estatero, dásele por mí, y por tí.
CAPITULO XVIII.
EX aquel tiempo se llegaron los discípulos á Jesús,
diciendo : ¿ Quién es el mayor en el reino de los
cielos ?
2 Y llamando Jesús á un niño, le puso en medio de
ellos,
3 Y dijo : De cierto os digo, que sino os convirtiereis,
y os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los
cielos.
4 Así que cualquiera que se humillare, como este
niño, este es el mayor en el reino de los cielos.
40
SAN MATEO
5 Y cualquiera que recibiere á 1111 tal niño en mi
nombre, á mí recibe.
(i Y cualquiera, que ofendiere á alguno de estos peque-
ños, que creen en mí, mejor le seria que le fuera colgada
del cuello una piedra de molino de asno, y que fuese
anegado en el profundo de la. mar.
7 ¡ A y del mundo por los escándalos ! porque nece-
sario es que vengan escándalos ; mas ¡ ay de aquel hom-
bre, por el cual viene el escándalo !
8 Por tanto, si tu mano ó tu pié te fuere ocasión de
caer, córtalos y échalos de tí : mejor te es entrar cojo ó
manco á la vida, que teniendo dos manos ó dos pies ser
echado al fuego eterno.
V» Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácale, y échaie de
tí ; que mejor te es entrar con un ojo en la vida, que
teniendo dos ojos ser echado al fuego del i n tierno.
10 Mirád no tengáis en poco á alguno de estos pe-
queños ; porque yo os digo que sus ángeles en los
cielos ven siempre el rostro de mi Padre, que está en
los cielos.
11 Porque el Hijo del hombre es venido para salvar lo
que se había perdido.
12 ¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien
ovejas, y se perdiese una de ellas, ¿ no iría por los montes,
dejadas las noventa y nueve, á buscar la que se habia
perdido ?
13 Y si aconteciese hallarla, de cierto os digo, que
más se goza de aquella, que de las noventa y nueve que
no se perdieron.
14 Así no es la voluntad de vuestro Padre, que está
en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
ló I'or tanto si tu hermano pecare contra tí, vé. y
redargúyele entre tí y él solo : si te oyere, ganado has á
tu hermano.
16 Mas, si no te oyere, toma aun contigo uno 6 dos,
para que en boca de dos ó de tres testigos conste toda
palabra.
17 Y si no oyere .1 ellos, dílo á la iglesia ; y si no oyere
á la iglesia ténle por un gentil, y un publicarlo.
18 De cierto os digo, que todo lo que ligareis en la
tierra, será .ligado en el cielo ; y todo lo que desatareis en
la tierra, será desatado en el cielo.
SAN MATEO
41
10 Dignos ademas, que si dos de vosotros convi-
nieren sobre la tierra, tocante á cualquiera cosa que
pidieren, les será hecho por mi Padre, que está en
los cielos.
20 Porque donde están dos ó tres congregados en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
21 Entonces Pedro llegándose á él, dijo : Señor,
¿cuántas veces perdonaré á mi hermano que pecare
contra mí ? ¿ hasta siete ?
22 Jesús le dice : No te digo hasta siete, mas aun
hasta setenta veces siete.
23 Pur lo cual el reino de los cielos es semejante á un
hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Y comenzando á hacer cuentas, le fué presentado
uno que le debia diez mil talentos.
25 Mas á este, no pudiendo pagar, mandó su señor
vender á él, y á su mujer, é hijos, con todo lo que tenia,
y pagar.
2U Entonces aquel siervo postrado le rogaba, di-
ciendo : Señor, deten la ira para conmigo, y todo te
lo pagaré.
27 El señor de aquel siervo movido á misericordia, le
soltó, y le perdonó la deuda.
28 Y saliendo aquel siervo, halló á uno de sus com-
pañeros, que le debia cien denarios ; y trabando de él, le
ahogaba, diciendo : Pago lo que debes.
29 Entonces su compañero, postrándose á sus pies, le
rogaba, diciendo : Deten la ira para conmigo, y todo te
lo pagaré.
30 Mas él no quiso, sino fué, y le echó en la cárcel
hasta que pagase la deuda.
31 Y viendo sus compañeros lo que pasaba, se en-
tristecieron mucho, y viniendo declararon á su señor
todo lo que habja pasado.
32 Entonces llamándole su señor, le dice : Mal siervo,
toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste :
33 ¿ No te convenia también á tí tener misericordia
de tu compañero, como también yo tuve misericordia
de tí ?
34 Entonces su señor enojado le entregó á los ver-
dugos, hasta que pagase todo lo que le debia.
35 Así también hará con vosotros mi Padre celestial,
42
SAN MATEO
si no perdonareis de vuestros corazones cada uno á su
hermano sus ofensas.
CAPITULO XIX.
Y ACONTECIÓ, que acabando Jesús estas palabras, se
retiró de Galilea, y vino á los términos de Judea,
pasado el Jordán.
2 Y le siguieron grandes multitudes, y los sanó allí.
3 Entonces se llegaron á él los Fariseos, tentándole,
y diciéndole : ¿ Es lícito al hombre despedir á su mujer
por cualquiera causa?
4 Y él respondiendo, les dijo : ¿ No habéis leido que
el que los hizo al principio, macho y hembra los hizo,
5 Y dijo : Por tanto el hombre dejará padre y madre,
y se unirá á su mujer, y serán dos en una carne ?
6 Así que no son ya más dos, sino una carne. Por
tanto lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre.
7 Dícenle : ? Por qué pues Moisés mandó dar carta de
divorcio, y despedirla ?
8 Díjoles : Por la dureza de vuestro corazón Moisés os
permitió despedir vuestras mujeres ; mas al principio no
fué así.
ít Y yo os digo, que cualquiera que despidiere a
su mujer, sino fuere por fornicación, y se casare GOJQ
otra, adultera; y el que se casare con la despedida,
adultera.
10 Dícenle sus discípulos : Si así es la condición del
hombre con su mujer, no conviene casarse.
11 Entonces él les dijo : No todos son capaces de
recibir este dicho : sino aquellos á quien es dado.
12 Porque hay eunucos, que nacieron así del vientre
de su madre ; y hay eunucos, que han sido hechos
eunucos por los hombres ; y hay eunucos, que se han
hecho eunucos á sí mismos por causa, del reino de los
cielos. El que puede recibir/o, recíbate.
13 Entonces le fueron presentados unos niños, para
que pusiese las manos sebre ellos, y orase ; y los dis-
cípulos les riñeron.
14 Mas Jesús dijo : Dejád á los niños, y no les im-
pidáis de venir á mí ; porque de los tales es el reino de
los cielos.
SAX MATEO
43
15 Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se partió
de allí.
16 Y, he aquí, uno llegándose, le dijo : Maestro
bueno, ¿qué bien haré, para tener la vida eterna?
17 Y él le dijo : ¿ Por qué me dices bueno? Ninguno
es bueno sino uno. es á saber, Dios. Mas si quieres entrar
en la vida, guarda los mandamientos.
18 Dícele : ¿ Cuáles ? Y Jesús dijo : Xo matarás : No
adulterarás : Xo hurtarás : Xo dirás falso testimonio :
19 Honra á tu padre y á tu madre : Y, amarás á tu
prójimo, como á tí mismo.
20 Dícele el mancebo : Todo esto guardé desde mi
mocedad : ¿ Qué más me falta?
21 Dícele Jesús : Si quieres ser perfecto, anda, vende
lo que tienes, y dá/o á los pobres ; y tendrás tesoro en el
cielo ; y ven. y sigúeme.
22 Y oyendo el mancebo esta palabra, se fué triste ;
porque tenia muchas posesiones.
23 Entonces Jesús dijo á sus discípulos : De cierto os
digo, que el rico difícilmente entrará en el reino de los
cielos.
2-í Y ademas os digo, que más fácil es pasar un ca-
mello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el
reino de Dios.
25 Sus discípulos oyendo estas cosas se espantaron
en gran manera, diciendo : ¿ Quién pues podrá ser
salvo ?
2ii Y mirándolos Jesús, les dijo : Acerca de los hom-
bres imposible es esto ; mas acerca de Dios todo es
posible.
27 Entónces respondiendo Pedro, le dijo : He aquí,
nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido, ¿ qué
pues tendrémos?
28 Y Jesús les dijo : De cierto os digo, que vosotros
que me habéis seguido, cuando en la regeneración se
asentará el Hijo del hombre en el trono de su gloria, voso-
tros también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar
á las doce tribus de Israel.
29 Y cualquiera que dejare casas, ó hermanos, ó her-
manas, ó padre, ó madre, 6 mujer, ó hijos, ó tierra*, por
mi nombre, recibirá cien veces tanto, y la vida eterna
tendrá por herencia.
44
SAN MATEO
30 Mas muchos que son primeros serán postreros ; y
los postreros, primeros.
CAPITULO XX.
PORQUE el reino de los cielos es semejante á un
hombre, padre de familias, que salió por la mañana
á coger peones para su viña.
2 Y concertado con los peones por un denario al dia,
los envió á su viña.
3 Y saliendo cerca de la hora de las tres, vió otros que
estaban en la plaza ociosos,
4 Y les dijo : Id también vosotros á mi viña, y os daré
lo que lucre justo. Y ellos fueron.
5 Salió otra vez cerca de las seis y de las nueve horas,
é hizo ilo mismo.
6 Y saliendo cerca de las once horas, halló otros que
estaban ociosos, y les dijo : ¿Por (pié estáis aquí todo el
dia ociosos?
7 Dícenle ellos : rorcpie nadie nos ha cogido. Díceles :
Id también vosotros á la viña, y recibiréis lo que fuere
justo.
8 Y cuando fué la tarde del dia, (4 señorde la vinadijoá
su administrador : Llama los peones, y págales el jornal,
comenzando desde los postreros hasta los primeros.
9 Y viniendo los opie habían venido cerca de las once
horas, recibieron cada uno un denario.
10 Y viniendo también los primeros, pensaron que
habían de recibir más; pero también ellos recibieron
cada uno un denario.
11 Y tomándofo murmuraban contra el padre de la
familia,
12 Diciendo : Estos postreros solo han trabajado una
hora, v los has hecho iguales á nosotros, que hemos
llevado la carga, y el calor del dia.
13 Y él respondiendo dijo á uno de ellos : Amigo, no
te hago agravio. ¿No te concertaste conmigo por un
denario ?
14 Toma lo que es tuyo, y véte : yo quiero dar á este
postrero como á tí.
15 ¿No me es lícito á mí hacer lo que quiero en mis
cosas? ¿O es malo tu ojo, porque yo soy bueno?
SAN MATEO
45
16 Así los primeros serán postreros ; y los postreros
primeros ; porque muchos son llamados, mas pocos
escogidos.
17 Y subiendo Jesús á Jerusalem, tomó sus doce dis-
cípulos aparte en el camino, y les dijo :
18 He aquí, subimos á Jerusalem, y el Hijo del hom-
bre será entregado á los príncipes de los sacerdotes, y á
los escribas, y le condenarán á muerte,
l!t Y le entregarán á los Gentiles, para que le escar-
nezcan, y azoten, y crucifiquen ; mas al tercero dia
resucitará.
20 Entonces se llegó á él la madre de los hijos de Ze-
bedeo con sus hijos, adorando, y pidiéndole algo.
21 Y él le dijo : ¿ Qué quieres ? Ella le dijo : Di que se
asienten estos dos hijos mios, el uno á tu mano derecha,
y el otro á tu izquierda, en tu reino.
22 Entonces Jesús respondiendo, dijo : No sabéis lo
que pedis. ¿ Podéis beber de la copa de que yo tengo
que beber ; y ser bautizados del bautismo de que yo soy
bautizado? Dicen ellos: Podemos.
23 El les dice : A la verdad de mi copa beberéis ; y
del bautismo de que yo soy bautizado, seréis bautizados ;
mas sentaros á mi mano derecha, y á mi izquierda,
no es mió darlo, sino á los que está aparejado por mi
Padre.
24 Y como los diez oyeron esto, se enojaron de los dos
hermanos.
2ó Entonces Jesús llamándolos, dijo : Ya sabéis que
los principes de los Gentiles se enseñorean sobre ellos ; y
los que son grandes ejercen sobre ellos potestad.
26 Mas entre vosotros no será así ; sino el que entre
vosotros quisiere hacerse grande, será vuestro servidor ;
27 Y el que entre vosotros quisiere ser el primero, será
vuestro siervo :
28 Así como el Hijo del hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en resc ate
por muchos.
2!) Entonces saliendo ellos de Jerieó, le seguía una
gran multitud.
30 Y, he aquí, dos ciegos sentados junto al camino^
como oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo :
Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros.
46
SAN MATEO
31 Y la multitud los reñía para que callasen ; mas
ellos clamaban más, diciendo : Señor, Hijo de David, ten
misericordia de nosotros.
:>2 Y parándose Jesús, los llamó, y dijo : ¿Qué queréis
que haga por vosotros?
33 Dícenle ellos: Señor, que sean abiertos nuestros
ojos. '
34 Entonces Jesús teniéndoles misericordia, tocó los
ojos de ellos, y luego sus ojos recibieron la vista, y le
siguieron.
T COMO se acercaron á Jcrusalem, y vinieron á Bet-
1 fage, al monte de las Olivas, entonces Jesús envió
- 1 - dos discípulos,
2 Dieiéndoles : Id á la aldea que está delante de voso-
tros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con
ella : desatádfct, y traédmelos.
3 Y si alguno os dijere algo, decid : El Señor los ha
menester ; y luego los dejará.
4 Y todo esto fué hecho, para que se cumpliese lo que
fué dicho por el profeta, que dijo :
5 Decid á la hija de Sion : He aquí, tu Rey te viene,
manso, y sentado sobre una asna y un pollino, hijo de
animal <h> yugo.
6 Y los discípulos fueron, é hicieron como Jesús les
mandó.
7 Y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos
sus mantos, y se sentó sobre ellos.
8 Y muy mucha gente tendían sus mantos en el ca-
mino ; y otros cortaban ramos de los árboles, y los ten-
dían por el camino.
i) Y las multitudes que iban delante, y las que iban
detras aclamaban, diciendo : Hosanna al Hijo de David :
Bendito el que viene en el nombre del Señor : Hosanna
en las alturas.
10 Y entrando él en Jerusalem, toda la ciudad se
alborotó, diciendo : ¿Quién es este?
11 Y las multitudes decían : Este es Jesús, el profeta,
de Nazaret de Galilea.
12 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera
CAPITULO XXI.
SAN MATEO
47
todos los que vendían y compraban en el templo, y tras-
tornó las mesas de los cambiadores, y las sillas de los que
vendían palomas.
13 Y les dice : Escrito está : Mi casa, casa de oración
será llamada ; mas vosotros cueva de ladrones la habéis
hecho.
14 Entonces vinieron á él ciegos y cojos en el templo,
y los sanó.
15 Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas,
viendo las maravillas que hacia, y los muchachos acla-
mando en el templo, y diciendo : Hosanna al Hijo de
David : se enojaron,
16 Y le dijeron : ¿ Oyes lo que estos dicen ? Y Jesús les
dice : ¡Si : ¿Nunca leísteis : Déla boca de los niños, y de
los que maman perfeccionaste la alabanza ?
17 Y dejándolos, se salió fuera de la ciudad á Betania ;
y posó allí.
18 Y por la mañana volviendo á la ciudad, tuvo
hambre.
19 Y viendo una higuera cerca del camino, vino á
ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente ; y le
dijo : Nunca más nazca de tí fruto para siempre. Y
luego la higuera se secó.
20 Entonces viendo esto los discípulos, maravillados
decían : ¡ Cómo se secó luego la higuera !
21 Y respondiendo Jesús, les dijo : De cierto os digo,
que si tuviereis fé, y no dudareis, no solo haréis esto de
la higuera, mas si á este monte dijereis : Quítate, y
échate en la mar, será hecho.
22 Y todo lo que pidiereis con oración creyendo, ¡o
recibiréis.
23 Y como vino al templo, los príncipes de los sacer-
dotes, y los ancianos del pueblo llegaron á él. cuando
estaba enseñando, diciendo: ¿ Con qué autoridad haces
esto ? ¿ y quién te dió esta autoridad ?
24 Y respondiendo Jesús, les dijo : Yo también os
preguntaré una palabra ; la cual si me dijereis, también
yo os diré con qué autoridad hago esto.
25 El bautismo de Juan, ¿ de dónde era ? ¿ del cielo, ó de
los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí. dici-
endo : Si dijéremos : Del cielo ; nos dirá : ¿ Por qué pues
no le creisteis ?
48
SAN MATEO
26 Y si dijéremos : De los hombres ; tememos al
pueblo ; porque todos tienen á Juan por profeta.
27 Y respondiendo á Jesús, dijeron : No sabemos. Y
él también les dijo : Ni yo os diré con qué autoridad
hago esto.
28 Mas, ¿ qué os parece ? Un hombre tenia dos hijos,
y llegando al primero, le dijo : Hijo, vé hoy á trabajar
en mi viña.
29 Y respondiendo él, dijo : No quiero : mas después
arrepentido, fué.
30 Y llegando al otro, le dijo de la misma manera : y
respondiendo él, dijo : Yo, Señor, voy ; y no fué.
31 ¿ Cuál de los dos hizo la voluntad del padre ? Dicen
ellos : El primero. Díceles Jesús : De cierto os digo,
que los publícanos, y las rameras os van delante al reino
de Dios.
32 Porque vino á vosotros Juan por via de justicia, y no
le creísteis ; y los publícanos, y las rameras le creyeron ;
y vosotros viendo esto nunca os arrepentisteis para creerle.
33 Oid otra parábola : Fué un hombre, padre de fa-
milias, el cual plantó una viña, y la cercó de vallado, y
fundó en ella lagar, y edificó torre, y la dió á renta á
labradores, y se partió lejos.
3-4 Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió
sus siervos á los labradores, para que recibiesen sus frutos.
35 Mas los labradores, tomando los siervos, al uno
hirieron, y al otro mataron, y al otro apedrearon.
36 Envió otra vez otros siervos más que los primeros ;
é hicieron con ellos de la misma manera.
37 Y á la postre les envió su hijo, diciendo : Tendrán
respeto á mi hijo.
38 Mas los labradores, viendo al hijo, dijeron entre
sí : Este es el heredero : venid, matémosle, y tomemos
su herencia.
39 Y tomado, le echaron fuera de la viña, y le mataron.
40 Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿ qué hará
á aquellos labradores ?
■41 Díeenle ellos : A los malos destruirá malamente ; y
su viña dará á renta á otros labradores, (pie le paguen el
fruto á sus tiempos.
42 Díceles Jesús : ¿Nunca leísteis en las Escrituras :
La piedra que desecharon los que edificaban, esta fué
SAN MATEO
40
hecha por cabeza de la esquina : por el Señor es hecho
esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos?
48 Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado
de vosotros, y será dado á gente que haga el fruto de él.
44 Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado ;
y sobre quien ella cayere, desmenuzarle ha.
45 Y oyendo los príncipes de los sacerdotes y los
Fariseos sus parábolas, entendieron que hablaba de ellos.
46 Y buscando como echarle mano, temieron al
pueblo ; porque le tenían por profeta.
KESPOXDIEXDO Jesús, les volvió á hablar en
2 El reino de los cielos es semejante á un hombre-
rey, que hizo bodas á su hijo.
3 Y envió sus siervos para que llamasen á los convida-
dos á las bodas ; mas no quisieron venir.
4 Volvió á enviar otros siervos, diciendo : Decid á los
convidados : He aquí, mi comida he aparejado, mis
toros y animales engordados son muertos, y todo está
aparejado : venid á las bodas.
5 Mas ellos no hicieron caso, y se fueron, uno á su
labranza, y otro á sus negocios ;
6 Y otros, tomando sus siervos, afrentáronlos, y matá-
ronlos.
7 Y el rey, oyendo esto, se enojó ; y enviando sus
ejércitos, destruyó á aquellos homicidas, y puso á fuego
su ciudad.
8 Entonces dice á sus siervos : Las bodas á la verdad
están aparejadas ; mas los que eran llamados, no eran
dignos.
9 Id pues á las salidas de los caminos, y llamad á las
bodas á cuantos hallareis.
10 Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron
todos los que hallaron, juntamente malos y buenos ; y
las bodas fueron llenas de convidados.
11 Y entró el rey para ver los convidados, y vió allí
un hombre no' vestido de vestido de boda.
12 Y le dijo : Amigo, ¿cómo entraste acá no teniendo
vestido de boda ? Y á él se le cerró la boca.
CAPITULO XXII.
L»
50
SAN MATEO
13 Entonces el rey dijo á los que servían : Atado de
pies y de manos, tomadle, y echadle en las tinieblas de
afuera ; allí será el lloro, y el crujir de dientes.
14 Porque muchos son llamados ; mas pocos escogidos.
15 Entonces idos los Fariseos, consultaron como le
tomarían en alguna palabra.
1(5 Y envían á él sus discípulos, con los de Heródes,
diciendo : Maestro, sabemos que eres amador de verdad,
y que enseñas con verdad el camino de Dios ; y que no
te cuidas de nadie ; porque no tienes acepción de persona
de hombres :
17 Dínos pues, ¿ qué te parece ? ¿ Es lícito dar tributo
á César, ó no?
18 Mas Jesús, entendida su malicia, fes dice : ¿ Por qué
me tentáis, hipócritas?
1',) Mostrádme la moneda del tributo. Y ellos le
presentaron un denario.
20 Entonces les dice : ¿Cuya es esta figura, y lo que
está encima escrito?
21 Ellos le dicen : De César. Y les dice : Pagad, pues,
á César lo que es de César, y á Dios, lo que es de Dios.
22 Y oyendo esto se maravillaron, y dejáronle, y se
fueron.
23 Aquel dia llegaron á él los Snduceos, que dicen no
haber resurrección, y le preguntaron,
24 Diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere
sin hijos, su hermanóse case con su mujer, y despertará
simiente á su hermano.
25 Fueron, pues, entre nosotros siete hermanos ; y el
primero tomó mujer, y murió ; y no teniendo generación,
dejó su mujer á su hermano.
2(> De la, misma manera también el segundo, y el ter-
cero, hasta los siete.
27 Y después de todos murió también la mujer.
28 En la resurrección, pues, ¿ cuya de los siete será
la mujer? porque todos la tuvieron.
2'.» Entónces respondiendo Jesús, les dijo : Erráis,
ignorando las escrituras, y el poder de Dios.
30 Porque en la resurrección, ni se casan, ni se dan en
matrimonio; mas son como los ándeles de Diosen el cielo.
31 Y de la resurrección de los muertos, ¿no habéis
lcido lo que es dicho por Dios á vosotros, que dice :
SAN MATEO
51
32 Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y
el Dios de Jacob ? Dios no es Dios de los muertos, sino
de los que viven.
33 Y oyendo esto las multitudes estaban fuera de sí de
su doctrina.
34 Entonces los Fariseos, oyendo que había cerrado
la boca á los Sadueeos, se juntaron á una ;
35 Y preguntó uno de ellos, intérprete de la ley, ten-
tándole, y diciendo :
36 Maestro, ¿ cuál es el mandamiento grande en la ley ?
37 Y Jesús le dijo : Amarás al Señor tu Dios de todo
tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente.
38 Este es el primero y el grande mandamiento.
39 Y el segundo es semejante á este : Amarás á tu
prójimo como á tí mismo.
40 De estos dos mandamientos depende toda la ley, y
los profetas.
41 Y estando juntos los Fariseos, Jesús les preguntó,
42 Diciendo : ¿ Qué os parece del Cristo ? ¿ Cuyo
hijo es ? Dícenle ellos : De David.
43 El les dice : Pues, ? cómo David en Espíritu le
llama Señor, diciendo :
44 Dijo el Señor á mi Señor : Asiéntate á mi diestra,
entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus
piés ?
45 Pues si David le llama Señor, ¿ cómo es su hijo ?
46 Y nadie le podía responder palabra : ni osó alguno
desde aquel día preguntarle más.
NTÓNCES Jesús habló á la multitud, y á sus discí-
ti i pulos,
2 Diciendo : Sobre la cátedra de Moisés se asien-
tan los escribas y los Fariseos :
3 Así que todo lo que os dijeren que guardéis, guar-
dád/o, yhacéd/o; mas no hagáis conforme á sus obras;
porque dicen y no hacen.
4 Porque atan cargas pesadas, y difíciles de llevar, y
las ponen sobre los hombros de los hombres ; mas ni aun
con su dedo las quieren mover.
5 Ántes todas sus obras hacen para ser mirados de los
CAPITULO XXIII.
52
SAN MATEO
hombres ; porque ensanchan sus filacterias, y extienden
los flecos de sus mantos,
6 Y aman los primeros asientos en las cenas, y las
primeras sillas en las sinagogas,
7 Y las salutaciones en las plazas, y ser llamados de
los hombres, Kabbi, Rabbi.
8 Mas vosotros, no queráis ser llamados Rabbies ;
porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos voso-
tros sois hermanos.
9 Y vuestro Padre no llaméis á nadie en la tierra ;
porque uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos.
10 Ni os llaméis doctores ; porque uno es vuestro
Doctor, el Cristo.
11 Mas el que es el mayor de vosotros, sea vuestro
siervo.
12 Porque el que se enalteciere será humillado ; y el
que se humillare será enaltecido.
13 Mas ¡ ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipó-
critas ! porque cerráis el reino de los cielos delante de
los hombres ; que ni vosotros entráis, ni á los que entran
dejáis entrar.
1-í ¡ Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas !
porque devoráis las casas de las viudas con color de larga
oración ; por esto llevaréis más grave juicio.
15 ¡ Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas !
porque rodeáis la mar y la, tierra por hacer un prosélito ;
y cuando fuere hecho, le hacéis hijo del infierno dos
veces más que vosotros.
16 ¡ Ay de vosotros, guias ciegos ! que decis : Cual-
quiera quejurarc por el templo, es nada ; mas cualquiera
que jurare por el oro del templo, deudor es.
17 ¡ Insensatos y ciegos ! porque, ¿ cuál es mayor, el
oro, ó el templo que santifica al oro ?
18 Y, cualquiera que jurare por el altar, es nada;
mas cualquiera, que jurare por el presente que está sobre
él, deudor es.
19 ¡ Insensatos y ciegos ! porque, ¿ cuál es mayor, el
presente, ó el altar que santifica al presente ?
20 Pues el que jurare por el altar, jura por él, ypor
todo lo que está sobre él.
21 Y el que jurare por el templo, jura por él, y por el
que habita en él.
SAN MATEO
53
22 Y el que jurare por el cielo, jura por el trono de
Dios, y por el que está sentado sobre él.
23 ¡ Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas !
porque diezmáis la menta, y el eneldo, y el comino, y
dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es á saber, el
juicio, y la misericordia, y la le. Esto era menester
hacer, y no dejar lo otro.
24 ¡ Guias ciegos ! que coláis el mosquito, mas tragáis
el camello.
25 ¡ Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas !
porque limpiáis lo que está Je fuera del vaso, ó del plato ;
mas de dentro está todo lleno de robo y de injusticia.
26 ¡ Fariseo ciego ! limpia primero lo que está dentro
del vaso y del plato, para (pie también lo que está de fuera
se baga limpio.
27 ¡ Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas !
porque sois semejantes á sepulcros blanqueados, que de
fuera, á la verdad, se muestran hermosos ; mas de dentro
están llenos de huesos de muertos, y de toda suciedad.
28 Así también vosotros, de fuera, á la verdad, os
mustiáis justos á los hombres; mas de dentro, llenos
estáis de hipocresía é iniquidad.
29 ¡ Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas !
porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis
los monumentos de los justos,
30 Y decís : Si fuéramos en los dias de nuestros
padres, no hubiéramos sido sus compañeros en la sangre
de los profetas.
31 Así que testimonio dais á vosotros mismos que sois
hijos de aquellos que mataron á los profetas.
32 Vosotros también henchid la medida de vuestros
padres.
33 ¡ Serpientes, generación de víboras ! ¿ cómo evita-
réis el juicio del infierno ?
:!4 Por tanto, be aquí, yo envió á vosotros profetas, y
sabios, y escribas ; y de ellos unos mataréis y crucifica-
réis ; y otros de ellos azotaréis en vuestras sinagogas, y
perseguiréis de ciudad en ciudad ;
35 Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa
que«se lia derramado sobre la tierra, desde la sangre de
Abel el justo, basta la sangre de Zacarías, hijo de Bara-
quías, al cual matasteis entre el templo y el altar.
.34
SAN MATEO
36 De cierto os digo, que todo esto vendrá sobre esta
generación.
37 ¡ Jerusalem ! ¡ Jerusalem ! que matas los profetas,
y apedreas á los que son enviados á tí, cuántas veces
quise juntar tus hijos, como la gallina junta sus pollos
debajo de las alas, y no quisiste.
38 He aquí, vuestra casa os es dejada desierta.
39 Porque yo os digo, que desde ahora no me veréis,
hasta que digáis : Bendito el que viene en el nombre del
Señor.
CAPITULO XXIV.
~Yf SALIDO Jesús del templo, íbase ; y se llegaron sus
I discípulos, para mostrarle los edificios del templo.
2 Y respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto?
De cierto os digo, que no será dejada aquí piedra sobre
piedra que no sea derribada.
3 Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron
á él los discípulos aparte, diciendo : Dínos cuando serán
estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del
siglo.
4 Y respondiendo Jesús, les dijo : Mirád que nadie os
engañe.
5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo :
Yo soy el Cristo ; y á muchos engañarán.
6 Y oiréis guerras y rumores de guerras : mirád que
no os turbéis ; porque es menester (pie todo esto acon-
tezca ; mas aun no es el fin.
7 Porque se levantará nación contra nación, y reino
contra reino ; y serán pestilencias, y hambres, y terre-
motos por los lugares.
8 Y todas estas cosas, principio de dolores.
9 Entonces os entregarán para ser afligidos ; y os
matarán ; y seréis aborrecidos de todas naciones, por
causa de mi nombre.
10 Y muchos entonces serán escandalizados ; y se
entregarán unos á otros ; y unos á otros se aborrecerán.
11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán
á muchos.
li> Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de
muchos se resfriará.
SAN MATEO
55
13 Mas el que perseverare hasta el fin, este será
salvo.
14 Y será predicado este evangelio del reino en todo
el mundo, por testimonio á todas las naciones, y entonces
vendrá el fin.
15 Por tanto cuando viereis la abominación de asola-
miento, que fué dicha por Daniel el profeta, que estará
en el lugar santo, el (pie lee, entienda.
16 Entonces los que estuvieren en Jadea, huyan á los
montes ;
17 Y el que sobre la techumbre, no descienda á tomar
algo de su casa ;
18 Y el que en el campo, no vuelva atrás á tomar
sus ropas.
19 Mas ¡ ay de las preñadas, y de las que crian en
aquellos dias !
20 Orad pues que vuestra huida no sea en invierno,
ni en dia de sábado.
21 Porque habrá entonces grande aflicción, cual no
fué desde el principio del mundo hasta ahora, ni será.
22 Y si aquellos dias no fuesen acortados, ninguna
carne seria salva : mas por causa de los escogidos,
aquellos dias serán acortados.
23 Entonces si alguien os dijere : He aquí, está el
Cristo, ó allí ; no creáis.
24 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos pro-
fetas ; y darán señales grandes y prodigios, de tal manera
que ensañarán, si es posible, aun á los escogidos.
25 He aquí, os lo he dicho ántes.
26 Así que si os dijeren : He aquí, en el desierto está ;
no salgáis. He aquí, en las cámaras ; no creáis.
27 Porque como relámpago que sale del oriente, y se
muestra hasta el occidente, así será también la venida
del Hijo del hombre.
28 Porque donde quiera que estuviere el cuerpo
muerto, allí se juntarán también las águilas.
29 Y luego después de la aflicción de aquellos dias, el
sol se oscurecerá ; y la luna no dará su lumbre : y las
estrellas caerán del cielo ; y las virtudes de los cielos
serán conmovidas.
30 Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hom-
bre en el cielo, y entonces lamentarán todas las tribus de
56
SAN MATEO
la tierra ; y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre
las nubes del cielo, con poder y grande gloria.
31 Y enviará sus ángeles con trompeta y gran voz ; y
juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, del un cabo
del cielo hasta el otro.
82 De la higuera aprended la comparación : Cuando
ya su rama se enternece, y las hojas brotan, sabéis que
el verano está cerca.
33 Así también vosotros, cuando viereis todas estas
cosas, sabed que está cercano, á las puertas.
34 De cierto os digo, que no pasará esta generación
que todas estas cosas no acontezcan.
35 El cielo y la tierra perecerán, mas mis palabras no
perecerán.
3(j Mas del dia ó hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles
de los ciclos, sino mi Padre solo.
87 Mas como los dias de Noé, así será la venida del
Hijo del hombre.
38 Porque como en los dias ántes del diluvio esta-
ban comiendo y bebiendo, tomando mujeres, y dándo-
las en matrimonio, hasta el dia que Noé entró en
el arca,
30 Y no conocieron hasta que vino el diluvio, y los
llevó á todos; así será también la venida del Hijo del
hombre.
40 Entonces estarán dos en el campo ; uno será
tomado, y otro será dejado :
41 Dos mujeres moliendo á un molinillo; la una será
tomada, y la otra será dejada.
42 Yelád pues, porque no sabéis á que hora ha de
venir vuestro señor.
43 Esto empero sábéd, que si el padre de familias
supiese á cual vela el ladrón habia de venir, velaría, y
no dejaría minar su casa.
44 Por tanto también vosotros estád apercibidos;
porque el Hijo del hombre ha de venir á la hora que no
Pensáis. . %¿
45 ¿ Quién pues es el siervo fiel y prudente, al cual su
Señor puso sobre su familia, para que les dé alimento á
tiempo ?
40 Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando su
Señor viniere, le hallare haciendo así.
SAN MATEO
57
47 De cierto os digo, que sobre todos sus bienes le
pondrá.
4S Mas si aquel siervo malo dijere en su corazón : Mi
señor se tarda de venir :
49 Y comenzare á herir sus compañeros, y aun á
comer y beber con los borrachos :
50 Vendrá el Señor de aquel siervo el dia que él no
espera, y á la hora que él no sabe,
51 Y le apartará, y pondrá su parte con los hipó-
critas : allí será el lloro, y el crujir de dientes.
CAPITULO XXV.
ENTONCES el reino de los cielos será semejante á diez
vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron á
recibir al esposo.
2 Y las cinco de ellas eran prudentes, y las cinco
insensatas.
3 Las que eran insensatas, tomando sus lámparas, no
tomaron aceite consigo.
4 Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos,
juntamente con sus lámparas.
5 Y fardándose el esposo, cabecearon todas, y se
durmieron.
6 Y á la media noche fué oido un clamor, que decía :
He aquí, el esposo viene, salid á recibirle.
7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y
aderezaron sus lámparas.
8 Y las insensatas dijeron á las prudentes : Dadnos de
vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.
9 Mas las prudentes respondieron, diciendo: Porque
no nos falte á nosotras y á vosotras, id antes á los que
venden, y comprad para vosotras.
10 É idas ellas á comprar, vino el esposo; y las que
estal>an apercibidas, entraron con él á las bodas ; y se
cerró la puerta.
11 Y después vinieron también las otras vírgenes,
diciendo : Señor, señor, ábrenos.
12 Mas respondiendo él. dijo : De cierto os digo, que
no os conozco.
13 Velád pues, porque no sabéis el dia ni la hora, en
la cual el Hijo del hombre ha devenir.
58
SAN MATEO
14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que
partiéndose lejos, llamó á sus siervos, y les entregó sus
bienes.
15 Y á este dió cinco talentos, y al otro dos, y al otro
uno ; á cada uno conforme á su facultad, y se partió
luego lejos.
1G Y partido él, el que había recibido cinco talentos,
grangeó con ellos, é hizo otros cinco talentos.
17 Semejantemente también el que había recibidos dos,
ganó también él otros dos.
18 Mas el que había recibido uno. fué, y cavó en la
tierra, y escondió el dinero de su señor.
19 Y después de mucho tiempo vino el señor de
aquellos siervos, é hizo cuentas con ellos.
20 Y llegando el que había recibido cinco talentos,
trajo otros cinco talentos, diciendo : Señor, cinco
talentos me entregaste ; he aquí, otros cinco talentos
he ganado con ellos.
21 Y su señor le dijo : Bien está, buen siervo y fiel :
sobre poco has sido liel, sobre mucho te pondré : entra
en el gozo de tu señor.
22 Y llegando también el que habia recibido dos talen-
tos, dijo : Señor, dos talentos me entregaste ; he aquí,
otros dos talentos he ganado sobre ellos.
23 Su señor le dijo : Bien está, buen siervo y fiel :
sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré : entra
en el gozo de tu señor.
24 Y llegando también el que habia recibido un
talento, dijo: Señor, yo te conocía que eres hombre
duro, que siegas donde no sembraste, y coges donde no
derramaste :
25 Por tanto tuve miedo, y fui, y escondí tu talento
en la tierra : he aquí, tienes lo que es tuyo.
26 Y respondiendo su señor, le dijo : Mal siervo y
negligente, sabias que siego donde no sembré, y que cojo
donde no derramé.
27 Por tanto te convenia dar mi dinero á los ban-
queros, y viniendo yo, recibiera lo que es mió con
usura.
28 Quitadle pues el talento, y dad/o al que tiene diez
talentos.
29 Porque á cualquiera que tuviere le será dado, y
SAN MATEO
59
tendrá más ; pero al que no tuviere, aun lo que tiene le
será quitado.
30 Y al siervo inútil echádleen las tinieblas de afuera :
allí será el llorar, y el crujir de dientes.
31 Cuando el Hijo del hombre vendrá en su gloria, y
todos los santos ángeles con él, entónces se sentará sobre
el trono de su gloria.
32 Y serán juntadas delante de él todas las naciones,
y los apartará los unos de los otros, como aparta el
pastor las ovejas de los cabritos ;
33 Y pondrá las ovejas á su derecha, y los cabritos á
la izquierda.
34 Entónces el bey dirá á los que estarán á su derecha :
Venid, benditos de mi Padre, poseéd el reino aparejado
para vosotros desde la fundación del mundo ;
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer:
tuve sed, y me disteis de beber : fui extrangero, y me
recogisteis :
30 Desnudo, y me cubristeis : enfermo, y me visitas-
teis : estuve en la cárcel, y vinisteis á mí.
37 Entonces los justos le responderán, diciendo :
Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentámos ?
¿ ó sediento, y te dimos de beber ?
38 ¿ Cuándo te vimos extrangero, y te recogimos? ¿ó
desnudo, y te cubrimos?
39 ¿O cuándo te vimos enfermo, ó en la cárcel, y
vinimos á tí ?
40 Y respondiendo el Rey, les dirá : De cierto os digo,
que en cuanto lo hicisteis á uno de estos mis hermanos
pequeñitos, á mí lo hicisteis.
41 Entónces dirá también á los que estarán á la
izquierda : Idos de mí, malditos, al fuego eterno, que
está aparejado para el diablo y sus ángeles ;
42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer :
tuve sed, y no me disteis de beber :
43 Fui extrangero, y no me recogisteis : desnudo, y
no me cubristeis : enfermo, y en la cárcel estuve, y no me
visitasteis.
44 Entonces también ellos le responderán, diciendo :
Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, ó sediento, ó
extrangero, ó desnudo, ó enfermo, ó en la cárcel, y no
te servímos?
60
SAN MATEO
•45 Entonces les responderá, diciendo : De cierto os
digo, que en cuanto no lo hicisteis á uno de estos
pequeñitos, ni á mí lo hicisteis.
46 E irán estos al suplicio eterno, y los justos á la
vida eterna.
CAPITULO XXVI.
Y ACONTECIÓ que como hubo acabado Jesús todas
estas palabras, dijo á sus discípulos :
2 Sabéis que dentro de dos dias se hace la
pascua ; y el Hijo del hombre es entregado para ser
crucificado.
3 Entonces los príncipes de los sacerdotes, y los es-
cribas, y los ancianos del pueblo se juntaron en el palacio
del sumo sacerdote, el cual se llamaba Caitas.
4 Y tuvieron consejo para prender por engaño á Jesús,
y matar/e.
5 Y decían ; No en el din de la fiesta, porque no se
haga alboroto en el pueblo.
6 Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el
leproso,
7 Vino á él una mujer, con un vaso de alabastro de
ungüento de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de
él, estando sentado á la mesa:
8 Lo cual viendo sus discípulos, se enojaron, diciendo :
¿ Por qué se pierde esto ?
9 Porque este ungüento se podia vender por gran
precio, y darse á los pobres.
10 Y entendiéndote Jesús, les dijo : ¿ Por qué dais pena
á esta mujer? porque ha hecho buena obra para conmigo.
11 Porque siempre tenéis pobres con vosotros ; mas á
mí no siempre me tenéis.
12 Porque echando este ungüento sobre mi cuerpo,
para sepultarme lo ha hecho.
13 De cierto os digo, que donde quiera que este evan-
gelio fuere predicado en todo el mundo, también será
dicho para memoria de ella lo que esta ha hecho.
14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas
Iscariote, fué á los príncipes de los sacerdotes.
I.") Y íes dijo : ¿Qué me queréis dar, y yo os le entre-
garé? Y ellos le señalaron treinta piezas de plata.
SAN MATEO
61
16 Y desde entonces buscaba oportunidad para en-
tregarle.
17 Y el primer día de la fiesta de los panes sin levadura,
vinieron los discípulos á Jesús, dicíéndole : ¿ Dónde
quieres que te aderecemos para comer la pascua ?
1S Y él dijo : Id á la ciudad á casa de, tal hombre, y
decidle : El Maestro dice : Mi tiempo está cerca : en tu
casa haré la pascua con mis discípulos.
19 Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y
aderezaron la pascua.
20 Y como fué la tarde del dia, se sentó á la mesa con
los doce.
21 Y comiendo ellos, dijo : De cierto os digo, que uno
de vosotros me ha de entregar.
22 Y ellos entristecidos en gran manera, comenzó cada
uno de ellos á decirle : ¿Soy yo, Señor?
23 Entonces el respondiendo, dijo : El que mete la
mano conmigo en el plato, este me ha de entregar.
24 A la verdad el Hijo del hombre va, como está
escrito de él ; mas ¡ ay de aquel hombre por quien el
Hijo del hombre es entregado ! bueno le fuera al tal
hombre no haber nacido.
25 Entonces respondiendo Judas, que le entregaba,
dijo: ¿Soy yo quizá Maestro? Dícele : Tú lo has
dicho.
26 Y comiendo ellos, tomó Jesús el pan. y bal tiendo
dado gracias lo rompió, y dió á sus discípulos, y dijo :
Tomád, coméd : este es mi cuerpo.
27 Y tomando la copa, y hechas gracias, dióles, dici-
endo : Bebéd de ella todos.
28 Porque esta es mi sangre del nuevo testamento, la
cual es derramada por muchos para remisión de los
pecados.
29 Y os digo, que desde ahora no beberé más de este
fruto de la vid, hasta aquel dia, cuando lo tengo de beber
nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
80 Y cuando hubieron cantado un himno, salieron al
monte de las Olivas.
31 Entonces Jesús les dice : Todos vosotros seréis
escandalizados en mí esta noche : porque escrito está :
Heriré al pastor, y se descarriarán las ovejas de la
manada.
62
SAN MATEO
32 Mas después que haya resucitado, iré delante de
vosotros á Galilea.
33 Y respondiendo Pedro, le dijo : Aunque todos sean
escandalizados en tí, yo nunca seré escandalizado.
34 Jesús le dice : De cierto te digo, que esta noche,
antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
35 Dícele Pedro : Aunque me sea menester morir
contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo
mismo.
36 Entonces llegó Jesús con ellos al huerto, que se
llama Getsemaní, y dice á sus discípulos : Sentaos aquí,
hasta que vaya allí, y ore.
37 Y tomando á Pedro, y á los dos hijos de Zebe-
deo, comenzó á entristecerse, y á angustiarse en gran
manera.
38 Entonces Jesús les dice : Mi alma está muy triste
hasta la muerte : quedáos aquí, y velad conmigo.
39 Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre
su rostro, orando, y diciendo : Padre mió, si es posible,
pase de mí esta copa : empero no como yo quiero, mas
como tú.
40 Y vino á sus discípulos, y los halló durmiendo ; y
dijo á Pedro : ¡ Qué ! ¿No habéis podido velar conmigo
una hora ?
41 Velad y orád, para que no entréis en tentación : el
espíritu á la verdad está presto, mas la carne enferma.
42 Otra vez, fué segunda vez, y oró, diciendo : Pairé
mió, si no puede esta copa pasar de mí sin que yo la
beba, hágase tu voluntad.
43 Y vino, y los halló otra vez durmiendo ; porque los
ojos de ellos eran agravados.
44 Y dejándolos, fué otra vez, y oró tercera vez, dici-
endo las mismas palabras.
45 Entonces vino á sus discípulos, y les dice : Dormid
ya, y descansad : he aquí, ha llegado la hora, y el Hijo
del hombre es entregado en manos de pecadores.
46 Levantaos, vamos : he aquí, ha llegado el que me
entrega.
47 Y hablando aun él, he aquí, Júdas, uno de los doce,
vino, y con él una grande multitud, con espadas y palos,
de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los
ancianos del pueblo.
SAN MATEO
63
48 Y el que le entregaba les habia dado señal, dici-
endo : Al que yo besare, aquel es : tenédle bien.
49 Y luego que llegó á Jesús, dijo : Tengas gozo,
Maestro. Y le besó.
50 Y Jesús le dijo : ¿Amigo, á qué vienes? Entonces
llegaron, y echaron mano á Jesús, y le prendieron.
51 Y, he aquí, uno de los que estaban con Jesús, ex-
tendiendo la mano, sacó su espada, é hiriendo á un
siervo del sumo sacerdote, le quitó una oreja.
52 Entonces Jesús le dice : Vuelve tu espada á su
lugar ; poique todos los que tomaren espada, á espada
perecerán.
53 O ¿piensas que no puedo ahora orar á mi Padre, y
él me daría más de doce legiones de ángeles ?
54 Mas ¿ cómo se cumplirían entonces las Escrituras,
de que así es menester que sea hecho?
55 En aquella hora dijo Jesús á la multitud : Como á
ladrón halléis salido con espadas y con palos á pren-
derme : cada dia me sentaba con vosotros enseñando en
el templo, y no me prendisteis.
56 Mas todo esto se hace, para que se cumplan las
Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos
huyeron, dejándole.
57 Y ellos, prendido Jesús, le trajeron á Caifas sumo
sacerdote, donde los escribas y los ancianos estaban
juntos.
58 Mas Pedro le seguía de léjos hasta el patio del sumo
sacerdote ; y entrado dentro, se estaba sentado con los
criados, para ver el fin.
59 Y los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y
todo el concilio buscaban algún falso testimonio contra
Jesús, para entregarle á la muerte ;
60 Y no hallaban : y aunque muchos testigos falsos se
llegaban, no lo hallaron. Mas á la postre vinieron dos
testigos falsos,
61 Que dijeron : Este dijo : Puedo derribar el templo
de Dios, y reedificarle en tres dias.
62 Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No
respondes nada? ¿Qué testifican estos contra tí?
63 Mas Jesús callaba. Y respondiendo el sumo sacer-
dote, le dijo : Te conjuro por el Dios viviente, que nos
digas, si eres tú el Cristo, Hijo de Dios.
64
SAN MATEO
6-4 Jesús le dice : Tú lo has dicho. Y aun os digo, que
de aquí á poco habéis de ver al Hijo del hombre asentado
á la diestra del poder de Dios, y viniendo sobre las nubes
del cielo.
65 Entóneos el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras,
diciendo : Blasfemado ha : ¿qué más necesidad tenemos
de testigos? He aquí, ahora habéis oido su blasfemia.
66 ¿ Qué os parece ? Y respondiendo ellos dijeron :
Culpado es de muerte.
07 Entonces le escupieron en su rostro, y le dieron de
bofetadas, y otros fe herian á puñadas,
08 Diciendo : Profetízanos, oh Cristo, quién es el que
te ha herido.
69 Y Pedro estaba sentado fuera en el patio ; y se llegó á
él una criada, diciendo : Y tú con Jesús el Galileo estabas.
70 Mas él negó delante de todos, diciendo : No sé lo
que dices.
71 Y saliendo á la puerta, le vió otra, y dijo á los que
estallan allí : También este estaba con Jesús Nazareno.
l'l Y negó otra vez con juramento, diciendo: No
conozco á ese hombre.
78 Y depues de un poco se allegaron los que por allí
estaban, y dijeron á Pedro : Verdaderamente también
tú eres uno de ellos ; porque aun tu habla te hace
manifiesto.
74 Entonces comenzó á echarse maldiciones, y á jurar,
diciendo : No conozco á ese hombre. Y el gallo cantó
luego.
75 Y se acordó Pedro de las palabras de Jesús, que le
dijo : Antes que cante el gallo, me negarás tres veces.
Y saliéndose fuera, lloró amargamente.
CAPITULO XXVII.
~XJ VENIDA la mañana, entraron en consejo todos los
1 príncipesde los sacerdotes, y los ancianosdel pueblo,
contra Jesús, para entregarle á muerte
2 Y le llevaron atado, y le entregaron íl Poncio Pilato
presidente.
3 Entóneos .Túdas, el que le habia entregado, viendo
que era condenado, volvió arrepentido las treinta piezas
de plata á los príncipes de los sacerdotes, y á los ancianos,
SAN MATEO
65
4 Diciendo : Yo he pecado entregando la sangre ino-
cente. Mas ellos dijeron : ¿ Qué se nos da á nosotros ?
Viéraslo tú.
5 Y arrojando las piezas de plata al templo, se partió,
y fué, y se ahorcó.
(5 Y los príncipes de los sacerdotes, tomando las piezas
de plata, dijeron : No es lícito echarlas en el tesoro,
porque es precio de sangre.
7 Mas habido consejo, compraron con ellas el campo
del Ollero, por sepultura para los extrangeros.
8 I'or lo cual fué llamado aquel campo : Campo de
sangre, hasta el dia de hoy.
9 Entonces se cumplió lo que fué dicho por el profeta
Jeremías, que dijo : Y tomaron las treinta piezas ile
plata, precio del apreciado, que fué apreciado por los
hijos de Israel ;
10 Y las dieron para comprar el campo del Ollero,
como me ordenó el Señor.
11 Y Jesús estuvo delante del presidente, y el presi-
dente le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el rey de los
Judíos ? Y Jesús le dijo : Tú lo dices.
12 Y siendo acusado por los príncipes de los sacer-
dotes, y por los ancianos, nada respondió.
13 Filato entonces le dice : ¿No oyes cuántas cosas
testifican contra tí?
14 Y no le respondió ni una palabra, de tal manera
que el presidente se maravillaba mucho.
15 Y en el dia de la fiesta acostumbraba el presidente
soltar al pueblo un preso cual quisiesen.
16 Y tenían entonces un preso famoso, que se llamaba
Barrabas.
17 Y juntos ellos, les dijo Pilato : ¿ Cuál queréis que
os suelte? ¿á Barrabas, ó á Jesús, que es llamado el
Cristo ?
18 Torque sabia que por envidia le habian entregado.
19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer envió
á él, diciendo : No tengas que ver con aquel justo ;
porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por
causa de él.
20 Mas los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos,
persuadieron al pueblo, que pidiese á Barrabas, y á
Jesús matase.
E
66
SAN MATEO
21 Y respondiendo el presidente, les dijo : ¿ Ouál de loa
dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron : A Barrabas.
22 Pilato les dijo: ¿Qué pues haré de Jesús que es
llamado el Cristo ? Dícenle todos : Sea crucificado.
23 Y el presidente les dijo : Pues ¿qué nial ha hecho?
Mas ellos alzaban más el grito, diciendo : Sea crucificado.
24 Y viendo Pilato que nada aprovechaba, ántes se
hacia más alboroto, tomando agua lavó sus manos de-
lante del pueblo, diciendo : Inocente soy yo de la sangre
de este justo : véd/o vosotros.
25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo : Su sangre sea
sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.
26 Entonces les soltó á Barrabas ; y habiendo azotado
á Jesús, le entregó para ser crucificado.
27 Entónces los soldados del presidente llevando á
Jesús al pretorio, juntaron á él toda la cuadrilla.
28 Y desnudándole, echáronle encima un manto de
grana.
29 Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de
espinas, y una caña en su mano derecha ; é hincando la
rodilla delante de él, burlaban de él, diciendo : Tengas
gozo, rey de los Judíos.
30 Y escupiendo en él, tomaron la caña, y le herían
en la cabeza. .
31 Y después que le hubieron escarnecido, le desnu-
daron el manto, y le vistieron de sus vestidos, y le
llevaron para crucificará.
32 Y saliendo, hallaron á un Cireneo que se llamaba
Simón : á este cargaron para que llevase su cruz.
33 Y como llegaron al lugar que se llama Gólgota, que
quiere decir, el lugar de la Calavera,
34 Le dieren á beber vinagre mezclado con hiél ; y
gustando, no quiso beberlo.
35 Y después que le hubieron crucificado, repartieron
sus vestidos, echando suertes ; para que se cumpliese lo
que fué dicho por el profeta : Se repartieron mis vestidos,
v sobre mi ropa echaron suertes.
86 Y le guardaban, sentados allí.
37 Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita : ESTE
ES JESUS, EL REY DE LOS JUDÍOS.
38 Entónces crucificaron con él dos ladrones : uno á
la derecha, y otro á la izquierda.
SAN MATEO
67
30 Y los que pasaban, le decían injurias, meneando
sus cabezas,
40 Y diciendo : Tú. el que derribas el templo, y en
tres «lias h reedificas, sálvate á tí mismo. Si eres Hijo
de Dios, desciende de la cruz.
41 De esta manera también los príncipes de los sacer-
dotes escarneciendo, con los escribas, y los Fariseos, y
los ancianos, decían :
4:2 A otros salvó, á sí no se puede salvar. Si es el rey
de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos eu él.
43. Confió en Dios : líbrele ahora, si le quiere ; porque
ha dicho : Soy Hijo de Dios.
44 Lo mismo también le zaherían los ladrones que
estaban crucificados con él.
45 Y desde la hora de sexta fueron tinieblas sobre
toda la tierra, basta la hora de nona.
46" Y cerca de la hora de nona Jesús exclamó con gran
voz, diciendo: Eli. Eli, ¿lamina sabachthani? esto es:
Dios mió, Dios mió, ¿ por qué me has desamparado?
47 Y algunos de los que estaban allí, oyéndolo, de-
cían : A Elias llama este.
4S Y luego corriendo uno de ellos tomó una esponja,
y la hinchió de vinagre, y poniéndola en una caña, le
daba para que bebiese.
40 Y los otros decían : Deja, veamos si vendrá Elias á
librarle.
50 Mas Jesús habiendo otra vez exclamado con grande
voz. dió el espíritu.
51 Y, he aquí, el velo del templo se rompió en dos,
de alto á bajo ; y la tierra se movió, y las piedras se
hendieron ;
52 Y los sepulcros se abrieron ; y muchos cuerpos de
santos, que habían dormido, se levantaron.
53 Y salidos de los sepulcros, después de su resurrec-
ción, vinieron á la santa ciudad, y aparecieron á muchos.
54 Y el centurión, y los que estaban con él guardando
á Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido
hechas, temieron en gran manera, diciendo : Verdadera-
mente Hijo de Dios era este.
55 Y estaban allí muchas mujeres mirando de lejos,
las cuales habían seguido de Galilea íi Jesus, sirviéndole:
5G Entre las cuales era María Magdalena, y María
68 SAN MATEO
madre de Santiago y de Joses, y la madre de los hijos de
Zebedeo.
57 Y como fué la tarde del dia, vino un hombre rico
de Arimatea, llamado José, el cual también era discípulo
de Jesús.
58 Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
Entonces Pilato mandó que el cuerpo se le diese.
59 Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una
sábana limpia,
60 Y lo puso en un sepulcro suyo nuevo, que habia
labrado en la roca ; y revuelta una grande piedra á la
puerta del sepulcro, se fué.
Gl Y estaban allí María Magdalena, y la otra María,
sentadas delante del sepulcro.
62 Y el siguiente dia, que era el din después de la
preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes
y los Fariseos á Pilato,
63 Diciendo : Señor, nos acordamos que aquel enga-
ñador dijo, viviendo aun : Después del tercero dia
resucitaré.
ú-í Manda, pues, asegurar el sepulcro hasta el dia
tercero ; porque no vengan sus discípulos de noche, y
le Imi ten, y digan al pueblo : Resucitó de los muertos ;
y será el postrer error peor que el primero.
65 Díceles Pilato : La guardia tenéis : id, asegurád/o
como sabéis.
66 Y yendo ellos, aseguraron el sepulcro con la guardia,
sellando la piedra.
CAPITULO XXVIII.
EX el fin del sábado, así como iba amaneciendo el
primer dia de la semana, vino María Magdalena, y
la otra María, á ver el sepulcro.
2 Y, he aquí, fué hecho un gran terremoto ; porque
el ángel del Señor descendiendo del cielo y llegando,
habia revuelto la piedra de la puerta del sepulcro, y estaba
sentado sobre ella.
3 Y su aspecto era como un relámpago ; y su vestido
blanco como la nieve.
4 Y del miedo de él los guardas temblaron, y fueron
vueltos como muertos.
SAN MATEO
69
5 Y respondiendo el ángel, dijo á las mujeres : No
temáis vosotras; porque yo sé que buscáis á Jesús, el
que fué crucificado.
6 No está aquí ; porque ha resucitado, como dijo.
Venid, ved el lugar donde fué puesto el Señor ;
7 Y presto id, decid á sus discípulos, que ha resucitado
de los muertos ; y, he aquí, os espera en Galilea : allí le
veréis : he aquí, os lo he dicho.
8 Entonces ellas saliendo del sepulcro con temor y
gran gozo, fueron corriendo á dar las nuevas á sus dis-
cípulos. Y yendo á dar las nuevas á sus discípulos,
9 He aquí, Jesús les sale al encuentro, diciendo :
Tengáis gozo. Y ellas se llegaron, y trabaron de sus
piés, y le adoraron.
10 Entonces Jesús les dice : No temáis, id, dad las
nuevas á mis hermanos, para que vayan á Galilea ; y
allá me verán.
11 Y yendo ellas, he aquí, unos de la guardia
vinieron á la ciudad, y dieron aviso á los príncipes
de los sacerdotes de todas las cosas que habían
acontecido.
12 Y juntados con los ancianos, habido consejo, dieron
mucho dinero á los soldados,
13 Diciendo : Decid : Sus discípulos vinieron de noche,
y le hurtaron, durmiendo nosotros.
14 Y si esto fuere oido del presidente, nosotros le per-
suadiremos, y os haremos seguros.
15 Y ellos, tomado el dinero, hicieron como estallan
instruidos; y este dicho ha sido divulgado entre los
Judíos hasta el dia de hoy.
ll) Mas los once discípulos se fueron á Galilea, al
monte, donde Jesús les había ordenado.
17 Y como le vieron, le adoraron ; mas algunos
dudaban.
18 Y llegando Jesús, les hablo, diciendo : Toda potes-
tad me es dada en el cielo y en la tierra.
19 Por tanto id, enseñád á todas las naciones, bauti-
zándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo :
— 0 Enseñándoles que guarden todas las cosas que os
he mandado ; y, he aquí, yo estoy con vosotros todos
los dias, hasta el fin del siglo. Amen.
Tu
SAN MARCOS
SAN MARCOS
CAPITULO I.
iRINCIPIO del evangelio de Jesu Cristo, Hijo de
2 Como está escrito en los profetas : He aquí, yo
envió á mi mensagero delante de tu taz, que apareje tu
camino delante de tí.
3 Voz del que clama en el desierto : Aparejad el
camino del Señor : haced derechas sus veredas.
4 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaha el bau-
tismo de arrepentimiento para remisión de pecados.
5 Y salia á él todo el pais de Judea, y los de Jerusa-
lem ; y eran todos bautizados por él en el rio del Jordán,
confesando sus pecados.
(> Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y con
un cinto de cuero al rededor de sus lomos ; y comia
langostas, y miel montes.
7 Y predicaba, diciendo : Viene en pos de mí el que
es más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar
encorvado la correa de sus zapatos.
8 Yo á la verdad os he bautizado con agua ; mas él os
bautizará con el Espíritu Santo.
0 Y aconteció en aquellos dias, que Jesús vino de
Nazaret de Galilea, y fué bautizado por Juan en el Jordán.
10 Y luego, subiendo del agua, vio abrirse los cielos, y
al Espíritu, como paloma, que descendía sobre él.
11 Y vino una voz de los cielos, que decía : Tú eres mi
Hijo amado : en ti tomo contentamiento.
12 Y luego el Espíritu le impele al desierto.
13 Y estuvo allí en el desierto cuarenta dias ; y era
tentado de Satanás ; y estaba con las fieras ; y los
ángeles le servían,
14 Mas después que Juan filé entregado, Jesús vino á
Galilea, predicando el evangelio del reino de Dios,
ló Y diciendo : El tiempo es cumplido ; y el reino de
Dios está cerca : Arrepentios, y creed al evangelio.
SAN MARCOS
71
1(3 Y andando junto á la mar do Galilea, vió á Simón,
y á Anchos su hermano, que echaban la red en la mar,
porque oran pescadores.
17 Y les dijo Jesús : Venid en pos de mí, y haré que
seáis pescadores di- hombros.
18 Y luego, dejadas sus redes, le siguieron.
19 Y pasando de allí un poco más adelante, vió á
Santiago, hijo de Zebedeo, y á Juan su hermano, también
ellos en la nave, que aderezaban las redes.
20 Y luego los llamó ; y dejando á su padre Zebedeo
en ta nave con los jornaleros, fueron en pos do él.
21 V entraron en Capera aum ; y luego los sábados
entrando en la sinagoga enseñaba.
22 V so pasmaban de su doctrina ; porque los en-
señaba como quien tiene autoridad, y no como los
escribas.
23 Y había en la sinagoga de ellos un hombre con
espíritu inmundo, el cual dió voces,
'24 Diciendo: ; Ab ! ¿ Qué" tenemos nosotros que ver
contigo, Jesús Nazareno ? ¿ Has venido á destruirnos?
Te conozco quien eres, eres el Santo de Dios.
25 Y riñóle Jesús, diciendo : Enmudece, y sal de él.
26 Y haciéndole pedazos el espíritu inmundo, y cla-
mando á gran voz, salió de él.
27 Y todos se maravillaron, de tal manera que in-
quirían entro sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva
doctrina es esta, que con autoridad aun á los espíritus
inmundos manda, y le obedecen?
28 Y luego se divulgó su fama por todo el pais al
derredor de la Galilea.
29 Y luego salidos de la sinagoga, vinieron á casa de
Simón y de Andrés, con Santiago y Juan.
30 Y la suegra de Simón estaba acostada con calen-
tura. ; y le dijeron luego de ella.
31 Entóneos llegando él, la tomó do su mano, y la
levantó ; y luego la dejó la calentura, y les servía.
32 Y cuando fué la tarde, como el sol se puso, traían
A él todos los que tenían nial, y endemoniados.
33 Y toda la ciudad se juntó á la puerta.
34 Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas
enfermedades ; y ochó fuera muchos demonios ; y no
dejaba hablar á los demonios porque le conocían.
72
SAN MARCOS
35 Y levantándose muy de mañana, aun muy oscuro,
salió, y se fué á un lugar desierto, y allí oraba.
36 Y le siguió Simón, y los que estaban con él.
37 Y hallándole, le dicen : Todos te buscan.
38 Y les dice : Vamos á las aldeas vecinas, para que
predique también allí ¡ porque para esto he venido.
39 Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda la
Galilea, y echaba fuera los demonios.
40 Y un leproso vino á él, rogándole ; é hincada la
rodilla., le dice : Si quieres, puedes limpiarme.
41 Y Jesús teniendo misericordia de él, extendió su
mano, y le tocó, y le dice : Quiero, sé limpio.
42 Y habiendo él dicho esto, luego la lepra se fué de
él. y fué limpio.
43 Y le encargó estrechamente, y luego le echó,
44 Y le dice : Mira que no digas á nadie nada ; sino
vé. muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo
que .Moisés mandó para que les conste.
45 Y él salido, comenzó á publicar, y á divulgar
grandemente el negocio, de manera que ya Jesús n<> podía
entrar manifiestamente en la ciudad ; mas estaba fuera
en los lugares desiertos, y venían á él de todas partes.
T ENTRÓ otra vez en Capernaum después de algunos
[ días ; y se oyó que estaba en casa.
2 Y luego juntaron á él muchos, que ya no cabían
ni aun al contorno de la puerta; y les predicaba la
3 Entóneos vinieron á él unos trayendo un paralítico,
que era traído de cuatro.
4 Y como no podían llegar á él á causa de la multi-
tud, descubrieron la, techumbre donde estaba, y habién-
áola destechado, bajaron el lecho en que el paralitico
estaba echado.
5 Y viendo Jesús la fé de ellos, dice al paralítico :
Hijo, tus pecados te son perdonados.
6 Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los
cuales pensando en sus corazones,
7 Decían : ¿Por qué habla este blasfemias? ¿Quién
puede perdonar pecados, sino solo Dios?
CAPITULO II.
SAN MARCOS
73
8 Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pen-
saban esto dentro de sí, les dijo : ¿ Por qué pensáis estas
cosas en vuestros corazones ?
9 ¿ Cuál es más fácil : Decir al paralítico : Tus pecados
te son perdonados; ó decirle: Levántate, y tuina tu
lecho, y anda ?
10 Pues porque sepáis que el Hijo del hombre tiene
potestad en la tierra de perdonar los pecados, (dice al
paralítico :)
11 A tí digo : Levántate, y toma tu lecho, y vete á
tu casa.
12 Entonces él se levantó luego ; y tomando su lecho,
se salió delante de todos, de manera que todos quedaron
atónitos, y glorificaron á Dios, diciendo : Nunca tal
hemos visto.
13 Y volvió á salir á la mar, y toda la multitud venia
á él, y les enseñaba.
14 Y pasando vió á Leví, hijo de Alfeo, sentado al
banco de los tributos, y le dice : Sigúeme. Y levantán-
dose, le siguió.
15 Y aconteció, que estando Jesús á la mesa en casa
de él, muchos publícanos y pecadores se sentaban tam-
bién juntamente con Jesús, y con sus discípulos ; porque
había muchos, y le seguían.
16 Y los escribas y los Fariseos, viéndole comer con
publicanos, y con pecadores, dijeron á sus discípulos :
¿ Qué es esto, que vuestro Maestro come y bebe con
publicanos, y con pecadores?
17 Y oyéndo/o Jesús, les dice : Los sanos no tienen
necesidad de médico, sino los que tienen mal. No he
venido á llamar á los justos, mas los pecadores á arre-
pentimiento.
18 Y los discípulos de Juan, y los de los Fariseos
ayunaban ; y vienen, y le dicen : ¿ Por qué los discípulos
tle Juan, y los de los Fariseos ayunan; y tus discípulos
no ayunan ?
19 Y Jesús les dice : No pueden ayunar los que son
de bodas, cuando el esposo está con ellos : entre tanto
que tienen consigo al esposo no pueden ayunar.
20 Mas vendrán dias, cuando el esposo será quitado
de ellos ; y entónces en aquellos dias ayunarán.
21 Nadie echa remiendo de paño nuevo en vestido
74
SAN MARCOS
viejo ; de otra manera el mismo remiendo nuevo tira del
viejo, y se hace peor rotura.
•12 Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos ; de otra
manera el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el
vino, y los odres se pierden ; mas el vino nuevo en odres
nuevos se ha de echar.
23 Y aconteció, que pasando él por los sembrados en
sábado, sus discípulos andando Comenzaron á arrancar
espigas.
24 Entonces los Fariseos le dijeron : He aquí, ¿ por
qué hacen en sábado lo que no es lícito?
25 Y él les dijo: ¿.Nunca leisteis qué hizo David
cuando tuvo necesidad, y tuvo hambre, él y los que
estaban con él?
26 ¿ Cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar
sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de
los cuales no es lícito comer, sino á los sacerdotes, y aun
dió á los que estaban con él ?
27 Díjoles también : El sábado por causa del hombre
fué hecho : no el hombre por causa del sábado.
2S Así que el Hijo del hombre tíeñor es también del
sábado.
CAPITULO III.
Y OTRA vez entró en la sinagoga ; y habia allí un
hombre que tenia una mano seca.
2 Y le acechaban, si en sábado le sanaría, para
acusarle.
3 Entonces dijo al hombre que tenia la mano seca :
Levántate en medio.
4 Y les dice : ¿ El lícito hacer bien en sábados, ó hacer
mal ? ¿ salvar la vida, ó matar ? Mas ellos callaban.
5 Y mirándolos en derredor con enojo, condolecién-
dose de la dureza de su corazón, dice al hombre : Ex-
tiende tu mano. Y la extendió, y su mano fué restituida
sana como la otra.
C> Entónces saliendo los Fariseos tomaron consejo con
los Herodianos contra él, para matarle.
7 Mas Jesús se apartó á la mar con sus discípulos ¡ y
le siguió una gran multitud de Galilea, y de Judea,
8 Y de Jerusalem, y de Idumea, y de. la otra parte del
SAN MARCOS
75
Jordán ; y de los que moraban al rededor de Tiro y de
Sidon, grande multitud, oyendo cuan grandes cusas
hacía, vinieron á él.
9 Y dijo á sus discípulos que una navecilla le estuviese
siempre apercibida, por causa de la multitud, para que
no le oprimiesen.
10 Porque había sanado á muchos, de tal manera que
caían sobre él, cuantos tenían plagas, por tocarle.
11 Y los espíritus inmundos, en viéndole, se postra-
ban delante de él, v daban voces, diciendo : Tú eres el
Hijo de Dios.
Í2 Mas él les reñía mucho que no le manifestasen.
13 Y subió al monte, y llamó á s't los que él quiso ; y
vinieron á él.
14 Y ordenó á doce para que estuviesen con él, y para
enviarlos á predicar ;
15 Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y
de echar fuera demonios :
16 A Simón, al cual puso por sobrenombre Pedro ;
17 Y á Santiago, hijo de Zebedeo, y á Juan hermano
de Santiago, y les puso por sobrenombre Boanerges, que
es. Hijos de trueno ;
18 Y á Andrés, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Mateo,
y á Tomas, y á Santiago, hijo de Alfeo, y á Tadeo, y á
Simón el Cananeo,
19 Y á Judas Iscariote, el que le entregó ; y vinieron
á casa.
20 Y otra vez se juntó la multitud, de tal manera que
ellos ni aun podían comer pan,
21 Y como lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle ;
porque decían : Está fuera de sí.
22 Y los escribas que habían venido de Jerusalem,
decían que tenia á Belzebú, y que por el príncipe de los
demonios echaba fuera los demonios.
23 Y llamándoles, les dijo por parábolas : ¿ Cómo
puede Satanás echar fuera á Satanás?
24 Y si un reino contra sí mismo fuere dividido, no
puede permanecer el tal reino.
25 Y si una casa fuere dividida contra sí misma, no
puede permanecer la tal casa.
26 Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere
dividido, no puede permanecer ; mas tiene fin.
76
SAN MARCOS
27 Nadie puede saquear las alhajas del valiente en-
trando en su casa, si antes no atare al valiente ; y
entonces sai meará su casa.
28 De cierto os digo, que todos los pecados serán per-
donados á los hijos de los hombres, y las blasfemias
cualesquiera con que blasfemaren :
2 ( .t Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu
Santo, no tiene perdón para siempre ; mas está expuesto
á juicio eterno.
30 Porque decian : Tiene espíritu inmundo.
31 Vienen pues sus hermanos y su madre, y estando
de fuera, enviaron á él llamándole.
32 Y la multitud estaba asentada al rededor de él, y
le dijeron : He aquí, tu madre y tus hermanos te buscan
fuera.
33 Y él les respondió, diciendo : ¿Quién es mi madre,
y mis hermanos?
34 Y mirando al derredor á los que estaban sentados
en derredor de él, dijo : He aquí mi madre, y mis
hermanos.
35 Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios,
este es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
OTRA vez comenzó á enseñar junto á la mar, y se
juntó á él una gran multitud, tanto (pie entrándose
él en un barco, se sentó en la mar, y toda la mul-
titud estalia en tierra junto á la mar.
2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les
decia en su doctrina :
3 Oid : He aquí, el que sembraba salió á sembrar.
4 Y aconteció sembrando, (pie una parte cayó junto
al camino ; y vinieron las aves del cielo, y la tragaron.
5 Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenia
mucha tierra ; y luego nació, porque no tenia la tierra
6 Mas, salido el sol, se quemó ; y por cuanto no tenia
raiz se secó.
7 Y otra parte cayó en espinas ; y crecieron las
espinas, y la ahogaron, y no dió fruto.
8 Y otra parte cayó en buena tierra, y dió fruto, que
CAPITULO IV.
proJ
SAN MARCOS
77
subió y creció ; y llevó uno á treinta, y otro á sesenta, y
otro á ciento.
9 Entonces les dijo : El que tiene oidos para oir, oiga.
10 Y cuando estuvo solo le preguntaron, los que es-
taban al rededor de él con los doce, de la parábola.
11 Y les dijo : A vosotros es dado saber el misterio del
reino de Dios ; mas á los que están fuera, por parábolas
se les bace todo ;
12 Para que viendo, vean y no vean ; y oyendo, oigan
y no entiendan ; porque no se conviertan, y les sean
perdonados sus pecados.
13 Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo pues
entenderéis todas las parábolas '?
14 El que siembra siembra la palabra.
15 Y estos son los de junto al camino, en los que la
palabra es seminada ; mas después que la oyeron, luego
viene Satanás, y quita la palabra que fué sembrada en
sus corazones.
16 Y asimismo estos son los que son sembrados en
pedregales ; los que cuando han oido la palabra, luego
la reciben con gozo ;
17 Mas no tienen raiz en sí, antes son temporales ;
que-en levantándose la tribulación, ó la persecución por
causa de la palabra, luego se escandalizan.
18 Y estos son los que son sembrados entre espinas ;
los que oyen la palabra ;
19 Mas las congojas de este siglo, y el engaño de las
riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, en-
trando abogan la palabra, y viene á quedar sin fruto.
20 Y estos son los que fueron sembrados en buena
tierra : los que oyen la palabra, y la reciben, y hacen
fruto, uno á treinta, otro á sesenta, otro á ciento.
21 Díjoles también : ¿Viene la luz para ser puesta de-
bajo de un almud, ó debajo de la cama ? ¿ No viene para
ser puesta en el candelera"?
22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser
manifestado ; ni secreto, que no haya de venir en
descubierto.
23 Si alguno tiene oidos para oir, oiga.
24 Díjoles también : Mirad lo que ois : Con la me-
dida que medís, os medirán otros ; y será añadido á
vosotros los que ois.
78
SAN .MARCOS
25 Porque al que tiene, le será dado ; y al que no
tiene, aun lo que tiene le será quitado.
26 Decía mas : Así es el reino de Dios, como si un
hombre echase simiente en la tierra ;
27 Y durmiese y se levantase de noche y de día, y la
simiente brotase y creciese como él no sabe.
28 Porque la tierra de suyo frutüica, primero yerba,
luego espiga, después grano lleno en la espiga.
29 Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete
la hoz, porque la siega es llegada.
.SO También decia : ¿ A (pié haremos semejante el
reino de Dios? ¿ó con (pié parábola le compararemos?
31 Es como el grano de la mostaza, (pie cuando es
sembrado en tierra es el más pequeño de todas las simi-
entes que hay en la tierra ;
32 Mas cuando fuere sembrado, sube, y se hace la
mayor de todas las legumbres ; y hace grandes ramas,
de tal manera que las aves del cielo puedan hacer nidos
debajo de su sombra.
33 Y con muchas tales parábolas les hablaba la pala-
bra, conforme á lo que podían oir.
3-4 Y sin parábola no les hablaba ; mas á sus discípulos
en particular declaraba todo.
35 Y les dijo aquel dia, cuando fué tarde : Pasemos á
la otra parte.
36 Y enviada la multitud, le tomaron así como
estaba en la nave, y había también con él otros bar-
quichuelos.
37 Y se levantó una grande tempestad de viento, y
echaba las ondas en la nave, de tal manera que ya se
llenaba.
38 Y él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal ;
y le despertaron, y le dicen : ¿ Maestro, no te importa
nada que perezcamos ?
39 Y levantándose él, riñó al viento, y dijo á la mar :
Calla, enmudece. Y cesó el viento ; y fué hecha grande
bonanza.
40 Y á ellos dijo : ¿ Por qué estáis tan medrosos ?
¿ Cómo es que no tenéis fé ?
41 Y temieron con gran temor, y decían el uno
al otro : ¿ Quién es este, que aun el viento y la mar le
obedecen ?
SAN MARCOS
79
CAPITULO V.
J. VINIERON á la otra parte de la mar á la provincia
1 de loa Gadarenos.
2 Y salido él de la nave, luego le salió al encuen-
tro un hombre de los sepulcros con un espíritu inmundo,
3 Que tenia su morada en los sepulcros, y ni aun con
cadenas le podía alguien atar :
4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y
cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por
él, y los grillos desmenuzados : y nadie le podía domar.
5 Y siempre de día y de noche andaba dando voces en
los montes y en los sepulcros, é hiriéndose con piedras.
G Y como vió á Jesús de lejos, corrió, y le adoró ;
7 Y clamando á gran voz. dijo : ¿Qué tengo yo que ver
contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por
Dios que no me atormentes.
S Porque le decia : Sal de este hombre, espíritu
inmundo.
9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió,
diciendo : Legión me llamo : porque somos muchos.
10 Y le rogaba mucho que no los echase fuera de
aquel país.
11 Y estaba allí cerca de los montes una grande
manada de puercos paciendo.
12 Y le rogaron todos aquellos demonios, diciendo :
Envíanos á los puercos para que entremos en ellos.
13 Y les permitió luego Jesús ; y saliendo aquellos
espíritus inmundos, entraron en los puercos : y la manada
se precipitó con impetuosidad por un despeñadero en la
mar. y eran como dos mil. y se ahogaron en la mar.
14 Y los que apacentaban los puercos huyeron, y
dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron
para ver que era aquello que había acontecido.
15 Y vienen á Jesús, y ven al que había sido ator-
mentado del demonio, sentado, y vestido, y en seso el
que había tenido la legión : y tuvieron temor.
10 Y les contaron los que lo habían visto, como había
acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los
puercos.
17 Y comenzaron á rogarle que se fuese de los tér-
minos de ellos.
80
SAN MARCOS
18 Y entrando él en la nave, le rogaba el que había
sido fatigado del demonio, para estar con él.
19 Mas Jesús no le permitió, sino le dijo : Véte á tu
casa á los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor
ha hecho contigo, y como ha tenido misericordia de tí.
20 Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuán
grandes cosas Jesús había hecho con él ; y todos se
maravillaban.
21 Y pasando otra vez Jesús en una nave á la otra
parte, se juntó á él una gran multitud ; y estaba junto á
la mar.
•22 Y vino uno de los príncipes de la sinagoga llamado
Jairo ; y como le vió, se postró á sus piés,
23 Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la
muerte : Ven y pon las manos sobre ella, para que sea
sana, y vivirá.
' 24 Y fué con él, y le seguía mucha gente, y le apre-
taban.
25 Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce
años hacía,
26 Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había
gastado todo lo que tenia, y nada había aprovechado,
ántes le iba peor,
27 Como oyó /tablar de Jesús, vino entre el gentío por
detras, y tocó su vestido.
28 Porque decía : Si yo tocare tan solamente su ves-
tido, quedaré sana.
29 Y luego la fuente de su sangre se secó, y sintió en
su cuerpo que estaba sana de aquel azote.
30 Y Jesús luego conociendo en sí mismo la virtud
que había salido de él, volviéndose hácia el gentío, dijo :
¿Quién ha tocado mis vestidos?
31 Y le dijeron sus discípulos : Yes que la multitud te
aprieta, y dices : ¿Quién me ha tocado?
32 Y él miraba al rededor por ver A la que había
hecho esto.
33 Entonces la mujer temiendo y temblando, sabiondo
lo que en sí había sido hecho, vino, y se postró delante
de él, y le dijo toda la verdad.
34 Y él le dijo : Hija, tu fé te ha hecho sana ; vé en
paz, y queda sana de tu azote.
35 Hablando aun él, vinieron de casa del príncipe de
SAN MAR< i tí
81
la sinagoga, diciendo: Tn hija es muerta: ¿para qué
fatigas más al Maestro?
36 Mas Jesús luego, en oyendo esta razón que se
deeia. dijo al príncipe de la sinagoga : Xo teínas : cree
Bolamente.
37 Y no permitió (pie alguno viniese tras él, sino
Pedro, y Santiago, y Juan hermano de Santiago.
38 Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el
alboroto, y los que lloraban y gemían mucho.
Y entrado, les dice: ¿Por qué os alborotáis, y
lloráis : La joven no es muerta, sino que duerme.
40 Y hacían burla de él ; mas él, echados fuera
todos, toma al padre y á la madre de la joven, y á
los que estaban con él, y entra donde estaba la joven
ecbada.
41 \' tomando la mano de la joven, le dice : Talitba
cumi : que quiere decir : Joven, á tí digo, levántate.
4:2 Y luego la joven se levantó, y andaba : porque era
de doce años : y se espantaron de grande espanto.
43 Mas él les encargó estrechamente que nadie lo
supiese ; y dijo que diesen de comer á la joven.
CAPITULO VI.
y r SALIO de allí, y vino á su tierra ; y le siguieron
sus discípulos.
•2 Y llegado el sábado, comenzó á enseñar en la
BÍnagoga ; y muchos oyéndote estaban atónitos, diciendo :
¿De dónde tiene este estas cosas? ¿ Y qué sabiduría es
esta que le es dada, (pie tales maravillas son hechas por
sus manos?
3 ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano
de Santiago, y de Joses, y de Judas, y de Simón? ¿No
están también aquí con nosotros sus hermanas ? Y se
escandalizaban en él.
4 Mas Jesús les deeia : No hay profeta deshonrado
sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
5 Y no pudo allí hacer alguna maravilla : solamente
que sanó unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las
manos.
6 Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos ; y
rodeaba las aldeas de al derredor enseñando.
F
82
SAN MARCOS
7 Y llamó á los doce, y comenzó á enviarlos de dos en
dos, y les dió potestad sobre los espíritus inmundos ;
8 Y les mandó que no llevasen nada para el camino,
sino solamente un bordón ; ni alforja, ni pan, ni dinero
en la bolsa ;
9 Mas que calzasen sandalias ; y no vistiesen dos
ropas.
10 Y les decia : En cualquier casa (pie entrareis,
posad allí basta que salgáis de aquel lugar.
11 Y todos aquellos que no os recibieren, ni os oyeren,
saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vu-
estros pies en testimonio contra ellos. De cierto os digo,
(pie más tolerable será el castigo de Sodoma, ó de Gomorra,
en el dia del juicio, que él de aquella ciudad.
12 Y saliendo predicaban, (pie se arrepintiesen los
hombres.
13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungian con
aceite á muchos enfermos, y sanaban.
14 Y oyó el rey Heródes la fama d>- Jíwí.s, porque su
nombre era hecho notorio, y dijo : Juan el Bautista ha
resucitado de los muertos ; y por tanto virtudes obran
en él.
15 Otros decían : Elias es. Y otros decian : Profeta
es ; ó alguno de los profetas.
16 Y oyéndo/o Heródes, dijo : Este es Juan el que yo
degollé : él ha resucitado de los muertos.
17 Porque el mismo Heródes habia enviado y pren-
dido á Juan, y le habia aprisionado en la cárcel á causa
de Herodías, mujer de Felipe su hermano ; porque la
habia tomado por mujer.
18 Porque Juan decia á Heródes : No te es lícito tener
la muger de tu hermano.
19 Por tanto Herodías le tenia ojeriza, y deseaba
matarle ; mas no podia ;
20 Porque Heródes temia á Juan,' conociéndole poi
varón justo y santo ; y le tenia respeto, y obedeciéndole
hacia, muchas cosas ; y le oia de buena gana.
21 Y viniendo un dia oportuno, en que Heródes, en
la fiesta de su nacimiento, hacia cena á sus príncipes y
tribunos, y á los principales de Galilea,
22 Y entrando la bija de Herodías, y danzando, y
agradando á Heródes, y á los (pie estaban con él á la
SAN MARCOS
83
mesa, el rey dijo á la moza : Pídeme lo que quisieres,
que yo te lo daré.
23 Y le juró: Todo lo que me pulieres te daré hasta
la mitad de mi reino.
24 Y saliendo ella, dijo á su madre : ¿Qué pediré? Y
ella dijo : La cabeza de Juan el Bautista.
25 Entonces ella entró prestamente al rey. y pidió,
diciendo : Quiero que ahora luego me des en un plato la
cabeza de Juan el Bautista.
20 Y el rey se entristeció mucho ; mas á causa del
juramento, y de los que estaban con él á la mesa, no
quiso negárselo.
27 Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó
que fuese traida su cabeza. El cual fué, y lé degolló en
la cárcel.
28 Y trajo su cabeza en un plato, y la dió á la moza,
y la moza la dió á su madre.
29 Y oyéndolo sus discípulos, vinieron, y tomaron su
cuerpo, y le pusieron en un sepulcro.
30 Y los apóstoles se juntaron á Jesús, y le contaron
todo lo que habian hecho, y lo que habían enseñado.
31 Y él les dijo : Venid vosotros aparte á un lugar
desierto, y reposád un poco ; porque eran muchos los
que iban y venían, que ni aun tenian lugar de comer.
32 Y se fueron en una nave á un lugar desierto aparte.
33 Y los vieron ir muchos, y lo conocieron ; y con-
currieron allá muchos á pié de las ciudades, y vinieron
ántes que ellos, y se juntaron á él.
34 Y saliendo Jesús vió una grande multitud, y tuvo
misericordia de ellos, porque eran como ovejas sin pastor ;
y les comenzó á enseñar muchas cosas.
35 Y como ya fué el dia muy entrado, sus discípulos
llegaron á él, diciendo : El lugar es desierto, y el dia es
ya muy entrado,
36 Envíalos para que vayan á los cortijos y aldeas de
al derredor, y compren para sí pan, porque no tienen
que comer.
37 Y respondiendo él, les dijo : Dádles de comer voso-
tros ; y le dijeron : ¿Qué? ¿iremos á comprar pan por
doscientos denarios, para darles de comer?
38 Y él les dice : ¿ Cuántos panes tenéis? Id, y védlo.
Y sabiéndolo ellos, dijeron : Cinco, y dos peces.
84
SAN MARCOS
39 Y les mandó que hiciesen recostar á todos por
ranchos sobre la yerba verde.
40 Y se recostaron por partes, por ranchos, de ciento
en ciento, y de cincuenta en cincuenta.
41 Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando
al cielo, bendijo, y rompió los panes, y dió á sus discí-
pulos para que les pusiesen delante. Y los dos peces
repartió entre todos.
42 Y comieron todos, y se hartaron.
43 Y alzaron de los pedazos doce esportones llenos, y
de los peces.
44 Y eran los que comieron de los panes cinco mil
varones.
4.") Y luego dió priesa á sus discípulos á subir en la
nave, é ir delante de él á la otra parte á Betsaida, entre
tanto que él despedía la multitud.
46 Y después que los hubo despedido, se fué al monte
á orar.
47 Y como fué la tarde, la nave estaba en medio de la
mar, y él solo en tierra.
48 Y los vió que se trabajaban navegando, porque el
viento les era contrario ; y cerca de la cuarta vela de la
noche vino á ellos andando sobre la mar, y quena
pasarlos.
49 Y viéndole ellos, que andaba sobre la mar, pen-
saron que era fantasma, y dieron voces ;
50 Porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego
habló con ellos, y les dijo : Aseguráos, yo soy ; no ten-
gáis miedo.
51 Y subió á ellos en la nave, y el viento reposó, y
ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se mara-
villaban ;
52 Porque aun no entendían el milagro de los panes ;
porque sus corazones estaban endurecidos.
53 Y cuando fueron á la otra parte, vinieron á tierra
de Genesaret, y tomaron puerto.
54 Y saliendo ellos de la nave, luego le conocieron.
55 Y corriendo por toda la tierra de al derredor,
comenzaron á traer de todas partes enfermos en lechos,
como oyeron que estaba allí.
56 Y donde quiera que entraba, en aldeas, ó ciudades,
ó heredades, ponían en las calles los que estaban enfer-
SAN MARCOS
85
mos, y le rosaban que tocasen siquiera el borde de su
vestido, y todos los que le tocaban quedaron sanos.
CAPITULO VII.
Y SE juntaron á él los Fariseos, y algunos de los escri-
bas que habian venido de Jerusalem.
2 Los cuales viendo á algunos de sus discípulos
comer pan con manos comunes, es á saber, por lavar,
los condenaban.
3 Porque los Fariseos, y todos los Judíos, teniendo la
tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan
las manos, no comen ;
4 Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen ;
y otras muchas cosas hay que han recibido para guardar,
co)iw el lavar de las copas, y de los jarros, y de los vasos
de metal, y de los lechos.
5 Y le preguntaron los Fariseos y los escribas : ¿ Por
qué tus discípulos no andan conforme á la tradición de
los ancianos, mas comen pan con las manos por lavar?
6 Y respondiendo él, les dijo : Hipócritas, bien pro-
fetizó de vosotros Isaías, como está escrito : Este pueblo
con los labios me honra, mas su corazón léjos está de mí.
7 Mas en vano me honran, enseñando como doctrinas,
mandamientos de hombres.
8 Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la
tradición de los hombres : como el lavar de los jarros, y
de las copas ; y hacéis muchas otras cosas semejantes á
estas.
9 Les decía también : Bien invalidáis el mandamiento
do Dios para guardar vuestra tradición.
10 Porque Moisés dijo : Honra á tu padre y á tu
madre ; y : El (pie maldijere al padre ó á la madre
muera de muerte.
11 Y vosotros decís : Si el hombre dijere á su padre ó
ó ."a madre : El Corban (que quiere decir, don mió) á tí
aprovechará ; quedará libre.
12 Y no le dejáis más hacer nada por su padre, ó por
su madre ;
18 Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradi-
ción que disteis : y muchas cosas hacéis semejantes á
estas.
86
SAN MARCOS
14 Y llamando á toda la multitud, les dijo : Oídme
todos, y entended.
15 Nada hay fuera del hombre que entrando en él, le
pueda contaminar ; mas lo que sale de él, aquello es lo
que contamina al hombre.
16 Si alguno tiene oidos para oir, oiga.
17 Y entrándose, dejada la multitud, en casa, le pre-
guntaron sus discípulos de la parábola.
18 Y les dice : ¿Así también vosotros sois sin entendi-
miento? ¿ No entendéis que todo lo de fuera que entra
en el hombre, no le puede contaminar ?
19 Porque no entra en su corazón, sino en el vientre ;
y sale á la secreta, purgando todas las viandas.
20 Y decia : Lo que del hombre sale, aquello con-
tamina al hombre.
21 Porque de dentro, del corazón de los hombres,
salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornica-
ciones, los homicidios,
22 Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño,
la lujuria, el ojo maligno, la blasfemia, la soberbia, la
insensatez.
23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan
al hombre.
24 Y levantándose de allí, se fué á los términos de
Tiro y de Sidon, y entrando en casa quiso que nadie lo
supiese ; mas no pudo esconderse.
25 Porque una mujer, cuya bija tenia un espíritu in-
mundo, luego que oyó de él vina, y se echó á sus piés.
26 Y la mujer era Griega, Sirofenisa de nación, y le
rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
27 Mas Jesús le dijo : Deja primero hartarse los hijos ;
porque no es bien tomar el pan de los hijos, y echar/o á
los perros.
28 Y respondió ella, y le dijo : Si, Señor, pero los perros
debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos.
29 Entonces le dice : Por esta palabra, vé : el demonio
ha salido de tu bija.
30 Y como fué á su casa, halló que el demonio habia
salido, y á la hija echada sobre la cama.
31 Y volviendo á salir de los términos de Tiro y de
Sidon, vino á la mar de Galilea por en medio de los
términos de Decápolis.
SAN MARCOS
87
32 Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan qué
le ponga la mano encima.
'■'•'■'> Y tomándole de la multitud aparte, metió sus
dedos en las orejas de él, y escupiendo tocó su lengua.
34 Y mirando al cielo gimió, y dijo : Ephphatha ; es
decir : Se" abierto.
35 Y luego fueron abiertos sus oídos; y fué desatada
la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
3tí Y les mandó (pie no lo dijesen á nadie ; mas cuanto
más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban ;
37 Y en grande manera se espantaban, diciendo :
Bien lo ha hecho todo : hace á los sordos oir, y á los
mudos hablar.
CAPITULO YIII.
EX aquellos dias, como hubo una muy grande multi-
tud de gente, y no tenian que comer, Jesús llamó á
sus discípulos, y les dijo :
2 Tengo misericordia de la multitud, porque ya hace
tres dias que están conmigo ; y no tienen que comer.
3 Y si los envió en ayunas á sus casas, desmayarán en
el camino : porque algunos de ellos han venido le lejos.
4 Y sus discípulos le respondieron : ¿ De dónde podrá
alguien hartar á estos de pan aquí en el desierto?
5 Y les preguntó : ¿ Cuántos panes tenéis ? Y ellos
dijeron : Siete.
tí Entonces mandó á la multitud que se recostasen
sobre la tierra ; y tomando los siete panes, habiendo
dado gracias, los rompió, y dió á sus discípulos para que
los pusiesen delante : y los pusieron delante á la multitud.
7 Tenian también unos pocos pececillos, y habiendo
bendecido, dijo que también sp los pusiesen delante.
8 Y comieron, y se hartaron, y levantaron de los
pedazos que habían sobrado, siete espuertas.
9 Y eran los que comieron, como cuatro mil ; y los
despidió.
10 Y luego entrando en la nave con sus discípulos,
vino á las partes de Dalmanuta.
11 Y vinieron los Fariseos, y comenzaron á altercar
con él, demandándole señal del cielo, tentándole.
12 Y gimiendo profundamente en su espíritu, dice :
88
SAN MARCOS
¿ Por qué pide señal esta generación ? De cierto os digo,
que no se dará señal á esta generación.
13 Y dejándoles, volvió á entrar en la nave, y se fué á
la otra parte.
14 Y los discípulos se habían olvidado de tomar pan, y
no tenían sino un pan consigo en la nave.
15 Y les mandó, diciendo : Mirad, guardaos de la
levadura de los Fariseos, y de la levadura de Heródes.
16 Y discurrían entre sí, diciendo : Es porque no
tenemos pan.
17 Y como Jesús lo entendió, les dice : ¿Qué discurrís,
porque no tenéis pan? ¿ No consideráis, ni entendéis?
¿Aun tenéis endurecido vuestro corazón ?
18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oidos no oís?
¿ Y no os acordáis ?
19 Cuando rompí los cinco panes entre cinco mil,
¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis ? Y
ellos dijeron : Doce.
20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿ cuántas
espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos
dijeron : Siete.
21 Y les dijo : ¿Cómo aun no entendéis?
22 Y vino á Betsaida, y le traen un ciego, y le ruegan
que le tocase.
23 Entonces tomando al ciego de la mano, le sacó
fuera de la aldea, y escupiendo en sus ojos, y poniéndole
las manos encima, le preguntó, si veia algo.
24 Y él mirando, dijo : Veo los hombres como árboles
que andan.
25 Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y
le hizo que mirase ; y quedó restituido, y vió de lejos y
claramente á todos.
26 Y le envió á su casa, diciendo : No entres en la
aldea, ni lo digas á nadie en la aldea.
27 Y salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de
Cesárea de Filipo. Y en el camino preguntó á sus dis-
cípulos, diciéndoles : ¿Quién dicen los hombres que
soy yo ?
28 Y ellos respondieron : Juan el Bautista ; y otros :
Elias ; y otros : Alguno de los profetas.
29 Entonces él les dice : ¿Y vosotros, quién decís que
soy yo ? Y respondiendo Pedro Ir dice : Tú eres el Cristo.
SAN MlRCOS
89
30 Y mandóles con rigor que á ninguno dijesen esto
de él.
31 Y comenzó á enseñarles, que era menester que el
Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de
los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los
escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres dias.
S'2 Y claramente deeia esta palabra. Entonces Tedio
le tomó, y le comenzó á reñir.
33 Y él, volviéndose, y mirando á sus discípulos, riño
á Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque
no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de
los hombres.
34 Y llamando á la multitud con sus discípulos, les
dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, nie-
gúese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio,
este la salvará.
olí Porque ¿qué aprovechará al hombre si grangeare
todo el mundo, y pierde su alma '?
37 ¿0 qué recompensa dará el hombre por su alma?
S8 Porque el que se avergonzare de mí y de mis pala-
bras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo
del hombre se avergonzará de él. cuando vendrá en la
gloria de su Podre con los santos ángeles.
ÍJOLES también : De cierto os digo, que hay algunos
délos que están aquí que no gustarán la muerte,
hasta que hayan visto el reino de Dios que viene
con poder.
2 Y seis dias después tomó Jesús á Pedro, y á Santiago,
y á Juan, y los sacó aparte solos á un monte alto, y fué
transfigurado delante de ellos.
3 Y sus vestidos fueron vueltos resplandecientes, muy
blancos como la nieve, cuajes lavador no los puede
blanquear en la tierra.
4 Y les apareció Elias con Moisés, que hablaban con
Jesús.
o Entónces respondiendo Pedro, dice á Jesús : Maes-
tro, bien será que nos quedemos aquí, y hagamos tres
35 Porque el que qui¡
su vida, la perderá ;
CAPITULO IX.
00
SAN MARCOS
caliañas : para tí una, y para Moisés otra, y para Elias
otra ;
(i Porque no sabia lo que hablaba, que estaba fuera
de sí.
7 Y vino una nube que los asombró, y una voz dé la
nube que decia : Este es mi hijo amado, á él oid.
8 Y luego, como miraron, no vieron más á nadie
consigo, sino á solo Jesús.
9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que á
nadie dijesen- lo que habían visto, sino cuando el Hijo
del hombre hubiese resucitado de los muertos.
10 Y ellos retuvieron el caso en sí altercando que seria
aquello : Resucitar de los muertos.
11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Qué es lo que los
escribas dicen, que es menester que Elias venga ántes?
12 Y respondiendo él, les dijo : Elias á la verdad,
cuando viniere ántes, restituirá todas las cosas; y como
está escrito del Hijo del hombre ; que padezca mucho, y
sea tenido en nada.
13 Empero os digo que Elias ya vino, y le hicieron
todo lo que quisieron, como está escrito de él.
14 Y como vino á los discípulos, vió una grande mul-
titud al derredor de ellos, y los escribas que disputaban
con ellos.
15 Y luego toda la multitud, viéndole, se espantó, y
corriendo á él, le saludaron.
16 Y preguntó á los escribas: ¿Qué disputáis con
ellos ?
17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo : Maestro,
traje mi hijo á tí, que tiene un espíritu mudo,
18 El cual donde quiera que le toma, le despedaza, y
echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando ;
y dije á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.
19 Y respondiendo él, le dijo : ¡ Oh generación infiel !
¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os
tengo de sufrir? Traédmele.
20 Y se le trajeron ; y como él le vió, luego el espíritu
le comenzó á despedazar ; y cayendo en tierra se revol-
caba, echando espumarajos.
21 Y preguntó á su padre : ¿Cuánto tiempo ha que le
aconteció esto ? Y él dijo : Desde niño.
22 Y muchas veces le echa en el fuego, y en aguas,
SAN MARCOS
para matarle ; mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo
misericordia de nosotros.
23 Y Jesús le dijo : Si puedes creer esto, al que cree
todo es posible.
24 Y luego el padre del muchacho dijo, clamando con
lágrimas : Creo, Señor ¡ ayuda mi incredulidad.
25 Y como Jesús vió que la multitud concurría, riñó
al espíritu inmundo, diciéndole : Espíritu niudoysordo,
yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
26 Entonces el espíritu clamando, y despedazándole
mucho, salió ; y él quedó como muerto, de manera, que
muchos decían, que era muerto.
27 Mas Jesús tomándole de la mano, le enhestó, y se
levantó.
28 Y como él se entró en casa, sus discípulos le pre-
guntaron aparte : ¿ Por qué nosotros no pudimos echarle
fuera ?
29 Y les dijo : Este género de dem on ios con nada puede
salir, sino con oración y ayuno.
30 Y salidos de allí, caminaron juntos por Galilea; y
no quería que nadie lo supiese.
31 Porque enseñaba á sus discípulos, y les decia : El
Hijo del hombre será entregado en manos de hombres,
y le matarán ; mas muerto él, resucitará al tercero dia.
32 Mas ellos no entendían esta palabra, y tenian
miedo de preguntarle.
33 Y vino á Capernaum ; y como vino á casa, les
preguntó : ¿ Qué disputabais entre vosotros en el camino ?
34 Mas ellos callaron ; porque los unos con los otros
habían disputado en el camino, quién de ellos había de ser
el mayor.
35 Entonces sentándose, llamó á los doce, y les dice :
El que quisiere ser el primero, será el postrero de todos,
y el servidor de todos.
3G Y tomando á un niño, le puso en medio de ellos ;
y tomándole en sus brazos, les dice :
37 El que recibiere en mi nombre á uno de los tales
niños, á mí recibe ; y el que á mí recibe, no me recibe á
mí, sino al que me envió.
38 Y le respondió Juan, diciendo : Maestro, hemos visto
á uno, que en tu nombre echaba fuera los demonios, el
cual no nos sigue ; y se lo vedamos, porque no nos sigue.
92
SAN MARCOS
39 Y Jesús le dijo : No se lo vedéis ; porque ninguno
hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda
decir mal de mí.
40 Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
41 Porque cualquiera que os diere un jarro de agua en
mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo, que
no perderá su recompensa.
4^ Y cualquiera que ofendiere á uno de estos pequeñi-
tos que creen en mí, mejor le seria que le fuera puesta
al cuello una piedra de molino, y que fuese echado en
la mar.
43 Mas si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala :
mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos
manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado :
44 Donde su gusano no muere, y su fuego nunca se
apaga.
45 Y si tu pié te fuere ocasión de caer, córtale : mejor
te es entrar en la vida cojo, que teniendo dos pies ser
echado en el infierno, al fuego no puede ser apagado.
4ü Donde su gusano no muere, y su fuego nunca se
apaga.
47 Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácale : mejor
te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo
dos ojos ser echado al fuego del infierno :
48 Donde su gusano no muere, y el fuego nunca se
apaga.
49 Porque todo hombre será salado con fuego, y todo
sacrificio será salado con sal.
50 Buena es la sal ; mas si la sal perdiere su sabor,
¿ con qué la sazonaréis ? Tened en vosotros mismos sal ;
y tened paz los unos con los otros.
LEVANTANDOSE de allí, vino á los términos de
Judea por la otra parte del Jordán ; y volvió la
multitud á juntarse á él ; y volviólos á enseñar,
como acostumbraba.
2 Y llegándose los Fariseos, le preguntaron: ¿Es
lícito al marido despedir á su mujer? tentándole.
3 Mas él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó
Moisés ?
CAPITULO X.
SAN MARCOS
93
4 Y ellos dijeron : Moisés permitió escribir carta de
divorcio, y despediría.
5 Y respondiendo Jesús, les dijo : Por la dureza de
vuestro corazón os escribió este mandamiento.
(3 Que al principio de la creación, macho y hembra
los hizo Dios.
7 Por esto dejará el hombre á su padre y á la madre,
y se juntará á su mujer,
8 Y los que eran dos, serán hechos una carne : así que
no son más dos, sino una carne.
9 Pues lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre.
10 Y en casa volvieron los discípulos á preguntarle de
lo mismo.
11 Y les dice : Cualquiera que despidiere á su mujer,
y se casare con otra, comete adulterio contra ella.
12 Y si la mujer despidiere á su marido, y se casare
con otro, adultera.
13 Y le presentaban niños para que les tocase ; y los
discípulos reñían á los que los presentaban.
14 Y viéndofo Jesús, se enojó, y les dijo : Dejád los
niños venir, y no se lo vedéis ; porque de los tales es el
reino de Dios.
15 De cierto os digo, que el que no recibiere el reino
de Dios como un niño, no entrará en él.
16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos
sobre ellos, los bendecía.
17 Y saliendo él para ir su camino, llegóse uno corri-
endo, é hincando la rodilla delante de él, le preguntó :
Maestro bueno, ¿ qué haré para poseer la vida eterna ?
18 Y Jesús le dijo : ¿ Por qué me dices bueno?
Ninguno hay bueno, sino tino. Dios.
19 Sabes los mandamientos : No adulteres : No mates :
No hurtes : No digas falso testimonio : No defraudes :
Honra á tu padre, y á tu madre.
20 El entonces respondiendo, le dijo : Maestro, todo
esto he guardado desde mi mocedad.
21 Entonces Jesús mirándole, le amó, y le dijo : Una
cosa te falta : vé, todo lo que tienes vende, y dá á los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo : y ven, toma tu
cruz, y sígneme.
22 Mas él, entristecido por esta palabra, se fué triste,
porque tenia muchas posesiones.
94
SAN MARCOS
23 Entonces Jesús mirando al derredor, dice á sus dis-
cípulos : ¡ Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios
los que tienen riquezas !
24 Y los discípulos se espantaron de sus palabras :
mas Jesús respondiendo, les volvió ;! decir: ¡Hijos,
cuán dilicil es entrar en el reino de Dios, los que confias
en las riquezas !
25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una
aguja, (pie el rico entrar en el reino de Dios.
26 Y ellos se espantaban más y más, diciendo dentro
de sí : ¿Y' quién podrá salvarse?
27 Entonces Jesús mirándolos, dice : Acerca de los
hombres, es imposible ; mas acerca de Dios, no ; porque
todas cosas son posibles acerca de Dios.
28 Entonces Pedro comenzó á decirle : He aquí, noso-
tros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.
29 Y respondiendo Jesús, dijo : De cierto os digo, que
ninguno hay que haya dejado casa, ó hermanos, ó her-
manas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó heredades
por causa de mí y del evangelio,
30 Que no reciba cien tantos, ahora en este tiempo,
casa, y hermanos, y hermanas, y madres, é hijos, y
heredades, con persecuciones ; y en el siglo venidero,
vida eterna.
31 Empero muchos primeros serán postreros, y pos-
treros primeros.
•">2 Y cstal'an en el camino subiendo á Jerusalem ; y
Jesús iba delante de ellos, y se espantaban, y le seguían
con miedo : entonces volviendo á tomar á los doce aparte
les comenzó á decir las cosas que le hablan de acontecer :
33 He aquí, subimos á Jerusalem, y el Hijo del hom-
bre será entregado á los príncipes de los sacerdotes, y á
los escribas, y le condenarán á muerte, y le entregarán á
los Gentiles ;
34 Los cuales le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán
en él, y le matarán ; mas al tercero dia resucitará.
35 Entonces Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se
llegaron á él, diciendo : Maestro, querríamos que nos
hagas lo que pidiéremos.
36 Y él les dijo : ¿ Qué queréis que os haga ?
37 Y ellos le dijeron : Dános que en tu gloria nos
sentemos el uno á tu diestra, y el otro á tu siniestra.
SAN MARCOS
38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis loque pedís:
¿Podéis beber la copa que yo bebo, y ser bautizados del
bautismo de que yo soy bautizado ?
89 Y ellos le dijeron : Pódenlos. Y Jesús les dijo : A
la verdad la copa que yo bebo, beberéis ; y del bautismo
de que yo soy bautizado, seréis bautizados ;
4t> Mas que os sentéis á mi diestra, y á mi siniestra,
no es niio darlo, sino á los que está aparejado por mi
Padre.
41 Y como lo oyeron los diez, comenzaron á enojarse
de Santiago v de Juan.
42 Mas Jesús llamándolos, les dice : Sabéis que los que
se ven ser príncipes en las naciones, se enseñorean de
ellas ; y los que entre ellas son grandes, tienen sobre
ellas potestad.
4o Mas no será así entre vosotros, ántes cualquiera
que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro
servidor.
44 Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el
primero, será siervo de todos.
45 Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser
servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por
muchos.
4b Entonces vienen á Jericó ; y saliendo él de Jericó
con sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el
ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino
mendigando.
47 Y oyendo que era Jesús el Nazareno, comenzó á
dar voces, y decir ; Jesús, Hijo de David, ten miseri-
cordia de raí.
48 Y muchos le reñían, para que callase ; mas él
daba mayores voces : Hijo de David, ten misericordia
de mí.
49 Entonces Jesús parándose, mandó llamarle ; y lla-
man al ciego, diciéndole : Ten confianza : levántate, qut
te llama.
50 El entonces echando á un lado su capa, se levantó,
y vinoá Jesús.
51 Y respondiendo Jesús, le dice : ¿ Qué quieres que
te haga ? El ciego le dice : Señor, que vea yo.
52 Y Jesús le dijo : Vé : tu fé te ha Bañado. Y luego
vió, y seguia á Jesús en el camino.
90
SAN MARCOS
CAPITULO XI.
"17 COMO licuaron cerca de Jerusnlem, de Betfage, y de
Y Betania, al monte de las Olivas, envia dos de sus
1 discípulos,
2 Y les dice : Id al lugar que está delante de vosotros,
y luego entrados en 61, hallaréis un pollino atado, sobre
el cual ningún hombre ha subido : desatádle, y traédfe.
3 Y si alguien os dijere : ¿ Por qué hacéis eso? Decid
que el Señor lo ha menester ; y luego le enviará acá.
4 Y fueron, y hallaron el pollino atado á la puerta
fuera, entre dos caminos ; y le desatan.
5 Y unos de los que estaban allí, les dijeron : ¿Qué
hacéis desatando el pollino?
6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había man-
dado ; y los dejaron.
7 Y trajeron el pollino á Jesús, y echaron sobre él sus
vestidos, y él se sentó sobre él.
8 Y muchos tendían sus vestidos por el camino, y
otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el
camino.
9 Y los que iban delante, y los que iban detras acla-
maban, diciendo; ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene
en el nombre del Señor !
10 Bendito sea el reino de nuestro padre David, que
viene en el nombre del Señor : ¡ Hosanna en las alturas !
11 Y entró Jesús en Jerusalem, y en el templo ; y
habiendo mirado al derredor todas las cosas, y siendo ya
tarde, se salió á Betania con los doce.
12 Y el dia siguiente, como salieron de Betania, tuvo
hambre.
13 Y viendo de léjos una higuera, que tenia hoias,
vino á ver si quizá hallaría en ella algo, y como vino á
ella, nada halló sino hojas; porque aun no era tiempo
de higos.
14 Entonces Jesús respondiendo, dijo á la higuera :
Nunca- más nadie coma de tí fruto para siempre. Y esto
lo oyeron sus discípulos.
15 Vienen pues á Jerusalem ; y entrando Jesús en el
templo, comenzó á echar fuera á los que vendian y com-
praban en el templo ; y trastornó las mesas de los cam-
biadores, y las sillas de los que vendian palomas.
SAN MARCOS
97
16 Y no consentía qne alguien llevase vaso por el
tem pío.
17 Y les enseñaba, diciendo : ¿ No está escrito, que
mi casa, casa de oración será llamada de todas las
naciones? mas vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones.
18 Y oyéronfo los escribas y los príncipes de los sacer-
dotes, y procuraban como le matarían ; porque le tenían
miedo, por cuanto toda la multitud estaba fuera de sí
por su doctrina.
19 Mas como fué tarde, Jesús salió de la ciudad.
20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera
se había secado desde las raices.
21 Entonces Pedro acordándose, le dice : Maestro, he
aquí, la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Y respondiendo Jesús, les dice : Tenéd fé de Dios.
23 Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere
á este monte : Quítate, y échate en la mar ; y no dudare
en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice,
lo que dijere le será hecho.
24 Por tanto os digo, que todo lo que orando pidiereis,
creed que lo recibiréis, y os vendrá.
25 Y cuando estuviereis orando, perdonád, si tenéis
algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en
los cielos, os perdone á vosotros vuestras ofensas.
2t> Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro
Padre que está en los cielos, os perdonará vuestras ofensas.
27 Y volvieron á Jerusalem ; y andando él por el
templo, vienen á él los príncipes de los sacerdotes, y los
escribas, y los ancianos,
28 Y le dicen : ¿ Con qué facultad haces estas cosas,
y quién te ha dado esta facultad para hacer estas cosas?
29 Y Jesús entonces respondiendo, les dice : Pregun-
taros he también yo una palabra, y respondadme, y os
diré con que facultad hago estas cosas.
30 ¿ El bautismo de Juan, era del cielo, ó de los hom-
bres? Respondadme.
31 Entónces ellos pensaron dentro de sí, diciendo : Si
dijéremos : Del cielo, dirá : ¿ Por qué pues no le ( reisteis ?
32 Y si dijéremos: De los hombres, tememos al
pueblo ; porque todos tenían de Juan, que verdadera-
mente era profeta.
G
9,8
SAN MARCOS
33 Y respondiendo, dicen á Jesús : No sabemos. En-
tonces respondiendo Jesús, les dice : Tampoco yo os diré
con que facultad hago estas cosas.
CAPITULO XII.
COMENZÓ á hablarles por parábolas : Plantó un
Y hombre una viña, y la cercó con seto, y le hizo un
foso, y edificó una torre, y la arrendó á labradores,
y se partió lejos.
2 Y envió un siervo á los labradores, al tiempo, para
que tomase de los labradores del fruto de la viña :
3 Mas ellos tomándofe le hirieron, y le enviaron vacío.
4 Y volvió á enviarles otro siervo ; mas ellos apedreán-
dole, le hirieron en la cabeza, y volvieron á enviar/e
afrentado.
5 Y volvió á enviar otro, y á aquel mataron ; y á otros
muchos, hiriendo á unos y matando á otros.
6 Teniendo, pues, aun un hijo suyo muy amado, le
envió también á ellos el postrero, diciendo : Porque
tendrán en reverencia á mi hijo.
7 Mas aquellos labradores dijeron entre sí : Este es el
heredero, venid, matémosle, y la heredad será nuestra.
8 Y prendiéndole, le mataron, y echaron fuera de la
viña.
9 ¿ Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y
destruirá á estos labradores, y dará su viña á otros.
10 ¿ Ni aun esta Escritura habéis leido : La piedra que
desecharon los que edificaban, esta es puesta por cabeza
de la esquina :
11 Por el Señor es hecho esto, y es cosa maravillosa
en nuestros ojos ?
VI Y procuraban prenderle ; mas temian á la multi-
tud, porque entendían que decia contra ellos aquella
parábola ; y dejándole se fueron.
13 Y envían á él algunos de los Fariseos y de los
Herodianos, para que le tomasen en alguna palabra.
14 Y viniendo ellos, le dicen : Maestro, ya sabemos
que eres hombre de verdad ; y no te cuidas de nadie ;
porque no miras á la apariencia de hombres, ántes con
verdad enseñas el camino de Dios. ¿ Es lícito dar tributo
á César, ó no ?
SAN MARCOS
99
15 ¿Daremos, ó no daremos? Entonces él como en-
tendía la hipocresía de ellos, les dijo : ¿ Por qué me ten-
táis? Traédme un denario para que lo vea.
16 Y ellos se lo trajeron ; y les dice : ¿ Cuya es esta
imagen, y esta inscripción ? Y ellos le dijeron : De César.
17 Y respondiendo Jesús, les dijo : Pagad lo que es de
César, á César ; y lo que es de Dios, á Dios. Y se mara-
villaron de ello.
18 Entonces vienen á él los Saduceos, que dicen que
no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo :
19 Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de
alguno muriese, y dejase mujer, y no dejase hijos, que
su hermano tome su mujer, y despierte simiente á su
hermano.
20 Fueron, pues, siete hermanos ; y el primero tomó
mujer ; y muriendo, no dejó simiente.
21 Y la tomó el segundo, y murió ; y ni aquel tam-
poco dejó simiente ; y el tercero, de la misma manera.
22 Y la tomaron los siete ; y tampoco dejaron simi-
ente : á la postre murió también la mujer.
23 En la resurrección, pues, cuando resucitaren,
¿ muger de cuál de ellos será ? porque los siete la tuvieron
por mujer.
24 Entonces respondiendo Jesús, les dice : ¿ Xo erráis
por eso, porque no sabéis las Escrituras, ni el poder de
Dios ?
25 Porque cuando resucitarán de los muertos, no se
casan, ni se dan en matrimonio ; mas son como los
ángeles que están en los cielos.
26 Y de los muertos que hayan de resucitar, ¿ no
habéis leído en el libro de Moisés, como le habló Dios en
el zarzal, diciendo : Yo soy el Dios de Abraham, y el
Dios de Isaac, y el Dios de Jacob ?
27 No es Dios de muertos, sino Dios de vivos : así que
vosotros erráis mucho.
28 Y llegándose uno de los escribas, que los había oído
disputar, y sabia que les habia respondido bien, le pre-
guntó : ¿ Cuál es el más principal mandamiento de todos?
29 Y Jesús le respondió : El más principal manda-
miento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios,
el Señor, uno es.
30 Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón.
100
SAN MARCOS
y de toda tu alma, y de todo tu entendimiento, y de
todas tus fuerzas : este es el más principal mandamiento.
31 Y el segundo es semejante á él : Amarás á tu pró-
jimo, como á tí mismo. No hay otro mandamiento
mayor que estos.
32 Entonces el escriba le dijo : Bien, Maestro, verdad
has dicho, porque uno es Dios, y no hay otro fuera de él ;
33 Y amarle de todo corazón, y de todo entendimiento,
y de toda el alma, y de todas las fuerzas, y amar al pró-
jimo como á sí mismo, más es que todos los holocaustos
y sacrificios.
31 Jesús entonces viendo que había respondido sabia-
mente, le dijo : No estás léjos del reino de Dios. Y
ninguno le osaba ya preguntar.
35 Y respondiendo Jesús decia, enseñando en el tem-
plo : ¿ Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de
David ?
36 Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo :
Dijo el Señor á mi Señor : Asiéntate á mi diestra, hasta
que ponga tus enemigos por estrado de tus piés.
37 Luego llamándole el mismo David Señor, ¿de
dónde pues es su hijo ? Y la grande multitud le oia de
buena gana.
38 Y les decia en su doctrina : Guardáos de los escri-
bas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salu-
taciones en las plazas,
39 Y las primeras sillas en las sinagogas, y los pri-
meros asientos en las cenas :
40 Que devoran las casas de las viudas, y ponen de-
lante que hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor
condenación.
41 Y estando sentado Jesús delante del arca de las
ofrendas, miraba como el pueblo echaba dinero en el
arca ; y muchos ricos echaban mucho.
42 Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas que es
un maravedí.
43 Entonces llamando á sus discípulos, les dice : De
cierto os digo, que esta viuda pobre echó más que todos
los que han echado en el arca ;
44 Porque todos ellos han echado de lo que les sobra ;
mas esta de su pobreza echó todo lo que tenia, todo su
sustento.
SAN MARCOS
101
CAPITULO XIII.
Y SALIENDO del templo le dice uno de sus discípulos :
Maestro, mira qué piedras, y qué edificios:
2 Y Jesús respondiendo, le dijo : ¿ Ves estos
grandes edificios? no quedará piedra sobre piedra que
no sea derribada.
3 Y sentándose en el monte de las Olivas delante del
templo, le preguntaron aparte Pedro, y Santiago, y
Juan, y Andrés :
4 Di nos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿y qué señal
habrá cuando todas las cosas han de ser acabadas?
5 Y Jesús respondiéndoles, comenzó á decir : Mirad
que nadie os engañe :
tí Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo :
Yo soy el Cristo ; y engañarán á muchos.
7 Mas cuando oyereis de guerras, y de rumores de
guerras, no os turbéis ; porque es menester que suceda
así, mas aun no será el fin.
8 Porque nación se levantará contra nación, y reino
contra reino ; y habrá terremotos por los lugares, y
habrá hambres, y alborotos : principios de dolores serán
estos.
0 Mas vosotros mirad por vosotros; porque os entre-
garán á los concilios ; y en las sinagogas seréis azotados ;
y delante de presidentes y de reyes seréis llamados por
causa de mí, por testimonio contra ellos.
10 Y en todas las naciones es menester que el evan-
gelio sea predicado ántes.
11 Y cuando os llevaren entregándoos, no premeditéis
que habéis de decir, ni lo penséis ; mas lo que os fuere
dado en aquella hora, eso hablad ; porque no sois voso-
tros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
12 Y entregará á la muerte el hermano al hermano, y
el padre al hijo ; y se levantarán los hijos contra los
padres, y los liarán morir.
13 Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre ; mas
el que perseverare hasta el fin, este será salvo.
14 Empero cuando viereis la abominación de asola-
miento, de (pie habló el profeta Daniel, que estará
donde no debe, (el que lee, entienda.) entonces los que
estuvieren en Judea huyan á los montes ;
102
SAN MARCOS
15 Y el que estuviere sobre la casa, no descienda á la
casa, ni entre para tomar algo de su casa ;
16 Y el que estuviere en el campo, no torne atrás, ni
aun á tomar su capa.
17 Mas ¡ ay de las preñadas, y de las que criaren en
aquellos dias !
18 Orád pues que no acontezca vuestra huida en
invierno.
19 Porque en aquellos dias habrá aflicción, cual nunca
fué desde el principio de la creación de las cosas que creó
Dios, hasta este tiempo, ni habrá jamas.
20 Y si el Señor no hubiese acortado aquellos dias,
ninguna carne se salvaría ; mas por causa de los escogi-
dos, que él escogió, acortó aquellos dias.
21 Y entonces si alguno os dijere : He aquí, aquí está
el Cristo ; ó he aquí, allí está, no le creáis ;
22 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas ;
y darán señales y prodigios, para engañar, si se pudiese
hacer, aun á los escogidos.
23 Mas vosotros mirád : he aquí, os lo he dicho antes
todo.
21 Empero en aquellos dias, después de aquella aflic-
ción, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor.
25 Y las estrallas caerán del cielo, y las virtudes que
están en los cielos serán conmovidas.
26 Y entónces verán al Hijo del hombre, que vendrá
en las nubes con grande poder y gloria.
27 Y entónces enviará sus ángeles, y juntará sus es-
cogidos de los cuatro vientos, desde el un cabo de la
tierra hasta el cabo del cielo.
28 De la higuera aprendéd la semejanza : Cuando su
rama ya se hace tierna, y brota hojas, conocéis que el
verano está cerca.
29 Así también vosotros cuando viereis hacerse estas
cosas, conocéd que está cerca á las puertas.
30 De cierto os digo, que no pasará está generación
sin que todas estas cosas sean hechas.
31 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras nunca
pasarán.
32 Empero de aquel dia, y de la hora, nadie sabe, ni
aun los ángeles que están en el cielo, ni el mismo Hijo,
sino el Padre.
SAN MARCOS
103
33 Mirad, velád, y orad ; porque no sabéis cuando
será el tiempo.
34 Porque el Hijo del hombre es como el hombre que
partiéndose lejos, dejó su casa, y dió' ¡i sus siervos su
hacienda, y á cada uno cargo, y al portero mandó que
velase.
35 Velád pues, porque no sabéis cuando el señor de la
casa vendrá ; á la tarde, ó á la media noche, ó al canto
del gallo, ó á la mañana :
3G Porque cuando viniere de repente, no os halle
durmiendo.
37 Y las cosas que á vosotros digo, á todos las digo :
Velád.
ERA la páscua, y los (lias de los panes sin levadura
dos dias después ; y procuraban los príncipes de los
sacerdotes y los escribas como le prenderian por
engaño, y le matarían.
2 Mas decían : No en el dia de la fiesta porque no se
haga alboroto del pueblo.
3 Y estando él en Betania en casa de Simón el leproso,
y sentado á la mesa, vino una mujer teniendo un vaso
de alabastro de ungüento de nardo puro de mucho precio,
y quebrando el alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dije-
ron : ¿ Para qué se ha hecho este desperdicio de ungüento ?
5 Porque podia esto ser vendido por más de trescientos
denarios, y darse á los pobres. Y bramaban contra ella.
6 Mas Jesús dijo: Dejadla : ¿por qué la molestáis?
buena obra me ha hecho.
7 Porque siempre tenéis los pobres con vosotros, y
cuando quisiereis, les podéis hacer bien; mas á mí no
siempre me tenéis.
S Esta, lo que pudo, hizo : se ha anticipado á ungir
mi cuerpo para la sepultura.
9 De cierto os digo, que donde quiera que fuere predi-
cado este evangelio en todo el mundo, también esto que
ha hecho esta, será dicho para memoria de ella.
10 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fué á los
príncipes de los sacerdotes, para entregársele.
CAPITULO XIV.
104
SAN MARCOS
11 Y ellos oyéndote se holgaron, y prometieron que le
darían dineros. Y buscaba oportunidad como le en-
tregaría. .? ' í
12 \ el primer día de la fiesta de los panes sin leva-
dura, cuando sacrificaban la pascua, sus discípulos le
dicen: ¿Dónde quieres que vayamos á prepararte, para
que comas la pascua?
13 Y envia dos de sus discípulos, y les dice : Id á la
ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro
de agua, seguidle ;
14 Y donde entrare, decid al señor de la casa : El
Maestro dice : ¿ Dónde está el aposento donde tengo de
comer la páscua con mis discípulos ?
15 Y él os mostrará un gran cenadero aparejado,
aderezad para nosotros allí.
16 Y fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y
hallaron como les habia dicho, y aderezaron la páscua.
17 Y llegada la tarde, vino con los doce.
18 Y como se sentaron á la mesa, y comiesen, dice
Jesús : De cierto os digo, que uno de vosotros, que come
conmigo, me ha de entregar.
19 Entonces ellos comenzaron á entristecerse, y á
decirle cada uno por sí : ¿Seré yo? y el otro : ¿Seré yo?
20 Y él respondiendo, les dijo : Es uno de los doce,
que moja conmigo en el plato.
21 A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él
escrito ; mas ¡ áy de aquel hombre por quien el Hijo del
hombre es entregado ! Bueno le fuera, si no hubiera
nacido el tal hombre.
22 Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y ben-
diciendo lo rompió, y les dió, y dijo : Tomad, coméd,
este es mi cuerpo.
23 Y tomando la copa, habiendo dado gracias, les dió ;
y bebieron de ella todos.
24 Y les dice : Esta es mi sangre del nuevo testamento,
que por muchos es derramada.
25 De cierto os digo, que no beberé más del fruto de
la vid hasta aquel dia, cuando lo beberé nuevo en el
reino de Dios.
26 Y como hubieron cantado un himno, se salieron al
monte de las Olivas.
27 Jesús entonces les dice : Todos seréis escandalizados
SAN MARCOS
105
en mí esta noche, porque escrito está : Heriré al pastor,
y serán dispersas las ovejas.
2S Mas después que haya resucitado, iré delante de
vosotros á Galilea.
2'.» Entonces Pedro le dijo : Aunque todos sean escan-
dalizados, mas no yo.
30 Y le dice Jesús : De cierto te digo, que tú, hoy, en
esta misma noche, ántes que el gallo haya cantado dos
veces, me negarás tres veces.
31 Mas él con más vehemencia decia : Si me fuere
menester morir contigo, no te negaré. También todos
decían lo mismo.
32 Y vienen al lugar que se llama Getsemaní, y dice á
sus discípulos : Sentaos aquí, entre tanto que oro.
33 Y toma consigo á Pedro, y á Santiago, y á Juan,
y comenzó á atemorizarse, y á angustiarse en gran
manera.
34 Y les dice : Del todo está triste mi alma hasta la
muerte : esperad aquí, y velád.
35 Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra,
y oró, que si fuese posible, pasase de él aquella hora ;
36 Y dijo : Abba, Padre, todas las cosas son á tí po-
sibles ; aparta de mi esta copa ; empero no lo que yo
quiero, sino lo que tú.
37 Y vino, y los halló durmiendo ; y dice á Pedro :
¿ Simón, duermes ? ¿No has podido velar una hora ?
38 Velád, y orad, para que no entréis en tentación : el
espíritu á la verdad está presto, mas la carne enferma.
30 Y volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras.
40 Y vuelto, los halló otra vez durmiendo ; porque
los ojos de ellos estaban cargados, y no sabían que
responderle.
41 Y vino la tercera vez, y les dice : Dormid ya. y
descansad. Basta : la hora es venida : he aquí, el Hijo
del hombre es entregado en manos de pecadores.
42 Levantáos, vamos : he aquí, el que me entrega
está cerca.
43 Y luego, aun hablando él. vino Júdas, que era uno
de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos,
de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los
escribas, y de los ancianos.
44 Y el que le entregaba les había dado una señal,
106
SAN MARCOS
diciendo : Al que yo besare, aquel es : prendédle, y
llevád/p seguramente.
45 Y como vino, se llegó luego á él, y le dice : Maestro,
Maestro, y le besó.
46 Entonces ellos echaron en él sus manos, y le
prendieron.
47 Y uno de los que estaban allí, sacando la espada,
hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.
48 Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Cómo á ladrón,
habéis salido con espadas y con palos á tomarme?
49 Cada dia estaba con vosotros enseñando en el
templo, y no me tomasteis. Mas es así para que se
cumplan las Escrituras.
50 Entonces dejándole todos sus discípulos huyeron.
51 Empero un mancebo le seguia cubierto de una
sábana sobre el cuerpo desnudo ; y los mancebos le
prendieron.
52 Mas él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo.
53 Y trajeron á Jesús al sumo sacerdote ; y se jun-
taron á él todos los príncipes de los sacerdotes, y los
ancianos, y los escribas.
54 Pedro empero le siguió de léjos hasta dentro del
palacio del sumo sacerdote ; y estaba sentado con los
criados, y calentándose al fuego.
55 Y los príncipes de los sacerdotes, y todo el concilio,
buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle á la
muerte ; mas no hallaban.
56 Porque muchos decian falso testimonio contra él ;
mas sus testimonios no concertaban.
57 Entonces levantándose unos, dieron falso testi-
monio contra él, diciendo :
58 Nosotros le hemos oido decir : Yo derribaré este
templo, que es hecho de manos, y en tres dias edificaré
otro hecho sin manos.
59 Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.
60 El sumo sacerdote entonces, levantándose en medio,
preguntó á Jesús, diciendo : ¿No respondes algo? ¿Qué
atestiguan estos contra tí ?
61 Mas él callaba, y nada respondió. El sumo sacer-
dote le volvió á preguntar, y le dice : ¿ Eres tú el Cristo,
el Hijo del Bendito ?
62 Y Jesús le dijo : Yo soy ; y veréis al Hijo del hom-
SAN MARCOS
107
bre asentado á la diestra del poder de Dios, y que viene
en las nubes del cielo.
63 Entonces el sumo sacerdote, rompiendo sus vestidos,
dijo : ¿Qué más tenemos necesidad de testigos?
64 Oido habéis la blasfemia : ¿Qué os parece? Y ellos
todos le condenaron ser culpado de muerte.
65 Y algunos comenzaron á escupir en él, y á cubrir
su rostro, y á darle bofetadas, y decirle : Profetiza. Y
los criados le herían de bofetadas.
66 Y estando Pedro en el palacio abajo, vino una de
las criadas del sumo sacerdote ;
67 Y como vió á Pedro que se calentaba, mirándole,
dice : Y tú con Jesús el Nazareno estabas.
68 Mas él negó, diciendo : No le conozco, ni sé lo que
te dices. Y se salió fuera á la entrada, y cantó el gallo.
69 Y la criada viéndole otra vez, comenzó á decir á
los que estaban allí : Este es uno de ellos.
70 Mas él negó otra vez. Y poco después otra vez los
que estaban allí, dijeron á Pedro : Verdaderamente tú eres
de ellos ; porque eres Galileo, y tu habla es semejante.
71 Y él comenzó á echarse maldiciones y á jurar,
diciendo : Xo conozco á ese hombre de que habláis.
72 Y el gallo cantó la segunda vez ; y Pedro se acordó
de las palabras que Jesús le había dicho : Ántes que el
gallo cante dos veces, me negarás tres veces ; y comenzó
á llorar.
LUEGO por la mañana, hecho consejo, los sumos
sacerdotes con los ancianos, y con los escribas, y
con todo el concilio, trajeron á Jesús atado, y le
entregaron á Pilato.
2 Y le preguntó Pilato : ¿Eres tú el Eey de los Judíos ?
Y respondiendo él, le dijo : Tú lo dices.
3 Y le acusaban los príncipes de los sacerdotes de
muchas cosas.
4 Y le preguntó otra vez Pilato, diciendo : ¿ No res-
pondes algo ? Mira cuan muchas cosas atestiguan
contra tí.
5 Mns Jesús ni aun con eso respondió, de manera que
Pilato se maravillaba.
CAPITULO XV.
108
SAN MARCOS
6 Empero en el día de la fiesta les soltaba un preso,
cualquiera que pidiesen.
7 Y había uno que se llamaba Barrabas, preso con sus
compañeros de la revuelta, que en una revuelta habían
hecho una muerte.
8 Y la multitud, dando voces, comenzó á pedir que les
hiciese como siempre les habia hecho.
9 Y Pilato les respondió, diciendo : ¿ Queréis que os
suelte al Rey de los Judíos '?
10 Porque conocia que por envidia le habían entregado
los príncipes de los sacerdotes.
11 Mas los príncipes de los sacerdotes incitaron á la
multitud, que les soltase antes á Barrabas.
12 Y respondiendo Pilato, les dice otra vez : ¿ Qué pues
queréis que haga de él que llamáis Rey de los Judíos?
13 Y ellos volvieron á dar voces : Crucifícale.
14 Mas Pilato les decia : ¿ Pues, qué mal ha hecho ?
Y ellos daban mayores voces : Crucifícale.
15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó
á Barrabas, y entregó á Jesús, azotado, para que fuese
crucificado.
16 Entónces los soldados le llevaron dentro de la sala,
es á saber, á la audiencia ; y convocan toda la cuadrilla,
17 Y le visten de púrpura, y le ponen una corona
tejida de espinas ;
18 Y comenzaron á saludarle, y decir : Tengas gozo,
Rey de los Judíos.
19 Y le herían su cabeza con una caña, y escupían en
él, y le hacia n reverencia hincadas las rodillas.
20 Y después que le hubieron escarnecido, le desnu-
daron de la púrpura, y le vistieron sus propios vestidos ;
y le sacan para crucificarle.
21 Y cargaron á uno que pasaba, (Simón Cireneo
padre de Alejandro y de Rufo, que venia del campo,)
para, que llevase su cruz.
22 Y lo llevan al lugar de Gólgota, que interpretado
quiere decir, lugar de la Calavera.
2:! Y le dieron á beber vinomezclado con mirra ; mas
él no lo tomó.
24 Y cuando le hubieron crucificado, repartieron
sus vestidos, echando suertes sobre ellos, qué llevaría
cada uno.
BA.N MARCOS
109
25 Y era la hora de tercia cuando le crucificaron.
26 Y el título escrito de su causa era, EL REY DE
LOS JUDÍOS.
27 Y crucificaron con él dos ladrones, uno á su mano
derecha, y otro á su mano izquierda.
28 Y se cumplió La Escritura que dice : Y' con los
inicuos fué contado.
29 Y los que pasaban le denostaban, meneando la
cabeza, y diciendo : ¡ Ah ! que derribas el templo de
Dios, y en tres dias lo edificas :
30 Sálvate á tí mismo, y desciende de la cruz.
31 Y de esta manera también los príncipes de los
sacerdotes escarneciendo, decían unos ú otros, con los
escribas : A otros salvó, á sí mismo no puede salvar.
32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz
para que veamos y creamos. También los que estaban
crucificados con él, le denostaban.
33 Y r cuando vino la hora de sexta, fueron hechas
tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora de nona.
34 Y á la hora de nona exclamó Jesús á gran voz,
diciendo : ¿ Eloí, Eloí, lamina sabachthani ? que inter-
pretado, quiere decir : Dios mió, Dios mió, ¿ por qué
me has desamparado ?
35 Y' oyéndo/o unos de los que estaban allí, decian :
He aquí, á Elias llama.
30 Y corrió uno, é hinchiendo de vinagre una esponja,
y poniéndo/rt en una caña, le dió de beber, diciendo :
Dejad, veamos si vendrá Elias á quitarle.
37 Mas Jesús, dando una grande voz. espiró.
38 Entonces el velo del templóse partió en dos de alto
a bajo.
39 Y el centurión, que estaba delante de él, viendo
que había espirado así clamando, dijo : Verdaderamente
este hombre era el Hijo de Dios.
4(> Y también estaban algunas mujeres mirando de
lejos : entre las cuales era María Magdalena, y María
madre de Santiago el menor y de Joses, y Salomé ;
41 Las cuales, estando aun él en Galilea le seguían, y
le servían ; y otras muchas que juntamente con él habían
subido á Jerusalem.
42 Y cuando fué la tarde, porque era la preparación,
esto es, la víspera del sábado,
110
SAN MARCOS
43 José de Arimatea, senador noble, que también él
esperaba el reino de Dios, vino, y osadamente entró á
Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
44 Y Pilato se maravilló, si ya fuese muerto ; y haci-
endo venir al centurión, le preguntó, si era ya muerto.
45 Y como lo entendió del centurión, dió el cuerpo á
46 El cual compró una sábana, y quitándole, le en-
volvió en la sábana, y le puso en un sepulcro labrado en
una roca ; y revolvió una piedra á la puerta del sepulcro.
47 Y María Magdalena, y María madre de Joses,
miraban donde le ponían.
COMO pasó el sábado, María Magdalena, y María
madre de Santiago, y Salomé, compraron drogas
aromáticas, para venir á ungirle.
2 Y muy de mañana, el primer dia de la semana,
vienen al sepulcro, ya salido el sol.
3 Y decían entre sí : ¿ Quién nos revolverá la piedra
de la puerta del sepulcro?
4 Y como miraron, ven la piedra revuelta ; porque
era grande.
5 Y entradas en el sepulcro, vieron un mancebo sen-
tado á la mano derecha cubierto de una ropa larga y
blanca ; y se espantaron.
6 Mas él les dice : No tengáis miedo : buscáis á Jesús
Nazareno, que fué crucificado : resucitado ha, no está
aquí : he aquí el lugar donde le pusieron.
7 Mas id, decid á sus discípulos y á Pedro, que él va
ántes que vosotros á Galilea : allí lá veréis, como os dijo.
8 Y ellas se fueron huyendo prestamente del sepulcro ;
porque las habia tomado temblor y espantó ; ni decían
nada á nadie ; porque tenian miedo.
9 Mas como Jesús resucitó por la mañana, el primer
dia de la semana, apareció primeramente á María. Mag-
dalena, de la cual habia echado siete demonios.
10 Y yendo ella, lo hizo saber á los que habían estado
con él, que estaban tristes y llorando.
11 Y ellos como oyeron que vivia, y que habia sido
visto de ella, no lo creyeron.
CAPITULO XVI.
SAN LUCAS
111
12 .Mas después apareció en otra forma á dos de ellos
que iban caminando, yendo al campo.
13 Y ellos fueron, y lo hicieron saber á los otros ; mas
ni aun á ellos creyeron.
14 Posteriormente se apareció á los once, estando
sentados á la mesa ; y les zahirió su incredulidad y la
dureza de corazón, que no hubiesen creído á los que le
habían visto resucitado.
15 Y les (.lijo : Id por todo el mundo, y predicad el
evangelio á toda criatura.
16 El que creyere, y fuere bautizado, será salvo ; mas
el que no creyere, será condenado.
17 Y estas señales seguirán á toa que creyeren : En mi
nombre echarán fuera demonios : hablarán nuevas
lenguas :
1S Alzarán serpientes ; y si bebieren cosa mortífera,
no les dañará : sobre los enfermos pondrán las manos, y
sanarán.
19 Y el Señor, después que les habló, fué recibido
arriba en el cielo, y se asentó á la diestra de Dios.
20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes,
obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con
las señales que se seguían. Amen.
SAN LÚCAS
CAPITULO I.
ABIEXDO muchos tentado á poner en orden la his-
toria de las cosas que entre nosotros han sido del
todo certificadas,
2 Como nos las enseñaron los que desde el principio
fueron testigos de vista, y ministros de la palabra :
3 Háme parecido bueno también á mí, después
de haber entendido todas las cosas desde el principio
con diligencia, escribirte/as por orden, oh muy buen
Teófilo,
112
SAN LUCAS
4 Para que conozcas la verdad de las cosas, en las
cuales has sido enseñado.
5 TT UBO en los días de Heródes rey de Judea, un
|~~| sacerdote llamado Zacarías, de la clase de
Abías ; y su mujer era de las hijas de Aaron,
llamada Elisabet.
6 Y eran ámbos justos delante de Dios, andando en todos
los mandamientos y estatutos del Señor sin reprensión.
7 Y no tenían hijo ; porque Elisabet era estéril, y
ámbos eran ya avanzados en sus días.
8 Y aconteció, que administrando Zacarías el sacer-
docio delante de Dios en el orden de su clase,
9 Conforme á la costumbre del sacerdocio, salió en
suerte á quemar incienso, entrando en el templo del
Señor.
10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando
á la hora del incienso.
11 Y le apareció el ángel del Señor que estaba á la
mano derecha del altar del incienso.
12 Y se turbó Zacarías viéndote, y cayó temor sobre él.
13 Mas el ángel le dijo : Zacarías, no temas ; porque
tu oración ha sido oida ; y tu mujer Elisabet te parirá
un hijo, y llamarás su nombre Juan ;
14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de
su nacimiento ;
15 Porque será grande delante de Dios ; y no beberá
vino ni sidra ; y será lleno del Espíritu Santo aun desde
el vientre de su madre.
16 Y á muchos de los hijos de Israel convertirá al
Señor Dios.de ellos ;
17 Porque él irá delante de él con el espíritu y virtud
de Elias, para convertir los corazones de los padres á los
hijos, y los rebeldes á la prudencia de los justos, para
aparejar al Señor pueblo perfecto.
18 Y dijo Zacarías al ángel : ¿ En qué conoceré esto?
porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días.
19 Y respondiendo el ángel, le dijo : Yo soy Gabriel,
que estoy delante de Dios ; y soy enviado á hablarte, y
á darte estas buenas nuevas.
20 Y he aquí, serás mudo, y no podrás hablar, hasta
el dia que esto sea hecho ; por cuanto no creíste á mis
palabras, las cuales se cumplir;' ' ,u tiempo.
SAN LUCAS
113
21 Y el pueblo estaba esperando á Zacarías, y se
maravillaban que él se tardase tanto en el templo.
22 Y saliendo, no les podía hablar ; y entendieron que
había visto visión en el templo ; y él les hablaba por señas ;
y quedó mudo.
23 Y fué, (pie cumplidos los dias de su ministerio, se
vino a su casa.
24 Y después de aquellos dias concibió su muger
Elisabet, y se escondió por cinco meses, diciendo :
25 Porque el Señor me hizo esto en los dias en que
miró para quitar mi afrenta entre los hombres.
26 Y al sexto mes el ángel Gabriel fué enviado de Dios
á una ciudad de Galilea, que se llama Nazaret,
27 A una virgen desposada con un varón que se
llamaba José de la casa de David ; y el nombre de la
vi rúen era María.
28 Y entrando el ángel á donde estaba ella, dijo : Ten-
gas gozo, altamente favorecida, el Señor es contigo : ben-
dita tú entre las mujeres.
29 Mas ella, como le vió, se turbó de su hablar ; y
pensaba que salutación fuese esta.
30 Entonces el ángel le dijo : María, no temas, porque
has hallado gracia delante de Dios.
31 Y he aquí, que concibirás en el vientre, y parirás
un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
32 Este será grande, é Hijo del Altísimo será llamado,
y le dará el Señor Dios el trono de David su padre ;
33 Y reinará en la casa de Jacob eternamente, y de
su reino no habrá cabo.
34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto?
porque no conozco varón.
.'ió Y respondiendo el ángel, le dijo : El Espíritu Santo
vendrá sol>re tí, y la virtud del Altísimo te hará sombra ;
por lo cual también lo Santo que de tí nacerá, será
llamado Hijo de Dios.
36 Y, he aquí, Elisabet tu parienta, también ella ha
concebido un hijo en su vejez ; y este es el sexto mes á
ella que era llamada íh estéril ;
37 Porque ninguna cosa es imposible para Dios.
38 Entonces María dijo : He aquí la sierva del Señor,
hágase en mí conforme á tu palabra. Y el ángel se
partió de ella.
H
114
SAN LUCAS
39 En aquellos dias levantándose María, fué á la ser-
ranía con priesa á una ciudad de Judá.
40 Y entró en casa de Zacarías, y saludó á Elisabet.
41 Y aconteció, que como oyó Elisabet la salutación
de María, la criatura saltó en su vientre ; y Elisabet fué
llena de Espíritu Santo,
42 Y exclamó á gran voz, y dijo : Bendita tú entre las
mugeres, y bendito el fruto de tu vientre.
43 ¿ Y de dónde esto á mí, que venga la madre de mi
Señor á mi ?
44 Porque he aquí, que como llegó la voz de tu salu-
tación á mis oidos, la criatura saltó de alegría en mi
•vientre.
45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cum-
plirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor.
46 Entonces María dijo : Engrandece mi alma al
«Señor :
47 Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador.
48 Porque miró á la bajeza de su sierva ; porque, he
aquí, desde ahora me llamarán bienaventurada todas las
generaciones.
49 Porque me ha hecho grandes cosas el poderoso ; y
santo es su nombre,
50 Y su misericordia es de generación á generación á
los que le temen.
51 Hizo valentía con su brazo : esparció los soberbios
en el pensamiento de su corazón.
52 Quitó los poderosos de los tronos, y levantó á los
humildes.
53 Á los hambrientos hinchió de bienes ; y á los ricos
envió vacíos.
54 Socorrió á Israel su siervo, acordándose de su
misericordia,
55 Como habló á nuestros Padres, á Abraham y á su
simiente para siempre.
56 Y se quedó María con ella como tres meses ; y se
volvió á su casa.
57 Y á Elisabet se le cumplió el tiempo de parir, y
parió un hijo.
58 Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había
hecho grande misericordia con ella, y se alegraron con ella.
59 Y aconteció, que al octavo dia vinieron para cir-
SAN LÚCAS
115
cum ular a] niño, y le llamaban del nombre de su padre,
Zacarías.
60 Y respondiendo su madre, dijo : No ; sino Juan
será llamado.
61 Y le dijeron : ¿ Por qué ? nadie hay en tu parentela
que se llame por este nombre.
62 Y hablaron por señas á su padre, como le quería
llamar.
63 Y demandando la tablilla, escribió, diciendo : Juan
es su nombre. Y todos se maravillaron.
64 Y luego fué abierta su boca, y suelta su lengua, y
habló bendiciendo á Dios.
65 Y vino un temor sobre todos los vecinos de ellos ;
y en toda la serranía de Judea fueron divulgadas todas
estas cosas.
66 Y todos los que las oían, las guardaban en su cora-
zón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano del
Señor era con él.
67 Y Zacarías su padre fué lleno de Espíritu Santo, y
profetizó, diciendo :
68 Bendito el Señor Dios de Israel, que visitó, é hizo
redención á su pueblo.
69 Y nos enhestó el cuerno de salud en la casa de
David su siervo.
70 Como habló por boca de sus santos profetas, que
fueron desde el principio :
71 Salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos
los que nos aborrecieron :
72 Para hacer misericordia con nuestros padres, y
acordarse de su santo concierto :
73 Del juramento que juró á Abraham nuestro padre,
74 Que nos daria él : que libertados de las manos de
nuestros enemigos, le serviríamos sin temor,
75 En santidad y justicia delante de él, todos los dias
de nuestra vida.
76 Tú, empero, ó ! niño, profeta del Altísimo serás
llamado ; porque irás delante de la faz del Señor, para
aparejar sus caminos :
77 Dando ciencia de salvación á su pueblo para re-
misión de sus pecados :
78 Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios,
con que nos visitó de lo alto el oriente,
116
SAN LUCAS
79 Para dar luz á los que habitan en tinieblas y en
sombra de muerte ; para encaminar nuestros piés por
camino de paz.
80 Y el niño crecia, y era confortado en espíritu, y
estuvo en los desiertos hasta el dia que se mostró á
Israel.
CAPITULO IL
TT ACONTECIÓ en aquellos dias, que salió un edicto
1 de parte de Augusto César, para que toda la tierra
fuese empadronada.
2 Este empadronamiento primero fué hecho, siendo
presidente de la Siria Cirenio.
3 É iban todos para ser empadronados cada uno á su
ciudad.
4 Y subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, á
Judea, á la ciudad de David, que se llama Belén, por
cuanto era de la casa y familia de David ;
5 Para ser empadronado, con María su mujer despo-
sada con él, la cual estaba preñada.
6 Y aconteció, que estando ellos allí, los dias en que
ella habia de parir se cumplieron.
7 Y parió á su hijo primogénito, y le envolvió en
pañales, y le acostó en el pesebre ; porque no habia
lugar para ellos en el mesón.
8 Y habia pastores en la misma tierra, que velaban,
y guardaban las velas de la noche sobre su ganado.
9 Y, he aquí, el ángel del Señor vino sobre ellos ; y
la claridad de Dios los cercó de resplandor de todas
partes, y tuvieron gran temor.
10 Mas el ángel les dijo : No temáis, porque, he aquí,
os doy nuevas de gran gozo, que será á todo el pueblo :
11 Que os es nacido hoy Salvador, que es el Señor, el
Cristo, en la ciudad de David.
12 Y esto os será por señal : hallaréis al niño envuelto
en pañales, echado en el pesebre.
13 Y repentinamente apareció con el ángel multitud
de ejércitos celestiales, que alababan á Dios, y decian :
14 Gloria en las alturas á Dios, y en la tierra paz, y á
los hombres buena voluntad.
15 Y aconteció, que como los ángeles se fueron de
SAN LUCAS
117
ellos al cielo, los pastores dijeron los unos á los otros :
Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos este negocio que
ha hecho. Dios, y nos ha mostrado.
16 Y vinieron apriesa, y hallaron á María, y á José, y
al niño acostado en el pesehre.
17 Y viéndolo, hicieron notorio lo que les hahia sido
dicho del niño.
18 Y todos los que lo oyeron, se maravillaron de lo que
los pastores les decían.
10 Mas María guardaba todas estas cosas confiriéndo/as
en su corazón.
20 Y se volvieron los pastores glorificando y alabando
á Dios por todas las cosas que habían oido y visto, como
les había sido dicho.
21 Y pasados los ocho dias para circuncidar al niño,
llamaron su nombre Jesús, el cual fué así llamado por
el ángel antes que él fuese concebido en el vientre.
22 Y como se cumplieron los dias de la purificación
de María conforme á la ley de Moisés, le trajeron á
Jerusalem para presentar/e al Señor,
23 (Como está escrito en la ley del Señor : Todo varón
que atiriere la matriz, será llamado santo al Señor ;)
2-4 Y para dar la ofrenda, conforme á lo que está
dicho en la ley del Señor, un par de tórtolas, ó dos
palominos.
25 Y, he aquí, habia un hombre en Jerusalem llamado
Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba ¡a
consolación de Israel ; y el Espíritu Santo era sobre él.
26 Y habia recibido respuesta del Espíritu Santo, que
no veria la muerte ántes que viese al Cristo del Señor.
27 Y vino por el Espíritu al templo. Y como metie-
ron al niño Jesús sus padres en el templo, para hacer
por él conforme á la costumbre de la ley,
28 Entonces él le tomó on sus brazos, y bendijo á Dios,
y dijo:
2'.» Ahora despides, Señor, á tu siervo, conforme á tu
palabra, en paz :
30 Porque han visto mis ojos tu salud,
31 La cual has aparejado en presencia de todos los
pueblos :
32 Luz para ser revelada á los Gentiles, y la gloria de
tu pueblo Israel.
118
SAN LUCAS
33 Y José y su madre estaban maravillados de las
cosas que se decían de él.
34 Y los bendijo Simeón, y dijo á su madre María :
He aquí, que este niño es puesto para caid a y para levan-
tamiento de muchos en Israel, y para blanco de contra-
dicción ;
35 (Y á tu alma de tí misma traspasará espada,) para
que de muchos corazones sean manifestados los pensa-
mientos.
36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel,
de la tribu de Aser, la cual era ya de grande edad, y
baliia vivido con su marido siete años desde su virginidad.
37 Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que
no se apartaba del templo, en ayunos y oraciones sir-
viendo á Dios de noche y de día.
38 Y esta sobreviniendo en la misma hora, juntamente
daba alabanzas al Señor, y hablaba de él á todos los que
esperaban la redención en Jerusalem.
39 Mas como cumplieron todas las cosas según la ley
del Señor, se volvieron á Galilea, a su ciudad de Nazaret.
40 Y el niño crecía, y era confortado en espíritu, y
henchíase de sabiduría ; y la gracia de Dios era sobre él.
41 É iban sus padres todos los años á Jerusalem en la
fiesta de la pascua.
42 Y como fué de doce años, ellos subieron á Jerusa-
lem conforme á la costumbre de la fiesta.
43 Y acabados los dias, volviendo ellos, se quedó el
niño Jesús en Jerusalem, sin saber/o José y su madre.
44 Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron
camino de un dia ; y le buscaban entre los parientes, y
entre los conocidos.
45 Y como no le hallasen, volvieron á Jerusalem,
buscándole.
46 Y aconteció, que tres dias después le hallaron en
el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles,
y preguntándoles.
47 Y todos los que le oian, estaban fuera de sí por su
entendimiento y respuestas.
48 Y como le vieron, se espantaron ; y le dijo su
madre : Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí,
tu padre y yo te liemos buscado con dolor.
49 Entonces él les dice : ¿ Qué hay ? ¿ por qué me
SAN LÚCAS
119
buscabais ? ¿ No sabíais que en los negocios que son de
mi Padre me conviene estar?
50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.
51 Y descendió con ellos, y vino á Nazaret, y estaba
sujeto á ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas
en su corazón.
52 Y Jesús crecía en sabiduría, y en estatura, y en
favor acerca de Dios y de los hombres.
CAPITULO III.
Y EN el año quince del imperio de Tiberio César,
siendo presidente de Judca Poncio Pilato, y Heródes
tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca
de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisania
tetrarca de Abilina ;
2 Siendo sumos sacerdotes Annas y Caifas, fué la
palabra del Señor á Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
3 Y él vino en toda la tierra al derredor del Jordán,
predicando el bautismo de arrepentimiento para remisión
de pecados ;
4 Como está escrito en el libro de las palabras del
profeta Isaías, que dice : Voz del que clama en el
desierto : Aparejad el camino del Señor, hacéd derechas
sus sendas.
5 Todo valle se henchirá, y todo monte y collado se
abajará ; y lo torcido será enderezado, y los caminos
ásperos allanados ;
6 Y verá toda carne la salvación de Dios.
7 Y decía á las multitudes que salían paía ser bauti-
zadas por él : Generación de víboras, ¿ quién os enseñó
á huir de la ira que vendrá ?
8 Hacéd, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no
comencéis á decir en vosotros mismos : Por padre
tenemos á Abraham ; porque os digo, que puede Dios,
aun de estas piedras, levantar hijos á Abraham.
9 Y ya también la hacha está puesta á la raíz de los
árboles : todo árbol pues que no hace buen fruto, es
talado, y echado en el fuego.
10 Y las multitudes le preguntaban, diciendo : ¿Pues,
qué haremos?
11 Y respondiendo, les dijo : El que tiene dos ropas,
120
SAN LÚCAS
dé al que no tiene ; y el que tiene alimentos, haga lo
mismo.
12 Y vinieron también publícanos para ser bautizados,
y le dijeron : ¿ Maestro, qué haremos nosotros?
13 Y él les dijo : No demandéis más de lo que os está
ordenado.
14 Y le preguntaron también los soldados, diciendo :
Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dice : No maltratéis
á nadie, ni oprimáis ; y sed cententos con vuestros
salarios.
15 Y estando el pueblo esperando, y pensando todos
de Juan en sus corazones, si él fuese el Cristo,
16 Respondió Juan, diciendo á todos : Yo, á la verdad,
os bautizo con agua ; mas viene uno que es más poderoso
que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de
sus zapatos : él os bautizará con el Espíritu Santo y con
fuego.
17 Cuyo abentador está en su mano ; y limpiará su
era, y juntará el trigo en su alfolí ; mas quemará la paja
en fuego que nunca se apagará.
18 Así que amonestando otras muchas cosas también,
anunciaba el evangelio al pueblo.
19 Entonces Heródes el tetrarca, siendo reprendido
por él á causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano,
y de todas las maldades que había hecho Heródes,
20 Añadió también esto sobre todo, que encerró á Juan
en la cárcel.
21 Y aconteció, que como todo el pueblo fué bautizado,
y Jesús también fuese bautizado, y orase, el cielo se
abrió,
22 Y descendió el Espíritu Santo en forma corporal,
como paloma, sobre él, y vino una voz del cielo que
decía : Tú eres mi Hijo amado, en tí es mi placer.
23 Y el mismo Jesús comenzaba á ser como de treinta
años, siendo (como se creia,) hijo de José, que fué hijo
de Helí,
24 Que fué de Mattat, que fué de Leví, que fué de
Melqui, que fué de Janne, que fué de José,
2ó Que fué de Mattatías, que fué de Amos, que fué de
Naum, que fué de Esli, que fué de Nagge,
26 Que fué de Maat, que fué de Mattatías, que fué de
Semeí, que fué de José, que fué de Judá,
SAN LÚCAS
L21
27 Que fué de Joanna, que fué de Resa, que fué de
Zorobabel, que fué de Salatiel, que fué de Ñeri,
2S Que fué de Melqui, que fué de Addi, que fué de
Cosam, quo fué de Elmodam, que fué de Er,
29 Que fué de José, que fué de Eliezer, que fué de
Jorim. que fué de Mattat, que fué de Leví,
30 Que fué de Simeón, que fué de Judá, que fué de
José, que fué de Jonan, que fué de Eliacim,
31 Que fué de Melea, que fué de Menan, que fué de
Mattata, que fué de Natán, que fué de David,
32 Que fué de Jessé, que fué de Obed, que fué de Booz,
que fué de Salmón, que fué de Naason,
33 Que fué de Aminadab, que fué de Aram, que fué
de Esrdiri, que fué de Fares, que fué de Judá,
34 Que fué de Jacob, que fué de Isaac, que fué de
Abraham, que fué de Tara, que fué de Nacor,
33 Que fué de Sanie, que fué de Ragau, que fué de
Faleg, que fué de Jeber, que fué de Sala,
36 Que fué de Cainan, que fué de Arfajad, que fué de
Sem, que fué de Xoé, que fué de Lamee,
37 Que fué de Matusalén, que fué de Jenoc, que fué
de Ja red, que fué de Malaleel, que fué de Cainan.
38 Que fué de Henos, que fué de Set, que fué de Adam,
que fué de Dios
"f JESUS, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán,
I y fué llevado por el Espíritu al desierto,
2 Por cuarenta dias, y era tentado del diablo. Y
no comió cosa alguna en aquellos dias : los cuales pasa-
dos, después tuvo hambre..
3 Entonces el diablo le dijo : Si eres Hijo de Dios, di
á esta piedra que se haga pan.
4 Y Jesús respondiéndole, dijo : Escrito está : Que
no con pan solo vivirá el hombre, mas con toda palabra
de Dios.
5 Y le llevó el diablo á un alto monte, y le mostró todos
los reinos de la tierra habitada en un momento de tiempo.
6 Y le dijo el diablo : A tí te daré esta potestad toda,
y la gloria de ellos; porque á mí es entregada, y a
quien quiero la doy.
CAPITULO IV.
122
SAN LÚCAS
7 Tú, pues, si adorares delante de mí, serán todos
tuyos.
8 Y respondiendo Jesús, le dijo : Quítate de delante
de mí, Satanás ; porque escrito está : Al Señor Dios tuyo
adorarás, y á él solo servirás.
9 Y le llevó á Jerusalem, y le puso sobre las almenas
del templo, ye le dijo : Si eres Hijo de Dios, échate de
aquí abajo.
10 Porque escrito está : Que á sus ángeles te enco-
mendará, para que te guarden ;
11 Y que en sus manos te llevarán, porque nunca
hieras tu pié en piedra.
12 Y respondiendo Jesús, le dijo : Dicho está : IS T o
tentarás al Señor tu Dios.
13 Y acabada toda la tentación, el diablo se separó de
él por algún tiempo.
14 Y Jesús volvió en virtud del Espíritu á Galilea, y
salió la fama de él por toda la tierra de al derredor.
15 Y él enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glori-
ficado de todos.
16 Y vino á Nazaret, donde habia sido criado, y entró,
conforme á su costumbre, el dia del sábado en la sina-
goga, y se levantó á leer.
17 Y le fué dado el libro del profeta Isaías ; y como
desarrolló el libro, halló el lugar donde estaba escrito :
18 El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me
ha ungido ; para dar buenas nuevas á los pobres me ha
enviado ; para sanar á los quebrantados de corazón ;
para publicar á los cautivos redención, y á los ciegos
vista ; para poner en libertad á los oprimidos ;
19 Para predicar el año agradable del Señor.
20 Y arrollando el libro, como le dió al ministro, se
sentó ; y los ojos de todos en la sinagoga se clavaron en él.
21 Y comenzó á decirles : Hoy se ha cumplido esta
Escritura en vuestros oidos.
22 Y todos le daban testimonio, y estaban maravilla-
dos de las palabras de gracia que salían de su boca, y
decían : ¿No es este el hijo de José?
23 Y les dijo : Sin duda me diréis este refrán : Médico,
cúrate á tí mismo : de tantas cosas que hemos oido haber
sido hechas en Capernaum, haz también acquí en tu
tierra.
SAN LÚCAS
123
24 Y dijo : De cierto os digo, que ningún profeta es
acepto en su tierra.
25 En verdad os digo, que muchas viudas habia en
Israel en los dias de Elias, cuando el cielo fué cerrado
por tres años y seis meses, que hubo grande hambre en
toda la tierra :
26 Mas á ninguna de ellas fué enviado Elias, sino á
Sarepta de Sidon, á una mujer viuda.
27 Y muchos leprosos habia en Israel en tiempo del
profeta Elíseo ; mas ninguno de ellos fué limpio, sino
Naaman el Siró.
28 Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira,
oyendo estas cosas.
29 Y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le
llevaron hasta la cumbre del monte, sobre el cual la
ciudad de ellos estaba edificada, para despeñarle.
30 Mas él, pasando por medio de ellos, se fué.
31 Y descendió á Capernaum, ciudad de Galilea, y
allí los enseñaba en los sábados.
32 Y estaban fuera de sí de su doctrina ; porque su
pala l«ra era con potestad.
33 Y estaba en la sinagoga un hombre que tenia un
espíritu de un demonio inmundo, el cual exclamó á
gran voz,
34 Diciendo : Déjanos, ¿ qué tenemos nosotros que
ver contigo, Jesús Nazareno? ¿ Has venido á de-
struirnos ? Yo te conozco quién eres, eres el Santo
de Dios.
35 Y Jesús le riñó, diciendo : Enmudece, y sal de él.
Entonces el demonio, derribándole en medio, salió de
él ; y no le hizo daño alguno.
36 Y cayó espanto sobre todos, y hablaban unos
á otros, diciendo : ¿ Qué palabra es esta, que con
autoridad y poder manda á los espíritus inmundos, y
salen ?
37 Y la fama de él se divulgaba de todas partes por
todos los lugares de la comarca.
38 Y levantándose Jesús de la sinagoga, se entró en
casa de Simón ; y la suegra de Simón estaba con una
grande fiebre ; y le rogaron por ella.
39 Y volviéndose hácia ella, riñó á la fiebre, y la fiebre
la dejó ; y ella levantándose luego, les sirvió.
124
SAN LUCAS
40 Y poniéndose el sol, todos los que tenían enfermos
de diversas enfermedades, los traían á él ; y él, poniendo
las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.
41 Y salían también demonios de muchos, dando
voces, y diciendo : Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios ;
mas él riñéndo/es no los dejaba hablar, porque sabían que
él era el Cristo.
42 Y siendo ya de dia salió, y se fué á un lugar de-
sierto ; y las gentes le buscaban, y vinieron hasta él ; y
le detenían para que no se apartase de ellos.
43 Y él les dijo : También á otras ciudades es menester
que yo anuncie el evangelio del reino de Dios ; poique
para esto soy enviado.
44 Y predicaba en las sinagogas de Galilea.
CAPITULO V.
ACONTECIÓ, que estando él junto al lago de Ge-
nesaret, la multitud se derribaba sobre él por oir la
palabra de Dios.
2 Y vió dos naves que estaban cerca de la orilla del
lago ; y los pescadores, habiendo descendido de ellas,
lavaban sus redes.
3 Y entrado en una de estas naves, la cual era de
Simón, le rogó que la desviase de tierra un poco ; y
sentándose, enseñaba desde la nave al pueblo.
4 Y como cesó de hablar, dijo á Simón : Entra en alta
mar, y echad vuestras redes para pescar.
5 Y respondiendo Simón, le dijo : Maestro, habiendo
trabajado toda la noche, nada hemos tomado ; mas en
tu palabra echaré la red.
6 Y habiéndolo hecho, encerraron tan gran multitud
de peces, que su red se rompía.
7 É hicieron señas á los compañeros que estaban en
la otra nave, que viniesen á ayudarles ; y vinieron, y
llenaron ambas naves de tal manera que se anegaban.
8 Lo cual viendo Simón Pedro, se derribó íi las rodillas
de Jesús, diciendo : Salte de conmigo, Señor, porque soy
hombre pecador.
9 Porque temor le habia rodeado, y á todos los que
estaban con él, á causa de la presa de los peces que
habían tomado :
SAN LÚCAS
125
10 Y asimismo á Santiago y á Juan, hijos de Zebedeo,
que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo á Simón :
Ño temas : desde ahora tomarás hombres.
11 Y como llegaron á tierra las naves, dejándolo todo,
le siguieron.
12 Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí,
un homhre lleno de lepra, el cual viendo á Jesús, pos-
trándose sobre el rostro le rogó, diciendo : Señor, si
quisieres, puedes limpiarme.
13 Entonces extendiendo la mano le tocó, diciendo :
Quiero : sé limpio. Y luego la lepra se fué de él.
14 Y él le mandó que no lo dijese á nadie : Mas vé
Qe dier,) muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza,
como mandó Moisés, por testimonio á ellos.
15 Empero el hablar de él andaba tanto más ; y se
juntaban grandes multitudes á oir, y ser sanados por él
de sus enfermedades.
16 Mas él se apartaba á los desiertos, y oraba.
17 Y aconteció un dia, que él estaba enseñando, y
Fariseos y doctores de la ley estaban sentados, los cuales
habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea,
y de Jerusalem ; y la virtud del Señor estaba allí para
sanarlos.
18 Y, he aquí, unos hombres, que traían en una cama
un hombre que estaba paralítico ; y buscábanlo? - donde
meterle, y poner/e delante de él.
19 Y no hallando por donde meterle á causa de la
multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le
bajaron con la cama en medio, delante de Jesús.
20 El cual, viendo la fé de ellos, le dice : Hombre, tus
pecados te son perdonados.
21 Entonces los escribas y los Fariseos comenzaron
á pensar, diciendo : ¿ Quién es este que habla blas-
femias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo
Dios?
22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de
ellos, respondiendo les dijo : ¿ Qué pensáis en vuestros
corazones?
23 ¿ Cuál es más fácil ; decir : Tus pecados te son
perdonados ; ó decir : Levántate, y anda ?
24 Pues porque sepáis que el Hijo del hombre tiene
potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice al para-
126
SAN LUCAS
lítico :) A tí digo : Levántate, toma tu cama ; y véte á
tu casa.
25 Y luego, él, levantándose en presencia de ellos, y
tomando aquello en que estaba echado, se fué á su casa
glorificando á Dios.
26 Y tomó espanto á todos, y glorificaban á Dios ; y
fueron llenos de temor, diciendo : Hemos visto maravillas
hoy.
27 Y después de estas cosas salió ; y vió á un publi-
cano llamado Leví, sentado al banco de los tributos, y
le dijo : Sigúeme.
28 Y dejadas todas cosas, levantándose, le siguió.
29 E hizo Leví un gran banquete en su casa, y habia
mucha compañía de publícanos, y de otros, los cuales
estaban á la mesa con ellos.
30 Y los escribas y los Fariseos murmuraban contra
sus discípulos, diciendo : ¿ Por qué coméis y bebéis con
los publícanos y pecadores ?
31 Y respondiendo Jesús, les dijo : Los que están
sanos no han menester médico, sino los que están
enfermos.
32 No he venido á llamar á los justos, sino á los peca-
dores á arrepentimiento.
33 Entonces ellos le dijeron : ¿Por qué los discípulos
de Juan ayunan muchas veces, y hacen oraciones, y
asimismo los de los Fariseos ; mas tus discípulos comen
y beben '?
34 Y él les dijo : ¿ Podéis hacer que los que están de
bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos ?
35 Empero vendrán dias cuando el esposo les será
quitado ; entonces ayunarán en aquellos días.
36 Y les decía también una parábola : Nadie pone
remiendo de paño nuevo en vestido viejo : de otra
manera el nuevo rompe, y al viejo no conviene remiendo
nuevo.
37 Y nadie echa vino nuevo en cueros viejos : de otra
manera el vino nuevo romperá los cueros, y el vino se
derramará, y los cueros se perderán.
38 Mas el vino nuevo en cueros nuevos se ha de echar ;
y lo uno y lo otro se conserva.
39 Y ninguno que bebiere el viejo, quiere luego el
nuevo ; porque dice : El viejo es mejor.
SAN LÚCAS
127
CAPITULO VI.
T T ACONTECIO que pasando él por entre los panes el
Y segundo sábado después del primero, sus discípulos
arrancaban espigas, y comian, estregándo/os entre
las manos.
2 Y algunos de los Fariseos les dijeron : ¿ Por qué
hacéis lo que no es lícito hacer en los sábados ?
3 Y respondiendo Jesús, les dijo : ¿ Ni aun esto habéis
leido, lo que hizo David cuando tuvo hambre, él, y los
que con él estaban ?
4 ¿ Como entró en la casa de Dios, y tomó los panes
de la proposición, y comió, y dió también á los que
estaban con él ; los cuales no era lícito comer, sino á
solos los sacerdotes ?
5 Y les decia : El Hijo del hombre es Señor aun del
sábado.
6 Y aconteció también en otro sábado, que él entró
en la sinagoga y enseñó ; y estaba allí un hombre que
tenia la mano derecha seca.
7 Y le acechaban los escribas y los Fariseos, si sanaría
en sábado, por hallar de qué le acusasen.
8 Mas él sabia los pensamientos de ellos ; y dijo al
hombre que tenia la mano seca : Levántate, y ponte en
medio. Y él levantándose, se puso en pié.
9 Entónces Jesús les dice : Preguntaros he una cosa :
¿Es lícito en sábados hacer bien, ó hacer mal? ¿salvar
la vida, ó matar?
10 Y mirándolos á todos en derredor, dice al hombre :
Extiende tu mano ; y él lo hizo así, y su mano fué
restituida sana como la otra.
11 Y ellos fueron llenos de rabia, y hablaban los unos
á los otros qué harían á Jesús.
12 Y aconteció en aquellos dias. que fué á orar en un
monte, y pas.ó la noche orando á Dios.
13 Y como fué de dia, llamó á sus discípulos ;
y escogió doce de ellos, los cuales también llamó
Apóstoles :
14 A Simón, al cual también llamó Pedro, y á Andrés
su hermano, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé,
15 Mateo y Tomas, y Santiago, hijo de Alfeo, y Simón,
el que se llama Zelador,
128
SAN LUCAS
16 Judas hermano de Santiago, y Júdas Iscariote, que
también fué el traidor.
17 Y descendió con ellos, y se paró en un lugar llano ;
y la compañía de sus discípulos, y una grande multitud
de pueblo de toda Judea, y de Jerusalein, y de la costa
ile Tiro y de Sidon, que habían venido á oirle, y para
ser sanados de sus enfermedades ;
18 Y otros que habían sido atormentados de espíritus
inmundos ; y eran sanos.
19 Y toda la multitud procuraba de tocarle ; porque
salía de él virtud, y sanaba á todos.
20 Y alzando él los ojos sobre sus discípulos, decia : Bien-
aventurados los pobres ; porque vuestro es el reino de Dios.
21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre ;
porque seréis hartos. Bienaventurados los que ahora
lloráis ; porque reiréis.
22 Bienaventurados sois cuando los hombres os abor-
recieren, y cuando os apartaren de si, y os denostaren, y
desecharen vuestro nombre como malo, por causa de
Hijo del hombre.
23 Gózaos en aquel dia, y alegraos ; porque, he aquí,
vuestro galardón es grande en los cielos ; porque así
hacían sus padres á los profetas.
24 Mas ¡ ay de vosotros ricos ! porque tenéis vuestro
consuelo.
25 ¡ Ay de vosotros, los que estáis hartos ! porque
tendréis hambre. ¡ A y de vosotros, los que ahora reis !
porque lamentaréis y lloraréis.
26 ¡ Ay de vosotros, cuando todos los hombres dijeren
bien de vosotros ! porque así hacían sus padres á los
falsos profetas.
27 Mas á vosotros los que ois, digo : Amád á vuestros
enemigos : haced bien á los que os aborrecen.
28 Bendecid á los que os maldicen ; y orad por los que
os calumnian.
29 Y al que te hiriere en una mejilla, dále también la
otra ; y del que te quitare la capa, no le impidas llevar
el sayo también.
30 Y á cualquiera que te pidiere, dá, y al que tomare
lo que es tuyo, no se lo vuelvas á pedir.
31 Y como queréis que os hagan los hombres, hacédles
también vosotros así.
SAN LUCAS
129
32 Porque si amáis á los que os aman, ¿ qué gracias
tendréis? porque también los pecadores aman á los que
los aman.
33 Y si hiciereis bien á los que os hacen bien, ¿ qué
gracias tendréis ? porque también los pecadores hacen
lo mismo.
34 Y si prestareis á aquellos de quienes esperáis recibir,
¿qué gracias tendréis? porque también los pecadores
prestan á los pecadores, para recibir otro tanto.
35 Amád pues á vuestros enemigos ; y hacéd bien, y
emprestad, no esperando de ello nada ; y será vuestro
galardón grande, y seréis hijos del Altísimo ; porque él
es benigno atin para con los ingratos y los malos.
36 Sed pues misericordiosos, como también vuestro
Padre es misericordioso.
37 Xo juzguéis, y no seréis juzgados : no condenéis, y
no seréis condenados : perdonád, y seréis perdonados :
38 Dad, y se os dará : medida buena, apretada, reme-
cida, y rebosando darán en vuestro regazo ; porque con
la misma medida que midiereis, os será vuelto á medir.
39 Y les decia una parábola : ¿ Puede el ciego guiar
al ciego? ¿no caerán ambos en el hoyo?
40 El discípulo no es sobre su maestro ; mas cualquiera
que fuere como su maestro, será perfecto.
41 ¿ Y por qué miras la arista que está en el ojo de tu
hermano, y la viga que está en tu propio ojo no con-
sideras ?
42 ¿O cómo puedes decir á tu hermano : Hermano,
deja, echaré fuera la arista que está en tu ojo. no mi-
rando tú la viga que está en tu ojo ? Hipócrita, echa
fuera primero de tu ojo la viga ; y entonces mirarás de
echar fuera la arista que está en el ojo de tu hermano.
43 Porque no es buen árbol el que hace malos frutos ;
ni árbol malo el que hace buen fruto.
44 Porque cada árbol por su fruto es conocido : que no
cogen higos de las espinas, ni vendimian uvas de las zarzas.
45 El buen hombre del buen tesoro de su corazón
saca lo bueno ; y el mal hombre del mal tesoro de su
corazón saca lo malo ; porque de la abundancia del- cora-
zón habla la boca.
46 ¿ Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo
que digo?
130
SAN LUCAS
47 Todo aquel que viene á mí, y oye mis palabras, y
las hace, yo os enseñaré á quien es semejante.
48 Semejante es á un hombre que edificó una casa,
que cavó y ahondó, y puso el fundamento sobre roca ;
y habiendo avenida, el rio dió con ímpetu en aquella
casa, mas no la pudo menear ; porque estaba fundada
sobre roca.
49 Mas el que oye, y no hace, semejante es á un hom-
bre que edificó su casa sobre tierra sin fundamento, en
la cual el rio dió con ímpetu, y luego cayó ; y fué grande
la ruina de aquella casa.
CAPITULO VIL
"17 COMO acabó todas sus palabras en oidos del pue-
1 blo, entró en Capernaum.
2 Y el siervo de un centurión estaba enfermo y
se iba muriendo, al cual él tenia en estima.
3 Y como oyó de Jesús, envió á él los ancianos de los
Judíos, rogándole que viniese y librase á su siervo.
4 Y viniendo ellos á Jesús, rogáronle con diligencia,
diciéndole : Porque es digno de concederle esto :
5 Que ama nuestra nación, y él nos edificó una sina-
goga.
6 Y Jesús fué con ellos : mas como ya no estuviesen
lejos de su casa, envió el centurión amigos á él, dicién-
dole : Señor, no tomes trabajo, que .no soy digno de
que entres debajo de mí tejado :
7 Por lo cual ni aun me tuve por digno de venir á ti ;
mas di tan solo una palabra, y mi criado será sano.
8 Porque también yo soy hombre puesto en autoridad,
que tengo debajo de mí soldados ; y digo á este : Vé, y
vá ; y al otro : ven, y viene ; y á mi siervo : Haz esto,
y lo hace.
9 Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de él, y vuelto,
dijo á las multitudes que le seguían : Os digo, que ni aun
en Israel, he hallado tanta fé.
10 Y vueltos á casa los que habían sido enviados, halla-
ron sano al siervo que había estado enfermo.
11 Y aconteció desjpues, que él iba á la ciudad que se
llama Nain, é iban con él muchos de sus discípulos, y
gran compañía.
SAN LÚCAS
131
12 Y como llegó cerca de la puerta de la ciudad, he
aquí, que sacaban un difunto, unigénito de su madre, la
cual también era viuda ; y había con ella mucha gente
de la ciudad.
13 Y como el Señor la vió, fué movido á misericordia
de ella, y le dice : No llores.
14 Y acercándose, tocó las andas ; y los que le lleva-
ban, pararon. Y dijo : Mancebo, á tí digo, levántate.
15 Entonces, volvióse á sentar el que había sido muer-
to, y comenzó á hablar ; y le dió á su madre.
16 Y tomó á todos temor, y glorificaban á Dios, dici-
endo : Que profeta grande se ha levantado entre noso-
tros ; y, que Dios ha visitado á su pueblo.
17 Y salió esta lama de él por toda Judea, y por toda
la tierra del al derredor.
18 Y dieron las nuevas á Juan de todas estas cosas
sus discípulos.
19 Y llamó Juan unos dos de sus discípulos, y les
envió á Jesús, diciendo: ¿Eres tú aquel que había de
venir, ó esperaremos á otro?
20 Y como los varones vinieron á él, dijeron : Juan el
Bautista nos ha enviado á tí, diciendo : ¿ Eres tú aquel
que había de venir, ó esperarémos á otro ?
21 Y en la misma hora sanó á muchos de enferme-
dades, y de -plagas, y de espíritus malos ; y á muchos
ciegos dió la vista.
22 Y respondiendo Jesús, les dijo : Id, dad las nuevas
á Juan de lo que habéis visto y oido : Que los ciegos ven,
los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos
oyen, los muertos resucitan, á los pobres es anunciado
el evangelio.
23 Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado
en mí.
24 Y como se fueron los mensageros de Juan, comenzó
á hablar de Juan á las gentes : ¿ Qué salisteis á ver en el
desierto? ¿una caña que es agitada del viento?
2ó Mas, ¿ qué salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de
vestidos delicados? He aquí, que los que están en
vestido precioso, y en delicias, en los palacios de los
reyes están.
26 Mas, ¿ qué salisteis á ver ? ¿ un profeta ? De cierto
os digo, y aun más que profeta.
132
SAN LÚCAS
27 Este es de quien está escrito : He aquí, envió mi
ángel delante de tu faz, el cual aparejará tu camino
delante de tí.
28 Porque yo os digo que entre los nacidos de mujeres,
no hay mayor profeta que Juan el Bautista ; empero el
más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.
29 Y todo el pueblo oyéndole, y los publicanos, justi-
ficaron á Dios, siendo bautizados con el bautismo de
Juan.
30 Mas los Fariseos, y los sabios de la ley, desecharon
el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados
por él.
31 Y dijo el Señor: ¿A quién pues compararé los
hombres de esta generación, y á qué son semejantes ?
32 Semejantes son á los muchachos sentados en la
plaza, y que dan voces los unos á los otros, y dicen : Os
tañímos con flautas, y no bailasteis : os endechámos, y
no llorasteis.
33 Porque vino Juan el Bautista que ni comia pan, ni
bebia vino, y decis : Demonio tiene.
34 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y
decis : He aquí, un hombre comilón, y bebedor de vino,
amigo de publicanos y de pecadores.
35 Mas la sabiduría es justificada de todos sus hijos.
36 Y le rogó uno de los Fariseos, que comiese con él.
Y entrado en casa del Fariseo, se sentó á la mesa.
37 Y, he aquí, una mujer en la ciudad, que era peca-
dora, como entendió que estaba á la mesa en casa de
aquel Fariseo, trajo un vaso de alabastro de ungüento ;
38 Y estando detras á sus piés, comenzó llorando á
regar con lágrimas sus piés, y los limpiaba con los cabe-
llos de su cabeza ; y besaba sus piés, y los ungía con el
ungüento.
39 Y como vió esto el Fariseo que le habia llamado,
pensó en sí, diciendo : Este, si fuera profeta, conocería
quién y cual es la mujer que le toca ; que es pecadora.
40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo : Simón, una
cosa tengo que decirte. Y él le dice : Di, Maestro.
41 Y dice Jesús : Cierto acreedor tenia dos deudores :
el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta.
42 Y no teniendo ellos de qué pagar, soltó la deuda á
ámbos. Di, pues, ¿ cuál de estos le amará más ?
SAN LÚCAS
133
43 Y respondiendo Simón, dijo : Pienso que aquel al
cual soltó más. Y él le dijo : Rectamente has juzgado.
44 Y vuelto á la mujer, dijo á Simón: ¿Ves esta
mujer? Entré en tu casa, no diste agua para mis piés ;
mas esta ha regado mis piés con lágrimas, y limpiádo/os
con los cabellos de su cabeza.
45 No me diste beso ; mas esta desde que entré, nó
ha cesado de besar mis piés.
46 No ungiste mi cabeza con aceite ; mas esta ha
ungido con ungüento mis piés.
47 Por lo cual te digo, que sus muchos pecados son
perdonados, porque amó mucho ; mas al que se perdona
poco, poco ama.
48 Y á ella dijo : Los pecados te son perdonados.
49 Y los que estaban juntamente sentados á la mesa,
comenzaron á decir entre sí : ¿ Quién es este, que
también perdona pecados ?
50 Y dijo á la mujer : Tu fé te ha salvado, vé en paz.
CAPITULO VIII.
Y ACONTECIO después, que él caminaba por todas
las ciudades y aldeas predicando, y anunciando el
evangelio del reino de Dios ; y los doce iban con él,
2 Y algunas mujeres que habían sido curadas ¿>o?' él de
malos espíritus, y de enfermedades : María, que se
llamaba Magdalena, de la cual habian salido siete
demonios ;
3 Y Juana mujer de Chuza, mayordomo de Heródes ;
y Susana, y otras muchas que le servían de sus haberes.
4 Y como se juntó una grande multitud, y los que esta-
ban en cada ciudad vinieron á él, dijo por una parábola :
5 Un sembrador salió á sembrar su simiente ; y sem-
brando, una porte cayó junto al camino, y fué hollada, y
las aves del cielo la comieron.
6 Y otra parte cayó sobre piedra ; y nacida, se secó,
porque no tenia humedad.
7 Y otra parte cayó entre espinas ; y naciendo las
espinas juntamente, la ahogaron.
8 Y otra parte cayó en buena tierra ; y cuando fué
nacida, llevó fruto á ciento por uno. Diciendo estas
cosas clamaba : el que tiene oidos para oir, oiga.
134
SAN LÚCAS
9 Y sus discípulos le preguntaron, qué era esta
parábola.
10 Y él dijo : A vosotros es dado conocer los misterios
del reino de Dios ; mas á los otros por parábolas, para
que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
11 Es pues esta la parábola : La simiente es la palabra
de Dios.
12 Y los de junto al camino, estos son los que oyen ;
y luego viene el diablo, y quitada palabra de su corazón,
porque no se salven creyendo.
13 Y los de sobre piedra, son los que habiendo oido,
reciben la palabra con gozo ; mas estos no tienen raices ;
que por un tiempo creen, y en el tiempo de la tentación
se apartan.
14 Y lo que cayó en espinas, estos son los que oyeron ;
mas idos son ahogados de los cuidados, y de las riquezas,
y de los pasatiempos de la vida, y no llevan fruto.
15 Y lo que en buena tierra, estos son los que con
corazón bueno y recto retienen la palabra oida, y llevan
fruto en paciencia.
10 Ninguno empero que enciende una candela, la cubre
con una vasija, ó la pone debajo de la cama ; mas la pone
en un candelera, para que los que entran, vean la luz.
17 Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser
manifestada ; ni cosa escondida que no haya de ser
entendida, y de venir en manifiesto.
18 Mirad pues como ois ; porque á cualquiera que
tuviere, le será dado ; y á cualquiera que no tuviere,
aun lo que parece tener le será quitado.
19 Entonces vinieron á él su madre y hermanos, y no
podían llegar á él por causa de la multitud.
20 Y le fué dado aviso, diciendo : Tu madre, y tus
hermanos están fuera, que quieren verte.
21 El entonces respondiendo, les dijo : Mi madre y
mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la
hacen.
22 Y aconteció un dia que él entró en una nave con
sus discípulos, y les dijo : Pasemos á la otra parte del
lago ; y se partieron.
23 Y navegando ellos, se durmió. Y descendió una
tempestad de viento en el lago ; y se llenaban de agua, y
peligraban.
SAN LUCAS
24 Y llegándose á él, lo despertaron, diciendo : Maes-
tro, maestro, que perecemos. Y despertado él, riñó al
viento y ala tempestad del agua, y cesaron ; y fué hecha
grande bonanza.
25 Y les dijo : ¿ Dónde está vuestra fé ? Y ellos te-
miendo, quedaron maravillados, diciendo los unos á los
otros : ¿Quién es este, que aun á los vientos y al agua
manda, y le obedecen?
26 Y navegaron ti la tierra de los Gadarenos, que está
delante de Galilea.
27 Y saliendo él á tierra, le salió al encuentro de la
ciudad un hombre que tenia demonios ya de mucho
tiempo ; y no llevaba vestido, ni inoraba en casa, sino
en los sepulcros.
28 El cual como vió á Jesús, exclamó, y prostróse
delante de él, y dijo á gran voz : ¿Qué tengo yo que ver
contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que
no me atormontes.
i".t (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese
del hombre; porque ya de muchos tiempos le arrebataba; y
le guardaban preso con cadenas y grillos ; mas rompiendo
las prisiones era impelido del demonio por los desiertos.
30 Y le preguntó Jesús, diciendo : ¿ Qué nombre
tienes? Y él dijo: Legión; porque muchos demonios
habían entrado en él.
31 Y le rogaban que no les mandase que fuesen al
abismo.
32 Y habla allí un hato de muchos puercos que pacian
en el monte, y le rogaron que los dejase entrar en ellos ;
y los dejó.
33 Y salidos los demonios del hombre, entraron en
los puercos ; y el hato de ellos se arrojó con impetuosi-
dad por un despeñadero en el lago, y se ahogó.
3-1 Y los pastores, como vieron lo que había aconte-
cido, huyeron ; y yendo, dieron aviso en la ciudad y
por las heredades.
35 Y salieron á verlo que habia acontecido, y vinieron
á Jesús ; y hallaron sentado al hombre, del cual habían
salido los demonios, vestido, y en seso, á los piés de
Jesús ; y tuvieron temor.
30 Y les contaron los que lo habían visto, como habia
sido sanado aquel endemoniado.
136
SAN LUCAS
37 Entonces toda la multitud de la tierra de los Gada-
renos al derredor le rogaron, que se retirase de ellos ;
porque tenían gran temor. Y él subiendo en la nave se
volvió.
38 Y aquel hombre, del cual habían salido los demo-
nios, le rogó para estar con él ; mas Jesús le despidió,
diciendo :
39 Vuélvete á tu casa, y cuenta cuán grandes cosas
ha hecho Dios contigo. Y él se fué, publicando por
toda la ciudad cuán grandes cosas había Jesús hecho
con él.
40 Y aconteció que volviendo Jesús, la multitud le
recibió con gozo ; porque todos le esperaban.
41 Y, he aquí, un varón llamado Jairo, el cual tam-
bién era príncipe de la sinagoga, vino, y cayendo á los
piés de Jesús, le rogaba que entrase en su casa ;
42 Porque una hija única que tenia, como de doce
años, se estaba muriendo. Y yendo, le apretaba la
gente.
43 Y una mujer que tenia flujo de sangre ya hacia
doce años, la cual había gastado en médicos toda su
hacienda, y de ninguno habia podido ser curada,
44 Llegándose por detras tocó el borde de su vestido ;
y luego se estancó el flujo de su sangre.
45 Entonces Jesús dijo : ¿ Quién es el que me ha
tocado ? Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban
con él : Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y
dices : ¿ Quién es el que me ha tocado ?
46 Y Jesús dijo : Me ha tocado alguien ; porque yo
he conocido que ha salido virtud de mí.
47 Entónces como la mujer vió que no se escondía,
vino temblando, y postrándose delante de él, le declaró
delante de todo el pueblo la causa porque le habia
tocado, y como luego habia sido sana.
48 Y él le dijo : Confia, hija, tu fé te ha sanado : vé
en paz.
49 Estando aun él hablando, vino uno de casa del
príncipe de la sinagoga á decirle : Tu bija es muerta :
no des trabajo al Maestro.
50 Y oyéndo/o Jesús, le respondió, diciendo : No
temas : cree solamente, y será sana.
51 Y entrado en casa, no dejó entrar á nadie, sino á
SAN LUCAS
137
Pedro, y á Santiago, y á Juan, y al padre y á la madre
de la joven.
52 Y lloraban todos, y la plañían. Y él dijo : No
lloréis : no es muerta, mas duerme.
5o Y hacían luirla de él, sabiendo que estaba muerta.
5-1 Y él, echados todos fuera, y trabándola de la
mano, clamó, diciendo : Joven, levántate.
55 Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego ; y
él mandó que le diesen de comer.
56 Y sus padres estaban fuera de sí : á los cuales él
mandó, que á nadie dijesen lo que había sido hecho.
T JUNTANDO sus doce discípulos, les dio virtud y
I potestad sobre todos los demonios, y que sanasen
enfermedades.
2 Y los envió á que predicasen el reino de Dios, y que
sanasen los enfermos.
3 Y les dijo : No toméis nada para el camino, ni
bordones, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos
vestidos.
4 Y en cualquiera casa que entrareis, quedád allí, y
salid de allí.
5 Y todos los que no os recibieren, saliéndoos de
aquella ciudad, aun el polvo sacudid de vuestros piés en
testimonio contra ellos.
6 Y saliendo ellos, rodeaban por todas las aldeas anun-
ciando el evangelio, y sanando por todas partes.
7 Y oyó Heródes el tetrarca todas las cosas que hacia,
y estaba en duda, porque decían algunos : Que Juan
había resucitado de los muertos ;
8 Y otros : Que Elias había aparecido ; y otros : Que
algún profeta de los antiguos había resucitado.
9 Y dijo Heródes : A Juan yo le degollé : ¿quién pues
será este, de quien yo oigo tales cosas ? Y procuraba verle.
10 Y vueltos los apé)Stoles, le contaron todas las cosas
que habían hecho. Y tomándolos, se apartó aparte á un
lugar desierto de la ciudad que se llama Betsaida.
11 Lo cual como las gentes entendieron, le siguieron ;
y él les recibió, y les hablaba del reino de Dios ; y sanó
á los que tenían necesidad de cura.
CAPITULO IN.
138
SAX LÚCAS
12 Y el dia había comenzado á declinar ; y llegándose
los doce, le dijeron : Despide la multitud, para que
yendo á las aldeas y heredades de al derredor, se alber-
guen y hallen viandas ; porque aquí estamos en lugar
desierto.
13 Y les dice : Dadles vosotros de comer. Y dijeron
ellos : No tenemos más de cinco panes y dos peces, si no
vamos nosotros á comprar viandas para toda esta gente.
14 Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo á
sus discípulos : Hacédlos recostar por ranchos de cin-
cuenta en cincuenta.
15 Y así lo hicieron ; y recostáronse todos.
16 Y tomando los cinco panes y los dos peces, mirando
al cielo los bendijo ; y rompió, y dió á sus discípulos
para que pusiesen delante de la multitud.
17 Y comieron todos, y se hartaron ; y alzaron lo que
les sobró, los pedazos, doce esportones.
18 Y aconteció, que eszando él solo orando, estaban
con él los discípulos, y les preguntó, diciendo : ¿Quién
dicen las gentes que soy yo ?
19 Y ellos respondieron, y dijeron : Juan el Bautista ;
y otros : Elias ; y otros, que algún profeta de los antiguos
ha resucitado.
20 Y él les dijo : ¿Mas vosotros, quién decis que soy ?
Entonces respondiendo Simón Pedro, dijo : El Cristo de
Dios.
21 Entonces él encomendándoles estrechamente, les
mandó que á nadie dijesen esto,
22 Diciendo : Es menester que el Hijo del hombre
padezca muchas cosas, y ser desechado de los ancianos,
y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y
ser muerto, y resucitar al tercero dia.
23 Y decia á todos : Si alguno quiere venir en pos de
mí, niegúese á sí mismo, y tome su cruz cada dia, y
sígame.
24 Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la
perderá ; y cualquiera que perdiere su vida por causa
de mí, este la salvará.
25 Porque ¿ qué aprovecha al hombre, si grangeare
todo el mundo, y se pierda él á sí mismo, ó corra peligro
de sí ?
26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis pala-
SAN LUCAS
139
bras, de este tul el Hijo del hombre se avergonzará,
cuando vendrá en su gloria, y del Padre, y de los santos
ángeles.
27 Y os digo de verdad, qne hay algunos de los que
están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean
el reino de Dios.
28 Y aconteció que después de estas palabras, como
ocho dias, tomó á Pedro, y á Juan, y á Santiago, y subió
á un monte á orar.
29 Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro
se hizo otra ; y su vestido blanco y resplandeciente.
30 Y, he aquí, dos varones que hablaban con él, los
cuales eran Moisés, y Elias.
31 Que aparecieron en gloria, y hablaban de su salida,
la cual habia de cumplir en Jerusalem.
32 Y Pedro, y los que estaban con él, estaban carga-
dos de sueño; y como despertaron, vieron su gloria, y á
los dos varones que estaban con él.
33 Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro
dice á Jesús : Maestro, bien es que nos quedemos aquí ;
y hagamos tres cabanas, una para tí, y una para Moisés,
y una para Elias ; no sabiendo lo que se decia.
34 Y estando él hablando esto, vino una nube que los
hizo sombra ; y tuvieron temor entrando ellos en la nube.
35 Y vino una voz de la nube, que decia : Este es mi
Hijo amado, á él oid.
36 Y pasada aquella voz, Jesús fué hallado solo ; y
ellos callaron, y por aquellos dias no dijeron nada á nadie
de lo que habían visto.
37 Y aconteció el dia siguiente, que bajando ellos del
monte, un gran gentío le salió al encuentro ;
38 Y, he aquí, que un hombre de la multitud clamó,
diciendo : Maestro, ruégote que veas á mi hijo el único
que tengo.
39 Y, he aquí, un espíritu le toma, y de repente da
voces ; y le despedaza de modo que echa espuma, y
apenas se aparta de él, quebrantándole.
40 Y rogué á tus discípulos que le echasen fuera, y no
pudieron.
41 Y respondiendo Jesús, dijo : ¡ Oh generación infiel
y perversa ! ¿ hasta cuándo tengo de estar con vosotros,
y os sufriré? Trae tu hijo acá.
140
SAN LÚCAS
42 Y como aun se acercaba, el demonio le derribó, y
le despedazó ; mas Jesús, riñó al espíritu inmundo, y
sanó al muchacho, y le volvió á su padre.
43 Y todos estaban fuera de sí de la grandeza de Dios.
Y maravillándose todos de todas las cosas que hacia,
dijo á sus discípulos :
44 Ponéd vosotros en vuestros oidos estas palabras ;
porque ha de acontecer que el Hijo del hombre será
entregado en manos de hombres.
45 Mas ellos no entendían esta palabra ; y les era en-
cubierta para que no la entendiesen, y temían de pre-
guntarle de esta palabra.
46 Entonces entraron en disputa, cual de ellos seria
el mayor.
47 Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de
ellos, tomó un niño, y le puso junto á si,
48 Y les dice : Cualquiera que recibiere este niño en
mi nombre, á mi recibe ; y cualquiera que me recibiere
á mí, recibe al que me envió ; porque el que fuere el
menor entre todos vosotros, este será el grande.
49 Entonces respondiendo Juan, dijo : Maestro, hemos
visto á uno que echaba fuera demonios en tu nombre, y
se lo vedamos, porque no te sigue con nosotros.
50 Jesús le dijo : No se lo vedéis, porque el que no es
contra nosotros, por nosotros es.
51 Y aconteció que como se cumplió el tiempo en
que había de ser recibido arriba, él afirmó su rostro para
ir á Jerusalem.
52 Y envió mensageros delante de sí, los cuales
fueron, y entraron en una ciudad de los Samaritanos,
para aderezarle allí.
53 Mas no le recibieron, porque su rostro era de hom-
bre que iba á Jerusalem.
54 Y viendo esto sus discípulos, Santiago y Juan dije-
ron : Señor, ¿quiéres que mandemos que descienda
fuego del cielo, y los consuma, como también hizo
Elias?
55 Entónces volviendo él, les riño, diciendo : Vosotros
no sabéis de que espíritu sois :
56 Porque el Hijo del hombre no ha venido para
perder las vidas de los hombres, sino para salvarías. Y
se fueron á otra aldea.
SAN LÚCAS
141
57 Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el
camino : Señor, ¡/o te seguiré donde quiera que fueres.
58 Y le dijo Jesús : Las zorras tienen cuevas, "y las
aves de los cielos nidos ; nías el Hijo del hombre no
tiene donde recline su cabeza.
59 Y dijo á otro : Sigúeme. Y él dijo : Señor,
déjame que primero vaya, y entierre á mi padre.
60 Y Jesús le dijo : Deja los muertos que entierren á
sus muertos ; mas tú vé, y anuncia el reino de Dios.
61 Entonces también dijo otro . Seguirte he, Señor :
mas déjame que me despida primero de los que están en
mi casa.
62 Y Jesús le dijo : Ninguno que poniendo su mano
al arado mirare atrás, es apto para el reino de Dios.
CAPITULO X.
T7 DESPUES de estas cosas, señaló el Señor aun otros
Y setenta, á los cuales envió de dos en dos, delante
de su faz á toda ciudad y lugar á donde él habia
de venir.
2 Y les decia : La mies á la verdad es mucha, mas los
obreros pocos ; por tanto rogad al Señor de la mies que
envié obreros á su mies.
3 Andad, he aquí, yo os envió como á corderos en
medio de lobos.
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni zapatos ; y á nadie
saludéis en el camino.
5 En cualquier casa donde entrareis, primeramente
decid : Paz sea á esta casa.
6 Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz
reposará sobre él ; y si no, se volverá á vosotros.
7 Y posad en aquella misma casa comiendo y bebiendo
lo que os dieren ; porque el obrero digno es de su salario.
No os paséis de casa en casa.
8 Y en cualquier ciudad donde entrareis, y os reci-
bieren, coméd lo que os pusieren delante ;
9 Y sanád los enfermos que en ella hubiere, y decidles :
Se ha allegado á vosotros el reino de Dios.
10 Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os
recibieren, saliendo por sus calles, decid :
11 Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad
142
SAN LUCAS
sacudimos contra vosotros : esto empero sabed que el
reino de los cielos se ha allegado á vosotros.
12 Y os digo, que Sodoma tendrá más remisión aquel
dia, que aquella ciudad.
13 ¡ A y de tí, Corazin ! ¡ A y de tí, Betsaida ! que si
en Tiro, y en Sidon se hubieran hecho las maravillas que
han sido hechas en vosotras, ya dias ha, que sentados en
cilicio y ceniza, se hubieran arrepentido :
14 Por tanto Tiro y Sidon tendrán más remisión que
vosotras en el juicio.
15 Y tú, Capernaum, que hasta los ciclos estás levan-
tada, hasta los infiernos serás abajada.
16 El que á vosotros oye, á mí oye ; y el que á voso-
tros desecha, á mí desecha ; y el que á mí desecha,
desecha al que me envió.
17 Y volvieron los setenta con gozo, diciendo : Señor,
aun los demonios se nos sujetan por tu nombre.
18 Y les dijo : Yo veia á Satanás, como un rayo, que
caia del cielo.
19 lie aquí, yo os doy potestad de hollar sobre las
serpientes, y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza
del enemigo ; y nada os dañará :
20 Empero no os regocijéis de esto, de que los espíritus
se os sujeten ; mas ántes regocijáos de que vuestros
nombres están escritos en los cielos.
21 En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu,
y dijo : Alábote, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra,
que escondiste estas cosas á los sabios y entendidos, y
las has revelado á los pequeños : así Padre, porque así
te agradó.
22 Todas las cosas me son entregadas de mi Padre ; y
nadie sabe quien sea el Hijo, sino el Padre ; ni quien sea
el Padre, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo le quisiere
revelar.
23 Y vuelto particularmente á sus discípulos, dijo :
Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis ;
24 Porque os digo, que muchos profetas y reyes de-
searon ver lo que vosotros veis, y ne lo vieron ; y oir lo
que oís, y no lo oyeron.
25 Y he aquí, que un doctor de la ley se levantó tentán-
dole, y diciendo : Maestro, ¿ haciendo qué cosa poseeré
la vida eterna ?
SAN LUGAS
143
26 Y él le dijo : ¿ Qué está escrito en la ley ? ¿ Cómo
lees?
27 Y él respondiendo, dijo : Amarás al Señor tu Dios
de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus
fuerzas, y de todo tu entendimiento ; y á tu prójimo,
como á tí mismo.
2S Y le dijo: Bien lias respondido • haz esto, y vivirás.
20 Mas él, queriéndose justificar á si mismo, dijo á
Jesús : ¿Y quién es mi prójimo?
30 Y respondiendo Jesús, dijo : Un hombre descendía
de Jerusalein á Jericó, y cayó entre ladrones ; los cuales
le despojaron, é hiriéndote, se fueron, dejándo/e medio
muerto.
31 Y aconteció, que descendió un sacerdote por el
mismo camino; y viéndole, se pasó del un lado.
32 Y asimismo un Levita, llegando cerca de aquel
lugar, y mirándote, se pasó del un lado.
33 Y un Samaritano, que iba su camino, viniendo
cerca de él, y viéndole, fué movido á misericordia ;
34 Y llegándose, le vendó las heridas, echándole en
ellas aceite y vino ; y poniéndole sobre su cabalgadura,
le llevó al mesón, y cuidó de él.
3.5 Y al otro dia partiéndose, sacó dos denarios y Ins
dió al mesonero, y le dijo : Cuida de él ; y todo lo que
de más gastares, yo cuando vuelva, te lo pagaré.
3G ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fué el
prójimo de aquel que cayó entre ladrones?
37 Y él dijó : El que usó de misericordia con él.
Entonces Jesús le dijo : Yé. y haz tu lo mismo.
38 Y aconteció, que yendo, entró él en una aldea ; y
lina mujer llamada Marta le recibió en su casa.
39 Y esta tenia una hermana, que se llamaba María,
la cual sentándose á los piés de Jesús oia su palabra.
40 Marta empero se distraía en muchos servicios ; y
sobreviniendo, dijo: Señor, ¿no tienes cuidado que
mi hermana me deja servir sola? Díle, pues, que me
ayude.
41 Respondiendo Jesús entonces, le dijo : Marta,
Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás
turbada :
42 Empero una cosa es necesaria ; y María ha escogido
la buena parte, la cual no le será quitada.
144
SAN LUCAS
CAPITULO XI.
Y ACONTECIÓ que estando él orando en cierto lugar,
como acabó, uno de sus discípulos le dijo : Señor,
enséñanos á orar, como también Juan enseñó á sus
discípulos.
2 Y les dijo : Cuando orareis, decid : Padre nuestro,
que estás en los cielos, sea tu nombre santificado. Venga
tu reino : sea hecha tu voluntad como en el cielo así
también en la tierra.
3 El pan nuestro de cada dia dánoste hoy.
4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también
nosotros perdonamos á todos los que nos deben. Y no
nos metas en tentación ; mas líbranos de mal.
5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros tendrá un
amigo, é irá á él á media noche, y le dirá : Amigo
préstame tres panes,
6 Porque un mi amigo ha venido á mi de camino, y
no tengo que ponerle delante ;
7 Y él dentro respondiendo, diga : No me seas mo-
lesto : la puerta está ya cerrada, y mis niños están
conmigo en la cama : no puedo levantarme, y darte.
8 Dígoos, que aunque no se levante á darle por ser su
amigo, cierto por su importunidad se levantará, y le
dará todo lo que habrá menester.
9 Y yo os digo : Pedid, y se os dará : buscád, y
hallaréis : tocad, y os será abierto.
10 Porque todo aquel que pide, recibe ; y el que
busca, halla ; y al que toca, es abierto.
11 ¿ Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere
pan, le dará una piedra? ¿ó. si un pescado, en lugar
de pescado le dará una serpiente?
12 ¿O, si le pidiere un huevo, le dará un escorpión ?
13 Pues, si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas á vuestros hijos, ¿cuánto más iwestro Padre
celestial dará el Espíritu Santo á los que le pidieren de él ?
14 También echó fuera un demonio, el cual era mudo ;
y aconteció, que salido fuera el demonio, el mudo habló,
y las gentes se maravillaron.
15 Y algunos de ellos decían : Por Belzebú, príncipe
de los demonios, echa fuera los demonios.
16 Y otros, tentándote, pedían de él una señal del cielo.
SAN LUCAS
145
17 Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les
dijo : Todo reino dividido contra sí mismo es asolado ; y
Gasa dividida cae sobre casa.
18 Y si también Satanás está dividido contra sí,
¿cómo estará en pié su reino? porque decis, que por
Belzebú echo yo fuera los demonios.
19 Pues si yo echo fuera los demonios por Belzebú,
¿ Vuestros hijos, por quién los echan fuera ? por tanto
ellos serán vuestros jueces.
20 Mas si con el dedo de Dios yo echo fuera los demo-
nios, cierto el reino de Dios ha llegado á vosotros.
21 Cuando un hombre fuerte armado guarda su
palacio, en paz está lo que posee.
22 Mas si otro más fuerte que él sobreviniendo le
venciere, le toma todas sus anuas en que confiaba, y
reparte sus despojos.
23 El que no es conmigo, contra mí es ; y el que
conmigo no coge, derrama.
24 Cuando el espíritu inmundo saliere del hombre,
anda por lugares secos buscando reposo, y no hallándo/o,
dice : Me volveré á mi casa, de donde salí.
25 Y viniendo, la halla barrida y adornada.
2ii Entonces vá. y toma otros siete espíritus peores
que él, y entrados habitan allí ; y son las postrimerías
del tal hombre peores que las primerias.
27 Y aconteció, que diciendo él estas cosas, una mujer
de la multitud levantándola voz, le dijo : Bienaventurado
el vientre que te trajo, y los pechos que mamaste.
28 Y él dijo : Antes bienaventurados los que oyen la
palabra de Dios, y la guardan.
29 Y juntándose las multitudes á él, comenzó á decir:
Esta generación mala es : señal busca, mas señal no le
será dada, sino la señal de .Tonas profeta.
80 Porque como Joñas fué señal á los Xínivitas, así
también será et Hijo del hombre á esta generación.
31 La reina del austro se levantará en juicio con los
hombres de esta generación, y los condenará ; porque
vino de los fines de la tierra á oir la sabiduría de
Salomón ; y, he aquí, uno mayor que Salomón en este
lugar.
32 Los hombres de Ni ni ve se levantarán en juicio con
esta generación, y la condenarán ; porque á la predíca-
le
146
SAN LÚCAS
cion de Joñas se arrepintieron ; y, he aquí, uno mayor
que Joñas en este lugar.
33 Nadie pone en oculto una candela encendida, ni
debajo de un almud ; sino en el candelero, para que los
que entran, vean la luz.
34 La luz del cuerpo es el ojo : si pues tu ojo fuere
sencillo, también todo tu cuerpo será resplandeciente ;
mas si fuere malo, también tu cuerpo será tenebroso.
35 Mira pues, que la luz que en tí hay, no sea tinie-
blas.
36 Así que siendo todo tu cuerpo resplandeciente, no
teniendo alguna parte de tiniebla, será todo luciente
como cuando una luz de resplandor te alumbra.
37 Y después que hubo hablado, le rogó un Fariseo
que comiese con él ; y entrado Jesús, se sentó á la mesa.
38 Y el Fariseo como lo vió, se maravilló de que no
se lavó antes de comer.
39 Y el Señor le dijo : Ahora vosotros los Fariseos lo
de fuera del vaso y del plato limpiáis ; mas lo que está
dentro de vosotros, está lleno de rapiña y de maldad.
40 ¡Insensatos! ¿el que hizo lo de fuera, no hizo
también lo de dentro?
41 Empero de lo que tenéis, dad limosna ; y, he aquí,
todo os será limpio.
42 Mas ¡ ay de vosotros Fariseos ! que diezmáis la
monta, y la ruda, y toda hortaliza ; mas el juicio y el
amor de Dios pasáis de largo. Empero estas cosas era
menester hacer, y no dejar las otras.
43 ¡ Ay de vosotros Fariseos ! que amáis las primeras
sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas.
44 ¡ Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas !
que sois como sepulturas que no parecen, y los hombres
que andan encima no lo saben.
45 Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le
dice : Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas
46 Y él dijo : ¡ Ay de vosotros también, doctores de la
ley ! que cargáis los hombres con cargas que no pueden
llevar; mas vosotros, ni aun con un dedo tocáis las
ca rgas.
47 ¡ Ay de vosotros ! que edificáis los sepulcros de los
profetas, y los mataron vuestros padres.
SAN LÚCAS
147
48 Cierto dais testimonio que consentís en los hechos
de vuestros padres ; porque á la verdad ellos los mataron,
mas vosotros edificáis sus sepulcros.
40 Por tanto la sabiduría de Dios también dijo : En-
viare á ellos profetas y apóstoles, y de ellos á unos mata-
rán, y á otros perseguirán.
50 Para que de esta generación sea demandada ta
sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde
la fundación del mundo :
51 Desde la sangre de Abel, hasta la sangre de Zaca-
rías que murió entre el altar y el templo : En verdad os
digo, será demandada de esta generación.
52 ¡ Ay de vosotros, doctores de la ley ! que os alzasteis
con la llave de la ciencia : vosotros no entrasteis, y á los
que entraban impedisteis.
53 Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los Fariseos
comenzaron á apretar/? en gran manera, y á provocarle
á que hablase de muchas cosas,
54 Asechándole, y procurando de cazar algo de su
boca para acusarle.
IX esto habiéndose juntado millares de gentes, de
modo que unos á otros se hollaban, comenzó á decir
á sus discípulos : Primeramente guardáos de la le-
vadura de los Fariseos, que es hipocresía.
2 Porque nada hay encubierto, que no haya de ser
descubierto ; ni oculto, que no haya de ser sabido.
3 Por tanto las cosas que dijisteis en tinieblas, en luz
serán oidas ; y lo que hablasteis al oido en las cámaras,
será pregonado desde los tejados.
4 Mas os digo, amigos mios : No tengáis temor de los
que matan el cuerpo, y después no tienen más que hagan ;
5 Mas yo os enseñaré á quien temáis : Teméd á aquel
que después que hubiere muerto, tiene potestad de echar
en el infierno : de cierto os digo : A este teméd.
6 ¿Xo se venden cinco pajarillos por dos blancas, y ni
uno de ellos está olvidado delante de Dios?
7 Y aun los cabellos de vuestra cabeza, todos están
contados. Xo temáis pues : de más estima sois vosotros
que muchos pajarillos.
CAPITULO XII.
148
SAN LÚCAS
8 Pero os digo que todo aquel que me confesare de-
lante de los hombres, también el Hijo del hombre le
confesará delante de los ángeles de Dios.
9 Mas el que me negare delante de los hombres, será
negado delante de los ángeles de Dios.
10 Y todo aquel que dice palabra contra el Hijo del
hombre, le será perdonado ; mas al que blasfemare
contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.
11 Y cuando os trajeren á las sinagogas, y á los magis-
trados y potestades, no estéis solícitos como, ó qué
hayáis de responder, ó qué hayáis de decir.
Í2 Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma
hora lo que será menester decir.
13 Y le dijo uno de la compañía : Maestro, di á mi
hermano que parta conmigo la herencia.
14 Mas él le dijo : Hombre, ¿quién me puso por juez,
ó partidor sobre vosotros?
15 Y les dijo : Mirád, y guardáos de avaricia ; porque
la vida del hombre no consiste en la abundancia de los
bienes que posee.
16 Y les dijo una parábola, diciendo : La heredad de
un hombre rico habia llevado muchos frutos ;
17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo : ¿ Qué haré,
que no tengo donde junte mis frutos?
18 Y dijo : Esto haré : derribaré mis alfolíes, y los
edificaré mayores ; y allí juntaré todos mis frutos y mis
bienes ;
19 Y diré á mi alma : Alma, muchos bienes tienes en
depósito para muchos años : repósate, come, bebe,
huélgate.
20 Y díjole Dios : ¡ Insensato ! esta noche vuelven á
pedir tu alma ; ¿y lo que has aparejado, cuyo será ?
21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para
con Dios.
22 Y dijo á sus discípulos : Por tanto os digo : No
estéis solícitos de vuestra vida, qué comeréis ; ni del
cuerpo, qué vestiréis.
23 La vida más es que la comida ; y el cuerpo, que el
vestido.
24 Considerád los cuervos, que ni siembren, ni siegan :
que ni tienen almacén, ni alfolí ; y Dios los alimenta.
¿ Cuánto de más estima sois vosotros que las aves?
SAN LÚCAS
149
25 ¿Quién de vosotros podrá con su solicitud añadir á
su estatura un codo?
26 Pues si no podéis aun lo que es menos, ¿ para qué
estaréis solícitos de lo de más ?
27 Considerád los lirios, como crecen : no labran, ni
hilan ; y os digo, que ni Salomón con toda su gloria se
vistió como uno de ellos.
28 Y si así viste Dios á la yerba, que hoy está en el
campo, y mañana es echada en el horno, ¿cuánto más
á vosotros, hombres de poca fé?
29 Vosotros, pues, no procuréis qué hayáis de comer,
ó qué hayáis de beber, y no seáis de ánimo dudoso ;
30 Porque todas estas cosas las gentes del mundo las
buscan ; que vuestro Padre sabe que habéis menester
estas cosas.
31 Mas procurád el reino de Dios, y todas estas cosas
os serán añadidas.
32 No temáis, oh manada pequeña, porque al Padre
ha placido daros el reino.
33 Vendéd lo que poseéis, y dad limosna : hacéos bol-
sas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca
falte : donde ladrón no llega, ni polilla corrompe.
34 Porque donde está vuestro tesoro, allí también
estará vuestro corazón.
35 Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras luces
encendidas ;
36 Y vosotros, semejantes á hombres que esperan
cuando su señor ha de volver de las bodas ; para que
cuando viniere y tocare, luego le abran.
37 Bienaventurados aquellos siervos, los cuales, cuando
el señor viniere, hallare velando : de cierto os digo, que
él se ceñirá, y hará que se sienten á la mesa, y saliendo
les servirá.
38 Y aunque venga á la secunda vela, y aunque venga
á la tercera vela, y los hallare así, bienaventurados son
los tales siervos.
39 Esto empero sabéd, que si supiese el padre de
familias á qué hora había de venir el ladrón, velaría
ciertamente, y no dejaría minar su casa.
40 Vosotros, pues, también estad apercibidos ; por-
que á la hora que no pensáis, el Hijo del hombre
vendrá
150
SAN LÚCAS
41 Entonces Pedro le dijo : Señor, ¿ dices esta pará-
bola á nosotros, ó también á todos?
42 Y dijo el Señor : ¿ Quién es el mayordomo fiel y
prudente, al cual el señor pondrá sobre su familia, para
que en tiempo les dé su ración ?
43 Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el
señor viniere, hallare haciendo así.
44 En verdad os digo, que él le pondrá sobre todos
sus bienes.
45 Mas si el tal siervo dijere en su corazón : Mi señor
se tarda de venir, y comenzare á herir los siervos y las
criadas, y á comer, y á beber, y á borrachear,
46 Vendrá el señor de aquel siervo el dia que él no
espera, y á la hora que él no sabe ; y le apartará, y
pondrá su suerte con los infieles.
47 Porque el siervo que entendió la voluntad de su
señor, y no se apercibió, ni hizo conforme á su voluntad,
será azotado mucho.
48 Mas el que no entendió, é hizo por qué ser azotado,
será azotado poco, porque á cualquiera que fué dado
mucho, mucho será vuelto á demandar de él ; y al que
encomendaron mucho, más será de él pedido.
49 Fuego vine á meter en la tierra, ¿y qué quiero, si
ya está encendido ?
50 Empero, de bautismo me es necesario ser bauti-
zado, ¡ y cómo me angustio hasta que sea cumplido !
51 ¿ Pensáis que he venido á la tierra á dar paz? No,
os digo ; mas disensión.
52 Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa
divididos, tres contra dos, y dos contra tres.
53 El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo
contra el padre : la madre contra la hija, y la hija contra
la madre : la suegra contra su nuera, y la nuera contra
su suegra.
54 Y decia también al pueblo : Cuando veis la nube
que sale del poniente, luego decís : Agua viene ; y es así.
55 Y cuando sopla el austro, decís : Habrá calor ; y
lo hay.
5(> ¡ Hipócritas ! Sabéis examinar la faz del cielo y de
la tierra, ¿y este tiempo, como no lo examináis?
57 ¿Mas por qué aun de vosotros mismos no juzgáis lo
que es justo ?
SAN LÚCAS
151
58 Fues cuando vas al magistrado con tu adversario,
procura en el camino de librarte de él, porque ne te
traiga al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el
alguacil te meta en la cárcel.
59 Te digo que no saldrás de allá hasta que hayas
pagado hasta el postrer cornado.
CAPITULO XIII.
Y EN este mismo tiempo estaban allí unos que le
contaban de los Galileos, cuya sangre Pilato había
mezclado con sus sacrificios.
2 Y respondiendo Jesús, les dijo : ¿ Pensáis que estos
Galileos, porque han padecido tales cosas, hayan sido
más pecadores que todos los Galileos?
* 3 lo os digo, que no : ántes si no os arrepintiereis,
todos pereceréis así.
4 O aquellos diez y ocho, sobre los cuales cayó la torre
en Siloé, y los mató, ¿ pensáis que ellos fueron más deu-
dores que todos los hombres que habitan en Jerusalem ?
5 Yo os digo, que no : ántes si no os arrepintiereis,
todos pereceréis así.
6 Y decia esta parábola : Tenia uno una higuera plan-
tada en su viña ; y vino á buscar fruto en ella, y no halló.
7 Y dijo al viñero : He aquí, tres años ha que vengo á
buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo : córtala,
¿por qué hará inútil aun la tierra ?
8 El entonces respondiendo, le dijo : Señor, déjala
aun este año, basta que yo la escave, y la estercofe.
9 Y si hiciere fruto, bien ; y si no, la cortarás después.
10 Y enseñaba en una sinagoga en sábados.
11 Y, he aquí, una mujer que tenia espíritu de enfer-
medad diez y ocho años había, y andaba agoviada, así
que en ninguna manera podía enhestarse.
12 Y como Jesús la vió, la llamó, y le dijo : Mujer,
libre eres de tu enfermedad.
13 Y púsole las manos encima, y luego se enderezó, y
glorificaba á Dios.
14 Y respondiendo un príncipe de la sinagoga, eno-
jado de que Jesús hubiese curado en sábado, dijo al
pueblo : Seis dias hay en que es menester obrar : en
estos pues venid, y sed curados ; y no en dia de sábado.
152
SAN LUCAS
15 Entonces el Señor le respondió, y dijo : Hipócrita,
¿ cada uno de vosotros no desata en sábado su buey, ó
su asno del pesebre, y le lleva á beber?
16 Y á esta hija de Abraham, que he aquí, que Sa-
tanás la habia ligado diez y ocho años, ¿no convino
desatarla de esta ligadura en dia de sábado ?
17 Y diciendo él estas cosas, se avergonzaban todos
sus adversarios ; y todo el pueblo se regocijaba de todas
las cosas que gloriosamente eran por él hechas.
18 Y decia : ¿ A qué es semejante el reino de Dios, y
á qué le compararé ?
Í9 Semejante es al grano de la mostaza, que tomán-
dole un hombre le metió en su huerto ; y creció, y fué
hecho árbol grande, y las aves del cielo hicieron nidos
en sus ramas.
20 Y otra vez dijo : ¿ A qué compararé al reino de
Dios?
21 Semejante es á la levadura, que tomándola una
mujer, la esconde en tres medidas de harina hasta que
todo sea leudado.
22 Y pasaba por todos las ciudades y aldeas enseñando,
y caminando á Jerusalem.
23 Y le dijo uno : ¿ Señor, son pocos los que se salvan ?
Y él les dijo :
24 Porfiád á entrar por la puerta angosta ; porque yo
os digo, que muchos procurarán de entrar, y no podrán ;
25 Después que el padre de familias se levantare, y
cerrare la puerta, y comenzaréis á estar fuera, y tocar á
la puerta, diciendo : Señor, Señor, ábrenos ; y respondi-
endo él, os dirá : No os conozco de donde seáis.
26 Entonces comenzaréis á decir: Delante de tí hemos
comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.
27 Y os dirá : Dígoos, que no os conozco de donde
seáis: apartaos de mí todos los obreros de iniquidad.
28 Allí será el lloro y el crujir de dientes, cuando
viereis á Abraham, y á Isaac, y á Jacob, y á todos los
profetas en el reino de Dios, y vosotros ser echados fuera.
29 Y vendrán del oriente, y del occidente, y del norte,
y del mediodía, y se sentarán en el reino de Dios.
30 Y, he aquí, hay postreros, que serán primeros ; y
hay primeros, que serán postreros.
31 Aquel mismo dia llegaron unos de los Fariseos,
¡SAN LUCAS 153
diciéndole : Sal, y vete de aquí ; porque Heródes te
quiere matar.
32 Y les dijo : Id, y decid á aquella zorra : He aquí,
eclio fuera demonios y acabo sanidades hoy y mañana, y
trasmañana soy consumado.
33 Empero es menester que boy. y mañana, y tras-
mañana camine ; porque no es posible que un profeta
muera fuera de Jerusalem.
34 ¡Jerusalem, Jerusalem! que matas los profetas, y
apedreas los que son enviados á tí, ¡ cuántas veces quise
juntar tus hijos, como la gallina recoge su nidada debajo
de sus alas, y no quisiste !
35 He aquí, os es dejada vuestra casa desierta ; y os
digo, que no me veréis, basta que venga tiempo cuando
digáis : Bendito el que viene en nombre del Señor.
CAPITULO XIV.
ACONTECIO que entrando en casa de un príncipe
de los Fariseos un sábado á comer pan, ellos le
acechaban.
2 Y, he aquí, un hombre hidrópico estaba delante
de él.
3 Y respondiendo Jesús, habló á los doctores de la ley,
y á los Fariseos, diciendo : ¿ Es lícito sanar en sábado?
4 Y ellos callaron. Entonces él tomándote, le sanó, y
le envió.
5 Y respondiendo á ellos, dijo : ¿El asno ó el buey de
cual de vosotros caerá en un pozo, y él no le sacará
luego en dia de sábado?
6 Y no le podían replicar á estas cosas.
7 Y propuso una parábola á los convidados, atento
como escogían los primeros asientos á la mesa, dicién-
doles :
8 Cuando fueres convidado de alguno á bodas, no te
asientes en el primer lugar ; porque podrá ser que otro
mas honrado que tú sea convidado de él ;
9 Y viniendo el que te llamó á tí y á él, te diga : Dá
lugar á este ; y entonces comiences con vergüenza á
tener el postrer lugar.
10 Mas cuando fueres llamado, vé, y asiéntate en el
postrer lugar; porque cuando viniere el que te llamó, te
154
SAN LÚCAS
diga : Amigo, sube más arriba : entonces tendrás gloria
delante de los que juntamente se asientan á la mesa.
11 Porque cualquiera que se ensalza, será humillado,
y el que se humilla, será' ensalzado.
12 Y decia también al que le habia convidado: Cuando
haces comida ó cena, no llames á tus amigos, ni á tus
hermanos, ni á tus parientes, ni á tus vecinos ricos ;
porque también ellos no te vuelvan á convidar, y te sea
hecha paga.
13 Mas cuando haces banquete, llama á los pobres, los
mancos, los cojos, los ciegos ;
14 Y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden
pagar ; mas te será pagado en la resurrección de los
justos.
15 Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban
sentados á la mesa, le dijo : Bienaventurado el que
comerá pan en el reino de los cielos.
1G El entonces le dijo : Un hombre hizo una grande
cena, y llamó á muchos.
17 Y á la hora de la cena envió á su siervo á decir á
los convidados : Venid, que ya todo está aparejado.
18 Y comenzaron todos á una á escusarse. El primero
le dijo : He comprado un cortijo, y he menester de salir,
y verle : te ruego que me tengas por escusado.
19 Y el otro dijo : He comprado cinco yuntas de
bueyes, y voy á probarlos : ruégote que me tengas por
escusado.
20 Y el otro dijo : Me he casado ; y por tanto no
puedo venir.
21 Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas á su señor.
Entonces el padre de familias, enojado dijo á su siervo :
Vé presto por las plazas, y por las calles de la ciudad, y
mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos.
22 Y dijo el siervo : Señor, hecho es como mandaste,
y aun hay lugar.
23 Y dijo el señor al siervo : Vé por los caminos, y
por los vallados, y fuérzalos á entrar, para que se llene
mi casa.
24 Porque yo os digo, que ninguno de aquellos varones
que fueron llamados, gustará mi cena.
25 Y grandes multitudes iban con él ; y volviéndose
les dijo :
SAN LÚCAS
155
26 Si alguno viene á mí, y no aborrece á su padre, y
madre, y mujer, é hijos, y hermanos, y hermanas, y aun
también su vida, no puede ser mi discípulo.
27 Y eualquiera que no trae su cruz, y viene en pos
de mí, no puede ser mi discípulo.
¿8 Porque ¿ cuál de vosotros, queriendo edificar una
torre, no cuenta primero sentado los gastos, si tiene lo
que ha menester para acabaría ?
29 Porque después (pie baya puesto el fundamento, y
no pueda acabar/a, todos los que lo vieren, no comiencen
ú bacer burla de él,
30 Diciendo : Este hombre comenzó á edificar, y no
pudo acabar.
31 ¿O cuál rey, habiendo de ir á hacer guerra contra
otro rey, sentándose primero no consulta si puede salir
al encuentro con diez mil al que viene contra él con
veinte mil ?
32 De otra manera, cuando el otro está aun lejos, le
ruega por la paz, enviándole embajada.
33 Así pues cualquiera de vosotros que no renuncia á
todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo.
34 Buena es la sal ; mas si la sal perdiere su sabor,
¿ con qué será salada ?
35 Ñi para la tierra, ni aun para el muladar es buena:
fuera la echan. Quien tiene oidos para oir, oiga.
Y SE llegaban á él todos los publícanos, y pecadores á
I oirle.
2 Y murmuraban los Fariseos y los escribas,
diciendo : Este á los pecadores recibe, y con ellos come.
3 Y él les propuso esta parábola, diciendo:
4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si (
perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el
desierto, y vá á buscar la que se perdió, hasta que la
halle ?
5 Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso ;
6 Y viniendo á casa, junta á sus amigos, y á sus vecinos,
diciéndoles : Dádme el parabién ; porque he hallado mi
oveja que se había perdido.
7 Os digo, que así habrá más gozo en el cielo sobre un
CAPITULO XV.
156
SAN LÚCAS
pecador que se arrepiente, que sobre noventa y nueve
justos, que no han menester arrepentirse.
8 ¿0 qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere la '
una dracma, no enciende luz, y barre la casa, y busca
con diligencia, hasta hallaría*
9 Y cuando la hubiere hallado, junta sus amigas, y sus
vecinas, diciendo : Dadme el parabién ; porque he ha-
llado la dracma que había perdido.
10 Así os digo, que hay gozo delante de los ángeles de
Dios por un pecador que se arrepiente.
11 También dijo : Un hombre tenia dos hijos ;
12 Y el más mozo de ellos dijo á su padre : Padre,
dáme la parte de la hacienda que me pertenece. Y él
les repartió su hacienda.
13 Y después de no muchos dias, juntándolo todo el .
hijo más mozo, se partió léjos, á una tierra apartada ; y
allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente.
14 Y después que lo hubo todo gastado, vino una
grande hambre en aquella tierra ; y comenzóle á faltar.
15 Y fué, y se llegó á uno de los ciudadanos de aquella
tierra, el cual le envió á sus campos, para que apacentase
los puercos.
16 Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que
comían los puercos ; mas nadie se las daba.
17 Y volviendo en sí, dijo : ¡ Cuántos jornaleros en
casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí
perezco de hambre !
18 Me levantaré, é iré á mi padre, y le diré : Padre,
pecado he contra el cielo, y contra tí :
19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo : házme
como á uno de tus jornaleros.
20 Y levantándose, vino á su padre. Y como aun
estuviese léjos, le vió su padre, y fué movido á miseri-
cordia ; y corriendo á él, se derribó sobre su cuello, y le
besó.
21 Y el hijo le dijo : Padre, pecado he contra el cielo,
y contra tí : ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
22 Mas el padre dijo á sus siervos : Sacád el principal
vestido, y vestidle ; y ponéd anillo en su mano, y zapatos
en sus piés ;
23 Y traéd el becerro grueso, y matádfe; y comamos,
y hagamos banquete ;
SAN LÚCAS
157
24 Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido : se
habia perdido, y es hallado. Y comenzaron á hacer
banquete.
25 Y su hijo el más viejo estaba en el campo, el cual
como vino, y llegó cerca de casa, oyó la sinfonía y las
danzas ;
26 Y llamando á uno de los siervos, le preguntó qué
era aquello.
27 Y él le dijo : Tu hermano es venido ; y tu padre
ha muerto el becerro grueso, por haberle recibido salvo.
28 Entonces él se enojó, y no queria entrar. El padre
entonces saliendo, le rogaba que entrase.
29 Mas él respondiendo, dijo á su padre : He aquí,
tantos años ha que te sirvo, que nunca he traspasado tu
mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para que
haga banquete con mis amigos ;
30 Mas después que vino este tu hijo, que ha engu-
llido tu hacienda con rameras, le has matado el becerro
grueso.
31 El entonces le dijo : Hijo, tú siempre estás con-
migo, y todas mis cosas son tuyas ;
32 Mas hacer banquete y holgarraos era menester ;
porque este tu hermano muerto era, y revivió : se habia
perdido, y es hallado.
CAPITULO XVI.
TT DECIA también á sus discípulos : Habia un hombre
Y rico, el cual tenia un mayordomo ; y este fué acu-
sado delante de él, como disipador de sus bienes.
2 Y le llamó, y le dijo : ¿ Qué es esto que oigo de tí ?
dá cuenta de tu mayordomía ; porque ya no podrás más
ser mayordomo.
3 Entonces el mayordomo dijo dentro de sí : ¿ Qué
haré ? que mi señor me quita la mayordomía. Cavar,
no puedo : mendigar, tengo vergüenza.
4 Yo sé lo que haré, para que cuando fuere quitado
de la mayordomía, me reciban en sus casas.
5 Y llamando á cada uno de los deudores de su señor,
dijo al primero : ¿ Cuánto debes á mi señor?
6 Y él dijo : Cien batos de aceite. Y le dijo : Toma
tu obligación, y siéntate presto, y escribe cincuenta.
158
SAN LÚCAS
7 Después dijo á otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él
dijo : Cien coros de trigo. Y él le dijo : Toma tu obli-
gación, y escribe ochenta.
8 Y alabó el señor al mayordomo malo, por haber
hecho prudentemente ; porque los hijos de este siglo
más prudentes son en su generación que los hijos de luz.
9 Y yo os digo : Hacéos amigos de las riquezas de
maldad, para que cuando faltareis, os reciban en las
moradas eternas.
10 El que es fiel en lo muy poco, también en lo más
es fiel ; y el que en lo muy poco es injusto, también en
lo más es injusto.
11 Pues si en las malas riquezas no fuisteis fieles, ¿lo
que es verdadero, quién os lo confiará?
12 Y si en lo ageno no fuisteis fieles, ¿ lo que es vuestro,
quién os lo dará ?
13 Ningún siervo puede servir á dos señores ; porque,
ó aborrecerá al uno, y amará al otro, ó se allegará al
uno, y menospreciará al otro. No podéis servir á Dios,
y á las riquezas.
14 Y oian también los Fariseos todas estas cosas, los
cuales eran avaros ; y burlaban de él.
15 Y les dijo : Vosotros sois los que os justificáis á
vosotros mismos delante de los hombres ; mas Dios
conoce vuestros corazones ; porque lo que los hombres
tienen en alto aprecio, delante de Dios es abominación.
16 La ley y los profetas fueron hasta Juan : desde
entonces el reino de Dios es anunciado, y todos hacen
fuerza contra él.
17 Empero más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra,
que caer una tilde de la ley.
18 Cualquiera que despide á su mujer, y se casa con
otra, adultera ; y el que se casa con la despedida del
marido, adultera.
19 Y habia un hombre rico, que se vestia de púrpura
y de lino fino, y hacia cada dia banquete espléndida-
mente.
20 Habia también un mendigo llamado Lázaro, el cual
estaba echado á lu puerta de él, lleno de llagas,
21 Y deseando hartarse de las migajas que caian de la
mesa del rico ; y aun los perros venian, y le lamían las
llagas.
SAN LÚC AS 159
22 Y aconteció, que murió el mendigo, y fué llevado
por los ángeles al seno de Abraham ; y murió también
el rico, y fué sepultado.
23 Y en el infierno, alzando sus ojos, estando en tor-
mentos, vió á Abraham léjos, y á Lázaro en su seno.
2-1 Entonces él, dando voces, dijo : Padre Abraham,
ten misericordia de mí, y envia á Lázaro que moje la
punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua ; porque
soy atormentado en esta llama.
25 Y le dijo Abraham : Hijo, acuérdate que recibiste
tus bienes en tu vida, y Lázaro también males ; mas
ahora este es consolado, y tu atormentado.
2(3 Y ademas de todo esto, una grande sima está con-
firmada entre nosotros y vosotros, así que los que qui-
sieren pasar de aquí á vosotros, no pueden, ni de allá
pasar acá.
27 Entonces dijo : Ruégote, pues, padre, que le envíes
á la casa de mi padre ;
28 Porque tengo cinco hermanos, para que les pro-
teste ; porque no vengan ellos también";! este lugar de
tormento.
29 Y Abraham le dice : A Moisés, y á los profetas
tienen, óiganlos.
30 El entonces dijo : Xo, padre Abraham ; mas si al-
guno fuere á elles de los muertos se arrepentirán.
31 Mas Abraham le dijo : Si no oyen á Moisés, y á los
profetas, tampoco se persuadirán, aunque alguno se
levantare de entre los muertos.
CAPITULO XVII.
IJO después á los discípulos : Imposible es que no
I vengan escándalos ; mas ¡ ay de aquel por quien
vienen !
2 Mejor le seria, si una piedra de molino de asno le
fuera puesta al cuello, y fuese echado en la mar, que
escandalizar á uno de estos pequeñitos.
3 Mirad por vosotros. Si pecare contra tí tu hermano,
repréndele ; y si se arrepintiere, perdónale.
4 Y si siete veces al dia pecare contra tí, y siete veces
al dia se volviere á tí, diciendo : Pésame : perdónale.
5 Y dijeron los apóstoles al Señor : Auméntanos la fé.
160 SAN LÚCAS
6 Y el Señor dijo : Si tuviéseis fé como un grano de
mostaza, diríais á este sicómoro : Desarráigate, y plán-
tate en la mar, y os obedeceria.
7 ¿Mas cuál de vosotros tiene un siervo que ara, ó
apacienta ganado, que vuelto del campo le diga luego :
Pasa, siéntate á la mesa?
8 ¿No le dice antes : Adereza que cene yo, y cíñete, y
sírveme hasta que haya comido y bebido ; y después de
esto come tú y bebe ?
9 ¿Hace gracias al siervo porque hizo lo que le habia
sido mandado? Pienso que no.
10 Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo
lo que os es mandado, decid : Siervos inútiles somos;
porque lo que debíamos de hacer, hicimos.
11 Y aconteció que yendo él á Jerusalem, pasaba por
medio de Samaría, y de Galilea.
li! Y entrando en una aldea, viniéronle al encuentro
diez hombres leprosos, los cuales se pararon de léjos ;
13 Y alzaron la voz, diciendo : Jesús, Maestro, ten
misericordia de nosotros.
14 Y como él los vió, les dijo : Id, mostráos á los sacer-
dotes. Y aconteció, que yendo ellos, fueron limpios.
1.") Y el uno de ellos, como se vió que era limpio,
volvió, glorificando á Dios á gran voz.
16 Y se derribó sobre su rostro á sus piés, haciéndole
gracias ; y este era Samaritano.
17 Y respondiendo Jesús, dijo : ¿No son diez los que
fueron limpios? ¿Y los nueve, donde están .'
18 ¿No fué hallado quien volviese, y diese gloria á
Dios, sino este extranjero?
19 Y le dijo : Levántate, véte : tu fé te ha sanado.
20 Y preguntado de los Fariseos, cuando habia de
venir el reino de Dios, les respondió, y dijo : El reino de
Dios no vendrá manifiesto ;
21 Ni dirán : Héle aquí, ó héle allí ; porque, he aquí,
el reino de Dios dentro de vosotros está.
22 Y dijo á sus discípulos : Tiempo vendrá, cuando
desearéis ver uno de los dias del Hijo del hombre, y no
lo veréis.
23 Y os dirán : Héle aquí, ó héle allí. No vayáis tras
ellos , ni los sigáis.
24 Porque como el relámpago relampagueando desde
SAN LÚCAS
161
una parte que está debajo del cielo, resplandece hasta la
otra que está debajo del cielo, así también será el Hijo del
hombre en su dia.
25 Mas primero es menester que padezca mucho, y
sea reprobado de esta generación.
26 Y como fué en los dias de Noé, así también será
en los dias del Hijo del hombre :
27 Comían, bebían, se casaban y se daban en casa-
miento, hasta el dia que entró Noé en el arca ; y vino el
diluvio, y destruyó á todos.
28 Asimismo también como fué en los dias de
Lot : comían, bebían, compraban, vendían, plantaban,
edificaban ;
29 Mas el dia que Lot salió deSodoma, llovió del cielo
fuego y azufre, y destruyó á todos :
30 Como esto será el dia que el Hijo del hombre se
manifestará.
31 En aquel dia, el que estuviere en el tejado, y sus
alhajas en casa, no descienda á tomarlas ; y el que en el
campo, asimismo no vuelva atrás.
32 Acordaos de la mujer de Lot.
33 Cualquiera que procurare salvar su vida, la perderá ;
y cualquiera que la perdiere, la vivificará.
34 Os digo, que en aquella noche estarán dos hombres
en una cama : el uno será tomado, y el otro será dejado.
35 Dos mujeres estarán moliendo juntas : la una será
tomada, y la otra será dejada.
36" Dos hombres estarán en el campo : el uno será
tomado, y el otro será dejado.
37 Y respondiéndole, le dicen : ¿ Dónde, Señor ? Y
él lea dijo : Donde estuviere el cuerpo, allá se juntarán
también las águilas.
T LES propuso también una parábola, para enseñar
I que es menester orar siempre, y no desalentarse,
2 Diciendo : Había un juez en una ciudad, el
cual ni temía á Dios, ni respetaba á hombre alguno.
3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual
venia á él, diciendo : Hazme justic ia de mi adversario.
4 Mas él no (pliso por algún tiempo : empero después
CAPITULO XVIII.
L
162
SAN LUCAS
de esto, dijo dentro de sí : Aunque ni temo á Dios, ni
tengo respeto á hombre ;
5 Todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré
justicia ; porque no venga siempre y al fin me muela.
6 Y dijo el Señor : Oid lo que dice el juez injusto.
7 ¿ Y Dios no defenderá á sus escogidos que claman á
él dia y noche, aunque sea longánimo acerca de ellos ?
8 Os digo que los defenderá presto. Empero el Hijo
del hombre, cuando viniere, ¿ hallará fé en la tierra ?
9 Y dijo también á unos, que confiaban de sí como
justos, y menospreciaban á los otros, esta parábola :
10 Dos hombres subieron al templo á orar, el uno
Fariseo, y el otro publicano.
11 El Fariseo puesto en pié oraba consigo de esta
manera : Dios, te hago gracias, que no soy como los
otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros ; ni aun
como este publicano.
12 Ayuno dos veces en la semana : doy diezmos de
todo lo que poseo.
13 Mas el publicano estando léjos, no quería, ni aun
alzar los ojos al cielo ; mas hería su pecho, diciendo :
Dios, ten misericordia de mí, pecador.
14 Os digo que este descendió á su casa justificado
más bien que el otro ; porque cualquiera que se ensalza,
será humillado ; y el que se humilla, será ensalzado.
15 Y traían también á él niños para que les tocase, lo
cual viéndoto sus discípulos, les reñían.
16 Mas Jesús llamándolos, dijo : Dejád los niños venir
á mí, v no los impidáis ; porque de tales es el reino de
Dios.
17 De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere
el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
18 Y le preguntó un príncipe, diciendo : ¿ Maestro
bueno, qué haré para poseer la vida eterna ?
19 Y Jesús le dijo : ¿ Por qué me dices, bueno ?
ninguno hay bueno, sino uno solo, Dios.
20 Los mandamientos sabes : No matarás : No adul-
terarás : No hurtarás : No dirás falso testimonio : Honra
á tu padre, y á tu madre.
21 Y él dijo : Todas estas cosas he guardado desde mi
juventud.
22 Y Jesús oido esto, le dijo : Aun una cosa te falta :
SAN LUCAS
163
todo lo que tienes, véndelo, y dato á los pobres, y tendrás
tesoro en el cielo ; y ven, sígneme.
23 Entonces él, oidas estas cosas, se entristeció sobre
manera, porque era muy rico.
24 Y viendo Jesús que se habia entristecido mucho,
dijo : ¡ Cuán dificultosamente entrarán en el reino de
Dios, los que tienen riquezas !
25 Porque más fácil cosa es entrar un camello por un
ojo de una aguja, que un rico entrar en el reino de Dios.
26 Y los que to oian, dijeron : ¿ Y quién podrá ser
salvo ?
27 Y él les dijo : Lo que es imposible acerca de los
hombres, posible es acerca de Dios.
28 Entonces Pedro dijo : He aquí, nosotros hemos
dejado todas las cosas, y te hemos seguido.
29 Y él les dijo : De cierto os digo, que nadie hay que
haya dejado casa, ó padres, ó hermanos, ó mujer, ó hijos,
por el reino de Dios,
30 Que no haya de recibir mucho más en este tiempo,
y en el siglo venidero la vida eterna.
31 Y Jesús tomando aparte los doce, les dijo : He aquí,
subimos á Jerusalem, y serán cumplidas todas las cosas
que fueron escritas por los profetas del Hijo del hombre.
32 Porque será entregado á los Gentiles, y será escar-
necido, é injuriado, y escupido ;
33 Y después que le hubieren azotado, le matarán ;
mas al tercero día resucitará.
34 Mas ellos nada de estas cosas entendían, y esta
palabra les era encubierta ; y no entendían lo que se
decía.
35 Y aconteció, que acercándose él de Jericó, un ciego
estaba sentado junto al camino mendigando,
36 El cual como oyó la multitud que pasaba, pregun-
taba qué era aquello.
37 Y le dijeron : que Jesús Nazareno pasaba.
38 Entonces dió voces, diciendo : Jesús, Hijo de
David, ten misericordia de mí.
39 Y los que iban delante, le reñian para que callase ;
empero él clamaba mucho más : Hijo de David, ten
misericordia de mí.
40 Jesús entonces parándose, mandó traerle á sí. Y
como él llegó, le preguntó,
164
SAN LUCAS
41 Diciendo : ¿ Qué quieres que te haga? Y él dijo :
Señor, que vea yo.
42 Y Jesús le dijo : Vé : tu fé te ha hecho salvo.
43 Y luego vió, y le seguía, glorificando á Dios ; y
todo el pueblo como vió esto, dió alabanza á Dios.
CAPITULO XIX.
TT HABIENDO entrado Jesus, pasaba por Jericó.
¥ 2 Y, be aquí, un varón llamado Zaqueo el cual
era príncipe de los publícanos, y era rico.
3 Y procuraba ver á Jesus quién fuese ; mas no podía
á causa de la multitud, porque era pequeño de estatura.
4 Y corriendo delante, se subió en un árbol sicómoro,
para verle ; porque había de pasar por allí.
5 Y como vino á aquel lugar Jesus, mirando le vió, y
le dijo : Zaqueo, dáte priesa, desciende ; porque hoy es
menester que pose en tu casa.
6 Entonces él descendió apriesa, y le recibió gozoso.
7 Y viendo esto todos, murmuraban, diciendo, que
había entrado á posar con un hombre pecador.
8 Entonces Zaqueo, puesto en pié, dijo al Señor : He
aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy á los pobres ; y
si en algo he defraudado á alguno, se lo vuelvo con los
cuatro tantos.
9 Y Jesus le dijo : Hoy ha venido la salvación á esta
casa ; por cuanto también él es hijo de Abraham.
10 Porque el Hijo del hombre vino á buscar, y á salvar
lo que se había perdido.
11 Y oyendo ellos estas cosas, prosiguiendo él, dijo
una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalem ; y
porque pensaban que luego habia de ser manifestado el
reino de Dios.
12 Dijo pues : Un hombre noble se partió á una tierra
léjos, á tomar para sí un reino, y volver.
13 Y llamados diez siervos suyos, les dió diez minas,
y les dijo : Negociád entre tanto que vengo.
14 Empero sus ciudadanos le aborrecían : y enviaron
tras de él una embajada, diciendo : No queremos que
este reine sobre nosotros.
15 Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el
reino, mandó llamar á sí á aquellos siervos, á los cuales
SAN LUCAS 165
había dado el dinero, pura saber lo que había negociado
cada uno.
16 Y vino el primero, diciendo : Señor, tu mina ha
ganado diez minas.
17 Y él le dice : Está bien, buen siervo : pues que en
lo poco has sido riel, ten autoridad sobre diez ciudades.
1S Y vino el segundo, diciendo : Señor, tu mina ha
hecho cinco minas.
19 Y asimismo á este dijo : Tú también sé sobre cinco
ciudades.
20 Y vino otro, diciendo : Señor, he aquí tu mina, la
cual he tenido guardada en un pañizuelo.
21 Porque tuve miedo de tí, pues que eres hombre
severo : tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no
sembraste.
22 Entonces él le dijo : Mal siervo, por tu boca te
juzgo : sabias que yo era hombre severo, que tomo lo
que no puse, y que siego lo que no sembré ;
23 ¿ Por qué pues no diste mi dinero al banco ; y yo
viniendo lo demandara con el logro ?
24 Y dijo á los que estaban presentes : Quitadle la
mina, y dad/a al que tiene las diez minas.
25 (Y ellos le dijeron : Señor, tiene diez minas.)
2<5 Porque yo os digo que á cualquiera que tuviere, le
será dado ; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le
será quitado.
27 Mas á aquellos mis enemigos, que no querían que
yo reinase sobre ellos, traed /os acá, y degollád/o.s delante
de mí.
28 Y dicho esto, iba delante subiendo á Jerusalem.
29 Y aconteció, que llegando cerca de Betfage, y de
Betania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos
de sus discípulos,
30 Diciendo : Id á la aldea que está delante, en la cual
como entraréis, hallareis un pollino atado en el cual nin-
gún hombre jamas se ha sentado : desatadle, y traédfe acá.
31 Y si alguien os preguntare : ¿Por qué le desatáis?
le diréis así : Porque el Señor le ha menester.
32 Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron,
como él les dijo.
33 Y* desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron :
¿Por qué desatáis el pollino ?
166
SAN LÚCAS
34 Y ellos dijeron : Porque el Señor le ha menester.
35 Y le trajeron á Jesús ; y echando ellos sus ropas
sohre el pollino, pusieron encima á Jesús.
36 Y yendo él, tendían sus vestidos por el camino.
37 Y como llegasen ya cerca de la descendida del
monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos,
regocijándose, comenzaron á alabar á Dios a gran voz
por todas las maravillas que habían visto,
38 Diciendo : Bendito el rey que viene en nombre del
Señor : paz en el cielo, y gloria en las alturas.
3 l J Entonces algunos de los Fariseos de entre la mul-
titud le dijeron : Maestro, reprende á tus discípulos.
40 Y él respondiendo, les dijo : Os digo que si estos
callaren, las piedras clamarán.
41 Y como llegó cerca, viendo la ciudad, lloró sobre
ella,
42 Diciendo : ¡Ah, si tú conocieses, á lo menos en este
tu dia, lo que toca á tu paz ! mas ahora está encubierto
á tus ojos.
43 Porque vendrán dias sobre tí, que tus enemigos te
cercarán con trinchera ; y te pondrán cerco, y de todas
partes te pondrán en estrecho ;
44 Y te derribarán á tierra ; y á tus hijos, los que están
dentro de ti ; y no dejarán en tí piedra sobre piedra ;
por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
45 Y entrando en el templo, comenzó á echar fuera á
todos los que vendían y compraban en él,
46 Diciéndoles : Escrito está : Mi casa, casa de oración
es ; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
47 Y enseñaba cada dia en el templo ; mas los prín-
cipes de los sacerdotes, y los escribas, y los príncipes del
pueblo procuraban matarle.
48 Y no hallaban que hacerte, porque todo el pueblo
estaba suspenso oyéndole.
CAPITULO XX.
Y ACONTECIÓ un dia, que enseñando él al pueblo en
el templo, y anunciando el evangelio, sobrevinieron
los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, con
los ancianos,
2 Y le hablaron, diciendo : Dínos ¿con qué autoridad
SAN LUCAS
167
haces estas cosas : ó quién es el que te ha dado esta,
autoridad '?
3 Respondiendo entonces Jesús, les dijo : Preguntaros
he yo también una palabra ; respondadme :
4 ¿ El bautismo de Juan, era del cielo, ó de los
hombres ?
5 Mas ellos pensaban dentro de sí, diciendo : Si dijé-
remos : Del cielo ; dirá : ¿Por qué pues no le creísteis ?
6 Y si dijéremos : De los hombres, todo el pueblo
nos apedreará ; porque están ciertos que Juan era un
profeta.
7 Y respondieron, que no sabian de donde había sido.
8 Entonces Jesús les dijo : Ni yo os digo tampoco con
qué autoridad hago yo estas cosas.
9 Y comenzó á decir al pueblo esta parábola : Un
hombre plantó una viña, y la arrendó á unos labradores,
y se ausentó por mucho tiempo.
10 Y al tiempo oportuno envió un siervo á los labra-
dores, para que le diesen del fruto de la viña ; mas los
labradores hiriéndole, le enviaron vacío.
11 Y volvió á enviar otro siervo ; y ellos á este tam-
bién, herido y afrentado, le enviaron vacío.
12 Y volvió á enviar al tercer siervo ; y también á
este echaron herido.
13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré?
enviaré mi Hijo amado : quizá cuando á este vieren, le
tendrán respeto.
14 Mas los labradores viéndole pensaron entre sí,
diciendo : Este es el heredero : venid, matémosle, para
que la herencia sea nuestra.
15 Y echándole fuera de la viña, le mataron : ¿Qué
pues les hará el señor de la viña?
16 Vendrá, y destruirá á estos labradores ; y dará su
viña á otros. Y como ellos lo oyeron, dijeron : Guarda.
17 Mas él mirándolos, dice : ¿ Qué pues es lo que está
escrito : La piedra que desecharon los edificadores, esta
vino á ser cabeza de la esquina ?
18 Cualquiera que cayere sobre aquella piedra será
quebrantado ; mas sobre el que la piedra cayere, le
desmenuzará.
19 Y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los
escribas echarle mano en aquella hora, mas tuvieron
168
SAN LÚCAS
miedo del pueblo ; porque entendieron que contra ellos
había dicho esta parábola.
20 Y acechándote, enviaron espiones que se simulasen
justos, para tomarle en sus palabras, para que así le en-
tregasen á la jurisdicción y á la potestad del presidente :
21 Los cuales le preguntaron, diciendo : Maestro,
sabemos que dices y enseñas bien ; y que no tienes res-
peto á la persona de nadie, ántes enseñas el camino de
Dios con verdad.
22 ¿ Nos es lícito dar tributo á César, ó no ?
23 Mas él, entendida la astucia de ellos, les dijo : ¿ Poi-
qué me tentáis ?
24 Mostrádme una moneda. ¿ De quién tiene la imá-
gen, y la inscripción? Y respondiendo, dijeron: De
César.
25 Entonces les dijo : Pues dad á César lo que es de
César ; y lo que es de Dios, á Dios.
26 Y no pudieron reprender sus palabras delante del
pueblo : ántes maravillados de su respuesta, callaron.
27 Y llegándose unos de los Saduceos, los cuales niegan
haber resurrección, le preguntaron,
28 Diciendo : Maestro, Moisés nos escribió : Si el her-
mano de alguno muriere teniendo mujer, y muriere sin
hijos, que su hermano tome la mujer, y levante simiente
á su hermano.
29 Fueron pues siete hermanos ; y el primero tomó
mujer, y murió sin hijos.
30 Y la tomó el segundo, el cual también murió sin
hijos.
31 Y la tomó el tercero : asimismo también todos
siete ; y no dejaron simiente, y murieron.
32 Y á la postre de todos murió también la mujer.
33 En la resurrección, pues, ¿ mujer de cuál de ellos
será? porque los siete la tuvieron por mujer.
3-4 Entonces respondiendo Jesús, les dijo : Los hijos
de este siglo se casan, y se dan en casamiento ;
35 Mas los que fueron tenidos por dignos de aquel
siglo, y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni
se dan en casamiento.
36 Porque no pueden ya más morir ; porque son iguales
á los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la
resurrección.
SAN LUCAS
169
37 Y que los muertos hayan de resucitar. Moisés aun
lo enseñó junto al zarzal, cuando dice al Señor : Dios de
Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob.
38 Porque Dios, no es Dios de muertos, sino de vivos ;
porque todos viven en cuanto á él.
39 Y respondiéndole unos de los escribas, dijeron :
Maestro, bien has dicho.
4ii V no osaron más preguntarle algo.
41 Y él les dijo : ¿ Cómo dicen que el Cristo hijo de
David ?
42 Y el mismo David dice en el libro de los Salmos :
Dijo el Señor á mi Señor : Asiéntate á mi diestra,
43 Entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de
tus piés.
44 Así que David le llama Señor, ¿ cómo pues es su
hijo?
45 ""i oyéndolo todo el pueblo, dijo á sus discípulos :
40 Guardaos de los escribas, que quieren andar con
ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas; y
las primeras sillas en las sinagogas ; y los primeros asien-
tos en las cenas :
47 Que devoran las casas de las viudas, simulando
larga oración : estos recibirán mayor condenación.
T MIRANDO, vio á los ricos que echaban sus ofrendas
1 en el arca del tesoro.
2 Y vió también á una viuda pobre, que echaba
allí dos blancas.
3 Y dijo : De verdad os digo, que esta viuda pobre
echó más que todos.
4 Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para
las ofrendas de Dios ; mas esta de su pobreza echó todo
su sustento que tenia.
5 Y á unos que decían del templo, que estaba ador-
nado de hermosas piedras y dones, dijo :
6 De estas cosas que veis, dias vendrán, en que no
quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
7 Y le preguntaron, diciendo : Maestro, ¿ cuándo será
esto? ¿Y qué señal habrá cuándo estas cosas hayan de
comenzar á ser hechas ?
CAPITULO XXI.
170
SAN LUCAS
8 El entonces dijo : Mirád, no seáis engañados ; porque
vendrán muchos en mi nombre, diciendo : Y soy el
Cristo ; y el tiempo está cerca : por tanto no vayáis en
pos de ellos.
. 9 Empero cuando oyereis de guerras y sediciones, no
os espantéis ; porque es menester que estas cosas acon-
tezcan primero ; mas no luego será el fin.
10 Entonces les dijo : Se levantará nación contra
nación, y reino contra reino ;
11 Y habrá grandes terremotos en cada lugar, y
hambres, y pestilencias ; y habrá prodigios, y grandes
señales del cielo.
12 Mas ántes de todas estas cosas os echarán mano, y
perseguirán, entregándoos á las sinagogas, y á las cárceles,
trayéndoos ánte los reyes, y á los presidentes, por causa
de mi nombre.
13 Y os será esto para testimonio.
14 Ponéd pues en vuestros corazones de no pensar
ántes como hayáis de responder.
15 Porque yo os daré boca y sabiduría, á la cual no po-
drán resistir, ni contradecir todos los que se os opondrán.
16 Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y
hermanos, y parientes, y amigos ; y matarán á algunos
de vosotros.
17 Y seréis aborrecidos de todos, por causa de mi
nombre.
18 Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá.
19 En vuestra paciencia poseed vuestras almas.
20 Y cuando viereis á Jerusalem cercada de ejércitos,
sabéd entonces que su destrucción ha llegado.
21 Entonces los que estuvieren en Judea, huyan á los
montes ; y los que estuvieren en medio de ella, vayanse ;
y los que en las otras regiones, no entren en ella.
22 Porque estos son dias de venganza, para que se
cumplan todas las cosas que están escritas.
23 Mas, ¡ ay de las preñadas, y de las que crian en
aquellos dias ! porque habrá apretura grande sobre la
tierra, é ira sobre este pueblo.
24 Y caerán á filo de espada, y serán llevados cautivos
por todas las naciones ; y Jerusalem será hollada de los
Gentiles, hasta que los tiempos de los Gentiles sean
cumplidos.
SAN LÚCAS
171
25 Entóneos habrá señales en el sol, y en la luna, y
en las estrellas ; y en la tierra apretura de naciones, con
perplejidad ; bramando la mar y las ondas ;
-ti Secándose los hombres á causa del temor, y espe-
rando las cosas que s< >1 revendrán á la redondez de la tierra ;
porque las virtudes de los cielos serán conmovidas.
27 Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá
en una nube con poder y grande gloria.
28 Y cuando estas cosas comenzaren á hacerse, mirád,
y levantad vuestras cabezas ; porque vuestra redención
está cerca.
29 Y les dijo también una parábola : Mirád la higuera,
y todos los árboles :
30 Cuando ya brotan, viéndolos, de vosotros mismos
entendéis que el verano está ya cerca :
31 Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas
cosas, entended que está cerca el reino de Dios.
32 De cierto os digo, que no pasará esta generación,
hasta que todo sea hecho.
33 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no
pasarán.
34 Y mirád por vosotros, que vuestros corazones no
sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cui-
dados de esta vida, y venga de improviso sobre vosotros
aquel dia.
35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que
habitan sobre la haz de toda la tierra.
36 Velad, pues, orando á todo tiempo, que seáis habi-
dos dignos de evitar todas estas cosas que han de venir,
y de estar en pié delante del Hijo del hombre.
37 Y enseñaba entre dia en el templo ; y de noche
saliendo, estábase en el monte que se llama de las Olivas.
38 Y todo el pueblo venia á él por la mañana, para
oirle en el templo.
ESTABA cerca el dia de la fiesta de los panes sin
levadura, que se llama la pascua.
2 Y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas
procuraban como le matarían ; mas tenían miedo del
pueblo.
CAPITULO XXII.
172
SAN LUCAS
3 Y entró Satanás en Judas, que tenia por sobrenom-
bre Iscariote, el cual era uno del número de los doce.
4 Y fué, y habló con los príncipes de los sacerdotes, y
con los magistrados, de como se le entregaría.
5 Los cuales se holgaron, y concertaron de darle
dinero.
6 Y prometió ; y buscaba oportunidad para entre-
garle á ellos sin estar presente la multitud.
7 Y vino el dia de los panes sin levadura, en el cual
era menester matar la pascua.
8 Y envió á Pedro, y á Juan, diciendo : Id, aparejádnos
la pascua, para que comamos.
9 Y ellos le dijeron : ¿ Dónde quieres que la apareje-
mos?
10 Y él les dijo : He aquí, como entraréis en la ciu-
dad, os encontrará un hombre que lleva un cántaro de
agua : seguidle hasta la casa donde entrare ;
11 Y decid al padre de la familia de la casa : El
Maestro te dice : ¿ Dónde está el aposento donde
tengo de comer la páscua con mis discípulos?
12 Entonces él os mostrará un gran cenadero adere-
zado, aparejádfot allí.
13 Y yendo ellos bailáronlo todo como les había dicho;
y aparejaron la. páscua.
14 Y como fué hora, se sentó á la mesa; y con él los
doce apóstoles.
15 Y les dijo : Con deseo he deseado comer con
vosotros esta páscua ántes que padezca.
16 Porque os digo, que no comeré más de ella, hasta
que sea cumplido en el reino de Dios.
17 Y tomando la copa, habiendo hecho gracias, dijo :
Tomád esto, y distribuíd/o entre vosotros.
18 Porque os digo, que no beberé del fruto de la vid,
hasta que el reino de Dios venga.
19 Y tomando pan, habiendo hecho gracias, lo rompió,
y les dió, diciendo : Este es mi cuerpo, que por vosotros
es dado ; hacéd esto en memoria de mí.
20 Asimismo también la copa, después que hubo
cenado, diciendo : Esta copa es el nuevo testamento en
mi sangre, que por vosotros se derrama.
21 Con todo eso, he aquí, la mano del que me entrega
está conmigo en la mesa.
SAN LUCAS
173
22 Y á la verdad el Hijo del hombre vá según lo que
está determinado ; empero ¡ ay de aquel hombre por el
cual es entregado !
23 Ellos entonces comenzaron á preguntar entre sí,
cual dé ellos sería el que habia de hacer esto.
24 Y hubo también entre ellos una contienda, quién
de ellos parecía ser el mayor.
25 Entonces él les dijo : Los reyes de las naciones se
enseñorean de ellas ; y los que sobre ellas tienen potes-
tad, son llamados bienhechores :
26 Mas vosotros, no así : antes el que es mayor entre
vosotros, sea como el más mozo ; y el que precede,
como el que sirve.
27 Porque ¿cuál es mayor, el que se asienta á la mesa,
ó el que sirve ? ¿ Xo es el que se asienta á la mesa ? mas
yo soy entre vosotros como el que sirve.
28 Empero vosotros sois los que habéis permanecido
conmigo en mis tentaciones :
29 Yo pues os ordeno un reino, como mi Padre me lo
ordenó á mí ;
30 Para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino ;
y os asentéis sobre tronos juzgando á las doce tribus de
Israel.
31 Dijo también el Señor : Simón, Simón, he aquí,
que Satanás os ha pedido para zarandearos como á
trigo ;
32 Mas yo he rogado por tí que tu fé no falte ; y tú
cuando te conviertas, continua á tus hermanos.
33 Y él le dijo : Señor, dispuesto estoy á ir contigo,
tanto á la cárcel, como á la muerte.
34 Y él dijo : Pedro, te digo que el gallo no cantará
I hoy, antes que tú niegues tres veces que me conoces.
35 Y á ellos dijo : Cuando os envié sin bolsa, y sin
alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo? Y ellos dijeron :
Nada.
36 Entonces les dijo : Pues ahora el que tiene bolsa,
tómela ; y también su alforja ; y el que no tiene espada,
venda su capa y cómprela.
37 Porque os digo, que aun es menester que se cumpla
en mí aquello que está escrito : Y con los malos fué
contado ; porque lo que está escrito de mí, su cumpli-
miento tiene.
174
SAN LÚ.CAS
38 Entonces ellos dijeron : Señor, he aquí, dos espadas
hay aquí. Y él les dijo : Basta.
39 Y saliendo, se fué, según su costumbre, al monte
de las Olivas ; y sus discípulos también le siguieron.
40 Y como llegó á aquel lugar, les dijo : Orád para
que no entréis en tentación.
41 Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra ; y
puesto de rodillas, oró,
42 Diciendo : Padre, si quieres, pasa esta copa de mí,
empero no se baga mi voluntad, mas la tuya.
43 Y le apareció un ángel del cielo esforzándole.
44 Y estando en angonía, oraba más intensamente ; y
fué su sudor como gotas grandes de sangre, que descen-
dían hasta la tierra.
45 Y como se levantó de la oración, y vino á sus dis-
cípulos, los halló durmiendo de tristeza.
46 Y les dijo : ¿Qué, dormís? Levantáos, y orád que
no entréis en tentación.
47 Estando aun hablando él, he aquí, una multitud
de gente, y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba
delante de ellos ; y se llegó á Jesús, para besarle.
48 Entonces Jesús le dijo : ¿Judas, con un beso entre-
gas al Hijo del hombre?
49 Y viendo los que estaban junto á él lo que habia de
ser, le dijeron : Señor, ¿ heriremos con espada ?
50 Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote,
y le quitó la oreja derecha.
51 Y respondiendo Jesús, dijo : Dejád hasta aquí. Y
tocando su oreja, le sanó.
52 Dijo después Jesús álos príncipes délos sacerdotes,
y á los capitanes del templo, y á los ancianos que habían
venido contra él : ¿ Cómo á ladrón habéis salido con
espadas y con palos?
53 Habiendo estado con vosotros cada dia en el tem-
plo, no extendisteis las manos contra mí ; mas esta es
vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.
54 Y prendiéndole, le trajeron, y metiéronle en casa
del príncipe de los sacerdotes. Y Pedro le seguía de
léjos.
55 Y habiendo encendido fuego en medio del atrio, y
sentándose todos al derredor, se sentó también Pedro
entre ellos.
SAN LUCAS
175
5G Y como una criada le vió que estaba sentado al
fuego, puestos los ojos en él, dijo : Y este con él era.
57 Entóncesél lo negó, diciendo : Mujer, no le conozco.
58 Y un poco después viéndole otro, dijo : Y tú de
ellos eras. Y Pedro dijo : Hombre, no soy.
59 Y como una hora pasada, otro afirmaba, diciendo :
Verdaderamente también este estaba con él ; porque es
Galileo.
60 Y Pedro dijo : Hombre, no sé lo que dices. Y
luego, estando aun él hablando, el gallo cantó.
61 Entonces, vuelto el Señor, miró á Pedro ; y Pedro
se acordó de la palabra del Señor, como le habia dicho,
ántes que el gallo dé voz me negarás tres veces.
62 Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente.
63 Y los hombres' que tenian á Jesús, burlaban de él,
hiriéndo/c.
64 Y cubriéndole herian su rostro, y preguntábanle,
diciendo : Profetiza, ¿quién es el que te hirió?
65 Y decían otras muchas cosas injuriándole.
66 Y como fué de dia, se juntaron, los ancianos del
pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas,
y le trajeron á su concilio,
67 Diciendo : ¿ Eres tú el Cristo ? dínoslo. Y les dijo :
Si os lo dijere, no creeréis ;
68 Y también si os preguntare, no me responderéis,
ni me soltaréis ;
69 Mas desde ahora el Hijo del hombre se asentará á
diestra del poder de Dios.
70 Y dijeron todos : ¿ Luego tú eres el Hijo de Dios?
Y él les dijo : Vosotros lo decis, que yo soy.
71 Entonces ellos dijeron : ¿ Qué más testimonio
deseamos ? porque nosotros lo hemos oido de su boca.
LEVAXTÁXDOSE toda la multitud de ellos, llevá-
2 Y comenzaron á acusarle, diciendo : A este
hemos hallado que pervierte nuestra nación, y que veda
dar tributo á César, diciendo que él es el Cristo el Rey.
3 Entonces Pilato le preguntó, diciendo : ¿Eres tú el
rey de los Judíos ? Y respondiéndole él, dijo : Tú lo dices.
CAPITULO XXIII.
176
SAN LÚCAS
4 Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y al
pueblo : Ninguna culpa hallo en este hombre.
5 Mas ellos porfiaban, diciendo : Alborota al pueblo,
enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea
hasta aquí.
6 Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el
hombre era Galileo.
7 Y como entendió que era de la jurisdicción de He-
ródes, le remitió á Heródes, el cual también estaba en
Jerusalem en aquellos dias.
8 Y Heródes, viendo á Jesús, se holgó mucho ; porque
habia mucho que le deseaba ver ; porque habia oido de
él muchas cosas ; y tenia esperanza que le veria hacer
algún milagro.
9 Y le preguntaba con muchas palabras ; mas él nada
le respondió.
10 Y estaban los príncipes de los sacerdotes, y los
escribas acusándole con gran porfía.
11 Mas Heródes con sus soldados le menospreció, y
escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida ; y le
volvió á enviar á Pilato.
12 Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Heródes
en el mismo dia ; porque ántes eran enemigos entre sí.
13 Entonces Pilato, convocando los príncipes de los
sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo,
14 Les dijo : Me habéis presentado á este por hombre
que pervierte al pueblo ; y, he aquí, yo preguntando
delante de vosotros, no he hallado alguna culpa en este
hombre de aquellas de que le acusáis.
15 Y ni aun Heródes ; porque os remití á él ; y he
aquí, que ninguna cosa digna de muerte se le ha
hecho.
16 Le soltaré pues castigado.
17 Y tenia necesidad de soltarles uno en la fiesta.
18 Y toda la multitud dió voces á una, diciendo :
Afuera con este, y suéltanos á Barrabas :
19 (El cual habia sido echado en la cárcel por una
sedición hecha, en la ciudad, y una muerte.)
20 Y les habló otra vez Pilato, queriendo soltar á
Jesús.
21 Mas ellos volvían á dar voces, diciendo : Crucifíca/e,
Crucifícale.
SAN LUCAS
177
22 Y él les dijo la tercera vez : ¿ Por qué ? ¿ Qué mal
ha hecho este? ninguna culpa de muerte he hallado en
él : le castigaré pues, y le soltaré.
23 Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que
fuese crucificado ; y las voces de ellos, y de los príncipes
de los sacerdotes prevalecieron.
24 Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos
pedían.
25 Y les soltó á aquel que había sido echado en la
cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido;
mas entregó á .lesus á la voluntad de ellos.
2(5 Y llevándole, tomaron á un Simón, Cireneo, que
venia del campo, y le pusieron encima la cruz para que
la llevase en pos de Jesús.
27 Y le seguía grande multitud de pueblo, y de mu-
jeres, las cuales le lloraban, y lamentaban.
28 Mas Jesús, vuelto á ellas, les dijo : Hijas de Jerusa-
lem, no me lloréis á mí ; mas lloraos á vosotras mismas,
y á vuestros hijos.
29 Porque, he aquí, que vendrán dias, en que dirán :
Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no pa-
rieron, y los pechos que no criaron.
30 Entonces comenzarán á decir á los montes : Caed
sobre nosotros ; y á los collados : Cubridnos.
31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿ en
el seco qué se hará ?
32 Y llevaban también con él otros dos, malhechores,
á matar con él.
33 Y como vinieron al lugar que se llama Calvario, le
crucificaron allí ; y á los malhechores, uno á la derecha,
y otro á la izquierda.
34 Mas Jesús decia : Padre, perdónalos ; porque na
saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron
suertes.
35 Y el pueblo estaba mirando ; y burlaban de él los
príncipes ron ellos, diciendo : A otros salvó : sálvese á
sí mismo, si este es el Mesías, el escogido de Dios.
36 Escarnecían de él también los soldados, llegándose,
y presentándole vinagre,
37 Y diciendo : Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate
á tí mismo.
38 Y habia también un título escrito sobre él con
M
178
SAN LÚCAS
letras Griegas, y Latinas, y Hebraicas : ESTE ES EL
REY DE LOS JUDÍOS.
39 Y uno de los malhechores que estaban colgados, le
injuriaba, diciendo : Si tú eres el Cristo, sálvate á tí
mismo, y á nosotros.
40 Y respondiendo el otro, le riño, diciendo : ¿ Ni aun
tú temes á Dios, estando en la misma condenación ?
41 Y nosotros á la verdad, justamente, porque recibi-
mos lo que merecieron nuestros hechos ; mas este ningún
mal hizo.
42 Y dijo á Jesús : Señor, acuérdate de mí cuando
-vinieres en tu reino.
43 Entonces Jesús le dijo : De cierto te digo, que hoy
estarás conmigo en el paraíso.
44 Y era como la hora de sexta, y fueron hechas
tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.
45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rompió
por medio.
46 Entonces Jesús, clamando á gran voz, dijo : Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo
dicho esto, espiró.
47 Y como el centurión vió lo que habia acontecido,
dió gloria á Dios, diciendo : Verdaderamente este
hombre era justo.
48 Y toda la multitud de los que estaban presentes á
este espectáculo, viendo lo que habia acontecido, se
volvían hiriendo sus pechos.
49 Mas todos sus conocidos estaban de léjos, y las
mujeres que le habían seguido desde Galilea, mirando
estas cosas.
50 Y, he aquí, un varón llamado José, el cual era
senador, varón bueno, y justo :
51 El cual no habia consentido en el consejo ni en los
hechos de ellos, varón de Arimatea, ciudad de los Judíos :
el cual también esperaba el reino de Dios.
52 Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
53 Y quitado de la cruz, le envolvió en una sábana, y
le puso en un sepulcro que era labrado en roca, en el
cual aun ninguno habia sido puesto.
54 Y era día de la preparación de la páscua ; y el
sábado esclarecia.
55 Y viniendo también las mujeres que le habían
SAN LÚCAS
179
seguido de Galilea, vieron el sepulcro, y como fué puesto
su cuerpo.
56 Y vueltas, aparejaron drogas aromáticas, y ungüen-
tos ; y reposaron el sábado, conforme al mandamiento.
CAPITULO XXIV.
MAS el primer día de la semana, muy de mañana
vinieron al sepulcro, trayendo las drogas aromáti-
cas que habían aparejado ; y algunas otras mujeres
con ellas.
2 Y hallaron la piedra revuelta de la puerta del
sepulcro.
3 Y entrando no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
4 Y aconteció, que estando ellas espantadas de esto,
he aquí, dos varones que se pararon junto á ellas, vesti-
dos de vestiduras resplandecientes.
5 Y teniendo ellas miedo, y bajando el rostro á tierra,
les dijeron : ¿ Por qué buscáis entre los muertos al que
vive ?'
6 No está aquí, sino que ha resucitado : acordáos de
como os habló, cuando aun estaba en Galilea,
7 Diciendo : Es menester que el Hijo del hombre sea
entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucifi-
cado, y resucitar al tercero dia.
8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras.
9 Y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas
estas cosas á los once, y á todos los demás.
10 Y eran María Magdalena, y Juana, y María, madre
de Santiago, y otras que estaban con ellas, las que decían
estas cosas á los apóstoles.
11 Mas á ellos les parecían como locura las palabras
de ellas ; y no las creyeron.
12 Y levantándose Pedro, corrió al sepulcro ; y como
miró dentro, vió solos los lienzos allí echados, y se fué
maravillado entre sí de este hecho.
13 Y, he aquí, dos de ellos iban el mismo dia á una
aldea que estaba de Jerusalem sesenta estadios, llamada
Emmáus :
14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas
que habían acaecido.
15 Y aconteció, que yendo hablando entre sí, y pre-
180
SAN LUCAS
guntándose el uno al otro, el mismo Jesús se llegó, é iba
con ellos juntamente.
16 Mas los ojos de ellos eran detenidos, para que no le
conociesen.
17 Y les dijo : ¿ Qué pláticas son estas que tratáis entre
vosotros andando, y estáis tristes?
18 Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleófas, le
dijo : ¿Tú solo forastero eres en Jerusalem, que no has
sabido las cosas que en ella han acontecido estos dias?
19 Entonces él les dijo : ¿Qué? Y ellos le dijeron :
De Jesús Nazareno, el cual fué varón profeta poderoso
en obra y en palabra, delante de Dios y de todo el pueblo :
20 Y como le entregaron los príncipes de los sacer-
dotes, y nuestros magistrados, á condenación de muerte,
y le crucificaron.
21 Mas nosotros esperábamos que él era el que habia
de redimir á Israel ; y ahora sobre todo esto, hoy es el
tercero dia desde que esto ha acontecido.
22 Aunque también unas mujeres de los nuestros nos
han espantado, las cuales ántes del dia fueron al sepul-
cro ;
23 Y no hallando su cuerpo, vinieron, diciendo que
también habían visto visión de ángeles, los cuales dijeron
que él vive.
24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y ha-
llaron ser así como las mujeres habían dicho ; mas á él no
le vieron.
25 Entonces él les dijo : ¡ Oh insensatos, y tardos de
corazón para creer á todo lo que los profetas han dicho !
26 ¿ No era menester que Cristo padeciera estas cosas,
y que entrara así en su gloria ?
27 Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas,
les declaraba en todas las Escrituras las cosas tocantes á él.
28 Y llegaron á la aldea á donde iban ; y él hizo como
qué iba más léjos.
29 Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo : Qué-
date con nosotros, porque se hace tarde, y está ya de-
clinando el dia. Y entró para quedarse con ellos.
30 Y aconteció, que estando sentado á la mesa con
ellos, tomando el pan, bendijo, y lo rompió, y les dió.
31 Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le
conocieron ; mas él se desapareció de Íes ojos de ellos.
SAN LUCAS
181
32 Y decían el uno al otro : ¿ No ardía nuestro cora-
zón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y
cuando nos abria las Escrituras?
33 Y levantándose en la misma hora, tornáronse á
Jerusalem ; y hallaron á los once congregados, y á los
que estaban con ellos,
34 Que decían ¡ Resuscitado ha el Señor verdadera-
mente, y ha aparecido á Simón.
35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían
acontecido en el camino ; y como habia sido conocido de
ellos en el romper del pan.
36 Y entre tanto (pie ellos hablaban estas cosas, Jesús
se puso en medio de ellos, y les dijo : Paz á vosotros.
37 Entonces ellos espantados y asombrados, pensaban
que veían algún espíritu.
38 Mas él les dijo : ¿ Por qué estáis turbados, y suben
pensamientos á vuestros corazones ?
39 Mirád mis manos y mis piés, que yo mismo soy.
Palpád, y ved ; que el espíritu ni tiene carne ni hue.-os,
como veis que yo tengo.
40 Y en diciendo esto, les mostró sus manos y sus piés.
41 Y no creyéndolo aun ellos de gozo, y maravillados,
les dijo : ¿Tenéis aquí algo de comer?
42 Entonces ellos le presentaron parte de un pez
asado, y un panal de miel.
43 Lo cual él tomó, y comió delante de ellos :
44 Y les dijo : Estas son las palabras que os hablé
estando aun con vosotros : Que era necesario que se
cumpliesen todas las cosas que están escritas en la ley de
Moisés, y en los profetas, y en los Salmos de mí.
45 Entonces les abrió el entendimiento, para que
entendiesen las Escrituras.
46 Y les dijo : Así está escrito, y así fué menester que
el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercero
dia ;
47 Y que se predicase en su nombre arrepentimiento,
y remisión de pecados, en todas las naciones, comen-
zando de Jerusalem.
48 Y vosotros sois testigos de estas cosas.
49 Y, he aquí, yo enviaré al prometido de mi Padre
sobre vosotros ; mas vosotros quedáos en la ciudad de
Jerusalem, hasta que seáis investidos de lo alto de poder.
182
SAN JUAN
50 Y los sacó fuera, hasta Betania, y alzando sus manos
los bendijo.
51 Y aconteció, que bendiciéndoles, se fué de ellos, y
era llevado arriba al cielo.
r>2 Y ellos después de haberle adorado, se volvieron á
Jerusalem con gran gozo.
53 Y estaban siempre en el templo, alabando y ben-
diciendo á Dios. Amen.
EN el principio ya era el Verbo ; y el Verbo era con
Dios, y Dios era el Verbo.
2 Este era en el principio con Dios.
3 Todas las cosas por este fueron hechas ; y sin él nada
de lo que es hecho, fué hecho.
4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres.
5 Y la luz en las tinieblas resplandece ; y las tinieblas
no la comprendieron.
6 Fué un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba
Juan.
7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio
de la Luz, para que por él todos creyesen.
8 El no era la Luz ; mas fué enviado para que diese
testimonio de la Luz.
*.» Aquélla Palabra ora la Luz verdadera, que alumbra
á todo hombre, que viene en este mundo.
10 En el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él,
y el mundo no le conoció.
11 A lo suyo vino ; y los suyos no le recibieron.
12 Mas á todos los que le recibieron, dióles poder de
ser hechos hijos de Dios, esto es, á los que creen en su
nombre :
13 Los cuales no son engendrados de sangres, ni de
CAPITULO I.
SAN JUAN
183
voluntad de la carne, ni de voluntad de hombre, sino de
Dios.
14 Y el Verba fué hecho carne, y habitó entre noso-
tros ; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del
Padre, lleno de gracia y de verdad.
15 Juan dió testimonio de él, y clamó, diciendo : Este
es del que yo decia : El que viene en pos de mí, es mayor
que yo ; porque es primero que yo.
16 Y de su plentitud tomamos todos, y gracia por
gracia.
17 Porque la ley por Moisés fué dada ; mas la gracia y
la verdad por Jesu Cristo vinieron.
18 A Dios nadie le vió jamas : el unigénito hijo que
está en el seno del Padre, él nos le declaró.
19 Y este es el testimonio de Juan, cuando los Judíos
enviaron de Jerusalem sacerdotes y Levitas, que le pre-
guntasen : ¿ Tú, quién eres ?
20 Y confesó, y no negó ; mas confesó : Yo no soy el
Cristo.
21 Y le preguntaron : ¿Qué pues? ¿Eres tú Elias?
Dijo : No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió : No.
22 Dijéronle pues: ¿Quién eres? para que demos
respuesta á los que nos enviaron. ¿Qué dices de tí
mismo ?
23 Dijo : Yo soy la voz del que clama en el desierto :
Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías profeta.
24 Y los que habían sido enviados eran de los Fariseos.
25 Y preguntáronle, y le dijeron: ¿Por qué pues
bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elias, ni el profeta?
26 Y Juan les respondió, diciendo : Yo bautizo con
agua ; mas en medio de vosotros está uno, á quien voso-
tros no conocéis :
27 Este es el que ha de venir en pos de mí, el cual es
mayor que yo, del cual yo no soy digno de desatar la
correa del zapato.
28 Estas cosas fueron hechas en Betabara de la otra
parte del Jordán, donde Juan bautizaba.
29 El siguiente dia ve Juan á Jesús que venia á él, y
dice : He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo.
30 Este es del que dije: Tras mí viene un varón, el
cual es mayor que yo ; porque era primero que yo.
184
SAN JUAN
31 Y yo no le conocía ; mas para que fuese manifes-
tado á Israel, por eso vine yo bautizando con agua.
32 Y Juan dió testimonio, diciendo : Vi al Espirita
que descendía del cielo como paloma, y reposó sobre él.
33 Y yo no le conocia ; mas el que me envió á bautizar
con agua, aquel me dijo : Sobre aquel que vieres descen-
der el Espíritu, y que reposa sobre él, este es el que bautiza
con el Espíritu Santo.
34 Y yo vi, y he dado testimonio, que este es el Hijo
•de Dios.
35 El siguiente dia otra vez estaba Juan, y dos de sus
discípulos.
3(3 Y mirando á Jesús que andaba por allí, dijo : He
aquí el Cordero de Dios.
37 Y oyéronle los dos discípulos hablar, y siguieron á
Jesús.
38 Y volviéndose Jesús, y viéndoles seguirle, díceles :
¿ Qué buscáis ? Y ellos le dijeron : Rabbi, (que interpre-
tado, quiere decir, Maestro,) ¿dónde moras?
39 Díceles : Venid, y ved. Vinieron, y vieron donde
moraba ; y quedáronse con él aquel dia ; porque era
como la hora décima.
40 Era Andrés, el hermano de Simón Pedro, uno de
los dos que habían oido hablar á Juan, y le habían
seguido.
41 Este halló primero á su hermano Simón, y le dijo :
Hemos hallado al Mesías, que interpretado es, el Cristo.
42 Y le trajo á Jesús. Y mirándole Jesús, dijo : Tú
eres Simón, hijo de Joñas : tú serás llamado Céfas, que
quiere decir, Piedra.
43 El dia siguiente quiso Jesús ir á Galilea, y halla á
Felipe ; ye le dice ; Sigúeme.
44 Y era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés y de
Pedro.
45 Felipe halló á Natanael, y le dice : Hemos hallado
á aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas :
Jesús de Nazaret, el hijo de José.
46 Y le dijo Natanael : ¿De Nazaret puede haber algo
de bueno? Dícele Felipe : Ven, y vé.
47 Jesús vió venir á sí á Natanael, y dijo de él : He
aquí un verdaderamente Israelita, en el cual no hay
engaño.
SAN JUAN
185
48 Dícele Natanael : ¿De dónde me conoces? Re-
spondióle Jesús, y le dijo : Antes que Felipe te llamara,
cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
4'.i Respondió Natanael, y le dijo : Rabbi, tú eres el
Hijo de Dios : tú eres el Rey de Israel.
50 Respondió Jesús, ye le dijo : ¿ Porque te dije : Vite
debajo de la higuera, crees? cosas mayores que estas
verás.
51 Y le dice : De cierto, de cierto os digo : De aquí
adelante veréis el cielo abierto, y los ángeles de Dios
que suben y descienden sobre el Hijo del hombre.
CAPITULO II.
Y AL tercero dia luciéronse unas bodas en Cana de Ga-
lilea ; y estaba allí la madre de Jesús.
2 Y fué también llamado Jesús, y sus discípulos
á las bodas.
3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo : No
tienen vino.
4 Y le dice Jesús: ¿Qué tengo yo que ver contigo,
mujer? aun no ha venido mi hora.
5 Su madre dice á los que servían : Hacéd todo lo que
él os dijere.
6 Y estaban allí seis tinajuelas de piedra, conforme á la
purificación de los Judíos, que cabia en cada una dos ó
tres cántaros.
7 Díceles Jesús : Llenád estas tinajuelas de agua. Y
las llenaron hasta arriba.
8 Y díceles : Sacád ahora, y presentád al maestresala.
Y presentáronle.
9 Y como el maestresala gustó el agua hecha vino, y
no sabía de donde era ; (mas los que servían, lo sabian,
que habían sacado el agua :) el maestresala llama al
esposo,
10 Y le dice : Todo hombre pone primero el buen
vino ; y cuando ya están hartos, entonces lo que es peor ;
mas tú has guardado el buen vino hasta ahora.
11 Este principio de milagros hizo Jesús en Cana de
Galilea, y manifestó su gloria ; y sus discípulos creyeron
en él.
12 Después de esto descendió á Capernaum, él, y su
186
SAN JUAN
madre, y sus hermanos, y sus discípulos ; y estuvieron
allí no muchos dias.
13 Y estaba cerca la pascua de los Judíos, y subió
Jesús á Jerusalem.
1-4 Y halló en el templo los que vendían bueyes, y
ovejas, y palomas, y los cambiadores sentados.
15 Y hecho un azote de cuerdas, echólos á todos del
templo, y las ovejas, y los bueyes, y derramó los dineros
de los cambiadores, y trastornó las mesas.
16 Y á los que vendian las palomas dijo : Quitád de
aquí estas cosas, y no hagáis la casa de mi Padre casa
de mercadería.
17 Entonces se acordaron sus discípulos que estaba
escrito : El zelo de tu casa me comió.
18 Y los Judíos respondieron, y le dijeron : ¿ Qué
señal nos muestras, siendo así que tú haces estas cosas?
19 Respondió Jesús, y les dijo : Destruid este templo,
y en tres dias yo lo levantaré.
20 Dijeron luego los Judíos : ¿ En cuarenta y seis años
fué este templo edificado, y tü en tres dias lo levantarás?
21 Mas él hablaba del templo de su cuerpo.
22 Por tanto cuando resucitó de los muertos, sus dis-
cípulos se acordaron que les habia dicho esto, y creyeron
á la Escritura, y á la palabra que Jesús habia dicho.
23 Y estando él en Jerusalem en la páscua, en el día
de la fiesta, muchos creyeron en su nombre, viendo los
milagros que hacia.
24 Mas el mismo Jesús no se confiaba á sí mismo de
ellos, porque él conocía á todos,
25 Y no tenia necesidad que alguien le diese testi-
monio del hombre ; porque él sabia lo que habia en el
hombre.
CAPITULO III.
Y HABIA un hombre de los Fariseos que se llamaba
Nicodemo, príncipe de los Judíos.
2 Este vino á Jesús de noche, y le dijo : Rabbi,
sabemos que eres un maestro venido de Dios ; porque
nadie puede hacer estos milagros que tú baces, si no
fuere Dios con él.
3 Respondió Jesús, y le dijo : De cierto, de cierto te
SAN JUAN
187
digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el
reino de Dios.
4 Dícéle Nicodemo : Cómo puede el hombre nacer,
siendo viejo ? ¿ puede entrar segunda vez en el vientre
de su madre, y nacer ?
5 Respondió Jesús : De cierto, de cierto te digo, que
el que no renaciere de agua y del Espíritu, no puede
entrar en el reino de Dios.
6 Lo que es nacido de la carne, carne es ; y lo que es
nacido del Espíritu, espíritu es.
7 No te maravilles de que te dije : Necesario os es
nacer otra vez.
8 El viento de donde quiere sopla ; y oyes su sonido,
mas ni sabes de donde viene, ni donde vaya : así es todo
aquel que es nacido del Espíritu.
9 Respondió Xicodemo, y le dijo : ¿ Cómo puede ser
esto ?
10 Respondió Jesús, y le dijo : ¿ Tú eres un maestro
de Israel, y no sabes esto?
11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos
hablamos ; y lo que hemos visto, testificamos, y no
recibís nuestro testimonio.
12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis : ¿ cómo
creeréis, si os dijere cosas celestiales?
13 Y nadie subió al cielo, sino el que descendió
del cielo, es á saber, el Hijo del hombre, que está en
el cielo.
14 Y como Moisés levantó la serpiente en el de-
sierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea
levantado ;
15 Para que todo aquel que en él creyere, no se pierda,
mas tenga vida eterna.
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
haya dado á su Hijo unigénito ; para que todo aquel que
en él creyere, no se pierda, mas tenga vida eterna.
17 Porque no envió Dios á su Hijo al mundo, para
que condene al mundo ; sino para que el mundo sea
salvo por él.
18 El que en él cree, no es condenado ; mas el que no
cree, ya es condenado ; porque no creyó en el nombre
del unigénito Hijo de Dios.
19 Y esta es la condenación, que la luz vino al mundo,
188
SAN JUAN
y los hombres amaron más las tinieblas que la luz ;
porque sus obras eran malas.
20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la
luz, y no viene á la luz, porque sus obras no sean redar-
güidas.
21 Mas el que obra verdad, viene á la luz, para que
sus obras sean hechas manifiestas, porque son hechas en
Dios.
22 Pasado esto, vino Jesús y sus discípulos á una
tierra de Judea ; y estaba allí con ellos, y bautizaba.
23 Y bautizaba también Juan en Enon junto á Salino,
porque habia allí muchas aguas ; y venian, y eran bauti-
zados.
24 Porque aun Juan no habia sido puesto en la cárcel.
25 Y hubo una cuestión entre algunos de los discípulos
de Juan y los Judíos acerca de la purificación.
26 Y vinieron á Juan, y le dijeron : Rabbi, el que
estaba contigo de la otra parte del Jordán, del cual tú
diste testimonio, he aquí, bautiza, y todos vienen á él.
27 Respondió Juan, y dijo : No puede el hombre reci-
bir algo si no le fuere dado del cielo.
28 Vosotros mismos me sois testigos que dije : Yo no
soy el Cristo ; mas soy enviado delante de él.
29 El que tiene la esposa, es el esposo ; mas el amigo
del esposo, que está en pié y le oye, se goza grandemente
de la voz del esposo. Así, pues, este mi gozo es cum-
plido.
30 A él conviene crecer ; mas á mí descrecer.
31 El que de arriba viene, sobre todos es : el que es
de la tierra, terreno es, y cosas terrenas habla : el que
viene del cielo, sobre todos es.
32 Y lo que vió y oyó, esto testifica ; y nadie recibe su
testimonio.
33 El que recibe su testimonio, este selló que Dios es
verdadero ;
84 Porque el que Dios envió, las palabras de Dios
habla ; porque no le da Dios el Espíritu por medida.
35 El Padre ama al Hijo, y todas las cosas dió en su
mano.
36 El que cree en el Hijo, tiene vida eterna ; mas el
que al Hijo es incrédulo, no verá la vida ; sino que la ira
de Dios queda sobre él.
SAN JUAN
189
CAPITULO IV.
(OMO, pues, el Señor entendió que los Fariseos habían
oido que Jesús hacia discípulos, y bautizaba más
^ que Juan,
2 (Aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos,)
3 Dejó á Judea, y se fué otra vez á Galilea.
4 Y era menester que pasase por Samaría.
5 Vino pues á una ciudad de Samaría (pie se llama
Sicar, junto á la heredad (pie Jacob dió á José su hijo.
G Y estaba allí el pozo de Jacob. Jesús, pues, cansado
del camino, se sentó así sobre el pozo. Era como la
hora de sexta.
7 Viene una mujer de Samaría á sacar agua ; y Jesús
le dice : Dame de beber.
8 (Porque sus discípulos habían ido á la ciudad á
comprar de comer.)
9 Y la mujer Samaritana le dice : ¿ Cómo tú, siendo
Judío, me demandas á mí de beber, que soy mujer
Samaritana? Porque los Judíos no se tratan con los
Samari taños.
10 Respondió Jesús, y le dijo : Si conocieses el don de
Dios, y quien es el que te dice : Dáme de beber : tú
pedirías de él, y él te daría agua viva.
11 La mujer le dice : Señor, no tienes con que sacarla,
y el pozo es hondo : ¿ de dónde, pues, tienes el agua
viva ?
12 ¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos
dió este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus
ganados ?
13 Respondió Jesús, y le dijo : Cualquiera que bebiere
de esta agua, volverá á tener sed ;
14 Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para
siempre no tendrá sed ; mas el agua que yo le daré, será
en él pozo de agua, que salte para vida eterna.
15 La mujer le dice : Señor, dáme esta agua, para
que yo no tenga sed, ni venga acá á sacaría.
16 Jesús le dice : Vé, llama á tu marido, y ven acá.
17 Respondió la mujer, y le dijo : No tengo marido.
Dícele Jesús : Bien has dicho : No tengo marido ;
18 Porque cinco maridos has tenido ; y el que ahora
tienes, no es tu marido : esto has dicho con verdad.
190
SAN JUAN
19 Dícele la mujer : Señor, paréceme que tú eres
profeta.
20 Nuestros padres adoraron en este monte, y voso-
tros decís, que en Jerusalem es el lugar donde es menester
adorar.
21 Dícele Jesús : Mujur, créeme, que la hora viene,
cuando ni en este monte, ni en Jerusalem adoraréis al
Padre.
22 Vosotros adoráis lo que no sabéis : nosotros ado-
ramos lo que sabemos; porque la salvación de los
Judíos es.
23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verda-
deros adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad ; porque también el Padre tales busca que le
adoren.
•24 Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y
en verdad es menester que le adoren.
25 Dícele la mujer : Yo sé que el Mesías ha de venir,
el cual es llamado, el Cristo : cuando él viniere, nos
declarará todas las cosas.
26 Dícele Jesús : Yo soy, que hablo contigo.
27 Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravi-
llaron de que hablaba con la mujer ; mas ninguno le dijo:
¿ Qué preguntas, o, qué hablas con ella ?
28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fué á la ciu-
dad, y dijo á los hombres :
29 Venid, ved un hombre que me ha dicho todo
cuanto he hecho : ¿ si es quizá el Cristo ?
30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron á él.
31 Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo :
Rabbi, come.
32 Y él les dijo : Yo tengo una comida que comer,
que vosotros no sabéis.
33 Entonces los discípulos decían el uno al otro : ¿ Le
ha traído alguien de comer?
3-4 Díceles Jesús : Mi comida es, que yo haga la volun-
tad del que me envió, y que acabe su obra.
35 ¿ No decís vosotros, que aun hay cuatro meses
hasta la siega? He aquí, yo os digo: Alzad vuestros
ojos, y mírád las regiones ; porque ya están blancas para
la siega.
3G Y el que siega recibe salario, y allega fruto para
SAN JUAN
101
vida eterna ; para que el que siembra también goce, y
el que siega.
37 Porque en esto es el dicho verdadero : Que uno es
el que siembra, y otro es el que siega.
38 Yo os he enviado á segar lo que vosotros no labras-
teis : otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus
labores.
39 Y muchos de los Samaritanos de aquella ciudad
creyeron en él por la palabra déla mujer, que daba testi-
monio, diciendo: Me dijo todo cuanto he hecho.
40 Mas viniendo los Samaritanos á él, la rogaron que
se quedase allí ; y se quedó allí dos dias.
41 Y creyeron muchos más por la palabra de él.
42 Y decían á la mujer : Ya no creemos por tu dicho ;
porque nosotros mismos le hemos oido ; y sabemos, que
verdaderamente este es el Cristo, el Salvador del mundo.
43 Y dos dias después salió de allí, y se fué á Galilea.
44 Porque el mismo Jesús dió testimonio : Que el
profeta en su tierra no tiene honra.
45 Y como vino á Galilea, los Galileos le recibieron,
vistas todas las cosas que había hecho en Jerusalem en
la fiesta ; ¡jorque también ellos habían ido á la fiesta.
46 Vino pues Jesús otra vez á Cana de Galilea, donde
habia hecho el vino del agua. Y habia un cierto corte-
sano, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaum.
47 Este, como oyó que Jesús venia de Judea á Galilea,
fué á él, y le rogaba que descendiese, y sanase su hijo ;
porque se comenzaba á morir.
48 Entonces Jesús le dijo : Si no viereis señales y
maravillas, no creeréis.
49 El cortesano le dijo : Señor, desciende ántes que
mi hijo muera.
50 Dícele Jesús : Vé, tu hijo vive. Creyó el hombre
á la palabra que Jesús le dijo, y se fué.
51 Y como él iba ya descendiendo, sus criados le salie-
ron á recibir, y le dieron nuevas, diciendo : Tu hijo vive.
52 Entonces él les preguntó á qué hora comenzó á
estar mejor ; y le dijeron : Ayer á la sétima hora le
dejó la fiebre.
53 El padre entonces entendió, que aquella hora era
cuando Jesús le dijo : Tu hijo vive ; y creyó él, y toda
su casa.
192
SAN JUAN
54 Este segundo milagro "olvió Jesús á hacer cuando
vino de Judea á Galilea.
CAPITULO V.
DESPUES de estas cosas, había una fiesta de los Judíos,
y subió Jesús á Jerusalem.
2 Y hay en Jerusalem junto á la puerta del ganado
un estanque, que en lengua Hebrea es llamado Bet-esda,
el cual tiene cinco pórticos.
3 En estos estaba echada una grande multitud de en-
fermos, ciegos, cojos, secos, que estaban esperando el
movimiento del agua ;
4 Porque un ángel descendía á cierto tiempo al estan-
que, y revolvía el agua ; y el que primero entraba en el
estanque, después del movimiento del agua, quedaba
sano de cualquier enfermedad que tuviese.
5 Y estaba allí un hombre, que había treinta y ocho
años que estaba enfermo.
6 Como Jesús le vió echado, y entendió que ya había
mucho tiempo que estaba enfermo, dícele : ¿ Quiéres ser
sano ?
7 Y el enfermo le respondió : Señor, no tengo hombre,
que cuando el agua fuere revuelta, me meta en el estan-
que ; porque entre tanto que yo voy, otro antes de mí ha
descendido.
8 Dícele Jesús : Levántate, toma tu lecho, y anda.
9 Y luego aquel hombre fué sano, y tomó su lecho, é 1
íbase ; y era sábado aquel día.
10 Entonces los Judíos decian á aquel que habir
sido sanada : Sábado es, no te es lícito llevar ti¡
lecho.
11 Respondióles : El que me sanó, el mismo me dijo
Toma tu lecho, y anda.
12 Y le preguntaron entonces: ¿Quién es el que t<
dijo : Toma tu lecho, y anda ?
13 Y el que había sido sanada, no sabia quien fuese
porque Jesús se había apartado de la multitud que estab
en aquel lugar.
14 Después le halló Jesús en el templo, y le dijo : H
aquí, ya estás sano : no peques más, porque no te veng
alguna, cosa peor.
SAN JUAN
193
15 El hombre so fué entonces, y dió aviso á los Judíos,
que Jesús era el que le había sanado.
1(5 Y por esta causa los Judíos perseguían á Jesús,
y procuraban matarle, porque hacia estas cosas en
sábado.
17 Y Jesús les respondió : Mi padre hasta ahora obra,
y yo obro.
18 Entonces por tanto más procuraban los Judíos
matarle ; porque no solo quebrantaba el sábado, mas
aun también decia que era Dios su Padre, haciéndose
igual á Dios.
19 Respondió pues Jesús, y les dijo : De cierto, de
cierto os digo : Que no puede el Hijo hacer algo de sí
mismo, sino lo que viere hacer al Padre ; porque todo
lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente.
20 Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra tudas
las cosas que él hace ; y mayores obras que estas le
mostrará, de modo qué vosotros os maravilléis.
21 Porque como el Padre levanta los muertos, y
te» da vida, así también el Hijo á los que quiere
da vida.
22 Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio
dió al Hijo ;
23 Para que todos honren al Hijo, como honran al
Padre : el que no honra al Hijo, no honra al Padre que
le envió.
24 De cierto, de cierto os digo : Que el que oye mi
palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna ; y no
vendrá en condenación, mas pasó de muerte á vida.
25 De cierto, de cierto os digo : Que vendrá hora, y
ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de
Dios ; y los que oyeren, vivirán.
26 Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así
dió también al Hijo que tuviese vida en sí mismo.
27 Y también le dió poder de hacer juicio, porque es
el Hijo del hombre.
28 No os maravilléis de esto ; porque vendrá hora,
cuando todos los que están en los sepulcros oirán
su voz ;
29 Y los que hicieron bien, saldrán á resurrección de
vida ; y los que hicieron mal, á resurrección de con-
denación.
N
194
SAN JUAN
30 No puedo yo de mí mismo hacer algo : como oigo,
juzgo ; y mi juicio es justo, porque no busco mi volun-
tad, mas la voluntad del Padre que me envió.
31 Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio
no es verdadero.
32 Otro es el que da testimonio de mí ; y yo sé que el
testimonio que él da de mí, es verdadero.
33 Vosotros enviasteis á Juan, y él dió testimonio á la
verdad.
34 Empero yo no tomo el testimonio de hombre : mas
digo estas cosas, para que vosotros seáis salvos.
35 El era antorcha que ardia, y alumbraba ; y voso-
tros quisisteis regocijaros por un poco en su luz.
36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan ;
porque las obras que el Padre me dió que cumpliese, es á
saber, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de
mí, que el Padre me haya enviado.
37 Y el Padre mismo que me envió, él dió testimonio
de mí. Vosotros nunca habéis oido su voz, ni habéis
visto su parecer.
38 Ni tenéis su palabra permanente en vosotros ; por-
que al que él envió, á este vosotros no creéis.
39 Escudriñad las Escrituras ; porque á vosotros os
parece, que en ellas tenéis la vida eterna ; y ellas son las
que dan testimonio de mí ;
40 Y no queréis venir á mí, para que tengáis vida.
41 Gloria de los hombres no recibo.
42 Mas yo os conozco, que no tenéis el amor de Dios
en vosotros.
43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me
recibís : si otro viniere en su proprio nombre, á aquel
recibiréis.
44 ¿ Cómo podéis vosotros creer, los que tomáis gloria
los unos de los otros ? y no buscáis la gloria que de solo
Dios viene.
45 No pensáis que yo os tengo de acusar delante del
Padre : hay quien os acusa, es á saber, Moisés, en quien
vosotros esperáis.
46 Porque si vosotros creyeseis á Moisés, creeríais á
mí ; porque de mí escribió él.
47 Y si á sus escritos no creéis, ¿ cómo creeréis á mis
palabras ?
SAN JUAN
195
CAPITULO VI.
ASADAS estas cosas, se fué Jesús á la otra parte de
| la mar de Galilea, que es la mar de Tibérias.
2 Y seguíale grande multitud, porque veían sus
milagros que hacia en los enfermos.
3 Subió pues Jesús á un monte, y se sentó allí con sus
discípulos.
4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los Judíos.
5 Y como alzó Jesús los ojos, y vió que habia venido
á él una grande multitud, dice á Felipe : ¿ De dónde
compraremos pan para que coman estos ?
tí Mas esto decía tentándole ; porque él sabia lo que
habia de hacer.
7 Respondióle Felipe : Doscientos denarios de pan
no les bastarán, para que cada uno de ellos tome
un poco.
8 Dícele uno de sus discípulos, Andrés, hermano de
Simón Pedro :
9 Un muchacho está aquí que tiene cinco panes
de cebada y dos pececillos ; ¿ mas qué es esto entre
tantos ?
10 Entonces Jesús dijo : Hacéd recostar los hombres.
Y habia mucha yerba en aquel lugar; y recostáronse
como en número de cinco mil varones.
11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo hecho
gracias, repartió á los discípulos, y los discípulos á los
que estaban recostados ; y asimismo de los peces cuanto
querían.
12 Y como fueron hartos, dijo á sus discípulos : Cogéd
los pedazos que han quedado, porque no se pierda nada.
13 Recogiéronlos pues, y llenaron doce esportones de
pedazos de los cinco panes de cebado, que sobraron á los
que habían comido.
14 Aquellos hombres entonces, como vieron el milagro
que Jesús habia hecho, decían : Este verdaderamente es
el profeta, que habia de venir al mundo.
15 Entendiendo entonces Jesús, que habían de venir
para tomarle por fuerza, y hacerle rey, volvió á huirse á
un monte él solo.
16 Y como se hizo tarde, descendieron sus discípulos
á la mar.
196
SAN JUAN
17 Y entrando en una nave, iban atravesando el mar
hácia Capernaum. Y era ya Oscuro, y Jesús no habia
venido á ellos.
18 Y la mar se comenzó á levantar con un gran viento,
que soplaba.
19 Y cuando hubieron navegado como veinte y cinco,
ó treinta estadios, ven á Jesús que andaba sobre la mar,
y se acercaba á la nave ; y tuvieron miedo.
20 Mas él les dijo : Yo soy : no tengáis miedo.
21 Entonces ellos le recibieron de buena gana en la
nave, y luego la nave llegó á la tierra donde iban.
22 El dia siguiente la gente que estaba de la otra parte
de la mar, como vió que no babia allí otra navecilla sino
una, en la cual se habían entrado sus discípulos, y que
Jesús no habia entrado con sus discípulos en la nave,
sino que sus discípulos solos se habían icio ;
23 Y que otras navecillas habían arribado deTibérias,
junto al lugar donde habían comido el pan, después de
haber el Señor hecho gracias ;
24 Como vió pues la gente que Jesús no estaba allí, ni
sus discípulos, entraron ellos también en las navecillas,
y vinieron á Capernaum buscando á Jesús.
25 Y hallándole de la otra parte de la mar, dijéronle :
¿Rabbi, cuándo llegaste acá?
26 Respondióles Jesús, y dijo : De cierto, de cierto os
digo, que me buscáis, no porque habéis visto los mila-
gros, mas porque comisteis del pan, y os hartasteis.
27 Trabajad, no por la comida que perece, mas por la
comida que á vida eterna permanece, la cual el Hijo del
hombre os dará ; porque á este selló el Padre, es á saber,
Dios.
28 Entonces le dijeron : ¿ Qué haremos para que
obremos las obras de Dios?
29 Respondió Jesús, y les dijo : Esta es la obra de
Dios, que creáis en el que él envió.
30 Dijéronle entonces : ¿ Qué señal pues haces tú, para
que veamos, y te creamos? ¿Qué obras tú?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto,
como está escrito : Pan del cielo les dió á comer.
32 Y Jesús les dijo : De cierto, de cierto os digo, que
no os dió Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el
verdadero pan del cielo.
SAN JUAN
197
33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del
cielo, y da vida al mundo.
34 Entonces le dijeron : Señor, danos siempre este
pan.
35 Y Jesús les dijo : Yo soy el pan de vida : el que á
mí viene, nunca tendrá hambre ; y el que en mí cree,
no tendrá sed jamas.
36 Mas ya os he dicho, que también me habéis visto,
y no me creéis.
37 Todo lo que el Padre me da, vendrá á mí ; y al
que á mí viene, no le echo fuera.
38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad de aquel que me envió.
39 Y esta es la voluntad del Padre que me envió :
Que de todo lo que me dió, no pierda yo nada de ello,
sino que lo resucite en el dia postrero.
40 Y esta es la voluntad de aquel que me envió : Que
todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida
eterna ; y yo le resucitaré en el dia postrero.
41 Murmuraban entóneos de él los Judíos, porque
habia dicho : Yo soy el pan que descendí del cielo.
42 Y decían : ¿Xo es este Jesús, el hijo de José, cuyo
padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo pues dice
este : Yo he descendido del cielo?
43 Y Jesús respondió, y les dijo : Xo murmuréis entre
vosotros.
44 Ninguno puede venir á mí, si el Padre que
me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el dia
postrero.
45 Escrito está en los profetas : Y serán todos enseña-
dos de Dios : así que todo aquel que oyó del Padre, y
aprendió, viene á mí.
46 Xo que alguno haya visto al Padre, sino aquel que
es de Dios, este ha visto al Padre.
47 De cierto, de cierto os digo : El que cree en mí,
tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de vida.
40 Vuestros padres comieron el maná en el desierto,
y han muerto.
50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el
que de él comiere, no muera.
51 Yo soy el pan vivo que ha descendido del cielo : si
198
SAN JUAN
alguno comiere de este pan, vivirá para siempre ; y el
pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida
del mu mi o.
52 Entonces los Judíos altercaban entre sí, diciendo :
¿Cómo puede este hombre darnos su carne á comer?
53 Jesús les dijo entonces : De cierto, de cierto os
digo : Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y be-
béis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne, y bebe mi sangre, tiene vida
eterna ; y yo le resucitaré en el dia postrero.
55 Porque mi carne verdaderamente es comida, y mi
sangre verdaderamente es bebida.
56 El que come mi carne, y bebe mi sangre, en mí
mora, y yo en él.
57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el
Padre, así también el que me come, él también vivirá
por mí.
58 Este es el pan que descendió del cielo : no como
vuestros padres que comieron el maná, y son muertos :
el que come de este pan, vivirá eternamente.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en
Capernaum.
60 Entonces muchos de sus discípulos oyendo esto,
dijeron : Dura es esta palabra, ¿quién la puede oir?
61 Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos
murmuraban de esto, les dijo : ¿Esto os escandaliza?
62 ¿Pues qué si viereis al Hijo del hombre subir donde
estaba primero?
63 El espíritu es el que da vida : la carne de nada
aprovecha : las palabras que yo os hablo, espíritu son, y
vida son.
61 Mas hay algunos de vosotros que no creen. Porque
Jesús desde el principio sabia quiénes eran los que no
habían de creer, y quien le habia de entregar.
65 Y decia : Por eso os he dicho : Que ninguno puede
venir á mí, si no le fuere dado de mi Padre.
66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron
atrás, y ya no andaban más con él.
67 Dijo, pues, Jesús á los doce : ¿ Queréis vosotros
iros también ?
68 Respondióle entonces Simón Pedro: ¿Señor, á
quién iremos? tú tienes las palabras de vida eterna.
SAN JUAN
199
G9 Y nosotros oreemos y conocemos, que tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios viviente.
70 Jesús les respondió : ¿ No os he yo escogido doce,
y el uno de vosotros es diablo?
71 Y hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón ; por-
que este era el que le había de entregar, el cual era uno
de los doce
CAPITULO VIL
PASADAS estas cosas, andaba Jesús en Galilea ; que
no quería andar en Judea, porque los Judíos pro-
curaban de matarle.
2 Y estaba cerca la fiesta de los Judíos, llamada, de
las cabanas.
3 Dijéronle pues sus hermanos : Pásate de aquí, y
vete á Judea, para que también tus discípulos vean las
obras que haces ;
4 Porque ninguno que procura ser insigne, hace
algo en oculto. Si estas cosas haces, manifiéstate al
mundo.
5 Porque ni aun sus hermanos creian en él.
6 Díceles entonces Jesús : Mi tiempo aun no es ve-
nido ; mas vuestro tiempo siempre es presto.
7 No puede el mundo aborreceros á vosotros ; mas á.
mí me aborrece, porque yo doy testimonio de él, que
sus obras son malas.
8 Vosotros subid á esta fiesta : yo no subo aun á esta
fiesta ; porque mi tiempo no es aun cumplido.
9 Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea.
10 Mas como sus hermanos hubieron subido, entonces
él también subió á la fiesta, no manifiestamente, mas
como en secreto.
11 Entonces los Judíos le buscaban en la fiesta, y
decian : ¿Dónde está aquel?
12 Y había grande murmullo acerca de él entre el
pueblo ; porque unos decian : Buen hombre es ; y otros
decian : Ño, antes encaña al pueblo.
18 Mas ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo
de los Judíos,
14 Y al medio de la fiesta subió Jesús al templo, y
enseñaba.
200
SAN JUAN
15 Y maravillábanse los Judíos, diciendo: ¿Cómo
sabe este hombre letras, no habiendo aprendido?
16 Respondióles Jesús, y dijo : Mi doctrina no esmia,
sino de el que me envió.
17 El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la
doctrina si es de Dios, ó si yo hablo de mí mismo.
18 El que habla de sí mismo, gloria propia busca ;
mas el que busca la gloria del que le envió, este es verda-
dero, y no hay en él injustieio.
19 ¿ No os dió Moisés la ley ; y sin embargo ninguno de
vosotros guarda la ley? ¿Por qué me procuráis matar?
20 Respondió el pueblo, y dijo : Demonio tienes :
¿ quién te procura matar ?
21 Jesús respondió, y les dijo : Una obra hice, y voso-
tros todos os maravilláis.
22 Cierto que Moisés os dió la circuncisión, (no porque
sea de Moisés, sino de los padres,) y en sábado circunci-
dáis al hombre.
23 Si recibe el hombre la circuncisión en sábado, para
que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿ os enojáis
conmigo porque en sábado hice sano todo un hombre?
24 Sojuzguéis según lo que parece, mas juzgád justo
juicio.
2o Decian entonces unos de los de Jerusalem : ¿ No es
este al que buscan para matarle?
26 Y, he aquí, habla públicamente, y no le dicen nada :
¿Han entendido ciertamente los príncipes, que este es
verdaderamente el Cristo ?
27 Mas este, nosotros sabemos de donde es ; empero
cuando viniere el Cristo, nadie sabrá de donde sea.
28 Entonces clamaba Jesús en el templo enseñando, y
diciendo : Y á mí me conocéis, y sabéis de donde soy ;
y no he venido de mí mismo ; mas el que me envió es
verdadero, al cual vosotros ignoráis.
29 Empero yo le conozco ; porque de él soy, y él me
envió.
30 Entonces procuraban prenderle ; mas ninguno
metió sobre él la mano, porque aun no habia venido
su hora.
31 Y del pueblo, muchos creyeron en él, y decian :
¿ El Cristo cuándo viniere, hará más milagros que los
que este ha hecho?
SAN JUAN
201
32 Los Fariseos oyeron al pueblo que murmuraba de
él estas cosas ; y los príncipes de los sacerdotes, y los
Fariseos enviaron esbirros que le prendiesen.
33 Y Jesús les dijo : Aun un poco de tiempo estoy
con vosotros, y luego voy al que me envió.
34 Me buscaréis, y no me bailaréis ; y donde yo estoy,
vosotros no podéis venir.
35 Entonces los Judíos dijeron entre sí : ¿ Dónde se ha
de ir este que no le hallarémos? ¿Irá á los dispersos
entre los Gentiles, y enseñará á los Gentiles?
36 ¿ Quédicbo es este que dijo : Me buscaréis, y no me
hallaréis ; y donde yo estoy, vosotros no podéis venir?
37 En el postrer dia. dia grande de la fiesta, Jesús se
ponia en pié, y clamaba, diciendo : Si alguno tiene sed,
venga á mí, y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su
vientre correrán rios de agua viva.
39 Y esto dijo del Espíritu, que habían de recibir los
que creyesen en él ; porque aun no había sido dado el
Espíritu Santo, porque Jesús aun no había sido glorifi-
cado.
40 Entonces muchos del pueblo oyendo este dicho,
decían : Verdaderamente este es el Profeta.
41 Otros decían : Este es el Cristo. Algunos empero
decían : ¿ De Galilea ha de venir el Cristo?
42 ¿Xodice la Escritura : Que de la simiente de David,
v de la aldea de Belén, de donde era David, vendrá el
Cristo ?
43 Así que había disensión entre el pueblo á causa
de él.
44 Y algunos de ellos le querían prender ; mas nin-
guno metió sobre él las manos.
45 Y los esbirros vinieron á los príncipes de los sacer-
dotes, y á los Fariseos ; y ellos les dijeron ¡ ¿Porqué no le
trajisteis ?
46 Los esbirros respondieron : Nunca así ha hablado
hombre, como este hombre habla.
47 Entonces los Fariseos les respondieron : ¿Sois tam-
bién vosotros engañados ?
4S ¿Ha creído en él alguno de los príncipes, ó de los
Fariseos?
49 Mas esta gente que no sabe la ley, malditos son.
202
SAN JUAN
50 Díceles Nicodemo, el que vino á Jesús de noche, el
cual era uno de ellos :
51 ¿Juzga nuestra ley á hombre alguno, si primero no
oyere de él, y entendiere lo que ha hecho?
52 Respondieron, y dijéronle : ¿ Eres tú también Gali-
leo? Escudriña, y vé, que de Galilea nunca se levantó
profeta.
53 Y volviéronse cada uno á su casa.
CAPITULO VIII.
Y JESUS se fué al monte de las Olivas.
2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el
pueblo vino á él ; y sentado él los enseñaba.
3 Entonces los escribas y los Fariseos traen á él una
mujer tomada en adulterio ; y poniéndola en medio,
4 Dícenle : Maestro, esta mujer ha sido tomada en el
mismo hecho adulterando.
5 Y en la ley Moisés nos mandó apedrear á las tales :
¿ Tú, pues, qué dices ?
6 Mas esto decían tentándole, para poderle acusar ;
empero Jesús bajado hácia abajo escribía en tierra con
el dedo.
7 Y como perseverasen preguntándole, enderezóse, y
les dijo : El que de vosotros es sin pecado, arroje contra
ella la piedra el primero.
8 Y volviéndose á bajar hácia abajo, escribía en tierra.
9 Oyendo pues ellos esto, redargüidos de la conciencia,
salíanse uno á uno, comenzando desde los más viejos,
hasta los postreros, y quedó solo Jesús, y la mujer que
estaba en medio.
10 Y enderezándose Jesús, y no viendo á nadie más
que á la mujer, le dijo : ¿Mujer, dónde están los que te
acusaban? ¿ninguno te ha condenado?
11 Y ella dijo : Señor, ninguno. Entonces Jesús le
dijo : Ni yo te condeno : véte, y no peques más.
12 Y hablóles Jesús otra vez, diciendo ■ Yo soy la luz
del mundo : el que me sigue, no andará en tinieblas ;
mas tendrá la luz de vida.
13 Entonces los Fariseos le dijeron : Tú de tí mismo
das testimonio : tu testimonio no es verdadero.
14 Respondió Jesús, y les dijo : Aunque yo doy testi-
SAN JUAN
203
monio de mi mismo, mi testimonio es verdadero ;
porque sé de donde lie venido, y á donde voy ; mas
vosotros no sabéis de donde vengo, y á donde voy.
15 Vosotros según la carne juzgáis ; mas yo no juzgo
á nadie.
16 Mas si yo juzgo, mi juicio es verdadero ; porque
no soy solo, sino yo, y el Padre que me envió.
17 Y en vuestra ley está escrito, que el testimonio de
dos hombres es verdadero.
18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo ; y da
testimonio de mí el Padre que me envió.
19 Entonces le decían: ¿ Dónde está tu Padre ? Res-
pondió Jesús : Ni á mí me conocéis, ni á mi Padre. Si
á mí me conocieseis, á mi Padre también conoceríais.
20 Estas palabras habló Jesús en el tesoro, enseñando
en el templo ; y nadie le prendió, porque aun no habia
venido su hora.
21 Y díjoles otra vez Jesús : Yo voy, y me buscaréis,
y en vuestro pecado moriréis : á donde yo voy, vosotros
no podéis venir.
22 Decían entonces los Judíos : ¿Se ha de matar á sí
mismo? porque dice: A donde yo voy, vosotros no
podéis venir.
23 Y les decia : Vosotros sois de abajo, yo soy de
arriba : vosotros sois de este mundo, yo no soy de este
mundo.
24 Por eso os dije, que moriríais en vuestros pecados ;
porque si no creyereis que yo soy, en vuestros pecados
moriréis.
25 Y" decíanle : ¿Tú, quién eres? Entonces Jesús les
dijo : El que al principio también os he dicho.
26 Muchas cosas tengo que decir, y que juzgar de
vosotros ; mas el que me envió, es verdadero ; y yo lo
que he oido de él, esto hablo en el mundo.
27 Mas no entendieron que él les hablaba del Padre.
28 Díjoles pues Jesús : Cuando levantareis al Hijo del
hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada
hago de mí mismo ; mas como el Padre me enseñó, est,o
hablo.
29 Y el que me envió, conmigo está : no me ha dejado
solo el Padre ; porque yo, lo que á él agrada, hago
siempre.
204
SAN JUAN
30 Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.
31 Entonces decía Jesús á los Judíos que la habían
creído : Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos ;
32 Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
33 Y respondiéronle : Simiente de Abraham somos, y
jamas servimos á nadie : ¿cómo dices tú : Seréis hechos
libres ?
34 Jesús les respondió : De cierto, de cierto os
digo, que todo aquel que hace pecado, es siervo del
pecado.
35 Y el siervo no queda en casa para siempre ; mas el
Hijo queda para siempre.
36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdadera-
mente libres.
37 Yo sé que sois simiente de Abraham ; mas pro-
curáis matarme, porque mi palabra no cabe en vosotros.
38 Yo, lo que he visto con mi Padre, hablo ; y vosotros
lo que habéis visto con vuestro padre, hacéis.
39 Respondieron, y dijéronle : Nuestro padre es Abra-
ham. Díceles Jesús : Si fuerais hijos de Abraham, las
obras de Abraham, haríais.
40 Empero ahora procuráis de matarme, hombre que
os he hablado la verdad, la cual he oido de Dios : no
hizo esto Abraham.
41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Dijé-
ronle pues : Nosotros no somos nacidos de fornicación :
un solo Padre tenemos, que es Dios.
42 Jesús entonces les dijo : Si vuestro Padre fuera
Dios, ciertamente me amaríais á mí ; porque yo de Dios
he salido, y he venido ; que no he venido de mí mismo,
mas él me envió.
43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? es porque no
podéis oir mi palabra.
44 Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos
de vuestro padre queréis cumplir : él homicida ha sido
desde el principio ; y no permaneció en la verdad ; por-
que no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de
suyo habla ; porque es mentiroso, y padre de mentira.
45 Y porque yo os digo la verdad, no me creéis.
46 ¿Quien de vosotros me redarguye de pecado ? Y
si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
SAN JUAN
205
47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye :
las cuales por tanto no oís vosotros, porque no sois
de Dios.
48 Respondieron entonces los Judíos, y dijéronle :
¿No decimos bien nosotros, que tú eres Samaritano, y
que tienes demonio?
49 Respondió Jesús : Yo no tengo demonio ; ántes
honro á mi Padre, y vosotros me habéis, deshonrado.
5U Y yo no busco mi gloria : hay quien la busque, y
juzgue.
51 De cierto, de cierto os digo, que el que guardare
mi palabra, no verá muerte para siempre.
52 Entonces los Judíos le dijeron : Ahora conocemos
que tienes demonio : Abraham murió, y los profetas ; y
tú dices : El que guardare mi palabra, no gustará muerte
para siempre.
53 ¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el
cual murió? y los profetas murieron : ¿quién te haces á
tí mismo ?
54 Respondió Jesús : Si yo me glorifico á mí mismo,
mi gloria es nada : mi Padre es el que me glorifica : el
que vosotros decís, que es vuestro Dios.
55 Mas no le conocéis : yo empero le conozco ; y si
dijere que no le conozco, seré como vosotros, mentiroso ;
mas le conozco, y guardo su palabra.
56 Abraham vuestro padre se regocijó por ver mi dia ;
y lo vió, y se regocijó.
57 Dijéronle entonces los Judíos : Aun no tienes cin-
cuenta años ; ¿ y has visto á Abraham ?
58 Díjoles Jesús : De cierto, de cierto os digó, ántes
que Abraham fuese, yo soy.
59 Tomaron entonces piedras para arrojarle : mas
Jesús se encubrió, y se salió del templo, pasando por
medio de ellos, y así pasó.
PASANDO Jesús, vió á un hombre ciego desde su
nacimiento.
2 Y preguntáronle sus discípulos, diciendo :
¿Rabbi, quién pecó, este ó sus padres, para que naciese
CAPITULO IX.
ciego ?
206
SAN JUAN
3 Respondió Jesús : Ni este pecó, ni sus padres : sino
para que las obras de Dios se manifiesten en él.
4 A mí me conviene obrar las obras de aquel que me
envió, entre tanto que el dia es : la noche viene, cuando
nadie puede obrar.
5 Entre tanto que estuviere en el mundo, la luz soy
del mundo.
6 Esto dicho, escupió en tierra ; é hizo lodo de la
saliva, y untó con el lodo sobre los ojos del ciego,
7 Y le dijo : Vé, lávate en el estanque de Siloé, que
interpretado, significa Enviado. Se fué pues, y se lavó,
y volvió viendo.
8 Entonces los vecinos, y los que ántes le habían visto
que era ciego, decian : ¿No es este el que se sentaba, y
mendigaba?
9 Otros decian : Este es ; y otros : Se le parece ; mas
él decía : Yo soy.
10 Por esto le decian : ¿ Cómo te fueron abiertos los
ojos?
11 Respondió él, y dijo : Aquel hombre que se llama
Jesús, hizo lodo, y me untó los ojos, y me dijo : Vé al
estanque de Siloé, y lávate ; y yo fui, y me lavé, y reoibí
la vista.
12 Entonces le dijeron : ¿Dónde está aquel? Dice él:
No sé.
13 Llévanle á los Fariseos, al que ántes habia sido
ciego.
Í4 Y era sábado cuando Jesús habia hecho el lodo, y
le habia abierto los ojos.
15 Y volviéronle á preguntar también los Fariseos, de
qué manera habia recibido la vista. El les dijo : Púsome
lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo.
16 Entonces unos de los Fariseos le decian : Este
hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado. Y
otros decian : ¿ Cómo puede un hombre pecador hacer
tales milagros? Y habia disensión entre ellos.
17 Vuelven á decir al ciego : ¿Tú, qué dices de el que
te abrió los ojos? Y él dijo : Qué es un profeta.
18 Mas los Judíos no creían de él, que habia sido él
ciego, y hubiese recibido la vista, hasta que llamaron á
los padres de el que habia recibido la vista.
19 Y preguntáronles, diciendo : ¿Es este vuestro hijo,
SAN JUAN
207
el que vosotros decís, que nació ciego? ¿Cómo, pues,
ve ahora ?
20 Respondiéronles sus padres, y dijeron : Sabemos
que este es nuestro hijo, y que nació ciego :
21 Mas como vea ahora, no lo sahemos ; ó quien le
haya abierto los ojós, nosotros no lo sabemos : él tiene
edád, preguntadle á él, él hablará por sí mismo.
22 Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de
los Judíos ; porque ya los Judíos habían concluido que
si alguno confesase ser él el Mesías, que fuese echado
fuera de la sinagoga.
23 Por eso dijeron sus padres : Edad tiene, presruntádfc
áél.
24 Así que volvieron á llamar al hombre que habia
sido ciego, y le dijeron : Da gloria á Dios : nosotros
sabemos que este hombre es pecador.
25 Entonces él respondió, y dijo : Si es pecador ó no,
yo no lo sé : una cosa sé, que habiendo yo sido ciego,
ahora veo.
26 Y volviéronle á decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te
abrió los ojos?
27 Respondióles : Ya os lo he dicho, y no lo habéis
escuchado: ¿ por qué lo queréis otra vez oir? ¿Queréis
también vosotros haceros sus discípulos?
28 Entonces le vilipendiaron, y dijeron : Tú eres su
discípulo.; mas nosotros discípulos de Moisés somos.
29 Xosotros sabemos que á Moisés habló Dios ; mas
este no sabemos de donde es.
30 Respondióles el hombre, y les dijo : Cierto mara-
villosa cosa es esta, que vosotros no sabéis de donde sea,
y con todo á mí me abrió los ojos.
31 Y sallemos que Dios no oye á los pecadores ; mas
si alguno es adorador de Dios, y hace su voluntad, á
este oye.
32 Desde el principio del mundo no fué oido, que
abriese alguno los ojos de uno que nació ciego.
33 Si este hombre no fuera de Dios, no pudiera hacer
nada.
34 Respondieron, y le dijeron : En pecados eres
nacido todo ; ¿y tú nos enseñas? Y echáronle fuera.
35 Oyó Jesús que le habian echado fuera ; y hallán-
dole, le dijo : ¿Tú crees en el Hijo de Dios?
208
SAN JUAN
36 Respondió él, y dijo : ¿Quién es, Señor, para que
crea en él ?
37 Y díjole Jesús : Ya le has visto, y el que habla
contigo, él es.
38 Y él dijo : Creo, Señor. Y le adoró.
39 Y dijo Jesús : Yo, para juicio he venido á este
mundo, para que los que no ven, vean ; y para que los
que ven, sean cegados.
40 Y oyeron esto algunos de los Fariseos que esta-
ban con él, y le dijeron : ¿Somos nosotros también
ciegos ?
41 Díjoles Jesús : Si fuerais ciegos, no tuvierais pecado ;
mas ahora decís : Vemos ; por tanto vuestro pecado per-
manece.
CAPITULO X.
E cierto, de cierto os digo, que el que no entra por
' la puerta en el aprisco de las ovejas, mas sube por
otra parte, el tal ladrón es y robador.
2 Mas el que entra por la puerta, el pastor de las
ovejas es.
3 A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz ; y
á sus ovejas llama por nombre, y las saca.
4 Y como ha sacado fuera sus ovejas, va delante de
ellas ; y las ovejas le siguen ; porque conocen su voz.
5 Mas al extraño no seguirán, ántes huirán de él ;
porque no conocen la voz de los extraños.
6 Esta parábola les dijo Jesús; mas ellos no enten-
dieron qué era lo que les decía.
7 Volvióles pues Jesús á decir : De cierto, de cierto
os digo, que yo soy la puerta de las ovejas.
8 Todos los que ántes de mí vinieron, ladrones son y
robadores, mas no los oyeron las ovejas.
9 Yo soy la puerta : el que por mí entrare, será salvo ;
y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
10 El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y
destruir : yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en grande abundancia.
11 Yo soy el buen pastor : el buen pastor su alma da
por las ovejas.
12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, cuyas
no son proprías las ovejas, ve al lobo que viene, y deja
las ovejas, y huye ; y el lobo arrebata, y dispersa las
ovejas.
13 Así que el asalariado huye, porque es asalariado,
y no tiene cuidado de las ovejas.
14 Yo soy el buen pastor ; y conozco mis ovejas, y las
niias me conocen,
15 Como el Padre me conoce á mí, y yo conozco al
Padre ; y pongo mi vida por las ovejas.
16 También tengo otras ovejas que no son de este
redil: aquellas también be de traer, y oirán mi voz; y
habrá un rebaño, y un pastor.
17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi
vida, para volverla á tomar.
18 Nadie la quita de mí, mas yo la pongo de mí
mismo; porque tengo poder para ponerla, y tengo poder
para volverla á tomar. Este mandamiento recibí de mi
Padre.
19 Y volvió á haber disensión entre los Judíos por
estas palabras.
20 Y muchos de ellos decían : Demonio tiene, y está
loco : ¿ para qué le ois?
21 Decían otros : Estas palabras no son de endemo-
niado : ¿ puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?
22 Y hacíase la fiesta de la dedicación en Jerusalem,
y era invierno.
23 Y Jesús andaba en el templo por el pórtico de
Salomón.
24 Y rodeáronle los Judíos, y le dijeron : ¿Hasta
cuándo traes suspensa nuestra alma? Si tú eres el
Cristo, dínoslo abiertamente.
25 Respondióles Jesús : Os lo he dicho, y no lo creís-
teis : las obras que yo hago en nombre de mi Padre,
estas dan testimonio de mí.
26 Mas vosotros no creéis, porque no sois de mis
ovejas, como os he dicho.
27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas
me siguen ;
28 Y yo les doy vida eterna, y para siempre no
perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano.
29 Mi Padre que me lás (lió, mayor que todos es ; y
nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
O
210
SAN JUAN
30 Yo y mi Padre somos uno.
31 Entonces volvieron á tomar piedras los Judíos,
para apedrearle.
32 Respondióles Jesús : Muchas buenas obras os he
mostrado de mi Padre, ¿por cuál obra de ellas me
apedreáis?
33 Respondiéronle los Judíos, diciendo : Por la buena
obra no te apedreamos, sino por las blasfemia ; y porque
tú, siendo hombre, te haces Dios.
34 Respondióles Jesús: ¿No está escrito en vuestra
ley : Yo dije : Dioses sois?
35 Si llamó dioses á aquellos, á los cuales vino la
palabra de Dios, y la Escritura no puede ser quebrantada,
36 ¿A mí que el Padre santificó, y envió al mundo,
vosotros decis : Tú blasfemas ; porque dije : Soy el Hijo
de Dios ?
37 Si no hago obras de mi Padre, no me creáis.
38 Mas si las hago, aunque á mí no creáis, creéd á las
obras, para que conozcáis y creáis, que el Padre es en
mí, y yo en él.
39 Y procuraban otra vez prenderle ; mas él se salió
de sus manos,
40 Y volvióse tras el Jordán, á aquel lugar donde
primero habia estado bautizando Juan, y se estuvo allí.
41 Y muchos venían á él, y decían : Juan á la verdad
ningún milagro hizo ; mas todo lo que Juan dijo de este,
era verdad.
42 Y muchos creyeron allí en él.
CAPITULO XI.
ESTABA entonces enfermo un hombre llamado Lázaro,
de Betania, la aldea de María y de Marta su
hermana.
2 (Era María la que ungió al Señor con ungüento, y
limpió sus piés con sus cabellos, cuyo hermano Lázaro
estaba enfermo.)
3 Enviaron pues sus hermanas á él, diciendo : Señor,
he aquí, el que amas está enfermo.
4 Y oyéndo/o Jesús, dijo : Esta enfermedad no es para
muerte, sino por gloria de Dios, para que el Hijo de
Dios sea glorificado por ella.
SAN JUAN
211
5 Y amaba Jesús á Marta, y á su hermana, y á Lázaro.
6 Como oyó, pues, que estaba enfermo, entonces á la
verdad se quedó dos dias en aquel lugar donde estaba.
7 Luego después de esto dijo á sus discípulos : Vamos
á Jadea otra vez.
8 Dícenle sus discípulos : Rabbi, ahora poco procura-
ban los Judíos apedrearte, ¿y vas otra vez allá?
9 Respondió Jesús : ¿No tiene el dia doce horas? El
que anduviere de dia, no tropieza, porque ve la luz de
este mundo.
10 Mas el que anduviere de noche, tropieza, porque
no hay luz en él.
11 Dicho esto, díceles después : Lázaro neustro amigo
duerme ; mas voy á despertarle del sueño.
12 Dijéronle entonces sus discípulos: Señor, si duerme,
bueno estará.
13 Mas esto decia Jesús de la muerte de él ; y ellos
pensaron que hablaba de dormir de sueño.
14 Entonces pues Jesús les dijo claramente : Lázaro
es muerto ;
15 Y huélgome por vosotros, que yo no haya estado
allí, porque creáis ; mas vamos á él.
16 Dijo entonces Tomas, el que se llama Dídimo, á
sws condiscípulos : Vamos también nosotros, para que
muramos con él.
17 Vino pues Jesús, y hallólo, que había, cuatro dias
que estaba en el sepulcro.
18 Betania estaba cerca de Jerusalem como quince
estadios.
19 Y muchos de los Judíos habían venido á Marta y
á María, para consolarlas de su hermano.
20 Entonces Marta, como oyó que Jesús venia, le
salió á recibir ; mas María estaba sentada en casa.
21 Entonces Marta dijo á Jesús : Señor, si hubieras
estado aquí, mi hermano no hubiera muerto.
22 Mas sé que también ahora, todo lo que pidieres á
Dios, te lo dará Dios.
23 Dícele Jesús : Resucitará tu hermano.
24 Marta le dice : Yo sé que resucitará en la resur-
rección en el dia postrero.
25 Dícele Jesús : Yo soy la resurrección, y la vida : el
que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá ;
212
SAN JUAN
26 Y todo aquel que vive, y cree en mi, no morirá
eternamente. ¿Crees esto?
27 Ella le dice : Sí, Señor, yo he creido que tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios, que habia de venir al mundo.
28 Y esto dicho, se fué, y llamó en secreto á María su
hermana, diciendo : El Maestro está aquí, y te llama.
29 Ella, como lo oyó, se levanta prestamente, v viene
á él.
30 (Porque aun no habia llegado Jesús á la aldea, mas
estaba en aquel lugar donde Marta le habia salido á
recibir.)
31 Entonces los Judíos que estaban en casa con ella,
y la consolaban, como vieron que María se habia levan-
tado prestamente, y habia salido, la siguieron, diciendo :
Va al sepulcro á llorar allí.
32 Mas María, como vino donde estaba Jesús, vién-
dole, derribóse á sus piés, diciéndole : Señor, si hubieras
estado aquí, no hubiera muerto mi hermano.
33 Jesús entonces como la vió llorando, y á los Judíos
que habían venido juntamente con ella llorando, gimió
en espíritu, y se turbó,
34 Y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Dícenle : Señor,
ven, y lo verás.
35 Jesús lloraba.
36 Dijeron entonces los Judíos : ¡ He aquí como le
amaba !
37 Y algunos de ellos dijeron : ¿ No podia este, que
abrió los ojos del ciego, hacer que este no muriera ?
38 Y Jesús, gimiendo otra vez en sí mismo, vino al
sepulcro, que era una cueva, la cual tenia una piedra
puesta encima.
39 Dice Jesús : Quitád la piedra. Marta, la hermana
del que habia sido muerto, le dice : Señor, hiede ya ;
que es muerto de cuatro dias.
40 Jesús le dice : ¿ No te he dicho que si creyeres,
verás la gloria de Dios?
41 Entonces quitaron la piedra de donde el muerto
habia sido puesto ; y Jesús, alzando los ojos arriba, dijo :
Padre, gracias te doy porque me has oido.
42 Y yo sabia que siempre me oyes ; mas por causa
del pueblo que está al rededor lo dije, para que crean que
tú me has enviado.
SAN JUAN
213
43 Y habiendo dicho estas cosas, clamó á gran voz :
Lázaro, ven fuera.
44 Entonces el que había sido muerto, salió, atadas
las manos y los piés con vendas ; y su rostro estaba
envuelto en un sudario. Díceles Jesús : Desatadle, y
dejadle ir.
45 Entonces muchos de los Judíos que habian venido
á María, y habian visto lo que habia hecho Jesús, creye-
ron en él.
46 Mas algunos de ellos fueron á los Fariseos, y les
dijeron lo que Jesús habia hecho.
47 Entonces los príncipes de los sacerdotes, y los Fari-
seos juntaron concilio, y decían : ¿ Qué hacemos ? porque
este hombre hace mucbos milagros.
48 Si le dejamos así, todos creerán en él ; y vendrán
los Romanos, y quitarán nuestro lugar y la nación.
49 Entonces Caifas, uno de ellos, sumo sacerdote de
aquel año, les dijo : Vosotros no sabéis nada,
50 Ni consideráis que nos conviene que un hombre
muera por el pueblo, y no que toda la nación se
pierda.
51 Mas esto no lo dijo de sí mismo ; sino que, como
era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús
habia de morir por la nación ;
52 Y no solamente por aquella nación, mas también
para que juntase en uno á los hijos de Dios que estaban
dispersos.
53 Así que desde aquel dia consultaban juntos pnra
matarle.
54 De manera que Jesús ya no andaba manifiesta-
mente entre los Judíos ; mas se fué de allí á la tierra
que está junto al desierto, á una ciudad que se llama
Efraim ; y estábase allí con sus discípulos.
55 Y la páscua de los Judíos estaba cerca ; y muchos
de la tierra subieron á Jerusalem ántes de la páscua para
purificarse.
56 Y buscaban á Jesús, y hablaban los unos con los
otros estando en el templo : ¿Qué os parece, que no
vendrá á la fiesta ?
57 Mas los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos
habian dado mandamiento, que si alguno supiese donde
estuviera, que lo manifestase, para que le prendiesen.
214
SAN JUAN
CAPITULO XII.
JESUS pues seis dias untes de la pascua vino á Betania,
donde estaba Lázaro el que habia muerto, al cual
Jesús habia resucitado de entre los muertos.
2 É hiriéronle allí una cena, y Marta servia ; mas
Lázaro era uno de los que estaban sentados á la mesa
juntamente con él.
3 Entonces María tomó una libra de ungüento de
nardo puro de mucho precio, y ungió los piés de Jesús,
y limpió sus piés con sus cabellos ; y la casa se llenó del
olor del ungüento.
4 Entonces dijo uno desús discípulos, Júdas Iscariote,
hijo de Simón, el que le habia de entregar ;
5 ¿ Por qué no se ha vendido este ungüento por tres-
cientos denarios, y se dió á los pobres ?
6 Esto dijo, no por el cuidado que él tenia de los
pobres ; mas porque era ladrón ; y tenia la bolsa, y traía
lo que se echaba en ella.
7 Entonces Jesús dijo : Déjala : para el dia de mi se-
pultura ha guardado esto.
8 Porque á los pobres siempre los tenéis con vosotros,
mas á mí no siempre me tenéis.
9 Entonces una gran multitud de los Judíos entendió
que él estaba allí ; y vinieron no solamente por causa de
Jesús, sino también por ver á Lázaro al cual habia resuci-
tado de entre los muertos.
10 Empero consultaron los príncipes de los sacerdotes,
para matar también á Lázaro ;
11 Porque muchos de los Judíos iban y creían en Jesús
por causa de él.
12 El siguiente dia una gran multitud de gente que
habia venido á la fiesta, como oyeron que Jesús venia á
Jerusalem,
13 Tomaron ramos de palmas, y saliéronle á recibir, y
clamaban : Hosanna : Bendito el que viene en el nombre
del Señor, el Rey de Israel.
14 Y halló Jesús un asnillo, y se sentó sobre él, como
está escrito :
15 No temas, oh hija de Sion, he aquí, tu Rey viene
asentado sobre un pollino de una asna.
16 Mas estas cosas no las entendieron sus discípulos
SAN JUAN
215
al principio : empero cuando Jesús fué glorificado, en-
tonces se acordaron que estas cosas estaban escritas de
él, y que le hicieron estas cosas.
17 La gente, pues, que estaba con él, cuando llamó á
Lázaro del sepulcro, y le resucitó de entre los muertos,
daba testimonio.
18 Por lo cual también había venido la gente á reci-
birle ; porque habían oido que él habia hecho este
milagro.
19 Mas los Fariseos dijeron entre sí : ¿Veis que nada
aprovecháis ? he aquí, que el mundo se va en pos de él.
20 Y habia ciertos Griegos de los que habían subido á
adorar en la fiesta.
21 Estos, pues, se llegaron á Felipe, que era de Bet-
saida de Galilea, y le rogaron, diciendo : Señor, querrí-
amos ver á Jesús.
22 Vino Felipe, y lo dijo á Andrés : Y otra vez Andrés,
y Felipe, lo dicen á Jesús.
23 Y Jesús les respondió, diciendo : La hora viene en
que el Hijo del hombre ha de ser glorificado.
24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo
que cae en la tierra, no muriere, él solo queda ; mas si
muriere, mucho fruto lleva.
25 El que ama su vida, la perderá ; y el que aborrece
su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
26 Si alguno me sirve, sígame ; y donde yo estuviere,
allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere,
■mi Padre le honrará.
27 Ahora es turbada mi alma ; ¿ y qué diré ? Padre,
sálvame de esta hora ; mas por esto he venido á esta hora.
28 Padre, glorifica tu nombre. Entónces vino una
voz del cielo, diciendo : Ya lo he glorificado, y lo glorifi-
caré otra vez.
29 El pueblo, pues, que estaba presente, y la habia
oido, decia que habia sido un trueno : otros decían : Un
ángel le ha hablado.
30 Respondió Jesús, y dijo : No ha venido esta voz por
mi causa, sino por causa de vosotros.
31 Ahora es el juicio de este mundo : ahora el prín-
cipe de este mundo será echado fuera.
32 Y yo. si fuere levantado de la tierra, á todos atraeré
á mí mismo.
216
SAN JUAN
33 Y esto decia dando á entender de qué muerte habia
de morir.
34 Respondióle la gente : Nosotros hemos oido de la
ley, que el Cristo permanece para siempre : ¿ cómo pues
dices tú: El Hijo del hombre ha de ser levantado?
¿ Quién es este Hijo del hombre ?
35 Entonces Jesús les dijo : Aun por un poco estará
la luz entre vosotros : andád entre tanto que tenéis la luz,
no sea que os alcancen las tinieblas ; porque el que anda
en tinieblas, no sabe donde va.
30 Entre tanto que tenéis luz, creéd en la luz, para
que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fué,
y se escondió de ellos.
37 Empero aunque habia hecho delante de ellos tantos
milagros, no creian en él ;
38 Para que se cumpliese el dicho que dijo el profeta
Isaías : ¿Señor, quién ha creído á nuestro dicho? ¿y el
brazo del Señor, á quién ha sido revelado ?
39 Por esto no podían creer, porque otra vez dijo
Isaías :
40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón ;
porque no vean de los ojos, ni entiendan de corazón, y
se conviertan, y yo los sane.
41 Estas cosas dijo Isaías, cuando vió su gloria, y
habló de él.
42 Con todo eso aun de los príncipes muchos creyeron
en él ; mas por causa de los Fariseos no le confesaban,
por no ser echados de la sinagoga.
43 Porque amaban más la gloria de los hombres que
la gloria de Dios.
44 Mas Jesús clamó, y dijo : El que cree en mí, no
cree en mí, sino en aquel que me envió.
45 Y el que me ve, ve al que me envió.
46 Yo la luz he venido al mundo, para que todo aquel
que cree en mí, no permanezca en tinieblas.
47 Y el que oyere mis palabras, y no creyere, yo no
le juzgo ; porque no he venido á juzgar al mundo, mas
á salvar al mundo.
48 El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene
quien le juzgue : la palabra que he hablado, ella le juz-
gará en el dia postrero.
49 Porque yo no be hablado de mí mismo ; mas el
SAN JUAN
217
Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que
tengo de decir, y de lo que tengo de hablar.
50 Y sé que su mandamiento es vida eterna : así que
lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo.
CAPITULO XIII.
T7 ANTES de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús
| que su hora era venida para que pasase de este
mundo al Padre, como había amado á los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
2 Y la cena acabada, como el diablo ya habia metido
en el corazón de Júdas Iscariote, hijo de Simón, que le
entregase :
3 Sabiendo Jesús que el Padre le habia dado todas las
cosas en sus manos, y que habia venido de Dios, y á Dios
iba :
4 Levántase de la cena, y se quita su ropa, y tomando
una toalla, se ciñó.
5 Luego puso agua en el lebrillo, y comenzó á lavar
los piés de los discípulos, y á limpiados con la toalla con
que estaba ceñido.
6 Viene pues á Simón Pedro ; y este le dice : ¿ Señor,
tú me lavas á mí los piés?
7 Respondió Jesús, y le dijo : Lo que yo hago, tú no
lo sabes ahora ; mas lo sabrás después.
S Dícele Pedro: No me lavarás los piés jamas. Res-
pondióle Jesús : Si no te lavare, no tendrás parte con-
migo.
9 Dícele Simón Pedro : Señor, no solo mis piés, mas
aun mis manos, y mi cabeza.
10 Dícele Jesús : El que está lavado, no ha menester
sino que lave s¡/s piés, pues está todo limpio. Y vosotros
limpios estáis, aunque no todos.
11 Porque sabia quien era el que le entregaba ; por
eso dijo : No estáis limpios todos.
12 Así que, después que les hubo lavado los piés, y
tomado su ropa, volviéndose á asentar otra vez, les dijo :
¿Sabéis lo que os he hecho?
13 Vosotros me llamáis Maestro y Señor ; y decís
bien ; porque lo soy :
14 Pues si yo, vuestro Señor y Maestro, he lavado
218
SAN JUAN
vuestros piés, vosotros también debéis lavar los pies lo
unos á los otros.
15 Poique ejemplo os he dado, para que como yo o
he hecho, vosotros también hagáis.
16 De cierto, de cierto os digo : El siervo no es mayo
que su Señor ? ni el enviado es mayor que el que le envió,
17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois, si la
hiciereis.
18 No hablo de todos vosotros : yo sé los que he ele
gido ; mas para que se cumpla la Escritura : El que comí
pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.
19 Desde ahora os lo digo, ántes que suceda, para qu<
cuando sucediere, creáis que yo soy.
20 De cierto, de cierto os digo, que el que recibe a
que yo enviare, á mí recibe ; y el que á raí recibe, recib<
al que me envió.
21 Como hubo Jesús dicho esto, fué conmovido ei
espíritu, y protestó, y dijo : De cierto, de cierto os digo
que uno de vosotros me ha de entregar.
22 Entonces los discípulos mirábanse los unos á lo:
otros, dudando de quien hablaba.
23 Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, es
taba recostado en el seno de Jesús.
24 A este pues hizo señas Simón Pedro, para qu<
preguntase quien era aquel de quien hablaba.
25 El entonces recostado sobre el pecho de Jesús, 1<
dice : ¿ Señor, quién es ?
26 Kespondió Jesús : Aquel es, á quien yo diere e
pan mojado. Y mojando el pan, dió/o á Júdas Iscariote
el hijo de Simón.
27 Y tras el bocado Satanás entró en él. Entonce
Jesús le dice : Lo que haces, házlo más presto.
28 Empero esto ninguno de los que estaban á la mes¡
entendió á qué propósito se lo dijo.
29 Porque algunos de ellos pensaban, porque Júda
tenia la bolsa, que Jesús le decia : Compra las eosas qu
nos son necesarias para la fiesta : ó que diese algo á lo
pobres.
30 Como él pues hubo tomado el bocado, luego salió
y era ya noche.
31 Entonces como él salió, dijo Jesús : Ahora es glori
ficado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él.
SAN JUAN
219
32 Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorifi-
cará en sí mismo ; y luego le glorificará.
3o Hijitos, aun un poco estoy con vosotros. Me bus-
caréis ; y, así como dije á los Judíos: Donde yo voy,
vosotros no podéis venir ; así ahora á vosotros lo digo.
34 Un mandamiento nuevo os doy : Que os améis los
unos á los ostros : como os amé yo, (pie también os
améis los unos á los otros.
35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si
tuviereis amor los unos hácia los otros.
36 Le dijo Simón Pedro : ¿ Señor, á dónde vas? Res-
pondióle Jesús : Donde yo voy, no me puedes ahora
seguir ; mas me seguirás después.
37 Dícele Pedro : ¿ Señor, por qué no te puedo seguir
ahora? mi vida pondré por tí.
38 Respondióle Jesús : ¿Tu vida pondrás por mí ? De
cierto, de cierto te digo : No cantará el gallo, sin que me
hayas negado tres veces.
CAPITULO XIV.
NO se turbe vuestro corazón : creéis en Dios, creéd
también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay :
si asi no fuera, os lo hubiera yo dicho. Yo voy á apa-
rejaros el lugar.
3 Y si me fuere, y os aparejare el lugar, vendré otra
vez, y os tomaré á mí mismo, para que donde yo estoy,
vosotros también estéis.
4 Y sabéis donde yo voy, y el camino sabéis.
5 Dícele Tomas : Señor, no sabemos donde vas :
¿ cómo pues podemos saber el camino?
6 Jesús le dice : Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida ; nadie viene al Padre, sino por mí.
7 Si me conocieseis, también á mi Padre conoceríais ;
y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
8 Dícele Felipe : Señor, muéstranos el Padre, y nos
basta.
9 Jesús le dice : ¿ Tanto tiempo ha que estoy con
vosotros, y no me has conocido aun, Felipe? El que
me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo pues dices tú :
Muéstranos el Padre ?
220
SAN JUAN
10 ¿ No crees que yo soy en el Padre, y el Padre ei
mí ? Las palabras que yo os hablo, no las hablo di
mí mismo ; mas el Padre que está en mí, él haci
las obras.
11 Creédme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí
ó si no, creédme por las mismas obras.
12 De cierto, de cierto os digo : El que en mí cree
las obras que yo hago también él las hará, y mayores qu<
estas hará ; porque yo voy á mi Padre.
13 Y todo lo que pidiereis en mi nombre, esto haré
para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
15 Si me amáis, guardad mis mandamientos.
16 Y yo rogaré al Padre, el cual os dará otro Con
solador para que esté con vosotros para siempre ;
17 Es á saber, al Espíritu de verdad, al cual el mundi
no puede recibir ; porque no le ve, ni le conoce ; ma
vosotros le conocéis, porque está con vosotros, y será ei
vosotros.
18 No os dejaré huérfanos : yo vendré á vosotros.
19 Aun un poquito, y el mundo no me verá más
empero vosotros me veréis : por cuanto yo vivo, vosotro
también viviréis.
20 Aquel dia vosotros conoceréis que yo soy en m
Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda
aquel es el que me ama ; y el que me ama, será amad
de mi Padre ; y yo le amaré á él, y me manifestaré á él
22 Dícele Júdas, no el Iscariote : ¿ Señor, qué ha;
porque te has de manifestar á nosotros, y no a
mundo?
23 Respondió Jesús, y le dijo : Si alguno me ama, m
palabra guardará ; y mi Padre le amará, y vendremos ¡
él, y haremos con él morada.
24 El que no me ama, no guarda mis palabras ; y 1¡
palabra que habéis oido, no es mia, sino del Padre qu
me envió.
25 Estas cosas os he hablado estando aun con vosotros
26 Mas aquel Consolador, el Espíritu Santo, al cual e
Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas la
cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
27 La paz os dejo : mi paz os doy : no como el mund<
SAN JUAN
221
¡a da, yo os la doy : no se turbe vuestro corazón, ni
tenga miedo.
28 Habéis oido como yo os be dicho : Voy. y vengo
olni vez á vosotros. Si me amaseis, ciertamente os regoci-
jaríais, porque he dicbo que voy al Padre ; porque el
Padre mayor es que yo.
29 Y ahora os lo be dicho antes que se haga, para que
cuando se biciere, creáis.
30 Ya no hablaré mucho con vosotros ; porque viene
el príncipe de este mundo, mas no tiene nada en mí,
31 Empero para que conozca el mundo (pie amo al
Padre, y como el Padre me dió mandamiento, así bago.
Levantaos, vamos de aquí.
CAPITULO XV.
"170 soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
1 2 Todo pámpano en mí que no lleva fruto, le
quita ; y todo aquel que lleva fruto, le limpia, para
que lleve más fruto.
3 Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he
hablado.
4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el
pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no per-
maneciere en la vid, así ni vosotros, si no permaneciereis
en mí,
5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos : el que per-
manece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto (por-
que sin mí nada podéis hacer.)
6 Si alguno no permaneciere en mí, será ecbado fuera
como mal pámpano, y se secará ; y los cogen, y éeban/os
en el fuego, y arden.
7 Si permaneciereis en mí. y mis palabras permane-
cieren en vosotros, todo lo que quisiereis pediréis, y os
será becbo.
8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucbo
fruto ; así seréis mis discípulos.
9 Como el Padre me amó, también yo os be amado :
sed constantes en mi amor.
10 Si guardaréis mis mandamientos, permaneceréis en
mi amor : como yo también be guardado los manda-
mientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
222
SAN JUAN
11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo per-
manezca en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
12 Este es mi mandamiento : Que os améis los unos á
los otros, como yo os amé.
13 Nadie tiene mayor amor que este, que ponga alguno
su vida por sus amigos.
14 Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que
yo os mando.
15 Ya no os illamaré siervos, porque el siervo no sabe
lo que hace su Señor ; mas os he llamado amigos, por-
que todas las cosas que oí de mi Padre, os he hecho
conocer.
16 No me elegisteis vosotros á mí ; mas yo os elegí á
vosotros, y os he puesto para que vayáis, y llevéis fruto ;
y vuestro fruto permanezca ; para que todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
17 Esto os mando : Que os améis los unos á los otros.
18 Si el mundo os aborrece, sabéd que á mí me abor-
recía, ántes que á vosotros.
19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo que es
suyo ; mas porque no sois del mundo, sino que yo os
elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo.
20 Acordáos de la palabra que yo os he dicho : No es
el siervo mayor que su señor : si á mí me han perseguido,
también á vosotros perseguirán : si han guardado mi
palabra, también guardarán la vuestra.
21 Mas todo esto os harán por causa de mi nombre ;
porque no conocen al que me ha enviado.
22 Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no
tuvieran pecado ; mas ahora no tienen excusa de su
pecado.
23 El que me aborrece, también á mi Padre aborrece.
24 Si yo no hubiese hecho entre ellos obras cuales
ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; mas ahora,
ellos las han visto, y aborrecen á mí. y á mi Padre.
25 Mas esto sucede, para que se cumpla la palabra que
está escrita en su ley : Sin causa me aborrecieron.
26 Empero cuando viniere el Consolador, el cual ye
os enviaré del Padre, es á saber, el Espíritu de verdad, e'
cual procede del Padre, él dará testimonio de mí.
27 Y vosotros también daréis testimonio, porque
estáis conmigo desde el principio.
SAJN JUAxN
T¿3
CAPITULO XVI.
STAS cosas os he hablado, para que no seáis ofendidos.
2 Os echarán de las sinagogas : aun más, la hora
'iT* viene, cuando cualquiera que os matare, pensará
que hace servicio á Dios.
3 Y estas cosas os harán, porque no conocen al Padre,
ni á mí.
4 Mas os he dicho esto, para que cuando aquella hora
viniere, os acordéis de ello, que yo os lo había dicho :
esto empero no os lo dije al principio, porque yo estaba
con vosotros.
5 Mas ahora voy al que me envió ; y ninguno de voso-
tros me pregunta : ¿ Dónde vas?
6 Mas, porque os he hablado estas cosas, tristeza ha
henchido vuestro corazón.
7 Empero yo os digo la verdad, que os es necesario
que yo vaya ; porque si yo no fuese, el Consolador no
vendría á vosotros ; mas si yo fuere, os le enviaré.
8 Y cuando él viniere, redargüirá al mundo de pecado,
y de justicia, y de juicio.
9 De pecado, por cuanto no creen en mí :
10 De justicia, por cuanto voy al Padre, y no me
veréis más :
11 De juicio, por cuanto el príncipe de este mundo
ya es juzgado.
12 Aun tengo muchas cosas que deciros, mas ahora
no las podéis llevar.
13 Empero cuando viniere aquel, el Espíritu de ver-
dad, él os guiará á toda verdad ; porque no hablará de
sí mismo, ínas todo lo que oyere hablará ; y las cosas
que han de venir os hará saber.
14 El me glorificará, porque tomará de lo mió, y os
h hará saber.
15 Todo lo que tiene el Padre, mió es : por eso dije
que tomará de lo mió, y os lo hará saber.
16 Un poco, y no me veréis ; y otra vez un poco, y
me veréis ; porque yo voy al Padre.
17 Entonces dijeron algunos de sus discípulos unos á
Otros: ¿Qué es esto que nos dice : Un poco, y no me
veréis ; y otra vez, un poco, y me veréis ; y, porque yo
voy al Padre ?
224
SAN JUAN
18 Así que decían : ¿ Qué es esto que dice : Un poco
No sabemos lo que dice.
19 Y conocia Jesús que le querían preguntar, y le
dijo: ¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije
Un poco, y no me veréis ; y otra vez, un poco, y m
veréis ?
20 De cierto, de cierto os digo : Vosotros lloraréis
lamentaréis, el mundo empero se alegrará : y vosotrc
seréis tristes, mas vuestra tristeza será vuelta en gozo.
21 La mujer cuando pare, tiene dolor, porque e
venida su hora ; mas después que ha parido un niño, y
no se acuerda de la apretura por el gozo de que hay
nacido un hombre en el mundo.
22 Vosotros pues también ahora á la verdad tenéi
tristeza ; mas otra vez os veré, y se gozará vuestr
corazón, y nadie quitará de vosotros vuestro gozo.
23 Y en aquel dia no me preguntaréis nada. D
cierto, de cierto os digo : Todo cuanto pidiereis al Padi
en mi nombre, os lo dará.
24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nomhre
pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplidc
25 Estas cosas os he hablado en proverbios ; mas 1
hora viene cuando ya no os hablaré en proverbios, sin
que claramente os anunciaré de mi Padre.
26 Aquel dia pediréis en mi nombre, y no os digo qu
yo rogaré al Padre por vosotros ;
27 Porque el mismo Padre os ama, por cuanto vosc
tros me amasteis, y habéis creido que yo salí de Dios.
28 Salí del Padre, y he venido al mundo : otra ve
dejo el mundo, y voy al Padre.
29 Dícenle sus discípulos : He aquí, ahora hable
claramente, y ningún proverbio dices.
30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y n
has menester que nadie te pregunte : en esto créeme
que has salido de Dios.
31 Respondióles Jesús : ¿ Ahora creéis ?
32 He aquí la hora viene, y ya es venida, en qv
seréis esparcidos cada uno á los suyos, y me dejaré
solo ; mas no estoy solo, porque el Padre está conmig'
33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengá
paz : en el mundo tendréis apretura ; mas confiad, yo 1
vencido al mundo.
SAN JUAN
225
CAPITULO XVII.
ESTAS cosas habló Jesús, y levantados los ojos al cielo,
dijo : Padre, la hora ha venido, glorifica á tu Hijo,
para que también tu Hijo te glorifique á tí :
2 Como le has dado poder sobre toda carne, para que
á todos los que le diste, les dé vida eterna.
3 Y esta es la vida eterna, que te conozcan á tí, solo
Dios verdadero, y á Jesu Cristo á quien tú enviaste.
4 Yo te he glorificado en la tierra, he acabado la obra
que me diste que hiciese.
5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú en tí mismo
con aquella gloria que tuve contigo ántes que el mundo
fuese.
6 He manifestado tu nombre á los hombres que del
mundo me diste : tuyos eran, y me los diste á mí, y
guardaron tu palabra.
7 Ahora han ya conocido que todas las cosas que me
diste, son de tí.
8 Porque las palabras que me diste, les he dado ; y
ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que
salí de tí, y han creído que tú me enviaste.
9 Yo ruego por ellos : no ruego por el mundo, sino
por los que me diste, porque tuyos son.
10 Y todas mis cosas son tus cosas, y tus cosas son
mis cosas ; y he sido glorificado en ellas.
11 Y ya no estoy en el mundo ; mas estos están en
el mundo, que yo á tí vengo. Padre santo, guárdalos
por tu nombre ; á los cuales me has dado, para que sean
uno, así como nosotros lo somos.
12 Cuando yo estaba con ellos en el mundo, yo los
guardaba por tu nombre, á los cuales me diste : yo los
guardé, y ninguno de ellos se perdió sino el hijo de per-
i dicion, para que la Escritura se cumpliese.
13 Mas ahora vengo á tí, y hablo estas cosas en el
mundo, para que ellos tengan mi gozo cumplido en sí
mismos.
14 Yo les di tu palabra, y el mundo los ha aborrecido ;
porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy
del mundo.
15 Xo ruego que los quites del mundo, sino que los
guardes del malo.
p
226
SAN JUAN
16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del
mundo.
17 Santifícalos por tu verdad : tu palabra es la verdad.
18 Como tú me enviaste al mundo, también yo los he
enviado al mundo.
19 Y por ellos yo me santifico á mí mismo ; para que
también ellos sean santificados por la verdad.
20 Mas no ruego solamente por ellos ; sino también
por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.
21 Para que todos ellos sean uno : así como tú, oh
Padre, eres en mí, y yo en tí ; que también ellos en
nosotros sean uno ; para que el mundo crea que tú me
enviaste.
22 Y yo la gloria que me diste, les he dado á ellos ;
para que sean uno, como también nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumados
en uno, y para que el mundo conozca que tú me enviaste,
y que los has amado á ellos, como también á mí me has
amado.
24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde
yo estoy, ellos estén también conmigo ; para que vean
mi gloria que me has dado, porque me has amado desde
ántes de la constitución del mundo.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido; mas yo
te he conocido ; y estos han conocido que tú me enviaste.
26 Y yo les hice conocer tu nombre, yo lo haré cono-
cer ; para que el amor, con que me has amado, esté en
ellos, y yo en ellos.
CAPITULO XVIII.
COMO Jesús hubo dicho estas cosas, salióse con sus
discípulos á la otra parte del arroyo de Cedrón,
donde habia un huerto, en el cual entró él, y sus
discípulos.
2 Y también Júdas, el que le entregaba, conocía aquel
lugar, porque muchas veces Jesús se juntaba allí con sus
discípulos.
3 Júdas pues tomando una compañía de soldados, y
ministros de los sumos sacerdotes y de los Fariseos, vino
allí con linternas y antorchas, y con armas.
4 Empero Jesús, sabiendo todas las cosas que habian
SAN JUAN
227
de venir sobre él, salió delante, y les dijo. ¿ A quién
buscáis ?
5 Respondiéronle : A Jesús Nazareno. Díceles Jesús :
Yo soy. (Y estaba también con ellos Júdas el que le
entregaba.)
6 Y como les dijo : Yo soy : volvieron atrás, y caye-
ron en tierra.
7 Volvióles pues á preguntar : ¿A quién buscáis? Y
ellos dijeron : A Jesús Nazareno.
8 Respondió Jesús : Ya os he dicho que yo soy : pues
si á mí buscáis, dejád ir á estos :
9 Para que se cumpliese la palabra que había dicho :
De los que me diste, ninguno de ellos perdí.
10 Entonces Simón Pedro, que tenia una espada, la
sacó, é hirió á un siervo del sumo sacerdote, y le cortó
la oreja derecha ; y el siervo se llamaba Maleo.
11 Jesús entonces dijo á Pedro : Mete tu espada en la
vaina : ¿ la copa que mi Padre me ha dado, no la tengo
de beber ?
12 Entonces la compañía de los soldados, y el tribuno,
y los ministros de los Judíos prendieron á Jesús, y le
ataron.
13 Y le trajeron primeramente á Anuas, porque era
suegro de Caifas, el cual era sumo sacerdote de aquel
año.
14 Y era Caifas el que habia dado el consejo á los
Judíos, que era necesario que un hombre muriese por
el pueblo.
15 Y seguia á Jesús Simón Pedro, y otro discípulo ; y
aquel discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró
con Jesús en el palacio del sumo sacerdote.
16 Mas Pedro estaba fuera á la puerta. Entonces
salió aquel discípulo que era conocido del sumo sacer-
dote, y habló á la portera, y metió dentro á Pedro.
17 Entonces la criada portera dijo á Pedro : ¿ No eres
tú también uno de los discípulos de este hombre ? Dice
él : No soy.
18 Y estaban en pié los criados y los ministros que
habían hecho fuego de carbón, porque hacia frió, y se
calentaban ; y estaba con ellos Pedro en pié calentándose.
19 Y el sumo sacerdote preguntó á Jesús de sus dis-
cípulos, y de su doctrina.
228
SAN JUAN
20 Jesús le respondió : Yo manifiestamente he ha-
blado al mundo : yo siempre he enseñado en la sinagoga,
y en el templo, donde siempre se juntan todos los Judíos ;
y nada he hablado en oculto.
21 ¿ Por qué me preguntas á mí ? Pregunta á los que
han oido, qué les haya yo hablado : he aquí, estos saben
lo que yo he dicho.
22 Y como él hubo dicho esto, uno de los ministros
que estaba allí, dió una bofetada á Jesús, diciendo :
¿ Así respondes al sumo sacerdote ?
23 Respondióle Jesús : Si he hablado mal, dá testi-
monio del mal ; mas si bien, ¿ por qué me hieres ?
24 Habíale enviado Aunas atado á Caifas sumo sacer-
dote.
25 Estaba pues Pedro en pié calentándose ; y le dijer-
on : ¿ No eres tú también uno de sus discípulos ? El lo
negó, y dijo : No soy.
26 Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de
aquel á quien Pedro habia cortado la oreja, le dice : ¿ No
te vi yo en el huerto con él ?
27 Y negó Pedro otra vez ; y luego el gallo cantó.
28 Y llevan á Jesús de Caifas al pretorio ; y era de
mañana ; y ellos no entraron en el pretorio por no ser
contaminados, sino poder comer la pascua.
29 Entonces salió Pilato á ellos fuera, y dijo: ¿Qué
acusación traéis contra este hombre ?
30 Respondieron, y le dijeron : Si este no fuera mal-
hechor, no te le hubiéramos entregado.
31 Díceles entonces Pilato : Tomádle vosotros, y juz-
gádle según vuestra ley. Y los Judíos le dijeron : A
nosotros no nos es lícito matar á nadie.
32 Para que se cumpliese el dicho de Jesús que
habia dicho, dando á entender de que muerte habia
de morir.
33 Entonces Pilato volvióse á entrar en el pretorio, y
llamó á Jesús, y le dijo : ¿ Eres tú el Rey de los Judíos?
34 Respondióle Jesús : ¿ Dices tú esto de tí mismo, ó
te lo han dicho otros de mí ?
35 Pilato respondió: ¿Soy yo Judío? Tu misma
nación, y los sumos sacerdotes, te han entregado á mí :
¿ qué has hecho ?
36 Respondió Jesús : Mi reino no es de este mundo :
SAN JUAN
229
si de este mundo fuera mi reino, mis servidores pelearían
para que yo no fuera entregado á los Judíos, ahora pues
mi reino no es de aquí.
37 Díjole entonces Pilato : ¿Luego rey eres tú? Res-
pondió Jesús : Tú dices que yo soy rey. Yo para esto
lie nacido, y para esto be venido al mundo, es á saber,
para dar testimonio á la verdad. Todo aquel que es de
la verdad, oye mi voz.
38 Dícele Pilato : ¿ Qué cosa es verdad ? Y como
hubo dicho esto, volvió á los Judíos, y les dice : Yo no
hallo en él crimen alguno.
39 Empero vosotros tenéis costumbre, que yo os suelte
uno en la pascua : ¿ queréis pues que os suelte al Rey de
los Judíos ?
40 Entonces todos dieron voces otra vez, diciendo :
Xo á este, sino á Barabbas. Y Barrabas era un ladrón.
CAPITULO XIX.
ASÍ que entonces tomó Pilato á Jesús, y le azotó.
2 Y los soldados entretejieron de espinas una
corona, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron
de una ropa de grana,
3 Y decian : Dios te guarde, Rey de los Judíos ; y le
daban de bofetadas.
4 Entonces Pilato salió otra vez fuera, y les dijo : He
aquí, os le traigo fuera, para que entendáis que ningún
crimen hallo en él.
5 Entonces salió Jesús fuera llevando la corona de
espinas, y la ropa de grana. Y díeeles Pilato: ¡He
aquí el hombre !
6 Y como le vieron los príncipes de los sacerdotes, y
los ministros, dieron voces, diciendo : Crucifícate, crucifí-
cate. Díeeles Pilato : Tomádle vosotros, y crucificádte ;
porque yo no hallo en él crimen.
7 Respondiéronle los Judíos : Nosotros tenemos una
ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo el
Hijo de Dios.
8 Pilato pues como oyó esta palabra, tuvo más miedo.
9 Y entró otra vez en el pretorio, y dijo á Jesús : ¿ De
dónde eres tú? Mas Jesús no le dió respuesta.
10 Entonces dícele Pilato : ¿ A mí no me hablas ?
230
SAN JUAN
¿ no sabes que tengo potestad para crucificarte, y que
tengo potestad para soltarte ?
11 Respondió Jesús : Ninguna potestad tendrías con-
tra mí, si no te fuese dada de arriba ; por tanto el que
á tí me ba entregado, mayor pecado tiene.
12 Desde entonces procuraba Pilato de soltarle ; mas
los Judíos daban voces, diciendo : Si á este sueltas, no
eres amigo de César : cualquiera que se hace rey, habla
contra César.
13 Entonces Pilato oyendo este dicho, llevó fuera á
Jesús, y se sentó en el tribunal, en el lugar que se llama
el Pavimento, y en el Hebreo Gabbatha.
14 Y era la preparación de la páscua, y como la hora de
sexta : entonces dijo á los Judíos : ¡ He aquí vuestro Rey !
15 Mas ellos dieron voces : Quítate, quítate, crucifí-
cale. Díceles Pilato : ¿ A vuestro Rey tengo de crucifi-
car? Respondiéronlos sumos sacerdotes : No tenemos
rey, sino á César.
16 Entonces pues se le entregó para que fuese cruci-
ficado. Y tomaron á Jesús, y fe llevaron.
17 Y él llevando su cruz, salió al lugar que se llama
el lugar de la Calavera, y en Hebreo Gólgota :
18 Donde le crucificaron, y con él otros dos, de una
parte y de otra, y Jesús en medio.
19 Y escribió Pilato un título, el cual puso encima de
la cruz ; y el escrito era : JESUS NAZARENO, REY
DE LOS JUDÍOS.
20 Y muchos de los Judíos leyeron este título; porque
el lugar donde fué crucificado Jesús, estaba cerca de la
ciudad ; y era escrito en Hebreo, y en Griego, y en
Latin.
21 Y decian á Pilato los sumos sacerdotes de los
Judíos : No escribas : Rey de los Judíos ; sino que él
dijo : Rey soy de los Judíos.
22 Respondió Pilato : Lo que he escrito, he escrito.
23 Y como los soldados hubieron crucificado á Jesús,
tomaron sus vestidos, é hicieron cuatro partes (á cada
soldado una parte,) y también la túnica, mas la túnica
era sin costura, toda tejida desde arriba.
24 Dijeron pues entre sí : No la partamos, sino eche-
mos suertes sobre ella cuya será ; para que se cumpliese
la Escritura que dice : Partieron para sí mis vestidos, y
SAN JUAN
231
sobre mi vestidura ocharon suertes. Estas cosas pues
los soldados hicieron.
25 Y estaban junto á la cruz de Jesús su madre, y la
hermana de su madre, María mujer de Cléofas, y María
Magdalena.
26 Y como vió Jesús á su madre, y al discípulo que
él amaba, que estaba presente, diceá su madre : Mujer,
he ahí tu hijo.
27 Y luego dice al discípulo : He ahí tu madre. Y
desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia
casa.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que todas las cosas
estaban ya cumplidas, para que la Escritura se cumpliese,
dijo : Tengo sed.
29 Y había allí puesta una vasija llena de vinagre.
Entonces ellos hinchieron una esponja de vinagre, y
puesta sobre un hisopo se la llegaron á la boca.
30 Y como Jesús tomó el vinagre, dijo : Consumado
está. Y abajando la cabeza, dió el espíritu.
31 Entonces los Judíos, por cuanto era el dia de la
preparación, para que los cuerpos no quedasen en la
cruz en el sábado, porque era gran dia aquel sábado,
rogaron á Pilato que se les quebrasen las piernas, y que
fuesen quitados.
32 Vinieron pues los soldados, y á la verdad quebra-
ron las piernas al primero, y al otro que habia sido
crucificado con él :
33 Mas cuando vinieron á Jesús, como le vieron ya
muerto, no le quebraron las piernas.
34 Empero uno de los soldados le abrió el costado con
una lanza, y luego salió sangre y agua.
35 Y el que lo vió da testimonio, y su testimonio es
verdadero ; y él sabe que dice verdad, para que vosotros
también creáis.
36 Porque estas cosas fueron hechas, para que se
cumpliese la Escritura : Hueso no será quebrantado
de él.
37 Y también otra Escritura dice : Mirarán á aquel
al cual traspasaron.
38 Pasadas estas cosas, rogó á Pilato José de Arima-
tea, el cual era discípulo de Jesús, mas secreto, por
miedo de los Judíos, que él quítase el cuerpo de Jesús :
232
SAN JUAN
lo cual permitió Pilato. Entonces él vino, y quitó el
cuerpo de Jesús.
39 Y vino también Nicodemo, el que ántes habia
venido á Jesús de noche, trayendo una mistura de mirra
y de aloes, como cien libras.
40 Y tomaron el cuerpo de Jesús, y le envolvieron en
lienzos con especias, como es costumbre de los Judíos
sepultar.
41 Y en aquel lugar, donde habia sido crucificado,
habia un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en
el cual aun no habia sido puesto alguno.
42 Allí pues pusieron á Jesús, por causa del dia de la
preparación de los Judíos, porque aquel sepulcro estaba
cerca.
CAPITULO XX.
EL primer dia de la semana, María Magdalena vino
de mañana, siendo aun oscuro, al sepulcro, y vió la
piedra quitada del sepulcro.
2 Entonces corrió, y vino á Simón Pedro, y al otro
discípulo, al cual amaba Jesús, y les dice : Han llevado
al Señor del sepulcro, y no sabemos donde le han puesto.
3 Salió pues Pedro, y el otro discípulo, y vinieron al
sepulcro.
4 Y corrían los dos juntos ; mas el otro discípulo
corrió más presto que Pedro, y vino primero al sepulcro.
5 Y abajándose á mirar, vió los lienzos puestos ; mas
no entró.
6 Vino pues Simón Pedro siguiéndole, y entró en el
sepulcro, y vió los lienzos puestos,
7 Y el sudario que habia estado sobre su cabeza, no
puesto con los lienzos, sino á parte en un lugar envuelto.
8 Entonces entró también aquel otro discípulo, que
habia venido primero al sepulcro ; y vió, y creyó.
9 Porque aun no sabían la Escritura, que era menester
que él resucitase de entre los muertos.
10 Así que volvieron los dicípulos á los suyos.
11 Empero María estaba fuera llorando junto al
sepulcro ; y estando llorando abajóse á mirar en el
sepulcro.
12 Y vió dos ángeles en ropas blancas que estaban
SAN JUAN
233
sentados, el uno á la cabecera, y el otro á los piés, donde
el cuerpo de Jesús había sido puesto.
13 Y le dijeron: ¿Mujer, por qué lloras? Ella les
dice : Porque han llevado a mi Señor, y no sé donde le
han puesto.
14 Y como hubo dicho esto, volvió atrás, y vio á Jesús
que estaba en pié ; mas no sabia que era Jesús.
15 Dícele Jesús: ¿Mujer, por qué lloras? ¿á quién
buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dice :
Señor, si tú le has llevado, díme donde le has puesto, y
yo le llevaré.
16 Dícele Jesús : María. Volviéndose ella, dícele :
Eabboni, que quiere decir, Maestro.
17 Dícele Jesús : No me toques ; porque aun no he
subido á mi Padre ; mas vé á mis hermanos, y díles :
Subo á mi Padre, y á vuestro Padre, á mi Dios, y á
vuestro Dios.
18 Vino María Magdalena dando las nuevas á los
discípulos : Que había visto al Señor, y que le dijo estas
cosas.
19 Y como fué tarde aquel mismo dia, el primero de
la semana, y las puertas estaban cerradas, donde los
discípulos estaban juntos por miedo de los Judíos, vino
Jesús ; y púsose en medio, y les dijo : Paz á vosotros.
20 Y como hubo dicho esto, mostróles las manos y el
costado : entonces los discípulos se regocijaron, viendo
al Señor.
21 Entonces díceles otra vez : Paz á vosotros : como
me envió mi Padre, así también yo os envió.
22 Y como hubo dicho esto, sopló sobre ellos, y les
dijo : Recibid el Espíritu Santo.
23 A los que perdonareis los pecados, les son perdona-
dos ; y á los que los retuviereis, les son retenidos.
24 Empero Tomas uno de los doce, que se llamaba
Didinio, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
25 Dijéronle pues los otros discípulos : Al Señor hemos
visto. Y él les dijo : Si no viere en sus manos la señal
de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos,
y metiere mi mano en su costado, no creeré.
26 Y ocho dias después estaban otra vez sus discípulos
dentro, y con ellos Tomas : entonces vino Jesús cerradas
las puertas, y púsose en medio, y dijo : Paz á vosotros.
234
SAN JUAN
27 Luego dice á Tomas : Mete tu dedo aquí, y vé mis
manos ; y dá acá tu mano, y métela en mi costado, y no
seas incrédulo, sino fiel.
28 Entonces Tomas respondió, y le dijo : Señor mió,
y Dios mió.
29 Di cele Jesús : Porque me has visto, oh Tomas,
creíste : bienaventurados los que no vieron, y sin embargo
creyeron.
30 Y también muchas otras señales por cierto hizo
Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas
en este libro.
31 Estas empero están escritas, para que creáis que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios ; y para que creyendo,
tengáis vida en su nombre.
CAPITULO XXI.
ESPUES se manifestó Jesús otra vez á sus discípulos
I junto á la mar de Tibérias ; y se manifestó de esta
manera :
2 Estaban juntos Simón Pedro, y Tomas, que se
llamaba Didimo, y Natanael, de Cana de Galilea, y los
hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.
3 Díceles Simón : A pescar voy : Dícenle : Vamos
nosotros también contigo. Fueron, y subieron luego en
una nave ; y aquella noche no tomaron nada.
4 Empero venida la mañana, Jesús se puso en la
ribera ; mas los discípulos no sabían que era Jesús.
5 Entonces les dice Jesús: ¿Hijos, tenéis algo de
comer ? Kespondiéronle : No.
6 Y él les dice : Echád la red á la derecha de la nave,
y hallaréis. Echáron/a pues, y ya no la podían en
ninguna manera sacar, por la multitud de los peces.
7 Dijo entonces aquel discípulo, al cual amaba Jesús,
á Pedro : El Señor es. Entonces Simón Pedro, como
oyó que era el Señor, ciñóse de pescador, porque estaba
desnudo, y echóse á la mar.
8 Y los otros discípulos vinieron con la nave (porque
no estaban lejos de tierra, sino como doscientos codos),
trayendo la red con los peces.
9 Y como llegaron á tierra, vieron ascuas puestas, y
un pez encima de ellas, y pan.
SAN JUAN
235
10 Díccles Jesús : Traéd de los peces que tomasteis
al) ora.
11 Subió Simón Pedro, y trajo la red á tierra, llena de
grandes peces, ciento y cincuenta y tres ; y aun siendo
tantos, la red no se rompió.
12 Díceles Jesús : Venid, y coméd. Y ninguno de
los discípulos le osaba preguntar: ¿Tú, quién eres?
sabiendo que era el Señor.
13 Entonces viene Jesús, y toma el pan, y dales, y
asimismo del pez.
14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestó á
sus discípulos, habiendo resuscitado de entre los muertos.
15 Pues como hubieron comido, Jesús dijo á Simón
Pedro : ¿Simón, hijo de Joñas, me amas más que estos?
Dícele : Si, Señor : tú sabes que te amo. Dícele :
Apacienta mis corderos.
16 Vuélvele á decir la segunda vez : ¿ Simón, hijo de
Joñas, me amas ? Respóndele : Si, Señor : tú sabes que
te amo. Dícele : Apacienta mis ovejas.
17 Dícele la tercera vez : ¿ Simón, hijo de Joñas, me
amas ? Entristecióse Pedro de que le dijese la tercera
vez. ¿Me amas? Y le dice : Señor, tú sabes todas las
cosas : tú sabes que te amo. Dícele Jesús : Apacienta
mis ovejas.
18 De cierto, de cierto te digo, que cuando eras más
mozo, te ceñias, é ibas donde querías ; mas cuando ya
fueres viejo, extenderás tus manos, y ceñirte ha otro, y
te llevará donde no querrías.
19 Y esto dijo, dando á entender con que muerte
habia de glorificar á Dios. Y dicho esto, dícele : Sigúeme.
20 Entónces volviéndose Pedro, ve á aquel discípulo
al cual amaba Jesús que seguía, el que también se habia
recostado sobre su pecho en la cena, y le habia dicho :
¿Señor, quién es el que te ha de entregar?
21 Así que, como Pedro vió á este, dice á Jesús :
¿ Señor, y qué será de este ?
22 Dícele Jesús : Si quiero que él quede hasta que yo
venga, ¿ qué se te da á tí ? Sigúeme tú.
23 Salió pues este dicho entre los hermanos, que aquel
discípulo no habia de morir ; mas Jesús no le dijo : No
morirá ; sino : Si quiero que él quede hasta que yo
venga, ¿ qué se te da á tí ?
236
SAN JUAN
2i Este es el discípulo que da testimonio de estas
cosas, y escribió estas cosas ; y sabemos que su testi-
monio es verdadero.
25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús,
que si se escribiesen cada una por sí, ni aun en el
mundo pienso que cabrían los libros que se habrían de
escribir. Amen.
BS299.5.P5
Las enseñanzas de Jesús.
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1 1012 00063 2515